La Conferencia Episcopal Española (CEE) elige secretario para el quinquenio 2022-2027 al obispo auxiliar de Toledo, García Magán, quien sustituye a Luis Argüello

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Unos minutos antes de las 10 de la mañana del miércoles 23 de noviembre, la Asamblea Plenaria de la CEE eligió nuevo secretario general. Por estatutos, este cargo se renueva quinquenalmente, pero su hasta ahora titular, Luis Javier Argüello García, renunció al cargo, una vez que desde el 31 de julio pasado es el arzobispo de Valladolid, diócesis de que era obispo auxiliar desde 2016 y, en consecuencia, durante casi los cuatro años de su servicio a la secretaría general de la CEE.

El secretario general de la CEE es el coordinador de los distintos secretariados y oficinas del episcopado. Se podría decir que tiene una función similar a la de un vicario general en una diócesis. Asimismo, el secretario general de la CEE es su portavoz. Se trata de un cargo de gran importancia y relevancia pública.

 

Sistema de elección

 

A tenor de los estatutos vigentes de la CEE, corresponde a la Comisión Permanente presentar una terna de candidatos. En este caso, estuvo compuesta por este orden en cuanto a los más votados: Francisco César García Magán, obispo auxiliar de Toledo; Arturo Pablo Ros Murgadas, obispo auxiliar de Valencia; y el laico de la diócesis de Madrid Fernando Giménez Barriocanal, vicesecretario de Asuntos Económicos y gerente de la CEE. Esta terna fue votada en la tarde del martes 22 de noviembre.

En la mañana del miércoles 23, y sin previa votación de sondeo, se procedió a la votación definitiva, en la que, en primer escrutinio, García Magán obtuvo 40 votos; Giménez Barriocanal, 14; Ros, 12; y 5 votos en blanco. García Magán obtenía holgadamente la mayoría absoluta y fue proclamado secretario general.

 

Madrileño-toledano de 60 años

 

Francisco César García Magán nació en Madrid el 2 de febrero de 1962. En 1980 ingresó en el seminario mayor de Toledo, donde realizó los estudios eclesiásticos, finalizados con el Bachiller en Teología por el Instituto Teológico San Ildefonso de Toledo. Fue ordenado sacerdote el 13 de julio de 1986. Es licenciado en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana (1990) y licenciado y doctor en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Lateranense (1998). Completó sus estudios en la Pontificia Academia Eclesiástica (1995-1998). 

Comenzó su ministerio sacerdotal en la diócesis de Toledo como vicario parroquial de Santa Bárbara, en Toledo, y secretario del obispo auxiliar (1986-1988). Estuvo al servicio de la Santa Sede desde 1991 a 2007. Primero como oficial de la Secretaría de Estado (sección para los Asuntos Generales), a la vez que fue capellán de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor (1989-1998). Posteriormente, como secretario y consejero de las Nunciaturas Apostólicas en Colombia, Nicaragua, Francia y Serbia.

En 2007 regresó a la diócesis de Toledo, donde ha desempañado los siguientes cargos: vicario episcopal para la Cultura y Relaciones Institucionales (2008-2015); capellán de las monjas Agustinas de Santa Úrsula (2008-2015); vicario episcopal de la Vicaría territorial de Toledo (2015-2021); y provicario general (2015-2018). Desde el año 2018 es vicario general. Es canónigo, desde 2008, y doctoral, desde 2018.

Desarrolló su labor docente en el seminario nacional interdiocesano de Nicaragua (2002-2003). Y actualmente en los Institutos Superiores de Estudios Teológicos San Ildefonso y de Ciencias Religiosas Santa María de Toledo, desde 2008, y en la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid, desde 2007.

Ha sido vocal de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia (2009-2014); Es Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España, desde 2019. Es miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Canonistas desde 2021, de la que fue vicepresidente de 2012 a 2014. Es Capellán de Su Santidad (2000) y Prelado de Honor de su Santidad (2005).

El 15 de noviembre de 2021 César García Magán fue nombrado obispo auxiliar de Toledo por el papa Francisco. Recibió la consagración episcopal, de manos de Francisco Cerro Chaves, arzobispo de Toledo, el 15 de enero de 2022.

Tras su ordenación episcopal, se integró en el Consejo Episcopal de Asuntos Jurídicos de la CEE.

 

 

 

Los diez secretarios generales de la CEE previos

 

Nacida el 2 de marzo de 1966, tras el Concilio Vaticano II y como fruto del mismo, la CEE ha tenido ya once secretarios generales. El primero de ellos fue José Guerra Campos, entre 1966 y 1972. Era obispo auxiliar de Madrid y después obispo de Cuenca. Le sucedió el entonces obispo auxiliar de Oviedo Elías Yanes Álvarez, durante cinco años. Posteriormente fue arzobispo de Zaragoza entre 1977 y 2005 y presidente de la CEE entre 1993 y 1999. Falleció en marzo de 2018. El cuarto secretario general fue el sacerdote, periodista y sociólogo Jesús Irribarrén Rodríguez, de origen alavés. En 1982 pasó el relevo al entonces obispo de León Fernando Sebastián Aguilar, quien renunció a la diócesis de León. Reelegido en noviembre de 1987, meses después fue nombrado arzobispo coadjutor de Granada, renunciando a la secretaría general de CEE. Don Fernando, cardenal desde 2014 y fallecido de 2019, fue arzobispo de Pamplona y Tudela y vicepresidente de la CEE durante nueve años.

Entre 1988 y 1993, Agustín García-Gasco Vicente, obispo auxiliar de Madrid, fue el secretario general. En octubre de 1992 pasó a ser arzobispo de Valencia y en febrero siguiente dejó la secretaría general de la CEE al obispo de Sigüenza-Guadalajara José Sánchez González, a quien sucedió, en abril de 1998, el seguntino Juan José Asenjo, entonces obispo auxiliar de Toledo y en la actualidad arzobispo emérito de Sevilla.

Desde el 18 de junio de 2003 y hasta el 20 de noviembre de 2013 desempeñó este cargo el jesuita Juan Antonio Martínez Camino, quien es de enero de 2008 obispo auxiliar de Madrid.  Del 20 de noviembre de 2013 al 21 de noviembre de 2018, lo fue el sacerdote de la diócesis de Mérida-Badajoz y periodista José María Gil Tamayo, obispo de Ávila desde el 15 de diciembre de 2018 al 30 de septiembre de 2022, en que pasó a ser arzobispo coadjutor de Granada. Y, como ya queda dicho, del 21 de noviembre de 2022, Luis Argüello (1955).

 

El episcopado español a día de hoy

 

En el momento de redactar estas líneas, en España hay 63 obispos diocesanos 1 arzobispo coadjutor, 1, 11 obispos auxiliares y 35 eméritos (uno de ellos, como luego se dirá, es administrador de una diócesis vacante), lo cual suman un total de 111 obispos, de ellos 76 miembros en activo y por ello, miembros de pleno derecho de la CEE, sin contar a los dos sacerdotes que administradores diocesanos sede vacante de Menorca (Gerardo Villalonga Hellín) y de Girona (Lluís Suñer Roca)

Para entender bien estos datos, ténganse en cuenta las tres siguientes circunstancias, que ya están incluidas en el cómputo general y desglosado antes ofrecidos: los próximos días 26 de noviembre, 10 de diciembre y 17 de diciembre, respectivamente, José María Avendaño Perea será ordenado obispo auxiliar de Getafe; Enrique Benavent Vidal dejará la diócesis de Tortosa y pasará a ser el nuevo arzobispo de Valencia; y el claretiano Fernando Pardo Ayuso será ordenado obispo de San Sebastián.

El obispo de mayor edad es monseñor Ramón Buxarrais Ventura, obispo emérito de Málaga (nacido el 12 de diciembre de 1929) y el más joven, monseñor Jesús Vidal Chamarro, obispo auxiliar de Madrid y administrador apostólico de Alcalá de Henares (nacido el 6 de mayo de 1974).

 

Diócesis vacantes y obispos con más de 75 años

 

Junto a las ya citadas diócesis de Menorca y de Girona, también están sin obispo diocesano las de Ávila (con su obispo emérito, Jesús García Burillo, como administrador diocesano), Alcalá de Henares (ya citada su situación) y desde el 10 de diciembre, Tortosa, como también se ha señalado antes.

Junto a estas cinco diócesis, a día de hoy, otras diez tiene obispo con más de 75 años. Son, en primer término, los casos de Madrid (su titular, el cardenal Carlos Osoro Sierra, también vicepresidente de la CEE, tiene 77 años y medio), Barcelona (el cardenal Juan José Omella Omella, a su vez, presidente de la CEE, tiene 76 años y siete meses), Santiago de Compostela (Julián Barrio Barrio tiene 76 y tres meses) y Sigüenza-Guadalajara (Atilano Rodríguez Martínez tiene 76 años y un mes). 

Además, en lo que van de año 2022, han alcanzado los 75 años, los titulares de la diócesis de Pamplona y Tudela (Francisco Pérez González), Palencia (Manuel Herrero Fernández) Santander (Manuel Sánchez Monge), Tui-Vigo (Luis Quinteiro Fiuza), San Feliu de Llobregat (Agustín Cortés Soriano) y de Cuenca (José María Yanguas Sanz). Además, el próximo 21 de diciembre cumplirá 75 años el arzobispo de Granada (Francisco Javier Martínez Fernández).

Y en 2023, ocurrirá lo mismo con seis otros obispos: auxiliar de Valencia (Javier Salinas Viñals), Mallorca (Sebastián Taltavull Anglada), Mérida-Badajoz (Celso Morga Iruzubieta), Lleida (Salvador Giménez Valls) y Ciudad Real (Gerardo Melgar Viciosa).

 

Obispos españoles religiosos

 

Son seis más dos, como luego se explica. Los propiamente religiosos son; Jesús Sanz Montes (Franciscano, arzobispo de Oviedo), Juan Antonio Martínez Camino (Jesuita, obispo auxiliar de Madrid), Eusebio Ignacio Hernández Sola (Agustino recoleto, obispo emérito de Tarazona); Luis Ángel de las Heras Berzal (Claretiano, obispo de León); Manuel Herrero Fernández (Agustino, obispo de Palencia); y Fernando Prado Ayuso (Claretiano, obispo de San Sebastián).

Pertenecen a la Hermandad de Sacerdotes Operarios del Sagrado Corazón, aunque fueron incardinados en las respectivas diócesis de Zaragoza y de Toledo, Ángel Javier Pérez Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón, y Jesús Pulido Arriero, obispo de Coria-Cáceres.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 2 de diciembre de 2022

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Cristo de San Ginés de barba luenga
y aun más larga sobre hombro cabellera,
acoge esta efigie y ama entre madera
que rédito en fe y paz siempre devenga.

De lo alto del altar su gesto arenga
al perdón y humildad, de tal manera
que su sumisa vista aún quisiera
inclinarse ante el Padre hasta que venga.

La túnica corinto aún quisiera,
igual que Él la recoge con su mano
izquierda, que a todo hombre recogiera

y aun bendice en la diestra en tal manera
que sembla -por humilde- más cristiano
y acepto me bendiga esa su mano.

 

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Apuntes del culto y del significado de la medalla milagrosa de la Virgen María, cuya fiesta es el 27 de noviembre y es muy celebrada por la Familia Vicenciana

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

El 27 de noviembre de 1830, aquel año víspera del primer domingo de Adviento (en 2022, primer domingo de Adviento) una humilde hija de la caridad francesa, Catalina Labouré (1806-1876) recibió unas revelaciones acerca de una aparición y mensaje de la Virgen María con el encargo de difundir el culto y sentido de las mismas, contenidas en un marco oval, en una pequeña medalla.  Es la génesis del culto a la Medalla Milagrosa de la Virgen María, cuya esencia es propagar la devoción a María, mostrar su identidad y llamar al Pueblo de Dios a que la invoque y logre por su intercesión las gracias de su Hijo Jesucristo.

Aquella aparición estaba en estrecha relación con la ya había experimentado el 18 de julio del mismo año.  Pero la religiosa tan solo informó de ambos sucesos a su confesor, el padre Alabel. Y tan solo, ocho meses antes de su muerte, el 31 de diciembre de 1876, se supo la identidad de la vidente.

 

Virgen Milagrosa en San Pedro de Sigüenza

 

La Medalla Milagrosa desde 1832

 

Con todo, ya antes, desde 1832 y una vez que el confesor de la religiosa hablara del tema con el arzobispo de París, monseñor Hyacinthe-Louis de Quélen, sin revelar la identidad de Catalina y tras proceder este, el prelado, a una estudio e investigación acerca del contenido de las revelaciones, comenzó la difusión de este culto. Las medallas fueron diseñadas y elaboradas por el orfebre Adrien Vachette.

En 1832, durante la epidemia de cólera que causó la muerte de 20.000 personas en París, se empezaron a distribuir las primeras medallas, a las que se atribuyeron numerosas curaciones, lo que derivó a su vez en una gran cantidad de conversiones, recibiendo el nombre de Medalla Milagrosa por parte de los ciudadanos. Para 1876, año de la muerte de Catalina, ya se habían distribuido más de un millón de medallas.

 

Descripción de la medalla, según la visión de Catalina

 

En la cara de la medalla, aparece la Virgen María de pie sobre un globo, aplastando una serpiente. Al describir la visión original, Catalina dijo que la Virgen apareció radiante como el sol naciente, «en toda su perfecta belleza». De las manos de María, emanan varios rayos de luz, que significan las gracias que por las que María intercede a petición de sus devotos. Las palabras «Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti» circundan el marco oval, la medalla en su cara o anverso, que se remata, en su parte inferior por un globo o nubes celestiales y la fecha de 1830, el año de las apariciones.

En el reverso de la medalla, a inspiración de María, según la visión de Catalina, aparece en el centro una cruz sobre una gran letra M y enlazada a esta por una base horizontal. Están también doce estrellas dispersas en torno al perímetro del marco oval (la descripción de María en el libro del Apocalipsis, capítulo 12, versículos 1 a 9). Y se completa el reverso de la medalla por dos corazones flamígeros en la parte inferior, el izquierdo rodeado por una corona de espinas (evocación de la coronación de espinas de Jesucristo) y el derecho atravesado por una espada (inequívoca alusión al pasaje evangélico de la presentación del Niño Jesús - Lucas 2, 33-35- cuando el anciano Simeón profetiza a María que a Ella una espada de dolor le traspasará el corazón, en anunció de la pasión redentora de su Hijo).

 

Simbolismo de la medalla

 

Los elementos que figuran en la medalla representan atributos marianos y católicos. En la cara o frente de la medalla, los brazos abiertos de María es una expresión de la permanente actitud de acogida de María a todas las personas, que son también hijos suyos.

Los rayos que emanan de sus manos y alcanzan toda la tierra es símbolo de las «gracias», que María intercede por nosotros del Corazón de Jesús. Por ello, además, Medalla Milagrosa es también conocida como Medalla de Nuestra Señora de las Gracias

La leyenda ya citada y que circunda la medalla alude a la Concepción Inmaculada de María, «sin pecado concebida», verdad de fe de la Iglesia, vivida como tal como el alba del cristianismo, pero que no fue declarado dogma de fe hasta 1954, por el papa beato Pío IX.

También vivido por la Iglesia a lo largo de su historia, pero no declarado dogma de fe hasta 1950 por el Papa Pío XII, es la Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos, y que en la medalla milagrosa se refleja al aparecer María de pie sobre un globo, representación de la Tierra.

Asimismo, la medalla incluye a María aplastando una serpiente, representación de Satanás y del pecado original (Génesis 3). María es la nueva Eva, al ser la madre del Salvador.

En el reverso de la medalla, la letra M significa Madre, María, Mediadora. La Cruz con barra es la Cruz de la Redención. El entrelazamiento de la cruz y la letra M simboliza la unión entre la Virgen y Jesús, implicando también su papel como Mediatrix, la palabra latina que se traduce como Mediadora (la Iglesia católica proclama e invoca a María como mediadora universal de todas las gracias).

Las doce estrellas simbolizan a los doce apóstoles y, como se dijo antes, evoca, asimismo, la visión de san Juan en el libro neotestamentario del Apocalipsis, 12:1: «Y una gran señal apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, y la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas».

El corazón izquierdo es el Sagrado Corazón de Jesús, quien murió por los pecados de la humanidad, reflejado en la corona de espinas. Y el corazón derecho, Inmaculado Corazón de María, quien intercede por los pecadores. La espada que lo atraviesa, símbolo del dolor de la Virgen ante el rechazo a Dios por parte de algunos de sus hijos, recuerda, a su vez, y como ya se indicó, la profecía de Simeón en el Evangelio.

Y el fuego que brota de los corazones expresa el amor ardiente de Jesús y María por la humanidad.

 

Culto, devoción, popularidad

 

Numerosos santos y beatos portaron la Medalla Milagrosa. San Juan María Vianney, el santo cura de Ars y coetáneo de Catalina Labouré, hizo representar el reverso sobre la puerta del sagrario de una capilla dedicada a la Virgen, a la que dedicó una parroquia en 1836.

San Juan Gabriel Perboyre, primer santo de China, quien murió martirizado en 1839, dejó constancia en sus cartas de numerosos milagros atribuidos a la medalla.

Beato Federico Ozanam, el laico fundador de las Conferencias de San Vicente de Paúl, la llevaba siempre consigo, como también santa Bernardita Soubirous o santa Teresa de Lisieux.

Todos los anteriores santos o beatos citados eran franceses y del siglo XIX. Pero la medalla milagrosa fue también portada por el inglés san John Henry Newman, también del siglo XIX, quien la llevaba consigo cuando se convirtió al catolicismo, al igual que Alfonso de Ratisbona, a quien la Virgen se apareció en Roma del mismo modo en que figura en la medalla.

San Maximiliano Kolbe, fundador de la Milicia de La Inmaculada, ya en el siglo XX y mártir de Auschwitz, solía decir que las medallas eran su «munición» cuando las repartía.​ Santa Teresa de Calcuta propagaba frecuentemente la devoción a la Medalla Milagrosa, mientras que el papa san Juan Pablo II empleó una pequeña variante del reverso de la medalla como escudo de armas (la cruz mariana, consistente en una cruz plana con una M bajo el extremo derecho, representativo de la presencia de la Virgen a los pies de Jesucristo crucificado), San Juan Pablo II visitó la Capilla de la Medalla Milagrosa el 31 de mayo de 1980.

 

¿Quién fue Catalina Labouré?

 

Beatificada por Pío XI en 1933 y canonizada por Pío XII en 1947, se estableció como fecha de su memoria litúrgica el 28 de noviembre, al día siguiente de la fiesta de la Virgen Milagrosa.

Catalina Labouré nació en la región francesa de la Borgoña, el 2 de mayo de 1806, hija de un granjero. Fue la novena de once hermanos. ​ Su madre murió cuando Catalina tenía solo 9 años. Y tres años más tarde, Catalina ya pasó a trabajar en la granja de su padre. Cuando tenía catorce años, su hermana María Luisa, ingresa a las Hijas de la Caridad; y ella pronto siente también la vocación, a la que niega su padre, que la envía París para que trabaje en la cantina de uno de sus hermanos, Charles.

 

Virgen Milagrosa en su capilla de París

 

En París, Catalina descubre la miseria de la gente y se reaviva su vocación religiosa a fin de socorrer a los más necesitados, En 1830, su padre aceptó que fuese religiosa, pero se negó a pagarle la dote, que fue sufragada por su hermano Hubert, un joven teniente.

Entró en la Compañía de las Hijas de la Caridad, una sociedad de vida apostólica femenina de derecho pontificio, fundada el 29 de noviembre de 1633, por san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac, con el fin de dedicarse al servicio corporal y espiritual de los pobres   Fue admitida el 21 de abril de 1830 en el Seminario de las Hijas de la Caridad, situado en el número 140 de la calle del Bac en París, lugar donde tuvo sus relevaciones acerca de la Medalla de la Virgen Milagrosa.

Posteriormente, fue destinada al hospicio de Enghien, en la calle de Reuilly de París. Durante cuarenta y cinco años se dedicó a oficios humildes: cocina, atención a ancianos, portería, vividos con gran caridad y una intensa viva espiritual, muy marcada por su devoción a María.

Ocho meses antes de su muerte, cuando ya se encontraba muy anciana, enferma y agotada por los años de servicio a los más pobres y su antiguo confesor ya había fallecido, le reveló, con todo detalle, a su superiora que era ella la vidente de las apariciones en la capilla del Bac.

Falleció en París el 31 de diciembre de 1876. Como la superiora de su comunidad, ocho meses antes de su muerte, como se dijo antes, ya había hecho público que Catalina era la vidente de la Medalla Milagrosa, cientos de personas asistieron a sus funerales y se cuenta de que un niño paralítico, que había sido llevado por sus padres al funeral de sor Catalina, pudo volver a caminar en el momento que tocó el ataúd de la santa. Su cuerpo se conserva incorrupto y puede ser venerado por todos los peregrinos que llegan a la Capilla de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa de París.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 25 de noviembre de 2022

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conference of Santa María la Mayor, Guadalajara - Spain)

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To my friend P.

 

In my article published last November in these pages, which I allow myself to quote with the permission of my dear readers, I wrote about "Inventive Charity" as was its title and I stated that: "We (the Conferences of St. Vincent) were not founded for anything other than to innovate in the face of the sufferings of others". In the Acts, we are told that Peter, in response to a request, answered: "I have neither silver nor gold, but what I have I give you; in the name of Jesus Christ…." (Acts 3,6)

We may not be able to make a lame man walk, I said then, but the Spirit will lend each of us the words, the strength we need and the ability to relieve some of the suffering of others, of our neighbour.

I did not expect at the time that I would receive from a friend a story in which a lame person is indeed made to walk. If the reader is still sympathetic, I will say as a singular and simple definition of lame in this occasion, that of a person who has difficulties to move from one place to another due to a physical cause in most of the cases. But it is also used when we refer to any cause that prevents us from doing something specific: ("he is lame because his lack of education prevents him from choosing what he wants; he is lame because he is too shy to opt for..."). But is there any greater limp today than not being able to accept a job due to the lack of means to travel to the place of potential employment? The powerlessness, when the latter happens and there are several people at home to feed, has added suffering. He is lame, even if he walks with his legs, because he cannot go where he wants and needs that to get a decent job, due to lack of the appropriate means.

Let's go through the little story, part real and part dreamt. The head of the household had found a job after many months. But, as often happens, there was one difficulty: He had to commute many miles away from home every day to take up this new job opportunity! He was somewhat downcast. There was no way he could do it, for among the many things he had lost, one of them was his means of transport, and public transport did not help on this occasion. He would have to decline it and go on living in hardship, and his family with him.

He remembered that a friend of his had a somewhat old-fashioned car of his own, but which most certainly would be very useful to him in his situation.  So, he told him of his need and his friend found the solution.

The car, although still capable of running and providing a good service had some small fault, as has been mentioned, which would certainly be an expensive nuisance for the friend to whom he wanted to give it in order to solve his problem. Just giving him the car was not the full answer. But everything that comes from God has a solution.

Bearing the cost, which he no doubt had to pay, he took the car to a garage to have it serviced and brought up to date. Finally, the paperwork was completed so that the car could be legally handed over to the man that was somewhat lame.

Through his Christian action, the lame man was walking! I said above that I was touched by the friend's action. I was moved because I have often seen numerous attempts to help someone without thinking about the "someone" and what he or she really needs.  I have seen too many times, taking care of what "we" think the other person needs, but without listening to the person in question.  Without listening to the “lame”.

To react in this way, to receive such an example, is a gift from above. A gift you receive from the Merciful One. Thank you, friend P. for your part in the reality of this short story, thank you for this teaching that I can share with other friends in the world.

To my Vincentian friends, let me remind you of the need for prayer in view of the election of a new President General. I encourage you to propose members who seem to you the most suitable for service! Asia, America and Africa offer us a real seedbed of solid and serious candidates.

The more to choose from, the better.  

To Mary, always to Christ with and through Mary.

 

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