Con María, peregrinos de esperanza
Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.
Con renovada alegría, participamos un año más en la peregrinación diocesana al Santuario de la Virgen de la Salud de Barbatona. Lo hacemos con María, siempre con María, haciendo visible nuestra condición de peregrinos, caminando bajo el signo de la esperanza.
Caminar juntos nos reconforta, nos permite ayudar a algunas personas y recibir ayuda de todos los que nos acompañan. Avanzamos juntos, cada uno en la medida de sus fuerzas, capacidades y limitaciones, impulsados por el mismo deseo y animados por idéntico amor. Recordamos, también, a quienes nos precedieron en anteriores ediciones de esta iniciativa de una diócesis en marcha.
La peregrinación no es un repliegue para contar el número de efectivos, sino un despliegue para cantar las maravillas que el Señor realiza y unir nuestras voces al canto de alabanza de la Virgen, nuestra Madre.
Durante el camino, descubrimos el brillo de la fe que ilumina el corazón de las personas con las que nos encontramos, los rasgos de su carácter y su peculiar originalidad. Y, en el fondo de cada ser humano, la certeza fundada de ser amados por el Señor, con un amor que nada ni nadie podrá suprimir. La fe en Jesucristo se apoya en el ancla de la esperanza que nos asegura el triunfo de la vida sobre la muerte, la victoria del amor sobre el odio, el éxito de la verdad sobre la mentira.
Presentamos a los pies de la Virgen de la Salud nuestra acción de gracias por todo lo que hemos recibido a lo largo del último año. Le comunicamos las peticiones que, con sencilla confianza, han depositado en nosotros muchas personas que no nos pueden acompañar físicamente, pero que dirigen hacia aquí la mirada de sus corazones. Nuestra plegaria es intercesión por las personas a las que amamos, especialmente las más necesitadas, y también súplica por nuestras personales intenciones.
La Virgen María nos acoge, vuelve hacia nosotros sus ojos misericordiosos, nos enseña a afrontar las circunstancias difíciles de la vida y nos orienta para encontrar luz en los momentos desconcertantes.
La esperanza nos impulsa para que reconozcamos que las metas alcanzadas no son destinos definitivos, sino puntos de partida para sucesivos pasos. Cuanto más avanzamos, más conscientes somos de las satisfacciones, exigencias y posibilidades del camino. El recorrido no es como un vaso que se llena, sino como un fuego que se enciende.
Pedimos a la Virgen de la Salud que interceda por el nuevo Papa, para que sea un discípulo misionero y un evangelizador guiado por el Espíritu Santo.
Recibid mi cordial saludo y mi bendición.
+ Julián Ruiz Martorell
Obispo de Sigüenza-Guadalajara