La Pascua Juvenil Online organizada para que los jóvenes participaran en la Semana Santa creció desde su primer anuncio, de manera que llegaron a inscribirse más de cien interesados. Ellos mismo siguen prolongando la experiencia espiritual en las semanas de Pascua con la publicación e intercambio de mensajes.

Así, algunos envían experiencias y testimonios personales por correos electrónicos. Así, tres de los participantes han remitido al blog de la página digital diocesana sus respectivas reflexiones. Y otros tres van a hacer otro tanto en el programa El Espejo de la Iglesia Diocesana, en Cope, del próximo viernes 24.

Estos mensajes y otros cruzan canales de redes sociales para extender entre cientos de usuarios interesados los mismos contenidos y siguen manteniendo una especial forma de comunidad.

Es nota común de los publicados hasta la fecha el destacar la especial fuerza que aprecian en el vivir la Pascua con la mediación de las redes y la también extraordinaria manera de entrar en comunión unos con otros mediante los canales digitales. 

El día 30 de marzo, fecha del 120 aniversario de la muerte de san Leonardo Murialdo, fundador de la congregación en 1873, fallecía en Madrid el padre josefino Franco Zago. Contaba 75 años y el contagio del coronavirus, razón que le tuvo hospitalizado desde veinte días atrás, ha sumado su acción a la fragilidad que su salud padecía. Fue enterrado en la Sacramental de San Justo, de Madrid, el primer día de abril, en ceremonia que acompañaban una catequista y un padre de la parroquia, además de dos sacerdotes, uno de los cuales era el oficiante, Juan José Gasanz, compañero suyo en la Parroquia de San Raimundo de Peñafort, en El Pozo. Desde Italia, sus hermanas pudieron seguir el enterramiento por el canal parroquial de YouTube.

Nacido en Conegliano (Treviso) el 27 de marzo de 1945, hizo su profesión perpetua como josefino el 25 de octubre de 1970. A España llegó por primera vez en 1966, a la Escuela de San José de Sigüenza, donde pasó tres años. Completó años de formación en Italia y tras la ordenación sacerdotal en marzo de 1974, regresó de nuevo a Sigüenza, esta vez como profesor, educador y animador de tiempo libre durante otros dos cursos. Siguió una estancia larga en Orduña y varias misiones en Roma y diversos países americanos. En 2016 regresó a España para emprender una nueva misión en El Pozo del Tío Raimundo, junto con el padre Juan José Gasanz como párroco. Mientras preparaban esta nueva etapa, el padre Franco Zago residió en la casa josefina de Azuqueca de Henares.

La familia josefina, la Archidiócesis de Madrid, los feligreses y los grupos y comunidades a los que servía en estos años le han tributado, en la distancia impuesta, homenajes y reconocimientos varios. En el sepelio, Juan José Gasanz le retrataba «como buen misionero, un apóstol incansable, siempre sirviendo… Fue un pionero, …lo que el Espíritu Santo le dictaba, ahí iba…».

Por Samuel Rubio Quintanar

 

Soy Samuel Rubio, joven de 24 años, director de Peregrinter Viajes, agencia de viajes especializada en Turismo Religioso y Peregrinaciones, antiguo estudiante de Turismo de la Universidad de Alcalá (UAH) en su Campus de Guadalajara, natural de Torrejón de Ardoz (Madrid). Quería relatar mi experiencia vivida en esta Pascua junto a varios jóvenes de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara. 

En primer lugar, quería dedicar unas palabras de agradecimiento a los sacerdotes que me invitaron a participar de ella, a los que estoy muy agradecido, D. Francisco Monje y D. Fidel Blasco. También agradecer a todos los jóvenes con los que he tenido la oportunidad de compartir esta experiencia y a esa extraordinaria organización, con los que seguiremos prosperando. 

¿Qué hubiera sido de mi Semana Santa si no hubiéramos estado confinados? Pues seguramente muy diferente, yo soy músico (tubista y percusionista) y hubiera estado de procesión en procesión, ayudando al párroco de mi pueblo en los diferentes oficios y celebraciones litúrgicas, como las Semana Santa de años anteriores.

En cambio, así fue totalmente diferente, os digo el porqué. 

Al estar en casa, hemos tenido más tiempo para meditar y reflexionar, como hicieron los apóstoles, ya que Juan fue el único que estuvo junto a Jesús durante toda la pasión, los demás seguramente estuvieron confinados, como nos ha tocado vivir este año a nosotros. También he tenido la oportunidad de conocer a nuevas personas y compartir con ellos sobre los documentos de reflexión diaria que nos enviaban, algo genial. 

Creo que ha sido una gran oportunidad que me ha ayudado a fortalecer mi fe y a estar aún más cerca de Jesús y de María, y de comprender mejor el sentido de la Semana Santa, que no son sólo son las procesiones, si no la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. 

<< Se han cerrado todas las iglesias, pero se ha abierto una en cada casa >>

 

El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Mons. Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid, ha comparecido hoy ante los medios de comunicación en una rueda de prensa on line ante el momento tan particular que estamos viviendo.  

Organizar el bien común

Mons. Argüello ha comenzado dando un pésame cargado de esperanza a los todos los que han perdido un familiar y padecen esta enfermedad y las gracias a todos los que trabajan y sirven en la sociedad.  Además de ofrecer palabras de ánimo a niños y jóvenes, a las residencias de mayores y a sus cuidadores, a los que tienen miedo. 

El secretario general afirma que estamos ante una crisis sanitaria y económica, pero sobre todo política, espiritual, en el sentido más amplio. “Nos vemos abocados a pensar cómo organizar el común, la nueva normalidad, cómo reorganizar la desescalada. Están en juego la vida, los enfermos, la seguridad y la libertad, las cuestiones entre las razones sanitarias y la vida, la verdad, las falsas noticias, el bien común y el principio de subsidiaridad”.

 Subraya que el cuidado de los ancianos, de los niños y la despedida de los difuntos marcan una civilización.  En este sentido, ante el drama que se ha vivido en las Residencias de mayores,  insiste en  que “no podemos considerar a los ancianos como un grupo de descarte”.

Mons. Argüello indica que es necesario una mirada hacia el futuro: “la pandemia acelera el cambio de época.  También en el interior de la Iglesia, nuestra forma de atención pastoral también cambia, la conversión pastoral es ahora.  Es un tiempo propicio para animarnos a un tiempo de imaginación, en el realismo que solo el Evangelio puede proporcionarnos.”

Por ello,  apela a recuperar el  espíritu  de la transición,  que además  será un nuevo estilo de  transición: “en la organización política los proyectos deben ser a medio y largo plazo. El tiempo es superior al espacio. La realidad, en las situaciones concretas es superior a las ideologías. La unidad es superior a las ideologíasLa unidad es superior al conflicto. La unidad puede acoger las diferencias. Esta crisis es global, no podemos perder de vista a todo lo que ocurre en el mundo”. De este modo “seremos artífices de una historia común. La pandemia nos ha despertado ante el individualismo”. 

En este encuentro con los periodistas,  Mons. Arguello ha realizado un llamamiento a nuestra clase política ”para buscar juntos el bien común”. 

Libertad de culto

En cuanto a la libertad  de culto para los fieles  ha subrayado que “hemos llamado a quedarse en casa.  Los templos en muchos lugares han estado cerrados, pero la Iglesia se ha mantenido abierta. Una cuestión es el templo y otra la vida de la Iglesia. Que se ha  mantenido  a través de una creatividad pastoral extraordinaria. El art. 11 del  Decreto del  Estado de alarma, reconoce esta situación  y el art. 7, no decía explícitamente nada sobre las salidas para el culto, que son los artículos que están regulando estas cuestiones”. “Ni siquiera en el estado de excepción puede suprimirse la libertad de culto”, ha aclarado el secretario general de la CEE.

En relación a la desescalada en lo que se refiere al culto religioso, “sobre todo para la progresiva salida, queremos clarificar la situación del culto con el gobierno. La presencia y celebración de la fe tiene mucha importancia para los cristianos. Por eso, siguiendo todas las recomendaciones, deseamos que el culto vuelva a la sociedad. Es muy importante que la eucaristía pueda celebrarse con pueblo, progresivamente”.

En relación a la intervención en algunas parroquias de la policía interrumpiendo el culto, Mons. Argüello ha señaldo que “la actuación de la policía interrumpiendo una acto de culto es desmedida, no respeta ni el 11 del estado de alarma ni el 16 de la Constitución Española”.

Cáritas y ayuda a los más necesitados

 El  secretario  general de la CEE  hace una llamada también  “a dar un paso  hacia delante de generosidad y corresponsabilidad ”. Ha explicado que la Comisión Ejecutiva de la CEE ha sugerido que cada diócesis vea la manera de promover una ayuda para los más necesitados en esta crisis económica. Empezando por los obispos y sacerdotes ver la posibilidad de donar una parte de su sueldo a los más necesitados, y desde ese comienzo, invitar a unirse también a todos los fieles cristianos y a toda la sociedad. Ha animado a sumarse a la Campaña de Cáritas “Cada Gesto importa”,  para ofrecer nuestra ayuda  económica a los más pobres.

Recuerda también otros organismos desde los que podemos ofrecer dinero para esta crisis:  la Campaña de OMP para una solidaridad con otros países y la posibilidad de marcar las dos X en la Declaración de la Renta para “ayudar el doble y doblar la solidaridad”.  Otra posibilidad es utilizar la página donoamiiglesia.es , con la que se ayuda directamente a las parroquias y a las diócesis.

También ha subrayado la importancia de que las personas puedan ejercer su dignidad mediante un puesto de trabajo. En relación a la renta básica ha manifestado que:  ”ayudas a quienes lo necesitan es indispensable, pero pensar en una permanencia, que vivan de manera subsidiada, no sería un horizonte deseable para la organización del común”.

 

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

Por Natalia Mínguez

 

 

 

 

Describir con palabras esta bonita experiencia es muy complicado, para entenderlo hay que vivirlo. Este año debido al virus que recorre nuestras calles, hemos tenido que quedarnos todos en casa durante la Semana Santa. 

Al principio, en mi caso, me provocaba mucha tristeza porque no iba a haber Semana Santa viviente, sin procesiones, sin poder comer torrijas en la cafetería de enfrente con  los amigos. Por ello, no tenía ganas de celebrar esa semana tan especial. De hecho, tenía pensado centrarme en otros asuntos y dejarla a un lado. 

El caso es que un día, antes de comenzar la Semana Santa, me mandó un WhatsApp una amiga  que conocí en un campamento Diocesano llamado Camino Abierto, a la que quiero muchísimo. Ella me envió un enlace para unirme a un grupo donde se iba a celebrar una Pascua Joven vía online.

Me sorprendí y pregunté que qué era eso y sobre qué trataba. Me lo estuvo explicando y accedí al enlace con curiosidad e intriga.

Una vez entré al grupo, me mandaron unas preguntas con diferentes opciones. Una de ellas era: ¿Participarás solo en las oraciones o también en los grupos de compartir? En ese momento no sabía qué hacer porque me habían mandado trabajos y tenía que estudiar como el resto de semanas.  La primera vez contesté que no iba a participar en los grupos de reflexión, me centré en todo lo que tenía que hacer,  pero luego le di más vueltas y acepté. No tenía nada que perder , podía reservar una gotita de tiempo de estudio a Dios. 

Nuestra rutina era, leer la reflexión del día por las mañanas y por las tardes compartir con nuestro grupo esa reflexión, recogiendo ideas, para después mandarlas al grupo general. También asistía a celebraciones por youtube o zoom que preparaban los sacerdotes y algunos jóvenes con todo su cariño para nosotros. 

Una vez vivida esta experiencia, me quedo con las personas nuevas que he conocido a través de Internet, con las reflexiones profundas que me hacían darme cuenta de lo es verdaderamente la Semana Santa, y con todo el trabajo y esfuerzo que lleva detrás, el cual normalmente no se valora.

Si tuviera que resumir esta Pascua en dos palabras yo diría acercamiento y reflexión. Acercamiento porque me ha ayudado a pensar y a tener más presente a Dios en mi vida, ya que lo tenía un poco olvidado debido a los estudios. Por otro lado, reflexión, porque ha hecho que piense en mí, en mis circunstancias, mis sentimientos. También me he dado cuenta de que las personas  no valoramos todo lo que tenemos, sino que nos quejamos pidiendo siempre más y olvidándonos de la ayuda que Dios nos puede ofrecer. 

Recomiendo esta actividad a todos los jóvenes porque transmite mucho y nos ayuda a crecer en la fe de una manera muy agradable. Doy gracias a todos los implicados en este proyecto por haberme introducido en esta nueva experiencia la cual desconocía y por haberme hecho vivir la Pascua como verdaderamente hay que vivirla; llena de amor, cariño, comprensión, atención, paz, bondad y sobre todo, reflexión y oración.

 

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