Por Alfonso Olmos
(director de la Oficina de Información)
1.- Viviré la fiesta como “lugar” de encuentro. Es tiempo de compartir.
2.- Recordaré a los 5.000 jóvenes europeos que en Ávila se encontrarán en estos días con Santa Teresa de Jesús, para celebrar el V Centenario de su nacimiento. Conviene recordar su vida y su doctrina.
3.- Celebraré que haya buenas cosechas: de ello depende nuestro sustento corporal y el pan de cada día.
4.- Moderaré mis conversaciones: me morderé la lengua, si es necesario, antes que criticar. El corazón se queda encogido y no merece la pena.
5.- Recurriré a la oración: el verano es tiempo oportuno. El descanso ayuda a explayar el corazón.
6.- Acudiré frecuentemente a la parroquia, o a la iglesia del lugar donde en estos días me encuentre. Estar de vacaciones no implica abandonar la eucaristía dominical o diaria. Nuestra fe también crece en el tiempo estival.
7.- Me encomendaré a la Virgen. El día 15 se celebra una de las cuatro solemnidades que la Iglesia le dedica al año: la Asunción de la Virgen. Es la titular de la catedral de la diócesis y de la mayoría de las parroquias de la provincia.
8.- Tomaré ejemplo de los santos que se celebran en este mes: San Alfonso Mª de Ligorio; San Juan Mª Vianney; Santo Domingo de Guzmán; San Lorenzo, Santa Clara; San Maximiliano Kolbe; San Roque; San Bernardo; San Pío X, Santa Rosa; San Bartolomé; San Luis; San José de Calasanz; Sata Teresa de Jesús Jornet; Santa Mónica; San Agustín, San Juan Bautista y San Ramón son algunos de ellos. Cada uno desde su estado de vida nos ofrece un perfil de santidad que todos podemos imitar. Sus carismas perviven en la Iglesia.
9.- Prepararé mi corazón y mi vida para el nuevo curso. Tenemos que reflexionar sobre nuestra implicación en la vida de la Iglesia.
10.- Amaré a los que me encuentre por los caminos de la vida y de la geografía visitada durante este verano.