El 14 de marzo esta candidatura, “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza”, recibirá un Premio Popular de Nueva Alcarria a la labor en patrimonio cultural

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Tres años después de que el Ayuntamiento de Sigüenza y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha lanzaran la candidatura, esta, a pesar de la pandemia, ha ido tomando cuerpo. La candidatura ha sido presentada dentro del apartado de paisaje cultural y abarca no solo la ciudad de Sigüenza, sino toda su comarca (amén de buena parte de las 29 pedanías seguntinas), incluye la villa medieval de Atienza y se extiende desde el río Dulce hasta el río Salado. De ahí, su denominación oficial como “Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza”. Desde el 12 de noviembre de 2021, la candidatura está incluida en la lista indicativa que España tiene presentada ante la UNESCO.

De este modo, en la candidatura se aúnan naturaleza, arte, urbanismo, historia y lo que se denomina también patrimonio inmaterial (fiestas, tradiciones, folklore). Sin olvidar la importancia que a esta candidatura aportan todos estos elementos, sobre lo que luego volveremos; ahora, he aquí diez razones, centradas sobre todo en la ciudad de Sigüenza, “corazón” de la candidatura.

Diez razones, al menos…

 (1) Su geografía y su prehistoria. Rodeada de siete colinas (de oeste a este, Buitrera, cerro de la Quebrada, cerro de San Cristóbal, cerro del Mirón, cerro de Villavieja, cerro del Otero y La Lastra), Sigüenza, la que domina el valle, se mece sobre el valle del río Henares, todavía naciente, y muy próxima a los ríos Dulce y Salado, que, entre Mandoyona y Baides, se fusionan con el Henares.

La historia de Sigüenza es más de dos veces milenaria, como ha puesto de evidencia la reciente exposición en la catedral ATEMPORA 2022: desde la celtibérica ciudad y después la antigua Segontia romana de Valdecán a la Sigüenza del alba del tercer milenio, que actualmente navega en medio de la historia, del presente y del futuro en uno de los más duros y crudos epicentros de la España vaciada.  Y casi 1.000 metros de altitud sobre el nivel mar.

(2) Sede episcopal desde el siglo IV. Tras la oficialidad y libertad para el cristianismo en el Imperio Romano, a partir del 313, la fe cristiana llega pronto a Sigüenza y quizás en ese mismo siglo ya es sede episcopal. Dato que es una verdad histórica en el año 589 cuando entre los obispos que firman el III Concilio de Toledo se halla ya el de Sigüenza, de nombre Protógenes. Desde entonces, y con la salvedad de los cuatro siglos de invasión musulmana en España y en Sigüenza, es ininterrumpida la historia y la actividad de la Iglesia católica en y desde la sede episcopal de Sigüenza.

(3) Una catedral de más de 850 años. Aun cuando la primera catedral (la iglesia, el templo propio del obispo) pudo estar ubicada, como testimonian las “Cantigas”, número 383, de Alfonso X el sabio, en la vera del Henares, en lo que ahora es Santa María de los Huertos, junto al Parque de la Alameda, en la iglesia entonces llamada de Santa María de Medina o Santa María Antiquísima, tras la reconquista de la ciudad y diócesis, año 1124, comenzó la construcción de la catedral en su emplazamiento actual. Dicho templo fue consagrado al culto el 19 de junio de 1169, por el obispo Joscelmo Adelida (el tercer sucesor del obispo Bernardo de Agén, quien, el 22 de enero de 1124, reconquistó la ciudad y comenzó a reconquistar también el histórico territorio diocesano entre el Alto Duero y Alto Tajo). Ello hace que la catedral de Sigüenza sea una de las antiguas catedrales de España.        

(4) La Sigüenza medieval. La catedral de Sigüenza constituyó durante siglos el eje urbanístico de la ciudad junto con el castillo-fortaleza. Y entre catedral y castillo, en ciudad amurallada, se desarrolló la ciudad, con sus empinadas y empedradas callejas y travesañas y sus rincones donde también florecieron en el Bajo Medievo las denominadas Tres Culturas, y donde en el final de la Edad Media y alba del Renacimiento, nació una universidad, fundada por el canónigo seguntino Juan López de Medina, y sobre cuyos estatutos el cardenal Cisneros (con anterioridad, fue también canónigo de esta catedral) erigió, un par de décadas después, la Universidad de Alcalá de Henares. La Universidad de Sigüenza desapareció en 1836.

(5) Una de las diez mejores catedrales de España. Esplendoroso recorrido por la mejor historia del arte cristiano del segundo milenio, la catedral de Sigüenza es románica, es cisterciense, es gótica, es renacentista, es plateresca, es barroca, es neoclásica, como luego veremos. Y todo ello convierte a esta catedral en una de las diez mejores catedrales de España y entre las cincuenta mejores catedrales de todo el mundo.

Además, la ciudad conserva otras espléndidas muestras de los artes románico, cisterciense y gótico en las iglesias de Santiago, Santiago y Santa María de los Huertos.

(6) Solo por el Doncel ya merece ser ciudad patrimonio. Erigida, en 1493, en una capilla catedralicia, junto al bazo sur del crucero, la escultura yacente de Martín Vázquez de Arce (el Doncel de Sigüenza) es un prodigio de belleza y de simbolismo. Es mucha más que una marca, que lo es. Es un emblema del ideal renacentista y humanista (aun habiendo sido esculpida la figura en estilo gótico tardío). La escultura yacente del Doncel no es solo una de las mejores esculturas yacentes de toda la historia de arte, sino también de toda la historia de la escultura.

(7) Primor renacentista y plateresco.  La edad o siglo de oro de la historia de España (final del siglo XV, donde sobresale la extraordinaria figura del cardenal Pedro González de Mendoza, y siglos XVI y XVII) fue también la edad o siglo de oro de la historia de Sigüenza. Y su estilo artístico y cultural, con denominación y marca de origen, simboliza esta etapa de la historia es el plateresco. Y quien busque plateresco primoroso, no podrá dejar de contemplar y admirar en la catedral seguntina la Sacristía de las Cabezas, el esplendoroso conjunto del transepto o crucero norte (Santa Librada), promovido por el obispo Fadrique de Portugal, la iglesia de Santa María de los Huertos (su exterior; el interior es gótico) y la renacentista Plaza Mayor y sus soportales.

(8) Majestuosa sobriedad barroca y neoclásica.  Visitar Sigüenza es un paseo, un recorrido vivo por la historia, el arte y el urbanismo, donde el barroco nos espera magnífico en la fachada de la iglesia de las Ursulinas y en el retablo del trascoro catedralicio en honor de la Virgen de la Mayor. Y donde el neoclásico tiene cita en el Callejón de Infantes, las fachadas de los antiguos seminarios y universidad, el Paseo de San Roque, la catedralicia puerta del mercado y hasta la huerta u obra del obispo entre Sigüenza y Alcuneza. Y, de nuevo, merece, en este apartado, una mención otros dos obispos de Sigüenza: Andrés Bravo de Salamanca y Juan Díaz de la Guerra.

(9) Un oasis de naturaleza.  Enclavada, como ya se dijo, en el valle del Henares naciente, Sigüenza abarca en su territorio y municipalidad 29 pueblos y pedanías, que se extiende entre los ríos Salado (las históricas salinas de Imón) y Dulce (con parajes tan hermosos y agretes como Pelegrina, La Cabrera o Aragosa, en pleno parque natural). Una naturaleza la de Sigüenza se hizo y se hace pueblo y ciudadanía en la Parque de la Alameda (otro obispo, Pedro Inocencio Vejarano, fue su promotor, para “solaz de pobres), en los campos de deporte y campamentos del Oasis y en el pinar, la raposera y la pinarilla.

(10) Un mundo de patrimonio inmaterial por descubrir.  En este patrimonio inmaterial de Sigüenza, que es también patrimonio vivo, como lo son su historia, su arte y su naturaleza, se produce una espléndida simbiosis entre lo popular y lo religioso, como aunando amas dimensiones expresan la hoguera de san Vicente, los arcos de san Juan, los toros y encierros de san Roque, las jornadas medievales,… ; la música (Sigüenza es ciudad de mil música y de honda y variada raigambre, tradición y presente musical) y la gastronomía (la ciudad dispone de una magnífica red de hostelería, incluso con dos restaurantes con Estrella Michelín); y también sus ritos cristianos como el Descendimiento de Cristo, el paso de los Armaos de Semana Santa, las procesiones el Santo Entierro y de la Virgen de Mayor, también llamadas, respectivamente del Silencio y de los Faroles,….

 

Y todavía más joyas en sus derredores

Esta candidatura a patrimonio de humanidad incluye, asimismo y como se indicó al comienzo de este artículo, otros lugares de gran belleza. Empezamos por los castillos medievales: Sigüenza, Atienza, Guijosa, Palazuelos, Pelegrina, La Riba de Santiuste.

Enclavada en la Sierra Norte de la provincia de Guadalajara, territorio de gran esplendor del románico rural, la candidatura, sin incluir, aunque están muy próximas, las joyas de las iglesias de Albendiego, Villacadima y Campisábalos, sí incluye los también hermosísimos templos románicos de Carabias y de Pozancos, amén de las murallas de Palazuelos, las ya citada Salinas de Imón (uno de las fortalezas de la candidatura; también hubo salinas en Alcuneza, La Olmeda de Jadraque, Rienda), los retablos renacentistas de las iglesias de Pelegrina, de Riosalido y de Bujarrabal,  y, por supuesto, la bellísima villa medieval de Atienza, sus números y valiosas iglesias y museos y su histórica Caballada.

 

Espacio geográfico y natural de la candidatura

El paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza forma parte de la paramera de Sigüenza que se extiende entre el Sistema Central y la Cordillera Ibérica. La interacción entre el ser humano y este excepcional espacio natural ha conformado un ecosistema propio, definido desde la Edad Media, que se ha mantenido hasta la actualidad sin apenas modificaciones, con una miríada de pequeñas aldeas y pueblos que dependen de la ciudad de Sigüenza como principal núcleo de población de la comarca, seguido de la villa de Atienza.

El área incluida se extiende desde el Parque Natural del Barranco del río Dulce al sur hasta la villa de Atienza al norte, abarcando una superficie de 219 km2 encuadrados dentro de la paramera de Sigüenza, una de las representaciones naturales más significativas e íntegras de este tipo paisajístico en la península ibérica.

Los paisajes culturales son bienes que representan las “obras conjuntas del hombre y la naturaleza”. Ilustran la evolución de la sociedad humana y sus asentamientos a lo largo del tiempo, condicionados por las limitaciones y/o oportunidades físicas que presenta su entorno natural y por las sucesivas fuerzas sociales, económicas y culturales, tanto externas como internas.

El paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza pertenece a la categoría de paisaje evolutivo relicto (o fósil). Nacido durante el proceso de conquista cristiana del territorio en el siglo XII, evolucionó orgánicamente hasta el siglo XIX a partir de la organización territorial medieval, deteniéndose definitivamente entre los siglos XIX y XX debido al fenómeno de la despoblación. Ello ha permitido que se conserven sus características esenciales sin cambios sustanciales.
 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 10 de marzo de 2023

Rafael C. García Serrano

(Conferencia Nuestra Señora de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

Tiempo tuyo María  

en el que te siento a mi lado,  

tiempo mío María  

en el que me encuentro contigo.

 

En el inevitable quehacer,  

en el afán de cada día,  

este tiempo para ti, solo para ti,  

es un momento de paz,  

una navegación hacia una luz  

que mi penumbra ilumina.

 

Digo Dios te salve María  

y me encuentro en el camino de la salvación,  

digo llena eres de gracia  

y tus bienes me están alcanzando;  

digo el Señor es contigo  

y siento que me acercas a Él;  

digo bendita tu eres entre todas las mujeres  

y es lo que siento mi señora  

porque rezo, y rezando te amo  

como a Madre mía que eres;  

y digo bendito sea el fruto de tu vientre  

porque creo que Él, nacido de tu vientre,  

vino a salvarnos y tu lo cuidaste  

y le ayudaste a ser hombre.

 

Tiempo mío para ti Señora  

en el que rezando doy gracias a Jesús  

porque te dejó como madre de todos nosotros.  

Y gracias a ti que nos cuidas y hasta Él nos acercas  

rogando por todos amorosamente. 

 

Los grupos del Sínodo diocesano, desde el pasado 16 de febrero y hasta final de curso, trabajan, oran y dialogan, ya con el cuaderno sinodal 3 "Evangelizamos"

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara continúa sus trabajos sinodales, ahora con un nuevo cuaderno y sus nuevos materiales de reflexión, oración, formación y debate. “El Sínodo diocesano nos impulsa a evangelizar” es el lema general de esta convocatoria, ya en su quinto año. Al efecto, se ha editado y distribuido del cuaderno de trabajo número 3; en realidad, el cuarto.  

En el primer cuaderno de trabajo, el llamado cuaderno cero, se plantearon tres grandes cuestiones: “¿Qué es una diócesis?”, “¿Qué es un sínodo?” y “¿Qué es evangelizar?”. Este cuaderno cero se presentó y entregó el 25 de enero de 2020. Pero llegó la pandemia, que, aunque, como luego veremos, no se interrumpió el camino sinodal, sí le imprimió unas características nuevas y obligó a posponer sus planes temporales previstos. 

A finales de enero de 2022 y durante todo el primero semestre de este año, se trabajó en el cuaderno 1, titulado “Llamados” (Mirada hacia dentro: “Reaviva el don de Dios que hay en ti…”, frase de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo). En el cuaderno sinodal 1 se trabajaron estos temas: la vocación, los fundamentos de la fe, la espiritualidad cristiana, la coherencia fe-vida y la comunión eclesial. 

Desde comienzos de octubre y hasta finales de enero, el sínodo diocesano ha proseguido su itinerario con en el cuaderno 2 “Desafiados” (Mirada hacia fuera: “Jesús, mirándolo lo amó”, frase del evangelio de san Marcos, en el encuentro de Jesús con el joven rico). Sus cinco temas, desafiantes verdaderamente, han sido: los jóvenes, la mujer, los alejados, la atención pastoral a personas en situaciones diversas y la ecología. 

Ahora y hasta junio, ha llegado “Evangelizamos. Retos evangelizadores” es el enunciado del tercer bloque y cuaderno, cuya referencia o lema bíblico es “Sois la luz y la sal del mundo” (cfr. Mateo, 5, 13a.14ª). Sus cinco temas concretos son estos: familia, laicos, mundo rural, formación cristiana y celebración de la fe. 

 

Presentación del cuaderno sinodal 3 
 

"/Nos adentramos en nuestro itinerario sinodal en el tercer cuaderno que lleva por título “Evangelizamos”. Después de haber trabajado los cuadernos anteriores en los que hemos profundizado en la vocación y misión a la que somos llamados y haber mirado con realismo y no sin una cierta preocupación, a la realidad que nos desafía y ante la que no podemos mostrarnos indiferentes y ajenos, nos ocupamos ahora de la tarea que nos exige buscar la manera de hacer presente el Evangelio de Jesucristo en esta etapa concreta de la historia, con sus luces y sus sombras, en la que nos ha tocado vivir.  

Evangelizar es la misión esencial de la Iglesia. Es, como tantas veces hemos oído, su dicha y su vocación, lo que configura su identidad más profunda. La Iglesia existe para evangelizar, es decir, para llevar a cabo la tarea de anunciar el Evangelio de Jesucristo a todos los hombres. Una tarea y una misión que no puede obviar los profundos cambios de la sociedad en la que vivimos. Por ello, se hace urgente y necesario buscar los métodos más adecuados para los tiempos actuales, las expresiones que hagan que el Evangelio resulte más accesible y cercano a la vida y a las necesidades del hombre de hoy, sin que por ello pierda nada de su autenticidad.  

Sin duda, se hace muy necesario salir al encuentro del mundo presente con una gran dosis de creatividad, dado que los nuevos problemas requieren nuevos remedios, pero también, con un ardor renovado que haga de nosotros, los cristianos, esos discípulos entusiasmados con Jesús, capaces de transmitir ese mismo entusiasmo a los todos los hombres. Los temas de reflexión que se proponen en este cuaderno son cinco. 

 

Familia y Laicos 

 

En primer lugar, la familia, la cual, en estos tiempos modernos, ha sufrido, y sigue sufriendo, las consecuencias de las transformaciones tan profundas y rápidas que vive nuestra sociedad. La Iglesia en general, y nuestra diócesis en particular, consciente de que el bien de la sociedad está profundamente vinculado al de la familia, siente la necesidad de buscar cómo alentar la vivencia de la fe en Jesucristo en el seno de toda familia.  

El segundo tema propuesto es el de los laicos. Es una invitación a reflexionar, por un lado, sobre cómo hacer para que el laico descubra y profundice en su vocación como miembro del Pueblo de Dios, así como, por otro, sobre cuál es y cuál debe ser el verdadero espacio y misión a la que es llamado, tanto en la Iglesia como en la sociedad. 

 

Mundo rural y formación cristiana  
 

El tercer ámbito a evangelizar es el mundo rural. Para nosotros se hace urgente reflexionar sobre cómo llevar a cabo la labor pastoral en tantos pueblos, prácticamente despoblados, que conforman la geografía de nuestra diócesis, una tarea pastoral que pueda servir para poner un poco de luz y esperanza en las gentes, a veces tan marcadas por la desesperanza, que todavía viven en ellos.  

El cuarto tema a reflexionar es la formación cristiana, para que, como nos dice el Concilio Vaticano II, éste sea un continuo proceso de maduración en la fe. Sin duda, la preocupación y el esfuerzo por ofrecer una mayor y mejor formación, tanto a los sacerdotes, como a los religiosos y laicos, se ha de colocar entre las prioridades de la diócesis.  
 

Celebración de la fe 

 

Por último, concluye el cuaderno con una propuesta para reflexionar acerca de nuestras celebraciones. La celebración de la fe es un momento fundamental en la vivencia de la fe. Preguntarnos cómo podemos hacer de ellas espacios que, por un lado, propicien el encuentro personal y comunitario con el Señor, y, por otro, sean verdaderamente evangelizadoras, es el reto que se nos plantea en este apartado.  

Hemos de acercaros y reflexionar sobre todos estos temas partiendo de la oración y la escucha de la Palabra de Dios. Sin duda, es ahí donde podremos abrirnos sin miedo al Espíritu y escuchar su voz, para, después, compartir, mediante el diálogo en los grupos sinodales, con el resto de los miembros y, entre todos, buscar esas propuestas concretas y creativas que nos ayuden a crecer como Iglesia evangelizadora.  

 

Y después de este cuaderno sinodal, ¿qué queda todavía?
 

El sínodo diocesano se halla ahora todavía en su segunda fase (la fase de los grupos sinodales), a la que todavía quedan pendientes por editar y trabajar un cuarto cuaderno temático: “Servimos. Acción social y vida pública”. Su referente bíblico es la frase del evangelio de san Juan “Para que tengan vida…” (Juan 10,10). Y su temario incluye estas cinco cuestiones pastorales: pobreza, pastoral de la caridad, solidaridad, vida pública y comunicación. Todo indica que este cuarto cuaderno se presente a comienzos de octubre y que se trabaje hasta enero de 2024. 

Completada la fase segunda y desde ella, mediante las ponencias, llegará la tercera: la asamblea sinodal, con las sesiones y modalidades que correspondan y sus conclusiones y documento final y misa solemne de clausura. En esta fase volverán, ya en asamblea sinodal, los cuatro grandes bloques temáticos abordados en los cuadernos, con el enriquecimiento de las aportaciones correspondientes de los grupos y la reelaboración de las mesas de ponencia. ¿Cuándo será? Una hipótesis verosímil sería entre febrero y junio de 2024. Según discurran las asambleas sinodales temáticas, la gran asamblea final podría ser a finales de junio o, como muy tarde, comienzos de octubre, con la correspondiente misa de clausura sinodal. 

Finalmente, la fase cuarta será la de la aplicación y la de la conversión pastoral en aras a ser Iglesia en salida misionera. 
 

Breve historia del Sínodo Diocesano 

 

El jueves 17 de mayo de 2018 el obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez Martínez, anunció al consejo presbiteral su voluntad de convocar un sínodo diocesano. Posteriormente, fue reiterando en otros organismos y foros diocesanos esta decisión y procedió a dar los primeros pasos. Así, tuvo lugar la creación de la Secretaría General del Sínodo (con el sacerdote Ángel Luis Toledano Ibarra, párroco de San Diego de Guadalajara, al frente) y seis comisiones sectoriales de trabajo (Teológica, Canónica, Litúrgica, Pastoral y de Comunicación y Publicaciones). El sínodo diocesano fue abierto, con una solemne y muy concurrida eucaristía en la catedral (más de un millar de personas) el 2 de diciembre de 2018. Asimismo, el obispo creó el consejo de dirección con sínodo, con una comisión permanente. Con anterioridad y con fecha 8 de septiembre de 2018, don Atilano escribió la carta pastoral titulada “¿Para qué un Sínodo?”. 

En 2019, se fueron elaborando el reglamento sinodal, la misión del consejo sinodal, los materiales divulgativos, didácticos y pastorales, el lema –“Vívelo”-, la oración oficial, y una gran encuesta previa, con 169 preguntas y que fue respondida por 5.515 personas. Se hizo un elenco y clasificación de los temas y se dejó todo preparado para una nueva, ya citada, gran cita: 25 de enero de 2020 con la presentación oficial de los grupos sinodales (entonces 186 grupos, 2.176 personas inscritas) y la entrega del cuaderno cero para el trabajo sinodal en grupos, trabajado durante mes y medio. Además, se eligieron cuatro grandes de temas para trabajar en grupos y se designaron los ponentes y se elaboró un calendario concreto para este itinerario sinodal.  

 

Sínodo en pandemia y sínodo universal 
 

Pero llegó el 15 de marzo de 2020 y el Sínodo comenzó una etapa nueva e imprevista, una etapa de “catacumbas” o de alargada espera pentecostal. Y en medio de todo ello, desde la voluntad de que la llama del Sínodo no se apagará se trabajó en el himno sinodal oficial (su autor es Lorenzo Sánchez) y en otras canciones y en nuevos y sencillos nuevos materiales de reflexión, artículos y cartas del obispo y del secretario general del Sínodo y hasta se editaron mascarillas sinodales… 

Además, nuestra diócesis se sumó, en el otoño de 2021 e invierno de 2022, como no podía ser de otro modo, a la convocatoria del Papa Francisco de llamar a todas las diócesis de la Iglesia a ponerse en camino y trabajar en fases diocesanas ante el próximo Sínodo de los Obispos de octubre de 2023 y de 2024, sobre el tema “Por una Iglesia sinodal. Comunión, participación, misión”. 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 3 de marzo de 2023

El mensaje del Papa para esta Cuaresma que reproducimos, partiendo de la Transfiguración del Señor, ofrece los paralelismos entre la Cuaresma y el Sínodo

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Anteayer, miércoles, día 22 de febrero, ha sido Miércoles de Ceniza, día del comienzo de la Cuaresma, que se prolongará hasta la tarde del Jueves Santo, 14 de abril (la Semana Santa de 2022 será del 2 al 9 de abril).  

Así, pues, durante cuarenta días –imagen de los cuarenta días de Jesucristo en el desierto antes de comenzar su predicación y misión y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto hasta llegar a la tierra prometida-, los cristianos nos encontraremos en el tiempo litúrgico de la Cuaresma, un bien hermoso y caracterizado tiempo de preparación a los misterios centrales del cristianismo: la pasión, muerte y resurrección redentoras de Jesucristo.  

El ciclo cuaresmal tiene seis domingos, incluido el Domingo de Ramos, pórtico solemne de la Semana Santa. La espiritualidad de estas semanas mira a preparar la vivencia de la Pascua de Resurrección con mayor intensidad religiosa en las celebraciones litúrgicas y en prácticas como la oración, los retiros, la limosna, el ayuno y la penitencia. El ambiente cuaresmal se aprecia también en las celebraciones: los ornamentos son de color morado, se suprime el Gloria y el Aleluya y el templo aparece más sobrio. Todo ello hasta el Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, que será el 9 de abril. 

 

Dos partes y, este año, triple contexto 

 

De alguna manera, estos seis domingos y semanas podríamos que decir que se dividen en dos partes. La primera parta va desde el Miércoles de Ceniza hasta la víspera del Domingo IV de Cuaresma, que es llamado el Domingo “Laetare, domingo de la alegría ante la tan próxima Pascua. Y ya la segunda parte, intensificando las notas propias cuaresmales, hasta su culminación con el Triduo Pascual (desde la tarde del Jueves Santo al Domingo de Pascua y, por extensión, durante toda la semana de Pascua, incluido el segundo domingo pascual, Domingo, a su vez, de la Divina Misericordia). 

Por iniciativa del Papa Francisco, y desde 2014, para visibilizar este tránsito entre dos partes citadas de la Cuaresma, desde la tarde del viernes de la tercera semana de Cuaresma hasta la tarde del sábado ya víspera del cuarto domingo cuaresmal, se celebra la Jornada 24 horas para el Señor”. Es una convocatoria en toda la Iglesia universal destinada a la adoración eucarística y a las confesiones sacramentales. Este año será de la tarde del viernes 17 a la tarde del sábado 18 de marzo. Su lema de este año es “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador(Lucas 18, 13). 

Por otro lado, el contexto concreto de la Cuaresma de 2023 es triple: la invasión y guerra en Ucrania, ya en su primer aniversario; los devastadores efectos de los terremotos en Siria y en Turquía; y el proceso sinodal en que vive toda la Iglesia universal desde octubre de 2021. 

 

Texto íntegro del mensaje papal 

 

“Queridos hermanos y hermanas: Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él.  

De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1). 

 

La Cuaresma, tiempo de encuentro de Jesús y su Iglesia 

 

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis. 

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña.  

Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal. 

 

La ascesis cuaresmal como también camino sinodal, expresada en esta imagen de un grupo de católicas filipinas

 

Experiencias comunitarias, sinodales 

 

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje.  

Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador. 

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. 

La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena.  

También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino. 

 

Transformación personal y eclesial 

 

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo.  

De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada. 

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta. 

 

Escuchar a Jesús, escuchar la Palabra de Dios 

 

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escuchadlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet.  

Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda.  

Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal. 

 

Testimonio compartido en la vida cotidiana  

 

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levantaos, no tengáis miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”.  

La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección.  

De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levantaos, no tengáis miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades. 

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones”. 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 24 de febrero de 2023

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