Este año, por la pandemia y junto a recomendaciones de prudencia y alerta acerca los cementerios, la Santa Sede concede indulgencia plenaria durante todo noviembre

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Pasado mañana, domingo 1 de noviembre, es la solemnidad litúrgica de Todos los Santos. Se trata de una fiesta que, al evocar a quienes nos han precedido en el camino de la fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya -por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común de toda la humanidad de todos los tiempos.

En el día de Todos los Santos, celebramos a todos aquellos cristianos que ya gozan de la visión de Dios, que ya están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos. Y a buen seguro, que entre legión de legiones de santos se hallan fallecidos durante estos diez meses de pandemia del coronavirus.

¿Y qué es ser santo, quién un santo, cómo se puede ser santo?  Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San Pablo- “la corona de la gloria que no se marchita”.  El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y de la santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de veneración.

El día de Todos los Santos incluye en su celebración y contenido a los santos populares y conocidos, extraordinarios cristianos a quienes la Iglesia dedica en especial un día al año. Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias, lugares y comunidades.

 

Todos podemos y debemos ser santos

 

El día de Todos los Santos es igualmente una oportunidad para recordar la llamada universal a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión para hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a que seamos perfectos- santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto, es santo.

Se trata de una llamada apremiante a que todos vivamos nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida, de consagración y de servicio, como luego veremos. Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes celebramos el 1 de noviembre.

La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los mandamientos.  “El santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe levantarse y volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano, ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su fe con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de Cesáreo Gabaraín).

El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo”. (Benedicto XVI)

 

Sentido de la vida y de la muerte

 

Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la vida humana no termina con la muerte, sino que abre a la luminosa vida de eternidad con Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración de los misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados “novísimos”: muerte, juicio, eternidad.

Y por ello, al día siguiente a la fiesta de Todos los Santos,  el 2 de noviembre, celebramos, conmemoramos a los difuntos. Es día de oración y de recuerdo hacia ellos. Es día para saber vivir la vida según el plan de Dios. Es día, como el día de hoy, en el que la piedad de nuestro pueblo fiel visita los cementerios.

 

Indulgencia plenaria todos los días de noviembre

 

Y este año, a causa de pandemia, las visitas a los cementerios han de hacerse de modo escalonado, sin celebraciones religiosas públicas en los cementerios y evitando cualquier concentración de personas u otro hipotético riesgo

Todo el mes de noviembre está dedicado especialmente a los difuntos y a las ánimas del Purgatorio. Y, al efecto, en medio de la actual emergencia sanitaria grave, la Santa Sede amplia a todo el mes de noviembre la tradicional indulgencia plenaria que se concedía el día 2 para aquellas personas que con las debidas condiciones –confesión y comunión sacramentales, oración por las intenciones del Papa y del Credo- rezan por los difuntos.

 

Exterior de la capilla del cementerio interparroquial de Sigüenza

 

Concilio Vaticano II

 

La constitución  pastoral “Gaudium et spes” (frase latina que significa gozo y esperanza y que se conoce con las siglas GS) del Concilio Vaticano II (1965), sobre la Iglesia en el mundo actual, y que es el documento más emblemático del Vaticano II, nos dice:

“Sin embargo, ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre” (GS, n. 10).

 

Papa Francisco

 

Ya antes y, sobre todo, tras la publicación de la exhortación apostólica, “Gaudete et exsultate” -Alegraos y regocijaos (Mt 5, 12)-, en la primavera del año 2018, plasmó con ejemplos concretos cómo vivir la vocación cristiana universal a la santidad.

1.- Los santos son personas que pertenecen totalmente a Dios. No tienen miedo a ser despreciados, incomprendidos o marginados. (7-11-2013)

2.- No nos contentemos con una vida cristiana mediocre. Caminen con decisión hacia la santidad. (7-5-2013)

3.- En la vida cristiana son esenciales: la oración, la humildad, el amor a todos. Éste es el camino hacia la santidad. (16-7-2013)

4.- Los santos no son superhombres. Son personas que tienen el Amor de Dios en su corazón y comunican esta alegría a los demás. (19-11-2013)

5.- Santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer las ordinarias con amor y con fe. (5-12-2013)

6.- Ser santos no es privilegio de unos pocos, sino una vocación para todos. (21-11-2013)

7.- La santidad exige cada día la entrega con sacrificio; por eso el matrimonio es un camino para ser santos. (9-5-2014)

8.- San José Vaz, enséñanos a crecer en santidad y a vivir el mensaje de misericordia del Evangelio. (14-1-2015)

9.- Este es el tiempo para nuevos mensajeros, más generosos, más alegres, más santos. (30-11-2015)

10.- Los santos no son superhombres, ni nacieron perfectos. Cuando conocieron el amor de Dios, le siguieron, al servicio de los demás. (5-6-2016)

11.- Un impetuoso viento de santidad recorra el Jubileo extraordinario de la Misericordia en todas las Américas. (27-8-2016)

12.-Imitemos a la Madre Teresa que ha hecho de las obras de misericordia la guía de su vida y el camino a la santidad. (3-9-2016)

13.- El Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón. (7-10-2016)

14.- ¡Avancemos con valentía por el camino hacia la santidad!​ (16-10-2016)

15.- Santidad es vivir con amor y ofrecer un testimonio cristiano en las situaciones cotidianas. (19-10-2016)

16.- Los santos han descubierto el secreto de la verdadera felicidad, que reside en el fondo del alma y tiene su fuente en el amor de Dios. (1-11-2016)

17.- La Iglesia necesita santos de todos los días: los de la vida ordinaria llevada adelante con coherencia. (7-6-2017)

18.- Como los santos, mostremos la alegría y la belleza del Evangelio con el testimonio de nuestra vida. (15-10-2017)

19.- Queridos amigos, el mundo necesita santos, y todos nosotros, sin excepción, estamos llamados a la santidad. ¡No tengan miedo! (1-11-2017)

20.- Quiero hacer resonar una vez más el llamado a la santidad: «Alegraos y regocijaos» (9-4-2018)

21.- El Señor nos llama a todos a la santidad, también a ti. #Santidad (9-4-2018)

22.- ¿Eres consagrada o consagrado? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. #SantosHoy (9-4-2018)

23.- ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. #GaudeteetExsultate (9-4-2018)

24.- ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. #Santidad (9-4-2018)

25.- ¿Eres padre, madre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. #SantosHoy (9-4-2018)

26.- ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales. #GaudeteetExsultate (9-4-2018)

27.- Ser pobre en el corazón, reaccionar con humilde mansedumbre, saber llorar con los demás, buscar la justicia con hambre y sed, mirar y actuar con misericordia: esto es santidad. #SantosHoy (9-4-2018)

28.- Mantener el corazón limpio de todo lo que mancha el amor, sembrar paz a nuestro alrededor, aceptar cada día el camino del Evangelio aunque nos traiga problemas, esto es santidad. #SantosHoy (10-4-2018)

29.-  La palabra «feliz» o «bienaventurado» es sinónimo de «santo», porque la persona fiel a Dios alcanza, en la entrega de sí, la verdadera felicidad. #GaudeteetExsultate (11-4-2018)

30.- La santidad es el rostro más bello de la Iglesia. #SantosHoy (11-4-2018)

31.- El santo es una persona con espíritu orante, que necesita comunicarse con Dios. No hay santidad sin oración. #Santidad (12-4-2018)

32.- La santidad a la que el Señor te llama crece mediante pequeños gestos buenos en la vida cotidiana. #GaudeteetExsultate (13-4-2018)

33.- Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y  ofreciendo nuestro testimonio en las ocupaciones de cada día. #GaudeteetExsultate (14-4-2018)

34.- La santidad no concierne solo al espíritu, sino también a los pies que nos llevan a los hermanos y a las manos con las que les ayudamos. (29-7-2018)

35.- Hacer siempre el bien requiere esfuerzo… ¡El camino de la santidad no es para los perezosos! (17-9-2018)

36.- Jesús nos ha dado un programa simple para caminar hacia la santidad: el mandamiento del amor a Dios y al prójimo. (27-9-2018)

37.- El mundo necesita santos, y todos nosotros, sin excepción, estamos llamados a la santidad. ¡No tengamos miedo! (14-10-2018)

38.- ¡Que la compañía de los santos nos ayude a reconocer que Dios nunca nos abandona, para que podamos vivir y testimoniar la esperanza en esta tierra! (22-10-2018)

39.- Hoy celebramos la fiesta de la santidad. Reforcemos los lazos de amor y de comunión con todos los santos que ya han llegado a la presencia de Dios. (1-11-2018)

40.- Veamos a los "santos de al lado" que, con sencillez, responden al mal con el bien, tienen el valor de amar a los enemigos y orar por ellos. (3-8-2020)

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de octubre de 2020

Por Rafael García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

 

 

Yo soy feliz porque estás tú.

Si tu felicidad es darnos

de lo mucho que tú tienes,

yo te entrego todo lo que tengo

y me parece bien lo que dispongas.

No quiero en mí rincones, cuevas, pozos

o secretas lagunas desecadas

donde pueda estancarse tu agua limpia:

donde está tu vida está la mía,

bastante es que me quieras todavía.

En mis ojos quisiera que estuviesen

los tuyos de paz en cuanto miro,

tuyas son mis verdades más secretas,

tuya es la luz que me ilumina.

 

La Iglesia nos recuerda que, aun en tiempos de pandemia y con las debidas precauciones, la asistencia presencial en misa dominical es el quicio de la fe

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

La Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos, con la aprobación expresa del Papa Francisco, ha hecho pública  recientemente una carta a los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, en la que el prefecto de la misma, el cardenal Robert Sarah, afirma la necesidad de volver a la normalidad de la vida cristiana, allí donde la emergencia sanitaria causada por la pandemia lo permita.

El texto afirma que, ante una circunstancia tan imprevista y compleja, es urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, valorando el sentido de pertenencia a la comunidad y viviendo la eucaristía presencialmente.

El purpurado destaca el valor de los medios de comunicación durante todo este tiempo para acercar las celebraciones a los hogares, pero propone volver a acudir a las iglesias a celebrar la misa, especialmente el domingo. Sugiere, además, seguir las normas de higiene y seguridad y colaborar con las autoridades. Subraya también que es necesario valorar los signos litúrgicos, los lugares y los objetos sagrados y respetar las normas litúrgicas.

 

Nuestros templos están en condiciones para recibir fieles

Y en este sentido, nuestros templos están cumpliendo todas las normativas sanitarias vigentes: aforo (el 75% en la mayoría de las parroquias de la diócesis; el 50%, en algunas localidades importantes como Guadalajara, Azuqueca, Marchamalo, Sigüenza, Mondéjar y algún otro pueblo), servicio de hidrogel, desinfección frecuente, uso obligatorio de la mascarilla, distancia interpersonal –no olvidemos que la inmensa mayoría de nuestros templos son muy grandes y permiten amplia capacidad de personas-  y demás recomendaciones.

Y en todo este contexto, ofrezco ahora una serie de materiales y de reflexiones sobre la eucaristía y la misa dominical, que puedan servir para el necesario relanzamiento de la presencialidad –esto es: acudir físicamente a misa los domingos sin miedos y sin temeridades, con responsabilidad y confianza- de la misa dominical.

El Concilio Vaticano II afirma que la eucaristía es "fuente y culmen de toda la vida cristiana”. Y "los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua", como se lee en el número 5 del decreto del Concilio Vaticano II sobre la vida y ministerio de los sacerdotes.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1327, afirma: “En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe. «Nuestra manera de pensar armoniza con la eucaristía, y a su vez la eucaristía confirma nuestra manera de pensar»" (San Ireneo de Lyon).

Y es que la eucaristía, sobre todo la eucaristía dominical, es la fuente y cumbre de la vida cristiana y barómetro infalible de la coherencia entre la fe y la vida de los cristianos.  La misa no lo es todo, por supuesto, pero sin la asistencia dominical frecuente, el resto de la vida cristiana corre el riego cierto y grave de volatilizarse, tarde o temprano. Es el termómetro de la fe y de la pertenencia y vivencia eclesial sin duda.

Así estaba el altar de la parroquia de San Pedro el domingo del DOMUND, tres días después de la fiesta de Santa Teresa de Jesús

 

Decálogo de la Eucaristía vista de la Misa

 

1.- La Eucaristía es Asamblea, Comunidad, Congregación, Pueblo, Iglesia. La Eucaristía hace la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía.

2.- La eucaristía es perdón, impetrado, ofrecido y recibido. Es reconciliación y es paz. La Misa comienza con el acto penitencial, en el que nos manifestamos necesitados del perdón, y la misa incluye también el rito de la paz, donde experimentados el gozo de la reconciliación y el anhelo de la paz.

3.- La Eucaristía es Palabra de Dios. La mesa eucarística es pan de la palabra. Dios nos habla con su Palabra en cada misa. Son palabras de vida eterna.

4.- La Eucaristía es profesión de fe, expresada en la recitación de Credo. La Eucaristía actualiza nuestra fe en Dios Padre, Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo y en su prolongación a través de la Iglesia. La Eucaristía es profesión y testimonio de la fe.

5.- La Eucaristía es ofrenda. En el ofertorio de la misa ofrecemos limosnas en favor de los necesitados y de la comunidad eclesial y nos ofrecemos nosotros mismos como ofrenda permanente al Señor y a su Iglesia.

6.- La Eucaristía es la cruz y la pascua. Es su memorial y actualización.  Es cenáculo. Es el Calvario: el monte de la cruz y el jardín de la resurrección. ES el sacramento de nuestra fe: Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús".   

7.- La Eucaristía es oración y compromiso de fraternidad. Lo expresamos en Padre Nuestro de cada misa. Reconocemos que Dios es nuestro Padre y que nosotros somos hermanos. Pedimos el pan nuestro de cada día para nosotros y para toda la humanidad.

8.- La Eucaristía es comunión. Es comunión con Dios y con los hermanos. Es comunión con la Iglesia. Es comunión que nos transforma en cuerpo y en sangre de Dios. Es comunión en prenda de la verdadera y definitiva Comunión del Reino de los cielos.

9.- La Eucaristía es acción de gracias. Esta acción de gracias se expresa en el mismo nombre y significación etimológica de la palabra "Eucaristía". En la misa es acción de gracias en el prefacio de la misa y en la oración de postcomunión. 

10.- La Eucaristía es misión. El "podéis ir en paz" del final de la misa es llamada a la misión y al testimonio. La Eucaristía es origen y camino de la Evangelización. La Eucaristía es Jesucristo, el objeto y sentido de la misión y de la evangelización.

 

Diez actitudes de vida cristiana y de eucaristía desde la misa

 

1.- Una actitud orante. A la Eucaristía vamos a rezar, a tratar de amistad con quien sabemos nos ama. El –el Señor de la Eucaristía- nos mira con amor en la Eucaristía.  Y ¿cómo le miramos nosotros? ¿Cómo es nuestra mirada?

Esta actitud orante se traduce en la misa a la alabanza (el Gloria), es impetración e intercesión (preces u oraciones de los fieles). Es acción de gracias (doxología final). Es Padre Nuestro. Es diálogo de intimidad (oración de postcomunión).

2.- Una actitud, un estilo comunitario, eclesial. En la Eucaristía nunca estamos ni vamos solos. Ni siquiera en las llamadas misas privadas. La Eucaristía es la fiesta de la Iglesia. Estamos con los hermanos. Somos asamblea, reunión, “Ecclesia”, Iglesia. La Eucaristía nos hace más “Iglesia”, más hermanos, más solidarios. La Eucaristía es y nos introduce en el banquete de la fraternidad y de la nueva humanidad.

3.- Una actitud, un estilo humilde y penitente. Toda celebración de la Eucaristía –a través de sus distintas formas y ritos- comienza por el rito penitencial. Nos hace sentirnos humildes, pequeños, pecadores, necesitados del perdón y de la gracia de Dios. “Quien esté limpio de pecado…”. Vivir la Eucaristía como la Eucaristía es nos ha de hacer humildes, ha de fomentar en nosotros la humildad, virtud religiosa capital, virtud clave del cristianismo.

4.- Una actitud escuchante. Es la Palabra de Dios la que se proclama en la Eucaristía. Dios nos habla a través de los textos bíblicos elegidos por la liturgia para las distintas ocasiones. Dios tiene algo muy importante y vital que contarnos. Debemos abrir bien los oídos y el corazón. En la Eucaristía, Dios mismo nos habla. Nos da su Palabra, la fuente y el manantial de la verdadera sabiduría.

5.- Una actitud confesante. La Palabra proclamada, sentida, escuchada, dispuesta a traducir en vida nos lleva a confesar y a proclamar nuestra fe. Es el Credo. La Eucaristía es escuela de la fe. Es escuela del testimonio de esa fe que es también Eucaristía. La Iglesia y la humanidad necesitan de cristianos de la Eucaristía, de cristianos confesantes.

6.- Una actitud oferente. El ofertorio de cada Eucaristía nos enseña a ser también nosotros ofrenda viva y permanente. Pone en valor y en relieve la importancia de nuestro trabajo y de nuestro afán. Habla asimismo de solidaridad a favor de los que menos tienen y de valor que  tiene para nosotros mismos y para los demás darnos, ofrecernos a Dios y al prójimo.

7.- Una actitud sacrificada, abnegada, entregada, generosa, hecha oblación. Es la consagración. Es la memoria y la actualización sacramental del único y perfecto sacrificio de Jesucristo, que nos da ejemplo y nos llama a ser también nosotros sacrificio de expiación. Es  como el grano de trigo que, al caer en la tierra  -en la besana abierta de nuestra vida- y al ser enterrado en ella, no muere sino que brota y florece en la espiga de oro.

8.- Una actitud pacífica y pacificadora. Tiene su emblema en el momento del rito de la paz. A ejemplo y modelo de Jesús, el Príncipe de la Paz, quien hizo la paz, quien logró la paz, con su sangre derramada en la cruz. La Eucaristía es paz, la Eucaristía sella la paz, es compromiso y prenda de paz. 

9.- Una actitud comulgante, un estilo de cristianos de comunión. No de cristianos por libre, sino de cristianos de comunión con el Señor a quien recibimos sacramental en la Eucaristía de su Iglesia. De comunión con El, sí, y con su Iglesia. Con su Iglesia, representada por sus pastores y fieles. De una Iglesia que es tanto más Iglesia cuánto más comunión es.

10.- Un actitud y un estilo misioneros.  La Eucaristía es para la vida. La Eucaristía es vida y nos pone al servicio incondicional de la vida, de toda vida y de toda la vida. Y la Eucaristía nos lleva a la vida. Nos trae de ella, no nos abstrae de ella mientras participamos en la misma y nos devuelve, transformados como misioneros, a la vida. La Eucaristía es misión.

 

Lo que es el domingo para un cristiano

 

El domingo es el día de la creación, el día del descanso, el día de la fiesta, el día de la pascua de resurrección, el día del hombre, el día de los hermanos, el día de la familia, el día de la fe, el día de la esperanza, el día de la caridad, el día de la palabra, el día de los sacramentos, el día de la misión, el día de la paz y de la reconciliación, el día de la Eucaristía. Sobre el domingo, rezamos así en uno de los himnos litúrgicos:

 

Es domingo; una luz nueva/ resucita la mañana/

con su mirada inocente,/ llena de gozo y de gracia.

 

Es domingo; la alegría/ del mensaje de la Pascua

es la noticia que llega/ siempre y que nunca se gasta.

 

Es domingo; la pureza/ no solo la tierra baña,

que ha penetrado en la vida/ por las ventanas del alma.

 

Es domingo; la presencia/ de Cristo llena la casa:

la Iglesia, misterio y fiesta,/ por él y en él convocada.

 

Es domingo; "este es el día/ que hizo el Señor", es la Pascua,

día de la creación/ nueva y siempre renovada.

 

Es domingo; de su hoguera/ brilla toda la semana

y vence oscuras tinieblas/ en jornadas de esperanza.

 

Es domingo; un canto nuevo/ toda la tierra le canta

al Padre, al Hijo, al Espíritu,/ único Dios que nos salva. Amén.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 23 de octubre de 2020

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

“Soy como los árboles, crezco donde me plantan”

Miguel Delibes

 

Inauguración reciente de la escultura a Delibes

 

Acera de Recoletos, cuya otra acera es

el Campo Grande de tus paseos abundantes,

donde a nacerte fueron tus pasos vacilantes,

Miguel de esta Pucela, castellano y francés.

 

Esta noche a doscientos metros no vas como antes

del lugar que naciste por parque que a oscuras ves.

Autoridades y gentes fueron, su interés

era oficial… Y tú ya no tienes pies andantes.

 

Yo vengo a acompañarte, Miguel, a este ciprés

negro de bronce donde pasarás cabizbajo

los siglos más eternos, tan cerca de los pies

 

que Gonzalo, tú y yo hicimos, Campo Grande abajo.

¡Castilla nos movía, desventura inducida!

Y aunque es España quien nos niega el futuro y la vida…

 

tienes razón, Miguel, tornaremos al trabajo

de volverle a dar a Castiella la honra que merece,

pues no puede perecer quien tanta gloria ofrece.

Como tú, Miguel

de los Migueles

recientes el más clásico.

¡Y es tan básico

que entre los anaqueles

de España debe estar viva Castilla, -¡viva Castilla!, ¡viva!-, Miguel!

¡Dígalo este castellano, y éste, y éste, y tú, y yo, y él…!

 

Y tú, Miguel cristiano, el del angustioso vivir al que muerte obsesionaba;

ahora habrás tus dudas aclarado, ya sin corporal traba,

quizá fuera vivir bueno alguna otra noche íntima al lado de tu escultura

para preguntarte por las respuestas de tanta duda que te ensombrecía la figura

y que asaeteaba tu alma, como un punzón agudo de incertidumbre que se clava.

 

 

Juan Pablo Mañueco.

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

 

"/Acceso al libro prologado por Delibes:

http://aache.com/tienda/es/651-castilla-y-el-primer-villalar-de-1976.html

 

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