El domingo 14 de junio es la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el popular Corpus Christi. Este año, en razón de la pandemia, su celebración será más restringida, con un máximo del 75% del aforo en los templos y las debidas medidas de distancia, seguridad e higiene, y sin procesión exterior por las calles con el Santísimo Sacramento.

El obispo diocesano, don Atilano Rodríguez, presidirá la eucaristía del Corpus a las 11 horas en la catedral de Sigüenza. Acabada la misa, habrá una pequeña procesión eucarística por la girola catedralicia, no con la custodia tradicional y principal, que requiere ser llevada en carroza, sino con una custodia menor. Al Santísimo le acompañarán el obispo, tres sacerdotes y un pequeño grupo de fieles. En la concatedral de Guadalajara, presidirá la celebración el vicario general, a su vez, párroco del templo.

El Día del Corpus es asimismo el Día de la Caridad, con colecta imperada para Cáritas, que este año mira a los efectos devastadores de la pandemia.

El sábado, día 13 de junio, es la fiesta, con rango de memoria litúrgica obligatoria, de san Antonio de Padua, el popular fraile franciscano del siglo XIII, predicador, modelo de caridad, sacerdote y doctor de la Iglesia. San Antonio de Padua es fiesta en numerosos pueblos de la diócesis.

Baste citar algunos ejemplos: Alcolea del Pinar, Alcolea de las Peñas, Barbatona, Viana de Mondéjar, Gajanejos, El Recuenco, Cogollor, familia franciscana de Guadalajara, de Molina y de Sigüenza, Cobeta, Baños de Tajo, Canales del Ducado, Val de San García, Aranzueque, Albares… Las distintas celebraciones en honor del santo se habrán de ajustar este año a la normativa vigente correspondiente a la fase tres de desescalada de la pandemia y no habrá procesiones.

La pandemia mundial que ha generado el coronavirus nos ha obligado a disponer de nuestras vidas de una forma inimaginable hace tan sólo unos meses. Los hábitos cotidianos, la forma de relacionarnos y la gestión de nuestras emociones nos han desbordado. La enfermedad, la muerte de nuestros seres queridos y el aislamiento, han dejado paso a la inseguridad económica y laboral, a la falta de recursos básicos, a la pérdida de empleo o a los ERTES. Emerge una sociedad mucho más frágil y vulnerable con una hoja de ruta más llena de incertidumbres que de certezas.

Sin embargo, es desde esta fragilidad desde donde hemos visto brotar miles de gestos solidarios llenos de caridad, de ese amor gratuito que nace del corazón de forma libre y desinteresada, sin esperar nada a cambio. Personas de pensamiento diverso, de todas las creencias, oficios, de todos los países del mundo, de todos los pueblos y barrios, todas a una, se han movilizado y puesto al servicio de una humanidad amenazada y herida. La experiencia vital nos ha hecho reaccionar ante el sufrimiento y el dolor compartido y nos ha empujado a rescatar nuestro sentido de identidad y pertenencia. Aquello que otras veces se nos olvida y nos arrastra hacia el egoísmo y la individualidad, hoy nos ha posicionado en lo comunitario, en priorizar el bien común que nos identifica como seres vivos: la protección y defensa de la vida.


El poder de cada persona. Cada gesto cuenta

Tenemos grandes retos por delante que no podemos abordar solos, ni como individuos ni como organizaciones de forma unilateral. Necesitamos dibujar en común nuevos escenarios de vida y posibilidad para todos, y generar nuevos espacios de encuentro para sanar juntos

El Mensaje de los obispos con motivo de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad, así lo expresa:

Este trabajo de transformación del mundo no podemos llevarlo a cabo solos. Necesitamos de todos y particularmente de nuestras autoridades políticas, civiles, económicas y religiosas. Necesitamos personas con mucha paciencia, con la mirada puesta en los más frágiles de nuestra sociedad, y con una firme voluntad de llegar a acuerdos y de aplicarlos.

Todas las personas que formamos parte de Cáritas, voluntarios y técnicos, las comunidades y grupos de las parroquias, las personas que participan en proyectos, las que se acercan puntualmente para pedir ayuda o para ofrecerla, las que realizan donativos, las que ven con buenos ojos nuestra labor y todas las que se sienten invitadas a reconstruir la sociedad de una manera nueva, todas juntas y cada una, tenemos el poder, la posibilidad y la oportunidad de cambiar y transformar nuestro estilo de vida de forma que refleje el ser y el hacer de Jesús de Nazaret.

La Semana de la Caridad es una semana para la acción, para salir al encuentro y dar testimonio. En esta ocasión no vamos a poder realizar gestos en los que puedan participar muchas personas reunidas, pero sí podemos hacernos activistas de la caridad, es decir, personas que tomamos partido y nos comprometemos a realizar gestos sencillos que reflejen el amor por la vida y nuestro compromiso con las personas que están viviendo situaciones de fragilidad; el amor por la naturaleza y nuestro compromiso por cuidar el medioambiente; la defensa de la dignidad y la justicia y nuestro compromiso para que todas las personas tengan acceso a los derechos humanos.

Ser activista, en definitiva, es tomarse la vida con conciencia solidaria y humana, y pasar por la vida de forma proactiva: tomando partido por los más vulnerables.

Hazte activista e invita a otras personas a que se sumen a esta corriente de esperanza

CÁRITAS. CADA GESTO CUENTA

El obispo diocesano, Atilano Rodríguez, secundando la propuesta que la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal expuso hace unas semanas a todas las diócesis de España, de celebrar una jornada por los afectados de la pandemia del Covid-19, ha determinado que en toda la diócesis de Sigüenza-Guadalajara esta tenga lugar el día 26 de julio, fiesta de San Joaquín y Santa Ana, patronos de los ancianos, el grupo social más golpeado por la enfermedad.

La jornada incluirá la celebración de la eucaristía que ese día se ofrecerá en todas las parroquias y lugares de culto de la diócesis por el eterno descanso de los difuntos pidiendo, además, el consuelo y la esperanza de sus familiares. El propio obispo presidirá ese día la misa, en la capilla de la Residencia de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Guadalajara, con esa intención. Además, el prelado celebrará previamente un funeral por los fallecidos a causa del Coronavirus, en la catedral de Sigüenza, el miércoles 22 de julio a las 8 de la tarde.

Esta jornada servirá también para dar gracias por el trabajo realizado por tantas personas durante el tiempo de la pandemia y para rezar de una manera especial por los mayores y las residencias de ancianos.

El último objetivo de la jornada es pedir la luz necesaria, y el compromiso de la comunidad diocesana, para llevar a cabo iniciativas solidarias eficaces, ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento.

 

En este enlace-botón podéis consultar el Boletín mensual (orden) correspondiente al mes de junio del año en curso de la Adoración Nocturna Española.

 

 

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