Carta semanal del obispo

 
 
 

'Te sentirás como viajero en alta mar, sentado en la punta del mástil'

(Prov 23,34)

 

 

Queridos hermanos en el Señor: Os deseo gracia y paz.

Durante el verano son frecuentes las celebraciones, copiosas las comidas y abundantes las bebidas. La convivencia en torno a la mesa permite disfrutar de conversaciones amenas, ratos de descanso y momentos de encuentro.

Los libros sapienciales presentan testimonios sobre determinados excesos. Es muy conocido un texto de Proverbios: «¿De quién los quejidos? ¿De quién los lamentos? ¿De quién las peleas? ¿De quién los pleitos? ¿De quién las heridas sin motivo? ¿De quién la mirada extraviada? De la gente que se pasa con el vino y anda catando bebidas. No mires el vino: ¡Qué tono rojizo! ¡Qué brillo en el vaso! ¡Entra suavemente! Al final morderá como serpiente, después picará como víbora. Tus ojos soñarán quimeras, solo te saldrán incoherencias. Te sentirás como viajero en alta mar, sentado en la punta del mástil. 'Me han zurrado y no me duele, me han pegado y no siento nada. ¿Cuándo me despejaré? ¡Volveré a hacerlo!'» (Prov 23,29-35).

Proverbios no tiene una visión negativa del vino. Leemos en este libro: «La sabiduría se ha hecho una casa, ha labrado siete columnas; ha sacrificado víctimas, ha mezclado el vino y ha preparado la mesa. Ha enviado a sus criados a anunciar en los puntos que dominan la ciudad: 'Vengan aquí los inexpertos'; y a los faltos de juicio les dice: 'Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado'» (Prov 9,1-5).

Y también ofrece prudentes consejos: «El vino excita, embriaga el licor, quien en ellos se pierde no llega a sabio» (Prov 20,1); «amigo de vino y perfumes no prospera» (Prov 21,17b); «no es de reyes entregarse al vino, ni de príncipes darse a la bebida» (Prov 31,4). El Eclesiástico completa la perspectiva: «El vino y la música alegran el corazón, pero todavía más el amor a la sabiduría» (Eclo 40,20). «Sello de esmeralda en montura de oro es la melodía con vino delicioso» (Eclo 32,6).

«Con el vino no te hagas el valiente, porque a muchos ha perdido el vino. El horno pone a prueba el temple del acero, el vino, los corazones en contienda de orgullosos. El vino es vida para el hombre, siempre y cuando se beba con medida. ¿Qué es la vida para quien le falta el vino? Fue creado para alegrar a los humanos. Alegría del corazón y regocijo del alma es el vino bebido a tiempo y con medida. Amargura del alma, el vino bebido con exceso por incitación o desafío. La embriaguez enfurece al insensato para su perdición, debilita sus fuerzas y le ocasiona heridas. En un banquete no reprendas a tu vecino, no te burles de él si se pone alegre; no le digas nada que pueda ofenderlo, ni lo molestes reclamándole dinero» (Eclo 31,25-31).

Recibid mi cordial saludo y mi bendición.

 

Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara

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