Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

Amigos de Buenafuente, 3 de agosto, 2018

 

Señor Santiago:

 

Desde hace 25 años, los “Amigos de Buenafuente” acudimos ante ti, después de hacer algún tramo de los muchos caminos que conducen hasta tu casa, para acogernos a tu intercesión poderosa. Este año concluimos el camino del Norte, y nos da alegría el haber podido contemplar tu rostro sereno y acogedor en el pórtico de la Gloria de esta tu casa. 

A lo largo de estos años han sido muchos los amigos que han hecho la peregrinación. Hoy queremos dar voz a todos ellos y presentarte sus intenciones y la de tantos que nos piden los recordemos ante ti, para que las avales ante tu Maestro, nuestro Señor. 

Hemos contemplado con nuestros ojos, y traemos en nuestros pies la memoria del Camino Francés, del Aragonés, del Camino Inglés, de parte de la Ruta de la Plata, y del Camino Portugués. Al cumplir nuestras bodas de plata como peregrinos, después de hacer los últimos cien kilómetros del Camino del Norte, nos embarga una especial emoción porque somos testigos del regalo que es tener fuerzas físicas para caminar. Por ello te pedimos muy especialmente por quienes se sienten débiles o por otras causas no pueden participar del gozo de acceder hasta Compostela. 

Para siempre se han grabado en nuestra mirada los paisajes de montaña, los más abruptos, las grandes llanuras de Castilla, los acantilados, los claustros de los bosques, las praderas pobladas de rebaños y los campos de mieses. Nos hemos hecho muy sensibles al don de la naturaleza. En verdad podemos cantar con todas las criaturas: “Alabado seas, mi Señor”. Te pedimos que protejas la casa común por la que peregrinamos los hijos de Dios. Nos duelen los incendios, el maltrato a los seres creados, la manipulación especuladora de los bienes que son patrimonio de todos. 

Por nuestras raíces contemplativas de Buenafuente, hemos visitado las presencias monásticas del Camino y hemos rezado con los que permanecen en los claustros. Sabemos de la penuria de vocaciones y te pedimos que intercedas ante el dueño de la mies para que siga habiendo testigos de la presencia de Dios, del Hacedor de todo lo creado. 

Señor Santiago, reconocemos el privilegio que es poder hacerte esta invocación, y por ello deseamos dar voz a todos los que peregrinan a tu casa, a quienes hoy nos encontramos ante ti. Míranos con tus ojos grandes, acoge nuestras necesidades, danos el abrazo del perdón, y a todos déjanos ser testigos, como tú lo fuiste, de Jesucristo glorioso y resucitado. 

Bendice a esta iglesia apostólica que lleva tu nombre, a sus pastores y a todas las comunidades cristianas de quienes formamos la gran familia de los hijos de Dios. Y también a cuantos de buena voluntad buscan una luz en sus vidas. Sé tú estrella indicadora del Camino que es Jesucristo, tu Maestro, nuestro Señor. Amén.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

EL suave aleteo de las piedras inclinadas como flechas de sal,
ABRAZO retorcido que propagan desde la tierra dos verticales lirios
DE estrechar entre sus hojas dos blancas luces que iluminan sus dos cirios
FRANCISCO, el artista alcarreño, los esculpió como pacífica señal.

SOBRINO, que a su ciudad de Guadalajara otorgó sus dos delirios,
ELEVA el espíritu de quien ambas columnas abrazándose, portal 
SUS ALAS, lo primero que vean quienes por el lado urbano occidental
ENLAZADAS encuentren. Ágiles, gráciles, suaves ángeles a la vista colirios

A quienes viajeros arriben a Guadalajara, en monte breve
LA visión de dos largas alas que se abrazan sirvan de umbral,
ENTRADA al espíritu urbano que entrega su llave y que pruebe

-DE esa albar y elevada en vuelo forma apacible inicial-
GUADALAJARA en resto de urbe igual será, pues la mueve
ESPAÑA y ella misma a ser fraterna y hospitalaria ciudad cordial,

Francisco Sobrino lo esculpió, yo lo escribo en este soneto que de Sobrino bebe.

Juan Pablo Mañueco, de libro "Cantil de Cantos" (2017), en librerías.

 

Video autor:

https://www.youtube.com/watch?v=Om_pzj_HhB8

Por Jesús Ferreras Somolinos

(Guada Acoge)

 

 

Hoy a eso lo  llamamos posverdad, a la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública. Así se influye en las actitudes sociales. Para ello, el que una noticia  aparente ser verdad es más importante que la propia verdad. Apelar a la emoción y a las creencias personales es más decisivo que los hechos objetivos. 

Un ejemplo: Etiquetar  a las personas por su etnia o por su origen y además saltar la alarma cuando se habla de migración resaltando sus aspectos más negativos y además vincular una y mil veces al extranjero con la delincuencia y además etc, etc... Podemos ir sumando condicionantes que van creando sentimientos de rechazo, al menos de recelo, que van modificando nuestra percepción sin que ni siquiera sea necesario acercarnos a la veracidad de los hechos.

Nos hemos enfurecido al ver los contenedores llenos de ropa que supuestamente han tirado los refugiados del Acuarius; hemos alucinado al ver los móviles caros que traían en sus equipajes. Sin preocuparnos de buscar una explicación que pudiera alterar nuestras emocion es.

Hoy a eso lo llamamos falacia, a un argumento que parece valido, pero no lo es. La trampa de la afirmación está en el propio argumento, no en la veracidad o falsedad de las premisas. Os comento alguna que he detectado últimamente en las redes sociales. (más info. www.falacias.escepticos.es)

Una falacia muy común es la conocida como "Argumento ad verencundiam", consiste en nombrar a un experto o famoso como garantía de veracidad. La trampa está en que lo que se trata de colar no es objeto de su especialidad. Hace unos días leí que Celia Villalobos había dicho "Lamento que mueran en el mar, pero en mi país no quiero verlos". También la imagen de Bertín Osborne ha sido utilizada de manera parecida con un argumento falaz. Aunque fuera cierto que lo hubieran dicho, que se ha demostrado que no, su opinión no deja de ser como la de cualquier otra persona y precisa un razonamiento. Subrayo que las dos noticias son falsas, ni Celia pronunció nunca esas palabras, ni Bertín mandó a los refugiados a la casa  de nadie.

Hoy a eso lo llamamos Bulos, a las noticias falsas que pululan por las redes sociales y van construyendo posverdad. Es tal la cantidad de mentiras que ya hay un portal dedicado a denunciar y destapar los bulos  en la red y las falsas afirmaciones científicas. (mas info. www.maldita.es)

Hoy a eso lo llamamos inmigracionalismo, a la manipulación informativa sobre inmigración tendente a producir miedo, odio o confusión. Hablar de personas ilegales, de avalancha de pateras o contar cómo un delito ocurrió en un lugar frecuentado por inmigrantes, son ejemplos de este fenómeno informativo. (más info. www.inmigracionalismo.org)

Hoy llamamos de manera diferente a lo de siempre, a los mecanismos de manipulación de toda la vida. No dejemos que nos la cuelen.

Pero el poder en la manipulación no lo tiene el emisor, sino del receptor. El que habla siempre quiere transmitir. Es el que escucha, el que lee, es el responsable de dar o no credibilidad a lo que tiene delante.  Por ello hoy, como siempre, es importante:

  1. Buscar formación y no sólo información.
  2. Tratar de conocer y empatizar con la opinión de las personas que piensan diferente.
  3. Aprender a no tener que llevar la razón. Aporta libertad, controla nuestro ego, nos hace más flexibles y multiplica esa sensación casi mágica de no dejar nunca de buscar (Gracias M por compartir conmigo esta idea).
  4. Escuchar a los expertos en cada materia, dejarse asesorar.
  5. Escuchar sólo lo mismo nos da seguridad, escuchar lo diferente nos permite aprender.
  6. Salir a menudo de la zona de confort.
  7. Opinar con respeto.

¡Que no te la cuelen! ¡Vive libre de tópicos!

 

 

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

Dentro de poco y gracias a que los años van pasando en las Conferencias al servicio de los consocios y de los que sufren, se acercan tiempos en los que algunas de las Conferencias de mi querida Diócesis de Guadalajara, deberán plantearse las renovaciones necesarias entre aquellos que las sirven en la tutela de las mismas: de las Presidencias, las Secretarías o las Tesorerías. Unas continuarán renovando la confianza en los consocios que lo hacen en estos momentos. Otras, se permitirán renovar la savia buscando seguir su caminada con renovadas fuerzas. Esas renovaciones, me han conducido al artículo de este mes pues son momentos delicados los que traen siempre los cambios. En todos los lugares. 

Hace unos años comentábamos sobre determinado personaje público y sobre su supuesto adanismo. Había cierta juerga incluso, cuando se le veía intentar descubrir el Mediterráneo como si jamás hubiera existido y desde luego nadie lo hubiese navegado. Pero estaba en el mismo sitio hacía milenios y ese empeño en descubrirlo, a unos los llenaba de asombro y a otros de auténtica desolación. En la mayoría desataba un auténtico pitorreo, si el buen lector me permite esta expresión de calle. 

No es ajeno este adanismo a nuestro día a día eclesial. Fundamentalmente en los laicos que acceden a responsabilidades en cualquier movimiento. También a veces en los oficialmente consagrados. Este defecto, que con aquel personaje teníamos poco que hacer para corregirlo, sí podemos hacerlo en Caridad o al menos intentarlo en nuestro ámbito. En el ámbito de la Santa Iglesia. 

Esta especie – la adanista - es particularmente peligrosa dentro del Pueblo de Dios y de sus Instituciones, pues suele arrasar y crear graves confusiones en aquellos movimientos que llegan a servir dirigiendo, aunque ellos los llamen acceder a “cargos”. Todo lo anterior – lo que hicieron sus antecesores - está mal y entienden, quiero creer que con buena fe, que se necesitan nuevos aires y nuevas metas que deben suponer, en los casos de ellos, de los adanistas, prácticamente arrumbar todo lo anterior. Todo o casi todo, estaba mal hecho. Habían llegado para salvar lo que se les había confiado. Se consideran salvadores. ¡Señor qué peligro! Salvador sólo hay uno y solemos hacerle poco caso, maltratarle y ¡hasta seguimos crucificándole cada día! 

Un buen amigo que llegó años atrás a un servicio de gran responsabilidad en la Iglesia, en una Institución que estaba ciertamente un tanto ajada, me decía que su primera prioridad era “renovar sin desolar”. Que le aterrorizaba, me seguía diciendo, pensar en el daño espiritual que una renovación descontrolada y muchas veces mal explicada, podía hacer en sus más veteranos compañeros de apostolado. Tenía razón sin duda, ¿se podía hacer creer a los más veteranos que todo lo que habían hecho, todo por lo que se habían esforzado, estaba mal hecho? A él le parecía lo más próximo a una falta contra la Caridad. Una crueldad. 

Afortunadamente, todavía hay dirigentes servidores que entienden así las responsabilidades que se les confían: como un servicio primero a sus propios hermanos para fortalecerlos en su compromiso. Que además, saben no rodearse de colaboradores-jaleadores, que en todas partes cuecen habas y los buscan entre aquellos que, de manera razonada, pueden llevarles la contraria. Compañeros de viaje y de servicio que, en caso de existir arrebatos de la novedad por la novedad, les hagan comprender la irresponsabilidad y el daño que pueden causar algunas de sus decisiones y les frenan. He visto deshacerse magníficas Conferencias por la llegada de alguna persona de estas características: con la llegada de algún salvador.

 

(Continuará el mes próximo) 

 

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

Acabamos de estrenar la estación más esperada del año: el verano. Llegan las vacaciones para muchos de nosotros, pero no para nuestros smartphones, que no se toman vacaciones, sino que seguramente los utilizaremos casi más que el resto del año.

Durante el período vacacional es cuando los expertos recomiendan relajarse, descansar y, a ser posible, desconectar de casi todo lo que nos ha tiene ocupados en nuestro día a día.

En nuestras vidas (y han venido para quedarse) las redes sociales nos quitan una parte importante del tiempo; nos cuesta estar sin echarles un vistazo, compartir alguna foto o momento inolvidable, darle a ‘me gusta’ a propósito de publicaciones que nos atraen…  Su uso, además, crece con el paso de los años y parece como si fuera tarea dificilísima despegarse de ellas.

Desde aquí daré algunas recomendaciones para que durante el verano las puedas usar (dejar de utilizarlas completamente es a día de hoy casi imposible) con moderación y sin abusar de ellas. Porque es en estas semanas cuando también puedes aprovechar para tener buenas conversaciones cara a cara, disfrutar de los paisajes que visitarás o descansar sin necesidad de mirar cada poco tiempo el teléfono móvil.

  • No olvides cerrar las sesiones: muchas veces, cuando viajamos a países o lugares lejos de nuestra ciudad, acudimos a ordenadores públicos (recepciones de los hoteles, sitios con wifi…), donde se conecta mucha gente. Si accedes a tus redes no olvides cerrar tus sesiones cuando hayas acabado.
  • Protección a los niños: tema sensible donde los haya, en las semanas veraniegas, los niños son, en gran medida, los protagonistas. Y también son individuos frágiles y vulnerables. Debemos estar alerta a la hora de publicar fotos en playas, piscinas y/o lugares públicos. En éstos abundan los niños y es primordial contar con el consentimiento y aceptación de sus padres.
  • Controla la subida de imágenes: dicen que dos de cada tres españoles asiduos a las redes sociales publican información de manera fluida sobre: en qué restaurante playero están comiendo, cuál es la piscina que visitan a diario, en qué localidad se encuentran o cómo de rico es el plato que comen en el centro de una ciudad conocida. Publica tus fotografías a la vuelta y desactiva la ubicación del Smartphone para que nadie (ojo con los cacos) rastreen y conozcan tu posición.
  • Habla, conversa, mira: es verdad que las aplicaciones de mensajería instantánea como whatsapp nos han ayudado mucho, pero, ¿y lo bonito que es una conversación mirando a los ojos, contando algún que otro secreto o intimidad y/o pidiendo consejo a alguien que quieres? Nunca olvidemos esta práctica y que últimamente con motivo de las redes sociales estamos dejando de lado.
  • Por último, no demos vacaciones a Dios pues Él no se toma vacaciones. Utilicemos las redes también para compartir con el resto nuestras visitas a templos, nuestra participación en los actos religiosos…; y sirvámonos estos días de alguna de las aplicaciones ya conocidas para estar también más enredados con Dios. Por ejemplo, ePrex donde aparte de la liturgia de las horas tenemos también las lecturas diarias de la Palabra de Dios.

Espero estas recomendaciones nos ayuden a todos a hacer un uso de las redes sociales más coherente a nuestro estilo de vida y pasemos menos tiempo pegados al “ladrillo”, como lo llama mi madre, y dediquemos más tiempo para estar con el hermano. Buen verano.

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