Por la Comunidad de la Madre de Dios

(Monasterio de Buenafuente)

 

 

 

Muy queridos hermanos:

Nos encontramos todavía en la última semana de Navidad, hasta el próximo domingo, el Bautismo del Señor, pues aunque la vuelta a la actividad casi nos sitúa ya en el tiempo ordinario, este comenzará el próximo lunes, 13 de enero. 

El nacimiento del Hijo de Dios, la Encarnación del Verbo de Dios en nuestra humanidad es el gran Misterio, el gran acontecimiento en el que Dios se despoja de su divinidad para salvarnos. Ante este gran regalo, hemos celebrado muchas fiestas, grandes comidas, en total, mucho consumo. A nosotras, estos días nos ha interpelado que los primeros que recibieron esta “buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo” (Lc 2, 10), fueron unos pastores que velaban por turnos su rebaño. En el lenguaje actual, serían considerados un grupo marginal porque su trabajo los convertía en impuros para la religión oficial. Es decir, un grupo pobre recibió el anuncio del ángel, que además les dijo: “Esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc 2, 12). 

El gran Misterio de nuestra salvación nos ha acercado a nuestras pobrezas, a reconciliarnos con nuestras circunstancias actuales de precariedad comunitaria, porque somos una Comunidad muy pequeña, con hermanas mayores cuya salud flaquea. Nos ha ayudado mucho la cercanía de algunas enfermas muy graves y con problemas sociales de diversa índole. El deseo de acoger cada día nuestra pobreza nos ha acercado a quienes de verdad están sufriendo, a quienes viven en su carne el Misterio del sufrimiento humano. Reviven entre nosotros la pequeñez del Hijo de Dios al que recostaron en un pesebre porque no encontraron acogida en otro lugar más confortable. Como las familias o personas que entre nosotros viven en un coche e incluso en la calle. 

Ante el Misterio de la salvación nos viene la respuesta de san Pablo: “Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 10-11). Lo mismo que repetimos en la antífona del salmo invitatorio en este tiempo de la Epifanía: “A Cristo, que se nos ha manifestado, venid adorémosle”. 

El Papa Francisco ha publicado la Carta Apostólica Aperuit Illis, “Les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras” (Lc 24, 45), en la que ha instituido el Domingo de la Palabra de Dios, el tercer Domingo del tiempo ordinario, el próximo 26 de enero. Será una gran ayuda para que Jesús, la Palabra de Dios, se encarne en nuestras vidas y para alimentarnos de la Palabra de Dios a través de nuestra relación personal y comunitaria con la Sagrada Escritura (http://w2.vatican.va/content/francesco/es/motu_proprio/documents/papa-francesco-motu-proprio-20191221_decano-collegio-cardinalizio.html).

 

Unidas en la oración y en la misión, vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal

Por Cáritas Diocesana Sigüenza-Guadalajara

 

 

 

Nuestra sociedad actual está necesitada de escucha, de ternura, de acompañamiento. Todos nosotros hemos tenido o tenemos cerca a alguna persona mayor, que en un momento difícil o decisivo de su vida ha necesitado de ayuda para realizar sus actividades de vida diaria y no ha encontrado el consuelo necesario.

Es en ese instante, donde Cáritas pone el Acento de ESPERANZA y ALEGRÍA para desarrollar su trabajo poniendo en el Centro a la Persona Mayor.

Porque los mayores son un ejemplo a seguir, por su generosidad, seguridad, honestidad y templanza. También por el esfuerzo, dedicación y SACRIFICIO para seguir adelante.

Día a día Cáritas quiere llegar a satisfacer las necesidades de las personas mayores a través de diferentes proyectos en Guadalajara Capital y en la Provincia, y es por ello que desde hace 20 años acerca con cariño, ilusión y generosidad la Comida al Domicilio de los mayores.

Del mismo modo entrega la compra y proporciona el servicio de lavado y planchado de ropa.

El proyecto “Junto a Ti” es el “ alma” del programa; el cual da calor en los momentos de Soledad, esos momentos que tenemos de tiempo libre, pero sin compañía o con dificultades para realizar actividades de Ocio, ese Ocio que tanto les gusta… reír, cantar, bailar, en definitiva estar Junto a ellos, disfrutando momentos en familia, esa familia que desde estas líneas AGRADECE LA CONFIANZA Y EL BUEN TRATO.

GRACIAS, CON MAYUSCULAS por el servicio que realizan trabajadores y personas voluntarias todos los días del año para que el trabajo sea un manantial de AMOR y SERENIDAD con las personas mayores.

Por la Dra. Laura Lara y  la Dra. María Lara

(Profesoras universitarias, escritoras y académicas de la Televisión) (*)

 

 

 

Dice el refrán popular que todo niño nace con un pan debajo del brazo. Pues a la vista de un cuadro del Museo del Prado, que hace unos meses ha cumplido 200 años, Jesús trajo también un libro. Y, por cierto, cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús.

Todos los niños suscitan ternura. Pensemos que esto sucede en cualquier momento con independencia de las circunstancias que arropan al yo: cuando se hallan fuertes, al mostrarse risueños e, incluso, cuando lloran por una rabieta o tuercen el gesto en los momentos en que se enfadan.

Pese a la riqueza de la Historia del arte, capaz de trasladarnos con millones de estampas al escenario o a la ruta de los hechos (el portal, la huida a Egipto o el hogar de Nazaret), pocos cuadros pueden competir con la Virgen con el Niño de Pedro Berruguete en cuanto a enigma y juego de miradas. Y es que las pupilas hablan entre los brocados, el velo, el salmo pendiente de la pared y la golondrina.

Jesús, con apenas tres meses, se presenta despierto y despabilado, sentado sobre un cojín en el regazo de María. Además, posee destreza en las manos para acariciar las hojas, complejo gesto, el de la precisión digital, que no le resta concentración, es más, pareciera que leyera al tacto: su nombre resonó desde antiguo en el pregón de los profetas… Él era el Mesías, la Palabra Revelada.

Esta tabla del siglo XV perteneció a la colección Golferich, de Barcelona, con la consideración de obra florentina. Actualmente, se encuentra en la pinacoteca madrileña. Pretendientes no le han faltado al cuadro. La composición recuerda al pintor flamenco Justo de Gante quien ideó otras con la mujer y el libro como argumento, tal es el caso de la alegoría de la Retórica, donde un joven, posiblemente Federico de Montefeltro, duque de Urbino, recibe lecciones de una dama (National Gallery, Londres).

Sin embargo, se atribuye ahora al palentino Pedro Berruguete (1445-1503) que, tras formarse con Fernando Gallego en Salamanca, viajó a Italia. Allí está documentado su trabajo como “Pietro Spagnuolo” bajo el mecenazgo del aristócrata citado. En ese período conoció a los principales artistas del Quattrocento, como Melozzo da Forlì.

Además, se empapó del estudio de la anatomía, de la naturalidad en la actitud y de los elementos arquitectónicos. No obstante, de regreso a Castilla, hacia 1483, estos rasgos no serían tan evidentes en su pintura, todavía apegada a la rígida solemnidad gótica. Pedro fue padre de Alonso, el célebre escultor renacentista, buena parte de su obra se encuentra reunida en Valladolid.

Pero, volviendo a la obra pictórica que nos ocupa, sobre la mano izquierda, la Virgen tiene un libro abierto. El volumen está ornado con perlas en el lomo. Con la derecha, acaricia la cabeza del Hijo. Por la ventana se trasluce un paisaje con río, marco repetido por doquier como escenario de los Pesebres.

Y lo que más llama la atención es el rostro del retoño, con ojos transparentes y gesto pensativo. Quizás, anduviera transitando la mente del Infante el miedo por aquel triste presagio que la Madre escucha en lontananza como si, a las puertas de la casa, se cantara el villancico Carita divina: “estoy viendo en la frente de mi Dios una corona de espinas”. Mas, aún así, sin comprender el destino, Jesús sostiene el peso del tomo y coloca el marcapáginas.

 

(*) Las Doctoras Laura Lara y María Lara son Profesoras de la UDIMA, Primer Premio Nacional de Fin de Carrera en Historia del Gobierno de España, académicas de la Televisión, historiadoras del Servicio Histórico y Cultural del Ejército del Aire y Escritoras, con el Premio Algaba entre otros galardones.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

¿Tendré que estar herido, para ser vulnerable?

¿Tendré que sentir dolor, para que ser sensible?

 

¿Será necesaria la experiencia de pobreza

y hasta de miseria, para agradecer la salvación

y gustar el beneficio del perdón?

 

Cuando uno se siente seguro,

quizá se vuelve refractario.

Cuando uno se siente perfecto,

le asalta la tentación de compararse.

 

Cuando uno se cree cumplidor,

le acompaña la conciencia de estar justificado.

Y hasta es tentado de verse mejor

que los vecinos de su entorno

 

El herido agradece la mano solidaria.

El pobre percibe el gesto magnánimo.

El pecador arrepentido crece en humildad.

Quien se sabe perdonado, se libera del juicio inmisericorde.

 

Es tiempo de sentirse pequeño,

de sentirse desnudo,

de saberse perdonado,

de ser agradecido.

 

Es tiempo de mirar al Niño Jesús en el pesebre,

al Dios hecho hombre,

al Poderoso desvalido,

al Creador necesitado de ayuda.

 

El precio es saberse frágil.

La posibilidad está en resquebrajar,

romper la corteza endurecida del corazón,

y dejar que entre hasta el hondón del ser la misericordia.

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