El último sínodo, anterior a la reestructuración de los límites diocesanos, se celebró en 1948 siendo obispo D. Luis Alonso Muñoyerro

 

En rueda de prensa, para presentar el Jubileo extraordinario con motivo del 850 aniversrio de la consagración de la Catedral de Sigüenza, el obispo de Sigüenza-Guadalajara anunció este lunes día 21 mayo, fiesta de Santa María Madre de la Iglesia, la próxima convocatoria de un Sínodo Diocesano. 

El Sínodo diocesano es una asamblea de sacerdotes y otros fieles de una diócesis, que prestan su ayuda al obispo para el bien de la comunidad diocesana. Es una institución muy antigua en la Iglesia. El Concilio Vaticano II, a través del Decreto “Christus Dominus”, en su número 36, declara que es deseo de los padres conciliares que "las venerables instituciones de los sínodos y de los concilios cobren nuevo vigor, para proveer mejor y con más eficacia al incremento de la fe y a la conservación de la disciplina en las diversas Iglesias, según los tiempos lo requieran". 

El Código de Derecho Canónico lo regula en los cánones 460 al 468. Además la Santa Sede, mediante la Congregación para los Obispos y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, promulgó el 19 de marzo de 1997 la Instrucción sobre los Sínodos Diocesanos. Se compone de un proemio que explica los motivos de la propia instrucción, una introducción sobre la naturaleza y finalidad del sínodo, la composición del mismo y todo lo relativo a su convocatoria y preparación, haciendo referencia a las persona que deben formar parte de la comisión preparatoria y al reglamento que regirá el sínodo y a las fases del mismo: espiritual, catequística e informativa, consulta a la diócesis y definición de las cuestiones. Además explicita cómo se debe llevar a cabo el desarrollo del sínodo y cuál debe ser el proceso de la redacción final de las conclusiones del mismo, mediante decretos y declaraciones sinodales. En el apéndice del texto se expresan los temas a tratar en relación a los ámbitos pastorales que contiene el "triple munus" episcopal de enseñar, santificar y regir. 

El obispo solo puede convocarlo después de oír al consejo presbiteral, siempre que se decida que las circunstancias lo aconsejan. En este caso, al finalizar la reunión de dicho consejo el pasado 17 de mayo para estudiar el Directorio de la Iniciación Cristiana en nuestra diócesis, tras valorar distintas circunstancias, Mons. D. Atilano Rodríguez, creyendo oportuno convocarlo, pidió el consentimiento de los consejeros. El obispo cree que puede ser una ayuda para él y puede ser, además, un bien para toda la comunidad diocesana. Solo el obispo puede convocar el sínodo y presidirlo, aunque puede delegar esta función en el vicario general o en un vicario episcopal

Han de ser convocados como miembros sinodales y tienen el deber de participar: el obispo coadjutor y los obispos auxiliares, si los hubiera (que no es el caso de nuestra diócesis); el vicario general, los vicarios episcopales y el vicario judicial; los canónigos de la iglesia catedral; los miembros del consejo presbiteral; fieles laicos y miembros de institutos de vida consagrada, a elección del consejo pastoral o del modo que determine el obispo; el rector del seminario mayor diocesano; los arciprestes; al menos un presbítero de cada arciprestazgo; algunos superiores de institutos religiosos y de sociedades de vida apostólica que tengan casa en la diócesis. El obispo puede invitar, como observadores, a algunos ministros o miembros de Iglesias o de Comunidades eclesiales que no estén en comunión plena con la Iglesia católica. 

Las cuestiones se someten a la libre discusión de los miembros en las sesiones, pero el obispo es el único legislador y los demás miembros sinodales tienen solo voto consultivo. Las declaraciones y decretos del sínodo pueden publicarse sólo en virtud de la autoridad del obispo, que las suscribe. 

El Sínodo Diocesano es, por tanto, un órgano colegial eclesiológico, con el que el obispo diocesano pretende medir el pulso de la diócesis y  proponer una novedosa forma de actuación en los distintos ámbitos de la pastoral, con impulso renovado y nuevos métodos, para favorecer una mayor vivencia de la fe y un mayor compromiso comunitario. 

El proceso del sínodo es largo, puesto que sus fases deben ser muy reflexivas, por lo que se augura un trabajo ininterrumpido que puede durar tres o cuatro años hasta que, terminadas las sesiones del sínodo, el obispo proceda a la redacción final de los decretos y declaraciones pertinentes.

‘La Casa de Dios es la puerta del cielo’, lema de la celebración desde el próximo 19 de junio


El 19 de junio de 1169, tal y como consta en documentación escrita y epigráfica, el obispo de entonces Joscelmo dedicó para el culto divino la catedral de Sigüenza, cuya construcción comenzó tras la reconquista.

El Papa Francisco ha concedido, por primera vez en la historia de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, la celebración del 19 de junio de 2018 al mismo día de 2019 como año jubilar extraordinario o año Santo con motivo de la celebración del 850 aniversario de la catedral seguntina como edificio de culto.

El anuncio lo ha trasladado el obispo de la diócesis, Atilano Rodríguez, que fue quien realizó esta petición al papa, acompañado del deán de la catedral, Jesús de las Heras, quien ha puesto especial énfasis en que es la primera vez en los sesenta y dos años de vida de la diócesis que se le concede un año jubilar que lleva como lema: ‘La Casa de Dios es la puerta del cielo’.

Según De las Heras, esto significa que durante este año la Iglesia concede especiales gracias espirituales o indulgencias con motivo de este acontecimiento eclesial según el cual, el 19 de junio de 1169, tal y como consta en documentación escrita y epigráfica, el obispo de entonces Joscelmo dedicó para el culto divino la catedral de Sigüenza, cuya construcción comenzó tras la reconquista.

Ahora, con motivo de estos 850 años de historia dedicada al culto, la catedral acogerá un año jubilar que se iniciará a partir del próximo 19 de junio hasta esa misma fecha de 2019, periodo durante el cual habrá numerosas y variadas actividades de culto y culturales que se iniciarán esa misma jornada con una misa y la apertura de la nueva sede de Cáritas en la localidad seguntina.

Habrá una exposición bajo la denominación Fortis Seguntina en la que se mostrarán piezas del patrimonio diocesano recuperadas y, todavía sin fecha, se inaugurará la restauración de la capilla de Santa Librada en el edificio catedralicio y la Sala de la Fragua, donde se colocará una interesante colección de tapices.

Según De las Heras, también se inaugurará una sala con banderas históricas y se está trabajando en un proyecto de iluminación con fundaciones privadas así como la aparición de la catedral en uno de los cupones de la ONCE.


Protagonismo de la música
La música también va a tener protagonismo en este año jubilar; concretamente, para el 22 de septiembre está previsto un concierto de culto en Santa Librada; además de conferencias y visitas guiadas a un edificio que en opinión del deán, goza se encuentra en buen estado desde el punto de vista estructural, aunque haya reconocido que hay que llevar a cabo algunos trabajos enfocados al estudio de humedades o intervenir en la cubierta de la capilla del relicario.

Por su parte, el obispo ha resaltado la importancia de este año jubilar con motivo de la apertura al culto de la catedral, señalando que será un año de “gracia” en el que habrá tiempo para la oración pero también para disfrutar de este bien patrimonial.

Este año jubilar durará exactamente 366 días durante los cuales hay posibilidad de recibir gracias jubilares que otorga el Vaticano, es decir, la indulgencia plenaria o perdón de los pecados, y para lograrlo, el cristiano debe vivir activamente el jubileo.

 

Fuente: Religión en Libertad

 

Los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social hacen público el mensaje con motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad. Esta jornada se celebra el 3 junio con el lema, “Compromiso social y caridad transformadora”.

“Compromiso social y caridad transformadora”

La Solemnidad del Corpus Christi nos invita a contemplar y celebrar el gran don de la presencia real de Cristo vivo entre nosotros en su cuerpo entregado y en su sangre derramada para la vida del mundo.1 De manera muy especial, es una llamada a entrar en el misterio de la Eucaristía para configurarnos con él. Este misterio, en palabras de Benedicto XVI, “se convierte en el factor renovador de la historia y de todo el cosmos [pues], en efecto, la institución de la Eucaristía muestra cómo aquella muerte, de por sí violenta y absurda, se ha transformado en Jesús en un supremo acto de amor y de liberación definitiva del mal para la humanidad”.2

A la luz de este misterio de amor renovador, liberador y transformador, que es la Eucaristía, invitamos a todos los cristianos, en particular a cuantos trabajáis en la acción caritativa y social, a un compromiso que sea liberador, que contribuya a mejorar el mundo y que impulse a todos los bautizados a vivir la caridad en las relación con los hermanos y en la transformación de las estructuras sociales.

Tu compromiso mejora el mundo

Transformados interiormente por la contemplación del amor incondicional de Jesucristo, que entrega su vida para liberarnos del mal y hacernos pasar de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, queremos recordar a todos y cada uno de los cristianos, así como a los hombres y mujeres de buena voluntad que quieran escucharnos, el mensaje de la campaña institucional de Cáritas: “Tu compromiso mejora el mundo”.3

Somos conscientes de que, hoy, no está de moda hablar del compromiso. Es más, para muchos, en esta cultura de lo virtual, de lo inmediato y pasajero, la preocupación por los demás se considera como algo trasnochado. Sin embargo, el compromiso en favor de los más débiles y por la transformación del mundo, es la más noble expresión de nuestra dignidad, de nuestra responsabilidad y solidaridad.

Para los cristianos, el compromiso caritativo y social, el ser con los demás y totalmente entregado a ellos, camina en paralelo con nuestra configuración con Cristo. Se trata de un compromiso que nace de la fe en la Trinidad. Los cristianos creemos en un Dios, que es Padre, que ama incondicionalmente a cada uno de sus hijos y les confiere la misma dignidad; un Dios Hijo que entrega su vida para liberarnos del pecado y de las esclavitudes cotidianas, haciéndonos pasar de la muerte a la vida; un Dios Espíritu que alienta el amor que habita en cada ser humano y nos hace vivir la comunión con todos, tejiendo redes de fraternidad y de solidaridad al estilo de Jesús, que “no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por todos”(Mt 20,28). Desde esta configuración con Cristo, os proponemos un cuádruple compromiso:

1. Vivir con los ojos y el corazón abiertos a los que sufren: Hemos de abrir los ojos y el corazón a todo el dolor, pobreza, marginación y exclusión que hay junto a nosotros. Convivimos con una cultura que ignora, que excluye, oculta y silencia los rostros del sufrimiento y la pobreza. Sin embargo, no podemos ignorarlos. Como dice el papa Francisco, “la pobreza nos desafía todos los días con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión (…), el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio, la miseria y la migración forzosa”.4 Este desafío resulta “cruel”, cuando constatamos que estas situaciones no son el fruto de la casualidad, sino la consecuencia de la injusticia social, de la miseria moral, de la codicia de unos pocos y de la indiferencia generalizada de muchos.

2. Cultivar un corazón compasivo: La multiplicación y la complejidad de los problemas pueden saturar nuestra atención y endurecer nuestro corazón. Frente a la tentación de la indiferencia y del individualismo, los cristianos debemos cultivar la compasión y la misericordia, que son como la protesta silenciosa contra el sufrimiento y el paso imprescindible para la solidaridad.

3. Ser capaces de ir contracorriente: Esta invitación al compromiso no es algo superficial o periférico. Pone en juego dimensiones tan hondas como la propia libertad. En la vida, podemos seguir la corriente de quienes permanecen instalados en los intereses personales y pasajeros o podemos vivir como personas comprometidas al estilo de Jesús, actuando contracorriente y poniendo los medios para que los intereses económicos no estén nunca por encima de la dignidad de los seres humanos y del bien común.

4. Ser sujeto comunitario y transformador: Los cristianos estamos llamados a ser agentes de transformación de la sociedad y del mundo, pero esto sólo es posible desde el ejercicio de un compromiso comunitario, vivido como vocación al servicio de los demás. Esto quiere decir que hemos de poner todos los medios a nuestro alcance para la creación de comunidades, que sean signo y sacramento del amor de Dios. Comunidades capaces de compartir y poner al servicio de los hermanos los bienes materiales, el tiempo, el trabajo, la disponibilidad y la propia existencia. Comunidades capaces de poner a la persona en el centro de su mirada, palabra y acción.

La caridad es transformadora

Para todos aquellos que trabajan en el ámbito de la acción caritativa y social de la Iglesia, este compromiso transformador se hace todavía más urgente al tomar conciencia de la fuerza transformadora de la caridad. La doctrina social de la Iglesia habla permanentemente de ella.

Recordemos un texto antológico del papa Francisco: «La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre, escucha el clamor por la justicia y quiere responde a él con todas sus fuerzas. En este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37) lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos» (EG, nº 188). De acuerdo con estas enseñanzas del Santo Padre, podemos concluir que la acción caritativa no es mera asistencia. La caridad, además de ofrecer los gestos más simples y cotidianos de solidaridad, promueve el desarrollo integral de los pobres y coopera a la solución de las causas estructurales de la pobreza.

Los obispos españoles también hemos insistido en esta dimensión transformadora de la actividad caritativa y hemos manifestado que «nuestra caridad no puede ser meramente paliativa, debe ser preventiva, curativa y propositiva. La voz del Señor nos llama a orientar toda nuestra vida y nuestra acción desde la realidad transformadora del reino de Dios».5 Esto implica desenmascarar la injusticia por medio de la denuncia profética, socorrer al necesitado mediante la asistencia y colaborar en la organización de estructuras más justas por medio de la transformación social.

Pidamos al Espíritu una mística social transformadora

En la plegaria eucarística hay dos momentos especialmente significativos en los que se manifiesta la fuerza transformadora de la Eucaristía. Son las dos “epíclesis” o invocaciones al Espíritu Santo que hacemos en la celebración eucarística. En la primera pedimos al Padre que envíe su Espíritu para que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre del Señor. En la segunda, invocamos la acción del Espíritu sobre la comunidad eclesial para que sea una sola cosa en Cristo y haga así posible la salvación de los que participan de ella. En ambas epíclesis los cristianos expresamos el dinamismo transformador que encarna la celebración eucarística y descubrimos la necesidad de ser instrumentos de renovación del cosmos y de la humanidad, desde la comunión con Cristo. Pidamos, hoy, al Espíritu Santo que esta mística social y transformadora de la Eucaristía nos ayude a comprometernos en la transformación del mundo y en la promoción de una caridad transformadora en todas nuestras organizaciones caritativas y sociales. Sabemos que la tarea no es fácil, pero la caridad no está para dejar las cosas como están ni consiste en hacer lo que siempre se ha hecho en el campo social. La caridad denuncia la injusticia y promueve el desarrollo humano integral, nos impulsa a la conversión de nuestros criterios y actitudes, de nuestra manera de pensar y de actuar, para colaborar con el Señor en el acompañamiento a las personas y en la transformación de las estructuras que generan pobreza, discriminación y desigualdad.

Los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social


 

 

1 Cfr Jn 6,48-58. 

2 BENEDICTO XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis, nº 10. 

3 CARITAS ESPAÑOLA, Campaña Institucional 2017-2018, Tu compromiso mejora el mundo, Madrid, 2017. 

4 Mensaje en la Jornada Mundial de los Pobres, nº 5, 2017. 

5 CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Iglesia, servidora de los pobres, nº 42, Madrid, 2015

 

 

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

Para un creyente, marcar la casilla de la Iglesia es un acto profundo para colaborar con toda su labor, que debe estar por encima de cualquier cosa. La Iglesia es nuestra madre y así la queremos. Podemos ver y que nos duelan los fallos de muchos de los que formamos parte de ella, pero eso no significa que dejemos de quererla y apoyarla. Para un no creyente, es colaborar con una inmensa labor en beneficio de toda la sociedad. Ahí están los datos que se presentan cada año en la Memoria de actividades de la Iglesia.

  • Es libre. Se puede marcar la casilla de la Iglesia católica, la de Fines sociales, las dos al mismo tiempo, o ninguna 1. Las casillas en la Declaración de la Renta son una oportunidad para expresar libremente a qué queremos destinar el 0,7% de nuestros impuestos. Por eso, que nadie decida por ti. Es lo mínimo que podemos pedir en una sociedad libre, democrática y respetuosa al hecho religioso. Así se expresa en el artículo 16 de la Constitución.
  • Por teléfono, en internet (www.agenciatributaria.es), yendo en persona a Hacienda, con la nueva app (iPhone-Android). Estemos atentos a que las cuestiones técnicas no nos impidan expresarnos con libertad.
  • Si dejo las casillas en blanco es el Ministerio de Economía el que decide a qué se destina también ese pequeño porcentaje. Pero, con ese dinero, con tu aportación, ayudas mucho a muchos.
  • Lo mismo a tu asesor fiscal si haces así la Declaración de la Renta; pregúntale, consúltale: tu X es tuya, y de nadie más. Asegúrate de que está marcado lo que quieres, no lo que otros Solo tú debes decidir sobre tu dinero.
  • Marcar la casilla de la Iglesia no significa ni que tengas que pagar más ni que Hacienda te devuelva menos. Es la posibilidad de destinar el 0,7% de tus impuestos a un fin concreto: la Iglesia u Otros fines de interés social. Nadie puede molestarse, porque es la expresión libre de lo que tú quieres, y es tu dinero.
  • Pero, ¿adónde va mi dinero? Encuentras una explicación detallada en portantos.es y en transparenciaconferenciaepiscopal.es. Ahí verás que el dinero que se destina a la Iglesia por el IRPF se dedica a toda la labor de la Iglesia en cada una de las diócesis: actividad evangelizadora, celebrativa, educativa, cuidado y conservación del patrimonio histórico que todos disfrutamos, sostenimiento de los sacerdotes, actividad caritativa y asistencial, etc.

 

 

1 Excepto en el País Vasco y en Navarra.

 

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

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