En el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

Durante mucho tiempo venimos constatando cómo perdemos, cada día, entre dos y tres vidas en el trabajo. Cierto es, y nos alegramos por ello, que en 2023 hemos experimentado un descenso de estas negras cifras. Sin embargo, sigue resultando aterradora la cifra de 721 personas que perdieron la vida a causa de su trabajo.¹

Más allá de las estadísticas, nos preocupa la extensión tan amplia de la falta de salud laboral y, sobre todo, las devastadoras consecuencias que ésta tiene en la vida de las personas trabajadoras y sus familias.

No son números, son personas

La vida con mayúsculas se juega hoy día, también, en los puestos de trabajo de nuestras empresas. El Papa Francisco nos recuerda que “no son números, son personas”²

Los números nos ayudan a apreciar la magnitud del problema al que nos enfrentamos, pero esto no nos puede hacer olvidar que hablamos de personas, de seres únicos. Cuando nos acercarnos a la víctima de un accidente laboral lo primero que nos recuerda es el dolor y la soledad con la que se tienen que enfrentar a esta situación y nos hace constatar la tragedia personal y familiar que hay detrás de cada accidente.

El cuidado de la vida humana pasa por erradicar esta tragedia, por identificar sus causas profundas y empeñarse en eliminarlas desde todos los ángulos posibles. Nos va la vida en ello.

No podemos olvidar que hay personas que sufren secuelas físicas y psíquicas que les acompañarán ya toda su vida. Familias que se rompen tras la pérdida de uno de sus miembros, o el golpe repentino de una discapacidad, una incapacidad laboral de mayor o menor grado... en definitiva, por el sufrimiento de un mal sobrevenido en sus vidas por el simple hecho de salir a la calle cada mañana a ganarse la vida.

Firmemente comprometidos con esta causa

Como Iglesia, ante el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, hacemos un llamamiento para promover la defensa de la vida en el trabajo: denunciando la pérdida de salud y de vidas, creando conciencia en la sociedad y en nuestras comunidades eclesiales, acompañando a las víctimas en el dolor y apoyando sus justas reivindicaciones.

Madrid, a 22 de abril de 2024
Departamento de Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española

Mons. Abilio Martínez Varea

Obispo de Osma Soria y responsable de la Pastoral del Trabajo

D. Antonio Javier Aranda López

Director del Departamento de Pastoral del Trabajo

En la residencia de mayores de Cifuentes, en la mañana del lunes 22 de abril, falleció el sacerdote diocesano Calixto García del Hoyo. Su funeral fue en la parroquia de Rugilla, presidido por el obispo diocesano y concelebrado por unos 30 sacerdotes. Fue enterrado en este mismo pueblo, donde nació el 14 de junio de 1934.

Sacerdote desde el 15 de agosto de 1958, fue párroco sucesivamente, con los anejos entonces correspondientes, de Poveda de la Sierra, Atanzón, Taracena, Auñón y Lupiana, en este último destino durante 21 años.

“Tan elevados, tan airosos, tan solos, tan bonitos en el paisaje, tan cerca del cielo, tan entrañables” con estas y otras hermosas palabras el sacerdote diocesano, poeta y escritor Francisco Vaquerizo Moreno (1936) explica su amor y atracción por los castillos de las tierras guadalajareñas, a los que acaba de dedicarles un libro, un poemario.

“Romancero de los castillos” es su título y en él desfilan poética y sugerentemente 20 castillos de nuestra tierra. Uno de ellos, el de Molina de Aragón, es la imagen de portada del libro. El libro se enriquece con treinta y cinco fotografías a todo color.

El lunes 22 ha comenzado el quinto y último ciclo del curso académico en la Escuela de Teología ‘Nuestra Señora de la Anunciación’. La sección de formación teológica ofrece el estudio de la ‘Eclesiología’ o teología de la Iglesia, que explica el profesor José Antonio Viñas Corral. Y el último curso monográfico prolonga otros anteriores sobre ‘Arte y trascendencia’, asunto que viene desarrollando en estos años Jesús Díaz González, profesor de Religión y creador artístico.

Uno y otro curso tienen la duración de seis sesiones de hora media, de 20:00 a 21:30, que serán los lunes 22 y 29 de abril y los cuatro del mes de mayo. La Escuela de Teología tiene sus aulas en la Casa Diocesana de calle Salazaras, 3