El próximo 7 de julio, en Sigüenza, se celebrarán la XVI Jornada 'Vida Monástica y Seglares', en las que se compartirá un día con las hermanas clarisas.

Habrá una eucaristía en la catedral seguntina y una visita a la localidad de Atienza y a sus museos.

La organización corresponde a la Delegación de Apostolado Seglar. Las personas interesadas puedes escribir al correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. o llamar a los teléfonos 696 26 70 49 ó 637 10 51 86.

El día 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo, celebramos el Día del Papa y la colecta llamada desde los primeros siglos Óbolo de San Pedro.

En el Día del Papa estamos invitados, de manera especial, a meditar en el ministerio del Sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a orar por él y a contribuir con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad. 

El Romano Pontífice, como Sucesor de Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena, suprema y universal. Es el Vicario de Cristo. 

Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba en la cárcel, toda la comunidad oraba insistentemente a Dios por él (cfr. Hc 12, 59). Hoy toda la Iglesia tiene el deber de orar por el Papa. Cuando oramos por el Sucesor de Pedro, que “preside la caridad de todas las Iglesias”, como afirmó San Ignacio de Antioquia, pedimos que la Iglesia se mantenga fiel a su magisterio, para que, como los primeros cristianos, vivamos como hermanos arraigados firmemente en el amor y en la caridad. 

Junto con la oración y el agradecimiento, esta Jornada es una llamada a colaborar con nuestras limosnas y donativos a la colecta especial. A través de ella ayudamos al Papa para que pueda realizar su misión a favor de la Iglesia Universal y de los más pobres de la tierra. 

Francisco[] (en latín, Franciscus PP.), de nombre secular Jorge Mario Bergoglio (Buenos Aires, Argentina; 17 de diciembre de 1936) es el 266.º y actual papa de la Iglesia católica. [  ]Como tal, es el jefe de Estado del Estado de la Ciudad del Vaticano. Tras la renuncia al cargo de Benedicto XVI, fue elegido el 13 de marzo de 2013 en la quinta votación efectuada durante el segundo día de cónclave.

El Seminario celebra este verano una convivencia vocacional para chavales que, por sus cualidades, sean candidatos a ser seminaristas en un futuro. Será en Valencia del 18 al 21 de julio.

Además de este encuentro, se ofrece un itinerario formativo y acompañamiento durante el siguiente curso. Consulta toda la información en este enlace:

 

El papa Francisco ha hecho público su Mensaje para la II Jornada Mundial de los pobres que se celebrará el 18 de noviembre. “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó” es el lema que ha elegido para la Jornada de este año.

MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
II JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES

Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario
18 de noviembre de 2018

“Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”

1. «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34, 7). Las palabras del salmista se vuelven también las nuestras a partir del momento en que somos llamados a encontrar las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en las que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de “pobres”. Quien escribe tales palabras no es ajeno a esta condición, al contrario. Él tiene experiencia directa de la pobreza y, sin embargo, la transforma en un canto de alabanza y de acción de gracias al Señor. Este salmo permite también a nosotros hoy comprender quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades.

Se nos dice, ante todo, que el Señor escucha los pobres que claman a Él y que es bueno con aquellos que buscan refugio en Él con el corazón destrozado por la tristeza, la soledad y la exclusión. Escucha a cuantos son atropellados en su dignidad y, a pesar de ello, tienen la fuerza de alzar su mirada hacia lo alto para recibir luz y consuelo. Escucha a aquellos que son perseguidos en nombre de una falsa justicia, oprimidos por políticas indignas de este nombre y atemorizados por la violencia; y aun así saben que en Dios tienen a su Salvador. Lo que surge de esta oración es ante todo el sentimiento de abandono y confianza en un Padre que escucha y acoge. En la misma onda de estas palabras podemos comprender más a fondo lo que Jesús proclamó con las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5, 3).

En virtud de esta experiencia única y, en muchos sentidos, inmerecida e imposible de describir por completo, nace por cierto el deseo de contarla a otros, en primer lugar a aquellos que son, como el salmista, pobres, rechazados y marginados. En efecto, nadie puede sentirse excluido del amor del Padre, especialmente en un mundo que con frecuencia pone la riqueza como primer objetivo y hace que las personas se encierren en sí mismas.

2. El salmo caracteriza con tres verbos la actitud del pobre y su relación con Dios. Ante todo, “gritar”. La condición de pobreza no se agota en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios. ¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles? En una Jornada como esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres.

El silencio de la escucha es lo que necesitamos para poder reconocer su voz. Si somos nosotros los que hablamos mucho, no lograremos escucharlos. A menudo me temo que tantas iniciativas, aunque de suyo meritorias y necesarias, estén dirigidas más a complacernos a nosotros mismos que a acoger el clamor del pobre. En tal caso, cuando los pobres hacen sentir su voz, la reacción no es coherente, no es capaz de sintonizar con su condición. Se está tan atrapado en una cultura que obliga a mirarse al espejo y a cuidarse en exceso, que se piensa que un gesto de altruismo bastaría para quedar satisfechos, sin tener que comprometerse directamente.

3. El segundo verbo es “responder”. El Señor, dice el salmista, no sólo escucha el grito del pobre, sino que responde. Su respuesta, como se testimonia en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor en la condición del pobre. Así ocurrió cuando Abrahán manifestaba a Dios su deseo de tener una descendencia, no obstante él y su mujer Sara, ya ancianos, no tuvieran hijos (cf. Gén 15, 1-6). Sucedió cuando Moisés, a través del fuego de una zarza que se quemaba intacta, recibió la revelación del nombre divino y la misión de hacer salir al pueblo de Egipto (cf. Éx 3, 1-15). Y esta respuesta se confirmó a lo largo de todo el camino del pueblo por el desierto: cuando el hambre y la sed asaltaban (cf. Éx 16, 1-16; 17, 1-7), y cuando se caía en la peor miseria, la de la infidelidad a la alianza y de la idolatría (cf. Éx 32, 1-14).

La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano. La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío. Probablemente es como una gota de agua en el desierto de la pobreza; y sin embargo puede ser un signo de compartir para cuantos pasan necesidad, que hace sentir la presencia activa de un hermano o una hermana. Los pobres no necesitan un acto de delegación, sino del compromiso personal de aquellos que escuchan su clamor. La solicitud de los creyentes no puede limitarse a una forma de asistencia – que es necesaria y providencial en un primer momento –, sino que exige esa «atención amante» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 199) que honra al otro como persona y busca su bien.

4. El tercer verbo es “liberar”. El pobre de la Biblia vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle dignidad. La pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas. La acción con la cual el Señor libera es un acto salvación para quienes le han manifestado su propia tristeza y angustia. Las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la potencia de la intervención de Dios. Tantos salmos narran y celebran esta historia de salvación que se refleja en la vida personal del pobre: «Él no ha mirado con desdén ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó cuando pidió auxilio» (Sal 22, 25). Poder contemplar el rostro de Dios es signo de su amistad, de su cercanía, de su salvación. «Tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba, […] me pusiste en un lugar espacioso» (Sal 31, 8-9). Ofrecer al pobre un “lugar espacioso” equivale a liberarlo de la “red del cazador” (cf. Sal 91, 3), a alejarlo de la trampa tendida en su camino, para que pueda caminar expedito y mirar la vida con ojos serenos. La salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad. Es a partir de esta cercanía, concreta y tangible, que comienza un genuino itinerario de liberación: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).

5. Me conmueve saber que muchos pobres se han identificado con Bartimeo, del cual habla el evangelista Marcos (cf. 10, 46-52). El ciego Bartimeo «estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna» (v. 46), y habiendo escuchado que pasaba Jesús «empezó a gritar» y a invocar el «Hijo de David» para que tuviera piedad de él (cf. v. 47). «Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más fuerte» (v. 48). El Hijo de Dios escuchó su grito: «“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Rabbunì, que recobre la vista!”» (v. 51). Esta página del Evangelio hace visible lo que el salmo anunciaba como promesa. Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: «Ánimo. Levántate, que te llama» (v. 49).

Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento. Se tiende a crear distancia entre ellos y el proprio yo, sin darse cuenta que así se produce el alejamiento del Señor Jesús, quien no los rechaza sino que los llama así y los consuela. Con mucha pertinencia resuenan en este caso las palabras del profeta sobre el estilo de vida del creyente: «soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; […] compartir tu pan con el hambriento, […] albergar a los pobres sin techo, […] cubrir al que veas desnudo» (Is 58, 6-7). Este modo de obrar permite que el pecado sea perdonado (cf. 1Pe 4, 8), que la justicia recorra su camino y que, cuando seremos nosotros lo que gritaremos al Señor, Él entonces responderá y dirá: ¡Aquí estoy! (cf. Is 58, 9).

6. Los pobres son los primeros capacitados para reconocer la presencia de Dios y dar testimonio de su proximidad en sus vidas. Dios permanece fiel a su promesa, e incluso en la oscuridad de la noche no hace faltar el calor de su amor y de su consolación. Sin embargo, para superar la opresiva condición de pobreza es necesario que ellos perciban la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta del corazón y de la vida, los hacen sentir amigos y familiares. Sólo de esta manera podremos «reconocer la fuerza salvífica de sus vidas» y «ponerlos en el centro del camino de la Iglesia» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 198).

En esta Jornada Mundial estamos invitados a hacer concretas las palabras del Salmo: «los pobres comerán hasta saciarse» (Sal 22, 27). Sabemos que en el templo de Jerusalén, después del rito del sacrificio, tenía lugar el banquete. En muchas Diócesis, esta fue una experiencia que, el año pasado, enriqueció la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres. Muchos encontraron el calor de un una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera simple y fraterna. Quisiera que también este año y en el futuro esta Jornada fuera celebrada bajo el signo de la alegría por redescubrir el valor de estar juntos. Orar juntos y compartir la comida el día domingo. Una experiencia que nos devuelve a la primera comunidad cristiana, que el evangelista Lucas describe en toda su originalidad y simplicidad: «Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. […] Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno» (Hch 2, 42. 44-45).

7. Son innumerables las iniciativas que diariamente emprende la comunidad cristiana para dar un signo de cercanía y de alivio a las variadas formas de pobreza que están ante nuestros ojos. A menudo la colaboración con otras realidades, que no están motivadas por la fe sino por la solidaridad humana, hace posible brindar una ayuda que solos no podríamos realizar. Reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente hace que tendamos la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda alcanzar el objetivo de manera más eficaz. Nos mueve la fe y el imperativo de la caridad, pero sabemos reconocer otras formas de ayuda y solidaridad que, en parte, se fijan los mismos objetivos; siempre y cuando no descuidemos lo que nos es propio, a saber, llevar a todos hacia Dios y a la santidad. El diálogo entre las diversas experiencias y la humildad en el prestar nuestra colaboración, sin ningún tipo de protagonismo, es una respuesta adecuada y plenamente evangélica que podemos realizar.

Frente a los pobres, no es cuestión de jugar a ver quién tiene el primado de la intervención, sino que podemos reconocer humildemente que es el Espíritu quien suscita gestos que son un signo de la respuesta y cercanía de Dios. Cuando encontramos el modo para acercarnos a los pobres, sabemos que el primado le corresponde a Él, que ha abierto nuestros ojos y nuestro corazón a la conversión. No es protagonismo lo que necesitan los pobres, sino ese amor que sabe esconderse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone al servicio es instrumento en las manos de Dios para hacer reconocer su presencia y su salvación. Lo recuerda San Pablo escribiendo a los cristianos de Corinto, que competían ente ellos por los carismas, en busca de los más prestigiosos: «El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”, ni la cabeza, a los pies: “No tengo necesidad de ustedes”» (1Cor 12, 21). El Apóstol hace una consideración importante al observar que los miembros que parecen más débiles son los más necesarios (cf. v. 22); y que «los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera» (vv. 23-24). Mientras ofrece una enseñanza fundamental sobre los carismas, Pablo también educa a la comunidad en la actitud evangélica respecto a los miembros más débiles y necesitados. Lejos de los discípulos de Cristo sentimientos de desprecio o de pietismo hacia ellos; más bien están llamados a honrarlos, a darles precedencia, convencidos de que son una presencia real de Jesús entre nosotros. «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25, 40).

8. Aquí se comprende cuánta distancia existe entre nuestro modo de vivir y el del mundo, el cual elogia, sigue e imita a quienes tienen poder y riqueza, mientras margina a los pobres, considerándolos un desecho y una vergüenza. Las palabras del Apóstol son una invitación a darle plenitud evangélica a la solidaridad con los miembros más débiles y menos capaces del cuerpo de Cristo: «¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría» (1Cor12, 26). Del mismo modo, en la Carta a los Romanos nos exhorta: «Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes» (12, 15-16). Esta es la vocación del discípulo de Cristo; el ideal al cual aspirar con constancia es asimilar cada vez más en nosotros los «sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2, 5).

9.Una palabra de esperanza se convierte en el epílogo natural al que conduce la fe. Con frecuencia son precisamente los pobres los que ponen en crisis nuestra indiferencia, hija de una visión de la vida en exceso inmanente y atada al presente. El grito del pobre es también un grito de esperanza con el que manifiesta la certeza de ser liberado. La esperanza fundada sobre el amor de Dios que no abandona a quien en Él confía (cf. Rom 8, 31-39). Santa Teresa de Ávila en su Camino de perfección escribía: «La pobreza es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un señorío grande. Es señorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada» (2, 5). Es en la medida que seamos capaces de discernir el verdadero bien que nos volveremos ricos ante Dios y sabios ante nosotros mismos y ante los demás. Así es: en la medida que se logra dar el sentido justo y verdadero a la riqueza, se crece en humanidad y se vuelve capaz de compartir.

10. Invito a los hermanos obispos, a los sacerdotes y en particular a los diáconos, a quienes se les impuso las manos para el servicio de los pobres (cf. Hch 6, 1-7), junto con las personas consagradas y con tantos laicos y laicas que en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos hacen tangible la respuesta de la Iglesia al grito de los pobres, a que vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización. Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia. Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, uno hacia otro, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene.

Vaticano, 13 de junio de 2018
Memoria litúrgica de San Antonio de Padua

 

Fuente: www.conferenciaepiscopal.es

La Conferencia Episcopal Española (CEE) presenta la Memoria anual de actividades de la Iglesia Católica de 2016 (descargar Memoria en PDF) (descargar presentación). Interviene el vicesecretario para asuntos económicos, Fernando Giménez Barriocanal.

 

 

Esta Memoria tiene dos partes. Por un lado, ofrece la información referida a la Asignación tributaria, correspondiente al año 2016, tras haber conocido los datos definitivos de la Asignación tributaria de ese año, el pasado 24 de mayo.

En la segunda parte se da cuenta de todo el trabajo realizado por la Iglesia en España. Una Iglesia que está formada:

  • por las 70 diócesis (69 territoriales y 1 castrense) que integran 23.019 parroquias, atendidas por 18.164 sacerdotes;
  • a lo que hay que sumar, la actividad de las órdenes y congregaciones religiosas, sus casas, los monasterios y el resto de formas de vida consagrada, todas ellas con sus propias actividades pastorales, educativas y asistenciales;
  • y el trabajo de las 12.718 entidades religiosas (cofradías, hermandades, asociaciones, fundaciones, movimientos…).

Todo ello completa el mapa de las realidades de la Iglesia en España de las que se da cuenta en esta Memoria.

1.- La Asignación tributaria en 2016 y su distribución

En lo que se refiere a la Asignación tributaria, de la que se da cuenta en la Memoria que se presenta aquí, el 0,7 % de la X a favor de la Iglesia católica marcada por los contribuyentes en su declaración de la renta supuso en 2016 una cantidad de 256,66 millones de euros.

Teniendo en cuenta las declaraciones conjuntas, un total de 8,5 millones de contribuyentes marcan la X a favor de la Iglesia católica en nuestro país, aproximadamente 650.000 más que los que lo hacían en 2006.

La distribución de esa cantidad fue principalmente a las diócesis (un 80,4% del total) y el resto (19,6%) a cuestiones como el pago de la seguridad social del clero, centros de formación dependientes de la CEE, la aportación extraordinaria a Cáritas, que se suma a lo que cada diócesis y cada parroquia dedica a este fin de sus propios presupuestos, etc. En detalle la distribución fue la siguiente:

  • Envío a las diócesis para su sostenimiento (80,4%)
  • Seguridad social del clero (6,5%)
  • Aportación extraordinaria para las Cáritas diocesanas (2,5%)
  • Centros de formación (UPSA, Facs. Eclesiásticas, etc.) (2,4%)
  • Campaña de financiación de la Iglesia (1,9%)
  • Ayudas a proyectos de rehabilitación y construcción de templos (1,5%)
  • Actividades pastorales nacionales (1,4%)
  • Funcionamiento de la CEE (1%)
  • Retribución obispos (0,9%)
  • Actividades pastorales en el extranjero (0,5%)
  • Conferencia de Religiosos (0,4%)
  • Ayuda a diócesis insulares (0,2%)
  • Instituciones de la Santa Sede (0.2%)

Si atendemos a la economía diocesana, las diócesis cuentan con diversas fuentes de financiación, una de ellas, es la que llega de la Asignación tributaria a través de la distribución que hace la CEE.

Como media, las fuentes de ingresos de las diócesis y su aportación a la economía diocesana es la siguiente:

  • las aportaciones de los fieles (36%)
  • la Asignación tributaria (24%)
  • los ingresos corrientes (20%)
  • los ingresos por patrimonio y otras actividades (12%)
  • los ingresos extraordinarios y necesidades de financiación (8%)

2.- Actividades de la Iglesia católica en España

La segunda parte de la Memoria recoge la actividad realizada por toda la Iglesia española (diócesis, congregaciones y órdenes religiosas, fundaciones religiosas, etc.) a lo largo de 2016.

Presentar en una publicación el total de la aportación de la Iglesia en favor de la sociedad es un arduo trabajo. Signo de que la Iglesia está viva, cada año la Memoria recoge nuevos datos de instituciones de la Iglesia que trabajan en la sociedad pero que no habían aparecido todavía en las Memorias anteriores o surgen nuevas actividades que van modificando los datos de año en año.

La Memoria recoge la actividad de la Iglesia en seis grandes bloques: actividad celebrativa, pastoral, evangelizadora, educativa, cultural y caritativa-asistencial.

Actividad celebrativa. La Memoria recoge que, en 2016, se celebraron en España:

  • 226.125 bautizos
  • 238.671 celebraciones de la primera comunión
  • 128.832 celebraciones de la confirmación
  • 50.805 matrimonios canónicos
  • 24.637 celebraciones de la unción de los enfermos, individuales o colectiva.

Más de 8,3 millones de personas asisten regularmente a la celebración de la eucaristía. Los sacerdotes celebraron en 2016 más de 9,5 millones de eucaristías.

Actividad pastoral. La actividad que realiza la Iglesia de acompañamiento y servicio a su misión está realizada en España por 18.164 sacerdotes en 23.019 parroquias, (de ellas, 11.396 son parroquias rurales). Además, contribuyen a esta misión de la Iglesia, entre otros:

  • 53.918 religiosos
  • 9.322 monjes y monjas de clausura y los 812 monasterios
  • 439 diáconos permanentes
  • 105.662 catequistas
  • 1.247 seminaristas

Sacerdotes y voluntarios dedican a la actividad pastoral 46,4 millones de horas al año.

Por otra parte, existen también 12.718 entidades religiosas católicas inscritas en el registro de entidades religiosas, de las cuales 5.275 son asociaciones.

Actividad evangelizadora en el extranjero. Es realizada por 13.000 misioneros y 502 familias en misión. Estos misioneros se reparten así:

Por continentes:

  • América. 9.046 misioneros (69,6%)
  • África. 1.583 misioneros (12,2%)
  • Europa. 1.542 misioneros (11,8%)
  • Asia. 787 misioneros (6,1%)
  • Oceanía. 42 misioneros (0,3%)

Por estado:

  • Religiosas 50,4% y religiosos 7,4%
  • Sacerdotes 34,2%
  • Laicos 6,9%
  • Obispos 1,1%

Actividad educativa. Los centros concertados han crecido en 7.460 el número de alumnos, alcanzando un total de 1.484.378 estudiantes en 2.591 centros.

También ha crecido el número de trabajadores de estos centros en 370, alcanzando una cifra de 125.887 trabajadores, de los que 102.476 son personal docente.

Un estudio recientemente publicado por la Conferencia Episcopal señala que por cada euro invertido en la educación de inspiración católica revierte a la sociedad 4,1 euros.

Actividad cultural. El patrimonio cultural tiene una finalidad litúrgica, evangelizadora y pastoral, a la vez que está abierto al estudio y a la contemplación de la sociedad. Por eso la Iglesia lo pone a disposición de todos.

225.000 personas trabajan en España a causa del patrimonio de la Iglesia, de manera directa, indirecta o inducida. Es un patrimonio que genera en nuestro país un impacto total en el PIB de 22.620 millones de euros, lo que supone más del 3% del PIB español.

Durante 2016, las diócesis han destinado 71,14 millones de euros a proyectos de construcción, conservación y rehabilitación del patrimonio de la Iglesia.

Actividad caritativa y asistencial. Como venía sucediendo en años anteriores, en el contexto social actual, la Iglesia católica ha incrementado su actividad caritativa y asistencial. La Memoria recoge este año 244 nuevos centros sociales y asistenciales, algunos de nueva creación y otros que se incorporan por primera vez fruto del trabajo de profundización que anualmente realiza la Memoria.

4.765.869 personas fueron acompañadas y atendidas en alguno de los 9.110 centros sociales y asistenciales de la Iglesia durante el año 2016. Además de los profesionales de cada sector, una ingente cantidad de voluntarios, por su vinculación a la Iglesia, dedican su tiempo y sus mejores esfuerzos a quienes más lo necesitan.

3.- Objetivo de la Memoria e informe de la auditoría

El presidente de la CEE, cardenal Ricardo Blázquez, resume el objetivo fundamental de la Memoria: “La presentación de esta Memoria responde a nuestro compromiso de rendir cuentas y de avanzar en transparencia, ampliando cada año la información más relevante, y mostrando de forma más clara y concisa cuál es la contribución de la Iglesia a la sociedad. Pero, ante todo, es una verdadera oportunidad para hacer visible la actividad tan inmensa que realiza la Iglesia cada año, gracias a tantas personas que contribuyen con su tiempo, dedicación y trabajo a hacer presente el mensaje del Evangelio en la sociedad española”.

Por sexto año consecutivo la CEE ha encargado a la auditora internacional PwC un Informe de Aseguramiento Razonable sobre la Memoria Justificativa de Actividades del Ejercicio 2016. En palabras de PwC, “la Memoria anual de actividades Ejercicio 2016 de la Conferencia Episcopal Española ha sido preparada de manera adecuada y fiable, en todos sus aspectos significativos”.

Para conocer las cuentas de la Iglesia

Además de la Memoria de actividades, todos estos datos están disponibles en el Portal de Transparencia de la CEE , en la página web de la CEE y en la del secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia (Xtantos.es). También se ha realizado un folleto divulgativo del que se han hecho un millón de ejemplares, y que se distribuirá por toda España, encartado en diarios económicos y en los principales diarios nacionales de carácter general.

 

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