Jubileo, puerta santa y esperanza según el Papa

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

«Que el Jubileo2025 nos fortalezca en la fe, nos ayude a reconocer a Cristo resucitado en medio de nuestras vidas, y nos transforme en peregrinos de la esperanza cristiana»

 

 

 

Abierto ya en toda la Iglesia católica el Año Jubilar del 2.025 aniversario de la encarnación y de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, las puertas del júbilo, de la gracia y de esperanza jubilares que no defraudan permanecerán abiertas hasta el domingo 28 de diciembre de 2025 en todos los templos y jubilares de toda Iglesia, excepto en la basílica romana de San Pedro, donde el jubileo no concluirá hasta el 6 de enero de 2026.

Y lo que son el jubileo, la puerta santa y la esperanza lo desgranamos ahora tenor de principales ideas señaladas al respecto por el Papa Francisco en las celebraciones de apertura del año santo.

 

 

Lo que es el jubileo

«Este es el Jubileo, este es el tiempo de la esperanza. Este nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor, nos llama a la renovación espiritual y nos compromete en la transformación del mundo, para que este llegue a ser realmente un tiempo jubilar».

«El Jubileo se abre para que a todos les sea dada la esperanza, la esperanza del Evangelio, la esperanza del amor, la esperanza del perdón».

«Una de las acciones que caracterizan los Jubileos es la remisión de las deudas. Por tanto, animo a todos a sostener la campaña de Cáritas Internacional llamada “Transformar la deuda en esperanza”, para aliviar los países agobiados por deudas insostenibles y promover el desarrollo».

«La cuestión de la deuda está ligada a la de la paz y la del mercado negro de armamentos. ¡Basta de colonizar a los pueblos con las armas! Trabajemos por el desarme, trabajemos contra el hambre, contra las enfermedades, contra el trabajo infantil. ¡Y recemos, por favor, por la paz en el mundo entero! Paz en la atormentada Ucrania, en Gaza, Israel, Myanmar, Kivu del Norte y muchos otros países en guerra».

«Los jubileos son momentos preciosos para hacer balance de nuestras vidas, como individuos y como comunidad. Además, son ocasiones para la reflexión, el recogimiento y la escucha de lo que el Espíritu Santo nos dice hoy (cf. Apocalipsis 2,7)».

«Que el Jubileo sea la ocasión para perdonar las deudas, especialmente aquellas que gravan sobre los países más pobres. Cada uno de nosotros está llamado a perdonar las ofensas recibidas, porque el Hijo de Dios ha venido a curarnos y perdonarnos».

«El Jubileo 2025 será el Año Santo de la esperanza que no declina, la esperanza en Dios. Que nos ayude a recuperar la confianza en la Iglesia, en los vínculos interpersonales, en las relaciones internacionales, en el respeto a la dignidad de las personas y a la creación».

 

Lo que es la puerta santa

«Con la apertura de la Puerta Santa damos inicio a un nuevo Jubileo. Cada uno de nosotros puede entrar en el misterio de este anuncio de gracia. En esta noche, la puerta de la esperanza se ha abierto de par en par al mundo; en esta noche, Dios dice a cada uno: ¡también hay esperanza para ti! Hay esperanza para cada uno de nosotros. Pero no os olvidéis, hermanas y hermanos, que Dios perdona todo, Dios perdona siempre. No se olvidéis de esto, que es un modo de entender la esperanza en el Señor».

«La “puerta santa” del corazón de Dios se abre para ti. Jesús, Dios con nosotros, nace para ti, para mí, para nosotros, para todo hombre y mujer. Y, ¿sabéis?, con Él florece la alegría, con Él la vida cambia, con Él la esperanza no defrauda».

«La puerta del corazón de Dios está siempre abierta, regresemos a Él. Volvamos al corazón que nos ama y nos perdona. Dejémonos perdonar por Él, dejémonos reconciliar con Él».

«Este es el significado de la Puerta Santa del Jubileo: representa a Jesús, Puerta de salvación abierta a todos. Jesús es la Puerta; es la Puerta que el Padre misericordioso ha abierto en medio del mundo, en medio de la historia, para que todos podamos volver a Él. Todos somos como ovejas perdidas y tenemos necesidad de un Pastor y de una Puerta para regresar a la casa del Padre. Jesús es el Pastor, Jesús es la Puerta».

«Hermanas y hermanos, no tengáis miedo. La Puerta está abierta, la puerta está abierta de par en par. No es necesario tocar a la puerta. Está abierta. Venid, dejémonos reconciliar con Dios, y entonces nos reconciliaremos con nosotros mismos y podremos reconciliarnos entre nosotros, incluso con nuestros enemigos... Venid, Jesús es la Puerta de la paz».

«Con frecuencia nos detenemos en el umbral; no tenemos el valor para atravesarlo, porque nos interpela. Entrar por la Puerta requiere el sacrificio de dar un paso adelante, de dejar atrás contiendas y divisiones, para abandonarnos en los brazos abiertos del Niño que es el Príncipe de la paz. Invito a todas las personas, a todos los pueblos y naciones a armarse de valor para cruzar la Puerta, a hacerse peregrinos de esperanza, a silenciar las armas y superar las divisiones».

«Los peregrinos que realizan un recorrido jubilar que conduce a la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro. Es un hermoso signo, un signo que expresa el sentido de nuestra vida: ir al encuentro de Jesús, que nos ama y nos abre su Corazón para hacernos entrar en su reino de amor, de alegría y de paz».

«Esta mañana (26 de diciembre) he abierto una Puerta Santa, después de la de San Pedro, en la cárcel romana de Rebibbia. Ha sido como, por así decirlo, “la catedral del dolor y de la esperanza”».

«Abrid las puertas del corazón. Cada uno sabe cómo hacerlo. Cada uno sabe dónde la puerta está cerrada o semicerrada. Os deseo un gran Jubileo2025».

 

 

Lo que es la esperanza cristiana

«Esta es nuestra esperanza. Dios es el Emanuel, el “Dios con nosotros”. El infinitamente grande se hizo pequeño; la luz divina brilló entre las tinieblas del mundo, la gloria del cielo se asomó a la tierra. ¿Cómo? En la pequeñez de un Niño. Y si Dios viene, aun cuando nuestro corazón se asemeja a un pobre pesebre, entonces podemos decir: la esperanza no ha muerto, la esperanza está viva, y envuelve nuestra vida para siempre. La esperanza no defrauda».

«Esta es la señal para recuperar la esperanza perdida: renovarla dentro de nosotros, sembrarla en las desolaciones de nuestro tiempo y de nuestro mundo rápidamente. ¡Y hay tantas desolaciones en nuestro tiempo! Pensemos a las guerras, a los niños ametrallados, a las bombas sobre las escuelas y sobre los hospitales. Disponerse rápidamente, sin aminorar el paso, dejándose atraer por la buena noticia».

«Y esta es nuestra tarea, traducir la esperanza en las distintas situaciones de la vida. Porque la esperanza cristiana no es un final feliz que hay que esperar pasivamente, no es el final feliz de una película; es la promesa del Señor que hemos de acoger aquí y ahora, en esta tierra que sufre y que gime».

 «Esta esperanza, por tanto, nos pide que no nos demoremos, que no nos dejemos llevar por la rutina, que no nos detengamos en la mediocridad y en la pereza; nos pide —diría san Agustín— que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas; nos pide que nos hagamos peregrinos en busca de la verdad, soñadores incansables, mujeres y hombres que se dejan inquietar por el sueño de Dios; que es el sueño de un mundo nuevo, donde reinan la paz y la justicia».

«La esperanza que no tolera la indolencia del sedentario ni la pereza de quien se acomoda en su propio bienestar —y muchos de nosotros, tenemos el peligro de acomodarnos en nuestro propio bienestar—; la esperanza no admite la falsa prudencia de quien no se arriesga por miedo a comprometerse, ni el cálculo de quien sólo piensa en sí mismo; es incompatible con la vida tranquila de quien no alza la voz contra el mal ni contra las injusticias que se cometen sobre la piel de los más pobres».

«Al contrario, la esperanza cristiana, mientras nos invita a la paciente espera del Reino que germina y crece, exige de nosotros la audacia de anticipar hoy esta promesa, a través de nuestra responsabilidad, y no sólo, también a través de y nuestra compasión. Y aquí tal vez nos hará bien interrogarnos sobre nuestra compasión: ¿tengo compasión?, ¿sé padecer-con? Pensémoslo».

«La esperanza cristiana es precisamente ese “algo más” que nos impulsa a movernos “rápidamente”. A nosotros, discípulos del Señor, se nos pide, en efecto, que hallemos en Él nuestra mayor esperanza, para luego llevarla sin tardanza, como peregrinos de luz en las tinieblas del mundo».

«Todos nosotros tenemos el don y la tarea de llevar esperanza allí donde se ha perdido; allí donde la vida está herida, en las expectativas traicionadas, en los sueños rotos, en los fracasos que destrozan el corazón; en el cansancio de quien no puede más, en la soledad amarga de quien se siente derrotado, en el sufrimiento que devasta el alma; en los días largos y vacíos de los presos, en las habitaciones estrechas y frías de los pobres, en los lugares profanados por la guerra y la violencia. Llevar esperanza allí, sembrar esperanza allí».

  

 

Publicado en Nueva Alcarria el 3 de enero de 2025

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