Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
Al hilo de la peregrinación diocesana a Roma, del 12 al 16 de febrero, presidida por el obispo y en el contexto del Año Jubilar 2025, año santo de la esperanza
Del miércoles 12 al domingo 16 de febrero encabezados por el obispo Julián Ruiz Martorell y con Agustín Bugeda, y vicario general responsable diocesano para el Año Jubilar, como guía, tiene lugar la peregrinación diocesana jubilar institucional a Roma. Participan 88 personas de distintos lugares de la geografía diocesana: Molina, Sigüenza, El Casar, Guadalajara y algunas poblaciones del corredor del Henares.
Y es que la peregrinación a Roma, capital y corazón de la Iglesia católica, es identidad propia y específica de los años jubilares universales, como el presente del 2.025 aniversario de la encarnación y natividad de Nuestro Señor Jesucristo. No solo Roma y sus principales basílicas, pero también y de un modo muy especial Roma, es el epicentro de los años santos y jubilares.
Precisamente, la peregrinación a las cuatro grandes basílicas romanas, las llamadas basílicas papales y mayores, constituye el eje de la presencia en Roma durante estos días del citado grupo diocesano. Ayer y anteayer fueron las visitas y peregrinaciones a las basílicas de San Pablo Extramuros y de San Juan de Letrán, respectivamente. Hoy lo es a la basílica de San Pedro en el Vaticano, y mañana, sábado 15 de febrero, a Santa María la Mayor. Todo ello junto a otras vistas a los principales lugares del centro de la capital italiana: Plaza Navonna, Plaza Venecia, Panteón, Foros imperiales, Coliseo, San Clemente Romano, Fontana de Trevi, El Quirinal, Iglesia española de Montserrat, …
Además, mañana sábado, por la mañana, el grupo participará en la audiencia jubilar que el Papa Francisco ofrece cada dos sábados. Hasta la fecha y desde el pasado 24 de diciembre, fecha de apertura del Jubileo, un millón trescientas mil personas han peregrinado ya a Roma. Por ello y en todo este contexto, ofrecemos a continuación las principales pinceladas de los lugares más habituales de las peregrinaciones jubilares a Roma.
La peregrinación de las Siete Iglesias Romanas
La peregrinación a las Siete Iglesias, concebida por San Felipe Neri (1515-1595), es una de las tradiciones romanas más antiguas. Son unos 25 kilómetros que serpentean por la ciudad, llegando hasta la campiña romana, las catacumbas y las siete principales basílicas de Roma. Inicialmente, la peregrinación se hacía en la noche del Jueves Santo y durante el Viernes Santo.
San Felipe Neri propuso e impulsó este itinerario hacia el año 1540, Treinta y cinco años después, con ocasión del año jubilar de 1575, la peregrinación queda establecida y fijada de modo más institucional.
Antes, San Ignacio de Loyola, amigo de Felipe Neri, hizo la peregrinación de las siete iglesias el 22 de abril de 1541, con cinco cofundadores compañeros de la Compañía de Jesús, quienes hicieron su profesión religiosa definitiva en la capilla del Santísimo Sacramento de la basílica de San Pablo Extramuros.
Las cuatro basílicas papales o mayores
Basílica de San Pedro en el Vaticano.- La tradición cuenta que la tumba en la que fue enterrado el apóstol Pedro, tras ser crucificado, estaba justo aquí, en el punto más alto de la colina vaticana, donde en el siglo IV el emperador Constantino decidió construir su basílica, la primera dedicada al primer apóstol. Después, 91 Papas fueron enterrados en esta basílica.
Durante la Alta Edad Media este lugar de culto se convirtió en el principal lugar de peregrinación de Occidente, hasta que en 1506 el Papa Julio II decidió demolerlo para dar paso a un templo más grande y rico. Los más grandes maestros de la historia se alternaron en el diseño de esta imponente basílica: Donato, Bramante, Rafael o Miguel Ángel (con la Piedad y la Capilla Sixtina) hasta que en 1629 Bernini (con el baldaquino y el altar de la cátedra) terminó la decoración interior de toda la iglesia, dándole su aspecto actual.
Basílica de San Juan en el Laterano (o de San Salvador).- La basílica de San Juan de Letrán es la catedral de Roma, además de ser la basílica más antigua de Occidente. Consagrada en el siglo IV, en el año 324, por el Papa Silvestre I está dedicada al Santísimo Salvador y a San Juan Bautista (desde el siglo IX, con el Papa Sergio III) y San Juan Evangelista (en el siglo XII, con el Papa Lucio II). Esta basílica conserva el fresco de la promulgación del primer año jubilar romano (1300, con el Papa Bonifacio VIII).
En su interior se encuentran las reliquias de las cabezas de los Santos Apóstoles de Roma, Pedro y Pablo, que se conservan en el monumental tabernáculo gótico de 1370 que domina el altar papal. No fue hasta 1650, por encargo del Papa Inocencio X, cuando se decidió la total remodelación de la basílica gracias a la obra de Francesco Borromini.
Basílica de San Pablo Extramuros en la Vía Ostiense.- Tras el edicto de Milán del año 313, gracias al cual se concedió a los cristianos la libertad de culto, el emperador Constantino decidió donar dos basílicas a la nueva Iglesia naciente, erigidas sobre las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo.
Sin embargo, más tarde, en el siglo V, dada la continua afluencia de peregrinos a la tumba y las dimensiones limitadas del edificio original de la basílica de San Pablo, los tres emperadores que gobernaban entonces, Teodosio, Valentiniano II y Arcadio, se vieron obligados a construir un edificio más grande, invirtiendo su orientación hacia el oeste.
Tras un voraz incendio en 1823, fue reconstruida e inaugurada en 1854 por el Papa Pío IX. La basílica, la segunda más grande, tras la de San Pedro, conserva la cadena que, según la tradición, unía al apóstol Pablo al soldado romano mientras estaba preso en espera de juicio.
Basílica de Santa María la Mayor en el Esquilino.- La basílica papal de Santa María la Mayor es el santuario mariano más importante y antiguo de Occidente, y es la única entre las basílicas papales que ha mantenido intacto su aspecto paleocristiano. La tradición refiere su origen tras una nevada milagrosa, en la colina del Esquilino, el 5 de agosto del año 358, siendo Papa Liberio (también se la llama por ello basílica liberiana).
La basílica custodia el icono mariano de la Salus Populi Romani (María, Salud del Pueblo Romano) La tradición atribuye la imagen a San Lucas, evangelista y patrón de los pintores. La reliquia de la Santa Cuna, el pesebre donde fue recostado el Niño Jesús, recuerda la importancia de Santa María la Mayor como el Belén de Occidente.
La basílica conserva los restos de San Matías, apóstol, y de San Jerónimo, el traductor la Biblia, y en ella están enterrados siete Pontífices.
Las tres basílicas romanas menores
Basílica de San Lorenzo extramuros o en Campo Verano.- En el año 258 el emperador Valeriano promulgó un edicto por el que se ordenaba la muerte de todos los obispos, presbíteros y diáconos. Entre estos se encontraba San Lorenzo, diácono de origen español, a quien está dedicada la basílica y que aún hoy conserva sus reliquias.
La tradición indica que su martirio tuvo lugar sobre una parrilla ardiendo, en el mismo lugar donde hoy se alza la estructura edificada por el emperador Constantino.
El edificio actual es la fusión de dos estructuras precedentes, una construida hacia finales del siglo VI y la otra a principios del siglo XIII. Durante la Segunda Guerra Mundial, la basílica l fue completamente destruida debido a los bombardeos de los aliados, para luego ser reconstruida sobre sus escombros. Muchos de los frescos se perdieron, mientras que los restos de la antigua iglesia se recogieron donde hoy se encuentra el cementerio de Verano.
Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén.- Cuando Constantino trasladó la capital a Constantinopla (año 330), su madre Elena decidió transformar una parte de la residencia imperial de Roma en capilla para la conservación de las reliquias de la Cruz, encontradas por ella en el Monte Calvario durante su peregrinación a Tierra Santa en el año 325.
A lo largo de los siglos ha habido muchas restauraciones y reformas, entre las que destacan de manera especial las realizadas por el cardenal Mendoza (1478‑1495), durante las cuales se encontró una caja mortuoria en el arco del ábside de la iglesia con el Titulus Crucis en su interior.
La basílica fue concebida desde el principio como un gran relicario para proteger y conservar los preciosos testimonios de la pasión de Jesús. Es llamada “en Jerusalén” precisamente porque en su interior, entre otras cosas, hay tierra consagrada del Monte Calvario, puesta en la base de los cimientos.
Basílica de San Sebastián extramuros o en la Vía Appia Antica.- El emperador Constantino fue el mecenas de esta basílica en el siglo IV, dándole el nombre de Basilica Apostolorum en honor de los Apóstoles Pedro y Pablo, cuyas reliquias se habían conservado aquí durante unos cincuenta años en la primera mitad del siglo III. Después, se convirtió en iglesia de San Sebastián, en honor del soldado martirizado en tiempos de Diocleciano (comienzos siglo IV), cuyos restos, conservados en la catacumba vecina, habían animado y popularizado cada vez más el culto que se dedicaba en su honor.
Fue erigida como parroquia en 1714 por el Papa Clemente XI, que la confió al cuidado de los monjes cistercienses. En 1826 el Papa León XII la confió a los Franciscanos, que la siguen rigiendo en la actualidad.
El 3 de mayo de 1957, el Papa Pío XII declaró a San Sebastián patrón de la Policía Municipal de Italia. La basílica custodia unas importantes catacumbas.
Publicado en Nueva Alcarria el 14 de febrero de 2025