Por Juan José Plaza
(delegado diocesano de Misiones)
Este año, 2015, celebramos el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Es una ocasión propicia para dar gracias a Dios por el gran regalo que nos hizo con Santa tan sin igual, para ponernos bajo su patrocinio y para aprender de ella las grandes enseñanzas que nos ha legado ya sea en el orden literario, en el humano, en el espiritual y en el del apostolado. Sin olvidar la enseñanza de su gran fidelidad a la Iglesia, a la que quería entrañablemente; cosa que no le hacía cerrar los ojos a sus defectos y problemas que, en cuanto le fue posible, trató de ayudar a solucionar, aportando su granito de arena.
El tiempo en que le tocó vivir a Santa Teresa de Jesús ella lo calificó de “tiempos recios”. Efectivamente, la herencia que recibió la Iglesia, por parte del Humanismo de los siglos XV y XVI, fue una contaminación doctrinal, a la vez que una contaminación mundana en la manera de vivir, que afectó gravemente al clero y a las órdenes religiosas, que se alejaron del compromiso de vivir evangélicamente.
“De estos polvos vinieron esos lodos”, que derivaron muy especialmente en el nacimiento de la herejía protestante, como un intento erróneo de llevar adelante la reforma de la Iglesia.
La “Barca de Pedro”, la Iglesia, se vio, pues, azotada por un verdadero vendaval, que amenazaba echarla a pique. Pero en estas circunstancias se cumplió, como siempre se cumple, la Palabra de Dios, la Palabra de Jesús en el Santo Evangelio: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mat. 16, 18).
San Josemaría decía que las crisis del mundo, también de la Iglesia, son siempre crisis de santos, de falta de santos. Por eso, cuando se producen esas crisis, el Señor, en cumplimiento de su Palabra, hace surgir una pléyade de hombres y mujeres en su Iglesia, para que con la Luz y la fuerza de su Espíritu puedan ayudarla a superar esas pruebas.
Esto es lo que ocurrió en la crisis que atravesó la iglesia en los Siglos antes mencionados.
En España, que fue pionera en comenzar la reforma de la Iglesia, el Señor hizo surgir una lista innumerable de santos, como fueron: San Ignacio de Loyola, San Francisco de Borja, San Juan de Avila, San Juan de la Cruz, San Pascual Bailón, San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús, San Juan de Dios...
De entre ellos queremos destacar a SANTA TERESA DE JESUS, de la cual, por celebrar el V centenario de su nacimiento, vamos a ocuparnos en sucesivos artículos.
Lo que hemos querido hacer en el presente no es otra cosa que colocar a la santa en el contexto en que se desarrolló su vida y obra, que a grandes rasgos hemos pretendido dibujar en estas líneas introductorias.
Pero seguiremos…, si Dios lo quiere.