Estamos situados ahora en el patio del palacete convertido en museo. Ha sido convenientemente adecuado para la exposición de arte. De inicio se pueden contemplar cinco bellos relieves manieristas, que pertenecieron a un retablo de la iglesia de Renera y fueron esculpidos sobre la mitad del siglo XVI. Cinco son también las cruces procesionales que se muestran en este ámbito, cuatro de ellas fueron realizadas en el siglo XVI, la primera, desde luego, es obra del segoviano Diego Muñoz, la quinta, ya del S. XVIII,  de Baltasar Salazar.

Sorprenden dos representaciones de la Virgen María, una magnífica Piedad, atribuida a Juan Picardo, y una Inmaculada tallada en piedra. En las paredes encontrará diversos relieves y epigrafías y, junto a ellos, dos representando nuevamente a la Piedad y al Cirineo que dejan entrever influencias de Juni y Picardo, y cinco tablas, restos de un retablo dedicado a la Virgen María por la parroquia de Albendiego, obra de los discípulos y taller de Pedro de Andrade. Una de ellas es el Calvario que coronaba el retablo.

 

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