El estado de alarma ha motivado un decreto por el que monseñor Atilano Rodríguez establece la suspensión de la misa pública en todos los templos de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Consecuentemente, también se suprimen las celebraciones sacramentales (bautizos, matrimonios, confirmaciones y confesiones comunitarias) y otros actos públicos de piedad.

En coherencia, las exequias se reducen a un acto religioso en el cementerio o en el tanatorio, sin misa. La celebración eucarística se mantiene, con las debidas medidas sanitarias, en conventos y comunidades religiosas.

Al mismo tiempo, algunos templos pueden abrirse, con horario estudiado y observando las normas establecidas, para que los fieles puedan orar ante el Santísimo, siguiendo indicaciones del Papa Francisco.

Don Atilano pide a los sacerdotes que celebran a diario la misa en privado o con alguna persona asistente, rezando por los fallecidos, por los enfermos y por la superación de la crisis sanitaria. Y anima a todos los fieles a seguir la misa por los medios de comunicación, a mantener la oración personal y al rezo en familia.

Dos días antes de este decreto, fechado el 15 de marzo, el obispo había firmado otro dispensando a los diocesanos “del precepto dominical mientras dure la actual emergencia sanitaria”. Y el jueves 12, tras las primeras indicaciones sanitarias, los obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo (Toledo, Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Sigüenza-Guadalajara), emitieron “una nota conjunta con algunas medidas a tomar de inmediato en las distintas comunidades de las cinco diócesis, destinadas a combatir la expansión del coronavirus”.

Ante la imposibilidad de participar en la celebración eucarística es posible para cualquier cristiano individualmente o en familia celebrar la Liturgia de las Horas, sobre todo los Laudes y las Vísperas.

 

A las invocaciones de Laudes o a las intercesiones de Vísperas es posible añadir una oración especial de entre las que se sugieren en este subsidio:

 

INVOCACIONES PARA LOS LAUDES DE LA MAÑANA

 

Jesús, médico de los cuerpos y de las almas, cura las heridas profundas de nuestra humanidad,

- para que podamos gozar plenamente de los dones de tu redención.

 

Haz que nuestros hermanos enfermos se sientan partícipes de tu pasión,

- y de ella obtengan la gracia y el consuelo.

 

Te ofrecemos, Señor Jesús, las acciones de este día y de este tiempo,

- prometemos servirte siempre con un corazón puro y leal.

 

Dirige tu mirada de bondad sobre los enfermos y los que sufren, que has asociado a tu cruz,

- para que sientan en consuelo de tu presencia.

 

INTERCESIONES PARA LAS VÍSPERAS

 

Esta oración se incluye como penúltima, antes de la de los difuntos.

 

Tú, que has tenido compasión por todos los sufrimientos humanos, reanima la esperanza de los enfermos y dales serenidad y salud,

- pero haznos también a nosotros solícitos para aliviar sus sufrimientos.

 

Enséñanos a llevar nuestra cruz unidos a tus sufrimientos,

- para que se manifieste en nosotros la luz de tu gloria.

 

Haz que en medio de las luchas y las pruebas de la vida nos sintamos partícipes de tu pasión,

- para experimentar en nosotros la fuerza de tu redención.

 

Cristo, que en la Eucaristía nos das la medicina de la inmortalidad y la prenda de la resurrección,

- concede la salud a los enfermos y el perdón a los pecadores.

 

 

 

ORAR CON LOS SALMOS

 

Salmo 33 (32). Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme

 

Aclamad, justos, al Señor,

que merece la alabanza de los buenos. 

Dad gracias al Señor con la cítara,

tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; 

 

cantadle un cántico nuevo,

acompañando los vítores con bordones. 

Que la palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales; 

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. 

 

La palabra del Señor hizo el cielo;

el aliento de su boca, sus ejércitos; 

encierra en un odre las aguas marinas,

mete en un depósito el océano. 

 

Tema al Señor la tierra entera,

tiemblen ante él los habitantes del orbe: 

porque él lo dijo, y existió;

él lo mandó y todo fue creado.

 

El Señor deshace los planes de las naciones,

frustra los proyectos de los pueblos; 

pero el plan del Señor subsiste por siempre;

los proyectos de su corazón, de edad en edad.

 

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad. 

 

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres.

Desde su morada observa

a todos los habitantes de la tierra: 

 

él modeló cada corazón,

y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército,

no escapa el soldado por su mucha fuerza; 

nada valen sus caballos para la victoria,

ni por su gran ejército se salvan. 

 

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan su misericordia, 

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.

 

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo; 

con él se alegra nuestro corazón,

en su santo nombre confiamos. 

 

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

 

 

Salmo 34 (32). EL Señor salva a los abatidos.

 

Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca; 

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. 

 

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,

ensalcemos juntos su nombre. 

Yo consulté al Señor, y me respondió,

me libró de todas mis ansias.

 

Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará. 

El afligido invocó al Señor,

él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. 

 

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen

y los protege. 

Gustad y ved qué bueno es el Señor,

dichoso el que se acoge a él. 

 

Todos sus santos, temed al Señor,

porque nada les falta a los que lo temen; 

 

los ricos empobrecen y pasan hambre,

los que buscan al Señor no carecen de nada. 

Venid, hijos, escuchadme:

os instruiré en el temor del Señor. 

 

¿Hay alguien que ame la vida

y desee días de prosperidad?

Guarda tu lengua del mal,

tus labios de la falsedad; 

 

apártate del mal, obra el bien,

busca la paz y corre tras ella. 

Los ojos del Señor miran a los justos,

sus oídos escuchan sus gritos; 

 

pero el Señor se enfrenta con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias; 

 

el Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos.

 

Aunque el justo sufra muchos males,

de todos lo libra el Señor; 

 

él cuida de todos sus huesos,

y ni uno solo se quebrará. 

La maldad da muerte al malvado,

los que odian al justo serán castigados.

 

El Señor redime a sus siervos,

no será castigado quien se acoge a él.

 

 

Salmo 85 (84). EL Señor salva a los abatidos.

 

Señor, has sido bueno con tu tierra,

has restaurado la suerte de Jacob, 

has perdonado la culpa de tu pueblo,

has sepultado todos sus pecados,

 

has reprimido tu cólera,

has frenado el incendio de tu ira.

Restáuranos, Dios Salvador nuestro;

cesa en tu rencor contra nosotros. 

 

¿Vas a estar siempre enojado,

o a prolongar tu ira de edad en edad? 

 

No vas a devolvernos la vida,

para que tu pueblo se alegre contigo? 

 

Muéstranos, Señor, tu misericordia

y danos tu salvación. 

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos

y a los que se convierten de corazón». 

 

La salvación está cerca de los que lo temen,

y la gloria habitará en nuestra tierra;

la misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

 

La fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. 

El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto. 

La justicia marchará ante él,

y sus pasos señalarán el camino.

 

 

 

 

INVOCACIONES A CRISTO

 

Se puede sugerir también para la oración personal o en familia las siguientes invocaciones cristológicas de la tercera forma del acto penitencial de la misa inspiradas en el Ritual para la Unción y la pastoral de los enfermos.

 

Tú, que has cargado sobre ti nuestros sufrimientos y has llevado nuestros dolores: Señor, ten piedad.

 

Tú, que en tu bondad hacia todos has pasado haciendo el bien y sanando a los enfermos: Cristo, ten piedad.

 

Tú, que has dicho a tus apóstoles que impongan las manos sobre los enfermos: Señor, ten piedad.

La Junta de Cofradías y Hermandades, el Obispado de la Diócesis Sigüenza – Guadalajara y el Ayuntamiento de la capital han acordado la suspensión de las procesiones y todos los actos públicos de la Semana Santa, tras la aprobación de las medidas excepcionales recogidas en nuestra Carta Magna para contener la pandemia de Coronavirus COVID-19. 

La emergencia sanitaria en la que se encuentra España, en situación de Estado de Alerta desde este sábado, hace inviable la celebración de las procesiones de Semana Santa y los actos públicos relacionados con la misma, que concentran año a año a miles de personas en las calles de nuestra ciudad. 

El Ayuntamiento, el Obispado y la Junta de Cofradías y Hermandades confirman tomar esta dolorosa decisión, persiguiendo el objetivo de contener al máximo la expansión del coronavirus y proteger a la población. En este sentido, los tres organismos apelan  a la responsabilidad individual para cumplir las restricciones impuestas por el Estado para velar por la buena salud de nuestros convecinos. 

El obispado ha previsto, desde el día ayer, la retransmisión de las eucaristías a través de un canal de Youtube creado para seguir desde los hogares los actos religiosos celebrados en la Concatedral, como así sucederá con motivo de la Semana Santa. 

La Junta de Cofradías y Hermandades invita a todos los hermanos cofrades y a todos los habitantes de Guadalajara, a una Semana Santa vivida con el mismo recogimiento que en años anteriores, haciendo más íntimo el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor, uniéndolo al deber cívico impuesto como un compromiso moral. Esta decisión ha sido tomada condicionada a todas las determinaciones que en un futuro tome el Gobierno de la Nación.

La Diócesis de Sigüenza-Guadalajara ofrecerá a través del canal de YouTube de la Concatedral de Santa María la Mayor de Guadalajara emisiones en directo de diversas celebraciones en orden a estos horarios:

 

Eucaristía
De lunes a sábado a las 19.00 h.
Domingos a las 12.00 h. y a las 19.00 h.


Rosario
De lunes a sábado a las 12.00 h.

 

Clica en este enlace para acceder al canal de YouTube:

 

 

 Guadalajara Media también ofrecerá en directo las misas desde Santa María con estos horarios:

 

La misa de las 19.00 horas de lunes a sábado

La misa de las 12.00 horas del domingo

"A vosotros, amados de Dios, gracia y paz de parte de nuestro Señor Jesucristo" (Rom 1, 7)

 

En estos días de singular y dolorosa experiencia ciudadana y eclesial, a la que nos ha llevado la pandemia del coronavirus, la Iglesia Católica está llamada a ofrecer sus recursos en favor de los afectados así como la presencia del Señor que salva, animando a todos los cristianos a interceder ante la Madre de Dios, que nos ampara y escucha nuestra oración.

Por ello, invitamos a todas las Diócesis que lo consideren oportuno a que a la hora del Ángelus suenen las campanas de nuestros templos para invitar a orar a quienes permanecen en casa y hacer llegar, a quienes sirven y trabajan, la ayuda del Señor y el agradecimiento de la Iglesia.

Así, proponemos que a las 12 del medio día suenen las campanas para mostrar nuestro agradecimiento y fraterna solidaridad y orar:

– Por los enfermos contagiados por el virus, por sus familiares, por quienes están en cuarentena y por otros enfermos que ven afectada su atención por la prioridad de atajar la pandemia.

– Por los trabajadores de todos los Centros y Servicios Sanitarios.

– Por los Equipos de Emergencias, por los de Protección Civil y por las Fuerzas de Seguridad del Estado

– Por los Equipos de Pastoral de la Salud y por los voluntarios

– Por las personas de riesgo: niños, mayores y enfermos crónicos.

– Por los padres, madres, abuelos y educadores.

– Por los que están viviendo esta situación de emergencia en soledad.

– Por quienes carecen de hogar o de lo imprescindible para vivir.

– Por las diversas autoridades públicas.

– Por los sacerdotes y por los Monasterios de vida contemplativa, que con su oración y entrega siguen dando esperanza a todos los ciudadanos.

Y proponemos que, como conclusión del Ángelus, digamos juntos estos días y a esa hora la oración del Papa Francisco:

 

“Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza. Nosotros nos encomendamos a Ti, salud de los enfermos, que ante la Cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.

Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en Caná de Galilea, pueda regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre sí nuestros dolores para llevarnos, a través de la Cruz, al gozo de la Resurrección.

Amén. Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!

¡Qué el Señor os bendiga, os guarde y os conceda la paz!

 

La Comisión Ejecutiva de la CEE

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