A última hora de la tarde del jueves 1 de junio, falleció en la Casa Sacerdotal a los casi 86 años de edad (nació el 12 de agosto de 1931 en Mochales) y 61 de ordenación (fue ordenado sacerdote en Sigüenza el 12 de febrero de 1956) Julián Bernia Romero.

Sus restos mortales fueron velados en el tanatorio de Guadalajara. El viernes 2 de junio fue trasladado a Torija, donde se celebró el funeral y sepelio, a partir de las 19 horas.     

Su vida, especialmente en los últimos años, ha sido una continua ofrenda al Señor de sus sufrimientos y dolores. Entre otros destinos sacerdotales, sirvió en Anguita, Torija, Fontanar, Azuqueca de Henares y Molina de Aragón. Ya jubilado, se estableció en la Casa Sacerdotal de Guadalajara.

 

 

Remecidos del Espíritu Santo

 

Observa cómo narran las Escrituras la creación del universo: “La tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas” (Gn 1, 2). Y cómo el ser humano se convirtió en ser vivo: “Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo” (Gn 2, 7). En ambos textos interviene el Espíritu de Dios, su hálito divino.

Si la obra primera comenzó por la acción del Espíritu, Dios realizó la obra suprema por gracia del mismo Espíritu: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios” (Lc 1, 30-35). Y Jesucristo consumó el proyecto de la Redención, entregando su espíritu: “Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (Jn 19, 30).

María, la madre de Jesús, lo fue por gracia del Espíritu Santo. Elevada a ser la madre de todos los hombres, madre de la Iglesia, inició su maternidad universal colmada del don supremo de su Hijo, el Espíritu Santo, cuando el día de Pentecostés, reunida con los discípulos de Jesús en el cenáculo, fue ungida con el fuego divino.

La Iglesia nace del don total de Jesucristo, de su costado abierto. Ella es la esposa, la amada, la inundada por los dones del Espíritu, y la que mantiene en su recinto a los que esperan el advenimiento definitivo del Señor, y eleva su cántico junto con el Espíritu, en permanente oración: “El Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! Y quien lo oiga, diga: «¡Ven!» Y quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente” (Ap 22, 17).

La creación, la Redención y la santificación son obra del Espíritu Santo. Al comienzo de su vida pública, Jesús fue señalado por el Espíritu como el Cristo, el Mesías, el Ungido. María fue la colmada de gracia, la llenada del Espíritu Santo; la Iglesia es la depositaria de los dones del Espíritu Santo. Tú eres habitado por el amor de Dios, y por ello, eres templo del Espíritu.

En una lectura amplia de los textos bíblicos se puede observar la ubicación de las referencias al Espíritu Santo en los momentos de inicio y de consumación; así se nos dice que el Espíritu del Señor lo llena todo, lo remece, lo reaviva, y esta presencia es motivo permanente de esperanza, pues el Espíritu se derramó incluso en los no bautizados.

Agradece al Señor su don supremo, el amor con el que te sostiene y te acompaña, su Espíritu Santo. Por Él estás vivo, eres sensible, percibes la belleza, el amor, y eres capaz de amar y de acrecentar la obra del Creador gracias a los dones que posees, derramados sobre ti por el Espíritu.

El 30 de abril fue la clausura de la exposición en Toledo «Cervantes, soldado y poeta», en la que se encontraron la bandera portuguesa y la de Drake, propiedad de la catedral. La exposición fue inaugurada el 29 de noviembre pasado.

Las banderas, con sus correspondientes expositores, regresan a la catedral la próxima semana. Se expondrán en la sala de San Sebastián en el claustro, la sala que durante la exposición «aTempora» albergó la recreación de la botica del Hospital de San Mateo de Sigüenza.

La catedral de Sigüenza dispone también de una tercera bandera histórica, esta de mitad del siglo XVII, la llamada bandera del Regimiento Provincial de Sigüenza, y que era la enseña de una división de soldados seguntinos en una confrontación bélica en Dinamarca con las huestes borbónicas. Desaparecida en la Guerra Civil, fue recuperada en 1986 por la entonces naciente Asociación de Amigos de la Catedral de Sigüenza. Esta bandera requiere ahora su restauración, que está siendo objeto de estudio y deliberación.

En la Pascua de Pentecostés, este año el domingo 4 de junio, se celebra la Jornada de Acción Católica y de Apostolado Seglar. Protagonizada especialmente por los movimientos laicales, la Delegación de Apostolado Seglar ambienta, organiza y anima la jornada, que este año lleva el lema “Salir, caminar y sembrar siempre de nuevo”, asunto sobre el que la delegada diocesana, Ana Gil Valdeolivas, ha escrito una reflexión que se ha repartido con El Eco.

En fechas precedentes ha distribuido también por las parroquias materiales catequéticos y litúrgicos para la celebración. Y en el fin de semana promueve dos actos principales.

El sábado 3, a las 22:00 horas en el claustro de las Adoratrices, habrá una vigilia de oración, abierta a todo el mundo, que presidirá el prelado, mons. Atilano Rodríguez.

Y el domingo 4, entre 19:30 y 21:00 horas, un concierto de música cristiana del grupo Brotes de Olivo.

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