Fragilidad, servicio, comunidad y crecimiento.  Estas palabras resumen mi experiencia durante estos meses, de pandemia y aislamiento. 

Don Agustín, el párroco de Santa María de Guadalajara, unos días antes de la fiesta de San José, me pidió si podía echar una mano en la retrasmisión del Rosario y la Santa Misa, en el Canal de YouTube de la parroquia, que acabábamos de estrenar, para acompañar a todos los miembros de nuestra parroquia en estos días de aislamiento.

Accedí encantado. Vivo muy cerca de Santa María, disponía de tiempo y todo el tema audiovisual y tecnológico me gusta un montón.  

Los primeros días estábamos varias personas para repartirnos el servicio, pero con los primeros contagios y cuarentenas, nos quedamos muy pocas personas para realizar la labor.

Mi recuerdo de esos días es de “soledad” y silencio. Pongo “soledad” entre comillas porque, aunque diariamente estamos 3 o 4 personas en Santa María, sentía la presencia inefable de tantas personas que nos seguían desde la televisión o las redes sociales. Alguna vez, al contestar alguna llamada, o ver los mensajes que nos mandaban, para agradecer la labor, se materializaba esa comunión y se escapaba alguna lágrima. Es paradójico, pero esta “soledad” ha sido la experiencia más fuerte que he tenido de comunidad.

Personalmente, estos días me han servido para crecer en mi vida interior, palpar la necesidad de reflexión y de silencio, constatar la fragilidad humana y comprobar que lo que nos hace fuertes como personas y como sociedad, es la solidaridad que se fundamenta en la caridad, fruto de la unión personal de cada uno de nosotros con Cristo. No puedo estar más agradecido.

 

#10de10 #SomosIglesia24Siete #quedan6

 

Fernando L. García Isidoro

Voluntario en las retransmisiones de la concatedral

Yadira y Patricio son un matrimonio de ecuatorianos que vive en Guadalajara. Durante este tiempo de pandemia, y lejos de su casa y de su familia, ha crecido su fe. Eso les ha hecho ser conscientes de que “hay que devolver en el servicio a los demás lo que la vida nos ha dado”. Así lo cree Yadira que argumenta que “sin fe es muy difícil ser agradecidos”.

Yadira trabaja en una casa en Madrid, pero  “como las empleadas del hogar no somos un servicio esencial prioritario, tuve que dejar de realizar mi quehacer diario por no poder viajar a otra provincia”. Patricio trabaja en logística en Quer. A él le hicieron un ERTE y por eso, junto a su mujer, han tenido más “tiempo para ayudar”.

Desde mediados de marzo este matrimonio, junto con otros voluntarios y trabajadores, ha considerado que el almacén de Caritas diocesana debía funcionar como una casa, y ambos han puesto su pericia laborar al servicio de todos. Patricio, que tiene habilidad en la disposición y el orden, ha trabajado en la coordinación del almacén. Yadira, que está acostumbrada a las labores domésticas, se afanaba en preparar lotes de víveres para entregar a las familias. La recompensa ha sido saber que su ayuda ha servido de algo, y por eso les da pena pensar que, tras esta dura prueba, “volvamos a la normalidad y se nos olvide que todos somos necesarios”.

Este tiempo ha sido difícil para Yadira, de una forma especial, puesto que ha vivido intensamente, aunque en la lejanía de los suyos, la enfermedad de toda su familia. Su hermano policía se infectó de Covid-19 y contagió a sus padres. Su madre ha corrido riesgo de muerte. “Han sido momentos de ansiedad y de angustia porque veía que se me iba y no podía ni despedirme de ella”. Ha sido, a la vez, un tiempo de profunda esperanza “en el que he pedido mucho a Dios, desde la distancia, por ellos y Dios me ha escuchado”.

 

#10de10 #SomosIglesia24Siete #quedan7

 

Patricio y Yadira

Voluntarios en el comedor social de Cáritas

Desde mediados de mayo, en el contexto de la pandemia, el MotoClub Alto Henares de Sigüenza puso en marcha, en distintos supermercados de la ciudad, la iniciativa 'Ningún hogar sin alimentos', involucrando en ella a comercios y empresas de alimentación locales, e incluso de fuera de la ciudad, y a cientos de seguntinos y seguntinas.

Se han recogido casi cinco mil kilos de alimentos no perecederos, que ya han sido entregados a Cáritas Sigüenza, en su sede de El Pósito de la Misericordia. Alberto del Olmo es el presidente del MotoClub Alto Henares de Sigüenza.

 

Se cumple el 775 aniversario de la llegada de las monjas del Císter a Buenafuente, desde el monasterio de Casbas (Huesca). Por este motivo, a petición de la madre abadesa del monasterio, el obispo diocesano solicitó de la Penitenciaría Apostólica la gracia de poder lucrar indulgencia plenaria quienes se acercaran al monasterio del Sistal, tanto para ellos como en sufragio de los fieles difuntos, siguiendo las condiciones establecidas en el mismo Decreto.

La Santa Sede ha concedido entre el pasado 20 de mayo y el próximo 20 de septiembre un tiempo de gracias jubilares, que ya abrió don Atilano Rodríguez el 21 de mayo. La clausura de este periodo jubilar será los días 19 y 20 de septiembre, coincidiendo con las fiestas del Cristo de la Salud y del Día de la Amistad de Buenafuente.

Suspendidas las actividades, acogida y convocatorias públicas en Buenafuente del Sistal desde el pasado 14 de marzo en razón de la pandemia, está previsto reanudarlas, si las condiciones sanitarias siguen siendo favorables, a partir del 1 de julio, manteniendo un aforo más reducido de huéspedes, y observando las prescripciones sociales aprobadas por las autoridades competentes.

Aunque mi labor de voluntariado en Cáritas es acudir los jueves a las cenas al Centro Residencial “Betania” para personas sin hogar como casi todo, con la llegada de la pandemia, esto también se paró. Consideramos que para contribuir a evitar el contagio y la expansión del virus, había algunas labores de las que se podían prescindir. Este hecho, en mi vivencia personal de pasar el confinamiento, supuso una ruptura con algo que llevo haciendo desde hace diez años.

Como tantas otras cosas que tienes interiorizadas en tu rutina, no acudir a Betania, fue creando un vacío en mi interior, que solo he sabido reconocer cuando he vuelto tras el confinamiento. Al cabo de siete semanas, por fin, comenzaron esos “alivios” tan esperados y se podía salir en franjas horarias concretas.

Desde Cáritas se me propuso el poder acompañar en el paseo diario a dos residentes de Betania, que por sus condiciones personales no podían hacerlo solos. Y con ilusión dije que sí. Está siendo una oportunidad de encuentro más estrecho con ellos, en un cara a cara, aunque sea con mascarillas, en el que las miradas se cruzan, mientras al caer la tarde damos el paseo diario.

Hay momentos de caminar en silencio, simplemente admirando la primavera o escuchando el canto de los pájaros, pero hay otros momentos de diálogo en el que la persona se sincera, te cuenta y te comparte esos sentimientos que lleva en el corazón. Creo que Dios siempre sorprende y en estas personas me encuentro con Él mismo, haciéndose realidad eso de que “recibes más de lo que das”.

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Elena Pérez Pastor

Voluntaria del Centro Residencial Betania

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