El día 4 de abril, la capilla de la Virgen de Fátima de la concatedral de Santa María se une al rezo del rosario por la paz del mundo que se transmite desde la parroquia de Fátima (Portugal). El acto, propuesto con el lema “El mundo unido en oración”, se tiene en el centenario de la muerte del pastorcillo Francisco Marto, que falleció el 4 de abril de 1919 y fue canonizado hace dos años.

La conmemoración estimula la iniciativa de rezar por la paz para el mundo en todos los santuarios marianos y lugares de especial devoción a la Virgen, juntamente con diversos materiales. Y así lo ha aplaudido el obispo tras oír al Consejo Episcopal, que anima a hacerlo en otros lugares de devoción a Ntra. Sra. de Fátima. El acto de rezo del rosario y la exposición eucarística discurrirá entre las nueve y las diez de la noche.

En Valencia, donde residía desde hacía décadas, el pasado 17 de marzo, a los 76 años, falleció el sacerdote Pablo Cabellos Llorente, natural de Cifuentes, y miembro de la prelatura del Opus Dei, para la que fue vicario territorial para la demarcación de Valencia desde 1991 a 2007. En la actualidad, era capellán del IESE (Instituto de Estudios Superiores de la Empresa) de Valencia.

Sus honras fúnebres, presididas por el cardenal arzobispo de Valencia, fueron en la parroquia “San Josemaría Escrivá” de Valencia. Fue primo hermano del sacerdote también cifontino Santiago Cabellos Viejo, durante muchos años destinado en San Ginés de Guadalajara, donde falleció el 30 de diciembre de 2014.

El pasado domingo tenía lugar en Madrid una gran manifestación, con el lema “Revuelta de la España vaciada”. Aunque en el pasado ya habían existido protestas de distintos sectores de la sociedad, reivindicando soluciones ante la imparable despoblación de pueblos y ciudades de distintas provincias de la geografía española, ésta, a mi modo de ver, ha sido la expresión del hartazgo y del desánimo ante tantas promesas incumplidas.

La escasa productividad de muchas zonas rurales, la desprotección ante los animales salvajes, las escasas ayudas económicas por los daños causados por estos en los sembrados o en la ganadería, los bajos precios de los productos del campo, la escasez de personas dispuestas a orientar con sus conocimientos el trabajo de los labradores y ganaderos, la huida paulatina de la gente de los pueblos a las ciudades buscando un futuro mejor para toda la familia, son algunas de las causas que han favorecido la actual despoblación de las zonas rurales y de algunas ciudades pequeñas.

Es verdad que, durante los últimos años, se han hecho estudios con el propósito de frenar la despoblación, pero en la mayor parte de los casos estos estudios han quedado en papel mojado. La manifestación celebrada en Madrid suscita en mí la esperanza de que estos estudios puedan retomarse ante el clamor dolorido de la buena gente de nuestros pueblos, y esto favorezca un reparto más equitativo de los presupuestos del estado o de las comunidades autonómicas y haga viable la búsqueda conjunta de soluciones con el fin de poner freno a la despoblación.

Sin pretender justificarme, debo decir que la Iglesia ha procurado permanecer cerca de los hombres y mujeres de los pueblos, ofreciéndoles cercanía en su soledad, acompañándoles en la vivencia de su fe en Jesucristo y sembrando esperanza ante las oscuridades del futuro. Una vez más quiero valorar y agradecer el testimonio de generosidad, disponibilidad y entrega de los sacerdotes que ejercen su ministerio en las zonas rurales, en ocasiones, con grandes sacrificios y privaciones.

La contemplación de la despoblación paulatina de nuestros pueblos causa profundo dolor, pero considero que no es el momento para caer en lamentaciones, sino en la búsqueda de soluciones. Por lo tanto, si en el futuro no queremos quedarnos sólo en la contemplación de los bellos paisajes de nuestros campos y montañas, renunciando al encuentro, la acogida y el diálogo fraterno con los habitantes de los pueblos, algo tendremos que hacer entre todos para sembrar esperanza y para no seguir marginando a quienes por opción o por necesidad permanecen aún en las zonas rurales.

Con mi sincero afecto y bendición.

 

Atilano Rodríguez

Obispo de Sigüenza-Guadalajara

El lunes 1 de abril, antes de incorporarse a la Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, mons. Atilano Rodríguez Martínez publicaba una reflexión sobre la despoblación rural, fenómeno de tan extrema realidad en el mapa provincial y diocesano.

Don Atilano dirigía sus reflexiones a la comunidad diocesana y a toda la sociedad provincial a través de los medios de comunicación y del portal diocesano. En el texto episcopal resonaban los ecos de la manifestación “Revuelta de la España vaciada” habida el domingo 31 en Madrid.

 

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El pasado 25 de marzo, el Papa confiaba a la Virgen de Loreto la Exhortación Apostólica Post-sinodal a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios “Vive Cristo”. Esta mañana está siendo presentada en la Santa Sede y culmina así un viaje que comenzó en enero 2017.

Hace ya más de dos años se publicaba el Documento Preparatorio del Sínodo y en una Carta a los jóvenes el Papa les invitaba a lanzarse hacia un futuro desconocido y les decía: «Un mundo mejor se construye gracias también a ti, a tu deseo de cambio y a tu generosidad. No tengáis miedo de escuchar al Espíritu sugiriendo opciones audaces, no os demoréis cuando vuestra conciencia os pida que os arriesguéis a seguir al Maestro. La Iglesia también desea escuchar tu voz, tu sensibilidad, tu fe; incluso tus dudas y críticas. Que se oiga tu grito, que resuene en las comunidades y que llegue a los pastores».

Un viaje que hizo paradas en el Seminario Internacional sobre la condición de la juventud en el mundo, organizado en Roma; en el Encuentro pre-sinodal -con 300 jóvenes presentes en Roma, y 15.000 a través de las redes sociales, donde los jóvenes expresaron que «estamos seguros de que la Iglesia seguirá escuchando las voces de los jóvenes. Y es esto, en efecto, lo que los jóvenes esperan: una Iglesia que sea testigo vivo de lo que enseña, que no los considere demasiado pequeños para ser protagonistas del mundo contemporáneo; una Iglesia inclusiva, acogedora, misericordiosa y tierna, que sepa también admitir sus errores y que tenga “la humildad de pedir perdón”»; en el Instrumentum laboris del Sínodo que recogía las más de cien mil respuestas de los jóvenes a un cuestionario online y que señalaba siete palabras clave: escucha, acompañamiento, conversión, discernimiento, desafíos, vocación y santidad; en la celebración del Sínodo sobre los “Jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, en el Vaticano y con muchos jóvenes en el Aula y cuyas reflexiones, testimonios, y llamadas se encuentran en el Documento Final del Sínodo; y en la JMJ de Panamá, donde el Papa invitó a los jóvenes a ser protagonistas en la Iglesia y en el mundo, a ser testigos del Evangelio: «Queremos encontrar y despertar junto con vosotros la continua novedad y juventud de la Iglesia, abriéndonos siempre a esta gracia del Espíritu Santo que tantas veces hace un nuevo Pentecostés».

 

CHRISTUS VIVIT

 

  1. VIVE CRISTO, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!
  2. Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza.
  3. A todos los jóvenes cristianos les escribo con cariño esta Exhortación apostólica, es decir, una carta que recuerda algunas convicciones de nuestra fe y que al mismo tiempo alienta a crecer en la santidad y en el compromiso con la propia vocación. Pero puesto que es un hito dentro de un camino sinodal, me dirijo al mismo tiempo a todo el Pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles, porque la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca y nos estimula a todos.

 

* * * * *

 

Con estos tres puntos comienza una Exhortación que el Papa ha dividido en nueve capítulos y que consta de 299 puntos.

Tras los puntos iniciales, el Papa dedica el Capítulo Primero a ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los Jóvenes? en el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.

El Capítulo Segundo, titulado Jesucristo siempre joven, nos adentra en la Juventud de Jesús y nos muestra cómo Su juventud nos ilumina. Continúa hablando de La juventud de la Iglesia, que es posible cuando estamos ante Una Iglesia que se deja renovar y ante Una Iglesia atenta a los signos de los tiempos. Concluye este capítulo acercándonos a María, la muchacha de Nazaret y una pequeña selección de Jóvenes Santos.

El Capítulo Tercero lleva por título Ustedes son el ahora de Dios  y arranca con un apartado titulado En positivo pues afirma el Papa: «Hoy los adultos corremos el riesgo de hacer un listado de calamidades, de defectos de la juventud actual. Algunos podrán aplaudirnos porque parecemos expertos en encontrar puntos negativos y peligros. ¿Pero cuál sería el resultado de esa actitud? Más y más distancia, menos cercanía, menos ayuda mutua». Habla de la existencia de Muchas juventudes y de Algunas cosas que les pasan a los jóvenes -jóvenes de un mundo en crisis, jóvenes con deseos, heridas y búsquedas- de El ambiente digital, de Los migrantes como paradigma de nuestro tiempo, y de la necesidad de Poner fin a todo tipo de Abusos. El Papa acaba el capítulo, dirigiéndose ya al lector en primera persona, en un diálogo de tú a tú... animando la esperanza y afirmando que Hay salida.

El Capítulo Cuarto lleva por título El gran anuncio para todos los jóvenes. El Papa, continua dirigiéndose al lector, al joven en primera persona y recuerda verdades que necesitamos escuchar siempre: Un Dios que es Amor, Cristo te salva, ¡Él vive! y El Espíritu da vida.

Llegamos al Capítulo Quinto titulado Caminos de juventud y el Papa se pregunta «¿Cómo se vive la juventud cuando nos dejamos iluminar y transformar por el gran anuncio del Evangelio? Es importante hacerse esta pregunta, porque la juventud, más que un orgullo, es un regalo de Dios». Aborda la respuesta hablando de la juventud como Tiempo de sueños y de elecciones, donde están presentes Las ganas de vivir y de experimentar. Propone a cada joven caminar En amistad con Cristo que acompaña El crecimiento y la maduración de cada persona y lo lleva por Sendas de fraternidad. Todo ello para llegar a ser Jóvenes comprometidos y Misioneros valientes.

Jóvenes con raíces es el título del Capítulo Sexto. El Papa alerta a cada joven con un elocuente Que no te arranquen de la tierra pues «es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra». Para ello le propone cuidar Tu relación con los ancianos, y contar su sabiduría para poder interpretar los Sueños y visiones que cada uno tiene. En definitiva, caminar juntos, Arriesgar juntos.

El Capítulo Séptimo se dedica a La Pastoral de los Jóvenes. Se propone Una pastoral sinodal que tenga como Grandes líneas de acción la búsqueda y el crecimiento. Cuidando los Ambientes adecuados para crear hogar, familia y amistad. Una pastoral que cuide los Distintos ámbitos para desarrollos pastorales y que sea Una pastoral popular juvenil donde podamos sentirnos Siempre misioneros. Hace también el Papa una reflexión sobre El Acompañamiento de los Adultos.

El Capítulo Octavo se dedica a La Vocación. En Su llamado a la amistad Con Él, el Papa afirma que «lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad». Descubrir que se nos pide y encontrar el Tu ser para los demás, una vocación misionera que puede desarrollarse en El Amor y la familia, El trabajo o en Vocaciones a una consagración especial.

Por último, el Capítulo Noveno se centra en El Discernimiento, y el Papa aporta claves para ayudar a Cómo discernir tu vocación y saber discernir El llamado del Amigo. Procesos vitales en los que es hay que cuidar especialmente la Escucha y acompañamiento.

El Papa Francisco, en el punto 299, finaliza la Exhortación con un deseo: Queridos jóvenes, seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corran «atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos».

 

 

Fuente y texto: Txomin Pérez

Fotografía: www.diocesisdecordoba.com

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