Cántico a la esperanza

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

CÁNTICO A LA ESPERANZA,

al modo de San Juan de la Cruz

 

¿Adónde te escondiste,

amado, y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;

salí tras ti, clamando, y eras ido.

 

Pastores, los que fuerdes

allá, por las majadas, al otero,

si por ventura vierdes

aquél que yo más quiero,

decidle que adolezco, peno y muero.

 

CÁNTICO ESPIRITUAL

de Juan de Yepes Álvarez

 

 

 

 

  1. La Tierra en soledad

 

 

¿Adónde te has ido, Cristo

que de vista de todos te marchaste,

sin ya habérsete visto,

después que te fugaste

de aquellos seres a quienes llamaste?

 

Dinos adónde entraste,

tras de tu éxodo súbito, imprevisto,

si en la Tierra dejaste

de amargura provisto

tropel de almas que sólo te ha entrevisto.

 

Apenas fue tu luz

un raudo, alado, presto meteoro

que se clausuró en cruz;

nos privó del tesoro

que, cual toda alma del tropel, yo añoro.

 

Tu busca no demoro,

aun yendo en un oscuro contraluz,

con mi voz te rumoro,

buscándote al trasluz

de quien tapado a ciegas busca en capuz.

 

 

  1. El Alma pregunta por su Amado

 

 

Pregunto por los montes,

llanos, vegas, vergeles y riberas…

Ascendiendo horizontes,

ruego a ríos y fieras,

caminantes que cruzan las fronteras

 

con sus voces ligeras

pongan fin a mi subir los desmontes,

den fin a mis carreras,

me digan si somontes

o llanuras le vieron en trasmontes.

 

¡Oh, arboleda y florestas

que Él mismo con certeza ha examinado,

tan de belleza prestas

luego las ha dejado

que aquí su paso noto enamorado.

 

Su aliento delicado

subió por estos valles y estas cuestas,

y de amor las ha hablado,

pasión que invita a gestas

de inquirir a quien sabe las respuestas.

 

 

III. Sólo Cristo responde

                                        

 

¡Quién a mí responderme

podrá si no fuese Él en su figura,

y quién podrá valerme

en medio de noche oscura,

si no hay reposo ni estancia segura!

 

Así mi voz procura

despertar el alma y vida que duerme

y ansía la ventura

de hacia Ti ya volverme

y en Ti vivir vida que jamás merme.

 

No quiero ya encontrarme

vicario, nuncio, enviado, mensajero,

sólo en ti refugiarme

en tu albergue primero,

donde, por estar ya viviendo, muero.

 

¡De modo que prefiero

salir por  montes y valles y entrarme

al divino sendero

donde podré llevarme,

y, en la senda ya gloriosa, en Ti estarme!

 

 

  1. Retorna con nosotras

 

 

Con nosotras retorna

insatisfechas mundanas criaturas,

nuestras dudas entorna.

Apórtanos venturas

que solo con tu presencia procuras.

 

De las dichas futuras

danos ya muestrario que nos contorna

a etéreas aventuras,

con tu luz nos adorna

y de tu serena paz nuestra alma orna.

 

Después que amor llenaste

en los ojos de quien tu gozo ha visto,

abajo nos dejaste.

Fuiste del mundo, Cristo,

no nos llevaste al cielo en Ti entrevisto.

 

Si solo en Ti existo

y el corazón al alma le robaste,

a Ti en todo ya avisto.

¿Por qué no te llevaste

entero el robo dulce que robaste?

 

 

 

  1. Véante mis ojos

 

 

Véante ya mis ojos

pues anhelan estar en tu presencia.

Haz cesar cerrojos

que cierran tu conciencia

y tienen a nosotros en tu ausencia.

 

Ninguna resistencia

hago a morir entre los rayos rojos

de tu amor, que es la esencia

de vivir sin rastrojos

una vida real, libre ya de enojos.

 

La soledad que suena

por bosques y por ríos sonorosos,

con su sonido llena,

trayendo los hermosos

sones que siento ser más poderosos.

 

-“Con la esperanza, briosos

sones de vida y dicha y suerte plena

escucha en los preciosos

acuerdos en que atruena

mi voz de Amado al Alma que aún pena”

 

 

 

  1. Su rostro es la esperanza

 

 

Reina, con la esperanza,

ya la Esposa en el goce del Amado

y en su sabor alcanza

-el cuello reclinado-

los dones que el Esposo había hablado.

 

 

VII. La unión mística.

 

 

-“Gocémonos, Amado,

el Uno y la otra ya en plena confianza,

pues al fin te he hallado

por la senda que avanza

en eterno camino a la esperanza”.

 

-“Éste el nombre de Dios

es, en toda época y era y momento.

Sepámoslo los dos,

su nombre te presento:

Esperanza es vía a fe en que Yo aliento”.

 

Allí es que tiene asiento

lo grandioso de cuanto busca en pos

humano pensamiento.

Es la esperanza en Dios

quien muerte venza y su postrer lamento.

 

¡Nada debe, ni podrá, matar tal sentimiento!

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016

 

Al autor:

https://aache.com/juan-pablo-manueco/

 

Al libro que contiene este poema:

https://aache.com/tienda/es/654-cantil-de-cantos-viii.html

 

 

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