Junto a donativos, gestos, acciones, mensajes y celebraciones especiales, ahora, para el mes de mayo, invita al rezo diario del Rosario para acabar con la pandemia

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Desde que a mitad de febrero, el coronavirus llegara a Italia, el Papa Francisco se ha prodigado en mensajes, acciones y gestos de distinta naturaleza (entre otros muchos, donativos económicos para material sanitaria y para reforzar los trabajos de las distintas Cáritas nacionales). Así, por ejemplo,  el Hospital San Rafael de los Hermanos de San Juan de Dios en Madrid recibió recientemente un contingente destacado de material sanitario enviado por el Papa a través de su nuncio en España, monseñor Bernardito Auza. También han llegado ayudas papales a Siria e Irak, amén de preparar sendos fondos económicos para llegar a los países subdesarrollados y a los países de misión.

El 3 de marzo comenzó en Italia el estado de alarma por emergencia sanitaria grave. Doce días después en España y en fechas aproximadas, antes y después, en otros muchos países. Desde el pasado 6 de marzo, todos los días el Papa Francisco escribe al menos un mensaje en Twitter para contribuir a frenar la pandemia del coronavirus. Son ya más de un centenar de mensajes en Twitter con el hashtag, etiqueta #OremosJuntos. Próximamente, esta misma página de Religión de NUEVA ALCARRIA recogerá los textos más significativos de estos mensajes.

 

Peregrinaciones y celebraciones especiales 

El domingo 15 de marzo, por la tarde, el Santo Padre realizó una peregrinación privada a la céntrica iglesia romana de San Marcelo (junto a la oficina principal de Correos en Roma), donde se venera una preciosa talla del llamado Cristo de los Milagros o Cristo de la Peste, pues según cuenta la historia, dicha imagen fue sacada procesionalmente por las calles de la ciudad eterna en 1522, durante dieciséis días, y además logró salvarse de un incendio. Esta misma imagen fue la que utilizó san Juan Pablo II durante la liturgia penitencial del Jubileo del 2000, el domingo 12 de marzo de 2000, y en la que pidió perdón público por los errores y pecados históricos de la Iglesia a lo largo de los siglos.

Francisco, por su parte, completó su peregrinación de la tarde del domingo 15 de marzo con una nueva visita –un centenar de ocasiones lo ha hecho ya- a la basílica papal de Santa maría la Mayor de Roma, donde se venera el icono patronal y advocación mariana también patronal de Roma: “Salus Populi Romani” (Virgen de la Salud de Roma).

Tanto el Cristo de San Marcelo como la  “Salus Populi Romani”  presidieron las solitarias celebraciones papales de la Semana Santa de 2020 en la basílica de San Pedro, del 5 al 12 de abril. Y antes, la impresionante vigilia de oración con adoración eucarística y bendición especial “urbi et oribi” (“para la ciudad y para el mundo”). Esta misma bendición papal, con indulgencia plenaria, la impartió, como es habitual, tras la misa del Domingo de Pascua. Una imagen de la misa de Pascua del Papa, el domingo 12 de abril, en San Pedro de Roma, con el Cristo contra de la Peste, ya descrito, ilustra este artículo.

 

Carta para el rezo diario del Rosario

 Con fecha 25 de abril, en las vísperas, pues, del mes de mayo, Francisco escribió una carta pública a todos los fieles, invitándoles al rezo diario del Rosario, durante el mes de mayo, mes dedicado tradicionalmente a la Virgen María:

Este es su texto: “Queridos hermanos y hermanas, se aproxima el mes de mayo, en el que el pueblo de Dios manifiesta con particular intensidad su amor y devoción a la Virgen María. En este mes, es tradición rezar el Rosario en casa, con la familia. Las restricciones de la pandemia nos han obligado a valorizar esta dimensión doméstica, también desde un punto de vista espiritual.

Por eso, he pensado proponerles a todos que redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa durante el mes de mayo. Ustedes pueden elegir, según la situación, rezarlo juntos o de manera personal, apreciando lo bueno de ambas posibilidades. Pero, en cualquier caso, hay un secreto para hacerlo: la sencillez; y es fácil encontrar, incluso en internet, buenos esquemas de oración para seguir. Además, les ofrezco dos textos de oraciones a la Virgen que pueden recitar al final del Rosario, y que yo mismo diré durante el mes de mayo, unido espiritualmente a ustedes. Los adjunto a esta carta para que estén a disposición de todos (ver después).

Queridos hermanos y hermanas: contemplar juntos el rostro de Cristo con el corazón de María, nuestra Madre, nos unirá todavía más como familia espiritual y nos ayudará a superar esta prueba. Rezaré por ustedes, especialmente por los que más sufren, y ustedes, por favor, recen por mí. Les agradezco y los bendigo de corazón”.

 

Dos oraciones especiales a la Virgen María

Una de las dos oraciones a la que alude el Papa en el apartado anterior, ya la propuso al comienzo de la pandemia. Es una oración a la Virgen María, que ya fue publicada en esta misma página de NUEVA ALCARRIA, en su edición del pasado 20 de marzo. Dice así “¡Oh María, tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza! Nosotros nos confiamos a ti, Salud de los enfermos, que bajo la cruz estuviste asociada al dolor de Jesús, manteniendo firme tu fe. Tú, Salvación de todos los pueblos, sabes de qué tenemos necesidad y estamos seguros que proveerás, para que, como en Caná de Galilea, pueda volver la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del Divino Amor, a conformarnos a la voluntad del Padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, quien ha tomado sobre sí nuestros sufrimientos y ha cargado nuestros dolores para conducirnos, a través de la cruz, a la alegría de la resurrección. Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas que estamos en la prueba y libéranos de todo pecado, ¡oh, Virgen gloriosa y bendita!”.

El lector la encontrará en la estampa editada al efecto con la Virgen de la Salud de Barbatona, imagen que acompaña estas líneas.

Ahora y ante el mes de mayo, el mes de la Virgen María, y con la invitación al rezo diario del Rosario en familia o personalmente, Francisco ha compuesto una segunda oración. Es la siguiente: «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios». En la dramática situación actual, llena de sufrimientos y angustias que oprimen al mundo entero, acudimos a ti, Madre de Dios y Madre nuestra, y buscamos refugio bajo tu protección.

¡Oh, Virgen María!, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos en esta pandemia de coronavirus, y consuela a los que se encuentran confundidos y lloran por la pérdida de sus seres queridos, a veces sepultados de un modo que hiere el alma. Sostiene a aquellos que están angustiados porque, para evitar el contagio, no pueden estar cerca de las personas enfermas.

Infunde confianza a quienes viven en el temor de un futuro incierto y de las consecuencias en la economía y en el trabajo. Madre de Dios y Madre nuestra, implora al Padre de misericordia que esta dura prueba termine y que volvamos a encontrar un horizonte de esperanza y de paz.

Como en Caná, intercede ante tu Divino Hijo, pidiéndole que consuele a las familias de los enfermos y de las víctimas, y que abra sus corazones a la esperanza. Protege a los médicos, a los enfermeros, al personal sanitario, a los voluntarios que en este periodo de emergencia combaten en primera línea y arriesgan sus vidas para salvar otras vidas. Acompaña su heroico esfuerzo y concédeles fuerza, bondad y salud. Permanece junto a quienes asisten, noche y día, a los enfermos, y a los sacerdotes que, con solicitud pastoral y compromiso evangélico, tratan de ayudar y sostener a todos.  Virgen Santa, ilumina las mentes de los hombres y mujeres de ciencia, para que encuentren las soluciones adecuadas y se venza este virus.

Asiste a los líderes de las naciones, para que actúen con sabiduría, diligencia y generosidad, socorriendo a los que carecen de lo necesario para vivir, planificando soluciones sociales y económicas de largo alcance y con un espíritu de solidaridad.

Santa María, toca las conciencias para que las grandes sumas de dinero utilizadas en la incrementación y en el perfeccionamiento de armamentos sean destinadas a promover estudios adecuados para la prevención de futuras catástrofes similares.

Madre amantísima, acrecienta en el mundo el sentido de pertenencia a una única y gran familia, tomando conciencia del vínculo que nos une a todos, para que, con un espíritu fraterno y solidario, salgamos en ayuda de las numerosas formas de pobreza y situaciones de miseria. Anima la firmeza en la fe, la perseverancia en el servicio y la constancia en la oración.

¡Oh, María, Consuelo de los afligidos!, abraza a todos tus hijos atribulados, haz que Dios nos libere con su mano poderosa de esta terrible epidemia y que la vida pueda reanudar su curso normal con serenidad. Nos encomendamos a Ti, que brillas en nuestro camino como signo de salvación y de esperanza. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María! Amén”.

 

Los misterios del Rosario

Los lunes y los sábados corresponden los misterios gozosos (1º Encarnación; 2º Visitación; 3º Natividad; 4º Presentación en el templo; y 5º, Pérdida y hallazgo del Niño Jesús). Los martes y viernes es el turno para los misteriosos dolorosos (1º Getsemaní; 2º Flagelación; 3º Coronación de espinas; 4º Vía Crucis; y 5ª Crucifixión y muerte del Señor).

Los jueves son los misterios luminosos (1º Bautismo del Señor, 2º Bodas de Caná; 3º Predicación del Reino; 4º, Transfiguración; y 5º Última Cena). Son los misterios creados en 2002 por el Papa Juan Pablo II. Y los miércoles y los domingos, los misterios gloriosos (1º Resurrección del Señor; 2º Ascensión del Señor; 3º Pentecostés; 4º Asunción de María; y 5º Coronación de María).

Acabado el Rosario, se rezan las Letanías lauretanas y el  Padre Nuestro, Ave María y Gloria por las intenciones del Papa. Y ahora, cada día, una de las dos oraciones propuestas por Francisco.

 

Campaña nacional y misa por 13 TV desde Barbatona

Coincidiendo con esta propuesta del Papa, en toda España se ha lanzado una campaña del rezo diario del Rosario, con un mapa interactivo, donde cada persona puede apuntarse, indicando la ciudad o pueblo y el horario aproximado donde lo reza. En Sigüenza, el domingo 26 de abril, ya había apuntadas más de un centenar de personas.

Por otro lado, el obispo diocesano, monseñor Atilano Rodríguez, en una carta a los sacerdotes diocesanos, ha realizado asimismo la siguiente comunicación:” El próximo día 10 de mayo estaba previsto realizar la Marcha Diocesana al Santuario de Nuestra Señora de la Salud de Barbatona. Con dolor por parte de todos, tenemos que suspenderla. No obstante, debo comunicaros una buena noticia: una persona oriunda de Barbatona, que tiene una productora de televisión en Madrid, se ha ofrecido generosamente para hacer la retransmisión de la santa misa desde el santuario, cumpliendo con las normas dictadas por el gobierno de la nación y por las autoridades sanitarias”. Será el domingo 10 de mayo, a las 12 horas, por 13 TV y otras plataformas televisivas y de internet y redes sociales. El próximo viernes dedicaremos esta página al tema.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 1 de mayo de 2020

Por Marta Oter

(Delegación de Pastoral Obrera)

 

 

En la fiesta de San José Obrero el 1 de mayo, fiesta del trabajo, en nuestra provincia de Guadalajara 306 empresas solicitaron un ERTE en marzo dejando sin trabajo a 1.634 personas. A estas hay que añadir 16.627 que ya estaban sin empleo. En nuestra Diócesis de Sigüenza-Guadalajara en estos meses de marzo y abril Cáritas está atendiendo con alimentos e higiene a 3.082 personas, de las que 1.094 acuden por primera vez; y está dando atención integral (techo, comida, higiene, ropa…) a 69 personas en dos centros de Guadalajara capital. ¿Cómo podemos celebrarlo?

En la búsqueda del bien común para todos, aquí y ahora, que como cristianos proponemos, y en este momento de la historia donde aportamos nuestra esperanza y confianza que otro mundo es posible, vemos una oportunidad de organizar nuestros estilos productivos de otra manera donde se ponga en el centro a la persona y su dignidad: “La persona es lo primero”; el dinero o el beneficio, después.

Donde “la persona es lo primero” se acoge y no se despide; se reparte lo que hay y no se acapara; se protege y no se sacrifica; se hace justicia social; se hace y se vive Doctrina social de la Iglesia

Como trabajadores asalariados muchas veces no podemos escoger en qué y dónde trabajar, pero sí podemos decidir qué estilo de vida llevar para cambiar los trabajos. Nuestra compra es nuestro “voto”, nuestra austeridad es nuestra solidaridad, y la fe, nuestro estímulo.

Como cristianos que somos nuestra Fe nos interpela y nos exige que no miremos para otro lado (Parábola del buen samaritano) ni ante esto, ni ante la continua tragedia de los accidentes laborales (28 de abril, Jornada mundial de la salud y seguridad en el trabajo): 120 trabajadores fallecidos en España en enero y febrero – 27 personas más que en el mismo periodo de 2019, según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. No son cifras sin más; son vidas de personas, de familias que se truncan…

Sea esta una invitación a reflexionar, orar y actuar: cambiemos nuestras vidas para cambiar nuestro presente y construir nuestro futuro.

Hoy es un buen día para comenzar.

 

 

Propuesta, a la luz de José Luis Martín Descalzo, del rezo del Vía Lucis, ofrecido ahora por los damnificados por la crisis sanitaria del Covid 19

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

«Durante siglos –escribió el gran José Luis Martín Descalzo (1930-1991) hace más de treinta años, concretamente en 1986 y cuando él ya llevaba algún año en diálisis, a causa de una grave insuficiencia renal que acabó prematuramente con su vida luminosa y tan fecunda como sacerdote, periodista y escritor– las  generaciones cristianas han acompañado a Cristo camino del Calvario, en una de las más hermosas devociones Cristianas: el Vía Crucis. ¿Por qué no intentar –no “en lugar de”, sino “además de”– acompañar a Jesús también en las catorce estaciones de su triunfo?».

Así nació su Vía Lucis, quizás el primer Vía Lucis escrito formalmente. Es el Vía Lucis que, siendo yo párroco de Sacecorbo, en la serranía de la Alcarria, hice, en camino de luz, de gozo y de esfuerzo de varios kilómetros de distancia, con mis feligreses en la mañana de Pascua del año 1987 desde el pueblo hasta la entrada de la Cueva de las Majadillas, donde celebramos la eucaristía del día de la Resurrección.

Pero ¿qué es el Vía Lucis? Es el camino de la búsqueda, del encuentro y del testimonio. Es el camino del gozo, de la alegría y de la felicidad. Es camino de las llagas, de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Es el camino de la luz, de la paz y de la misión. Es el certificado de la fe, la prueba de la esperanza y el camino de la caridad. Decir Vía Lucis es decir Jesucristo Resucitado, la clave de bóveda, la piedra angular, de nuestra fe, la realidad histórica más grande que los siglos han conocido, la verdad que mueve al mundo y lo transforma en vocación de Pascua y de eternidad. Decir Vía Lucis es decir Aleluya, verdaderamente ha resucitado el Señor, aleluya. Y nosotros somos, hemos de ser, sus testigos. Aleluya.

 

Un canto a la vida en medio de signos de muerte

La Congregación vaticana para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó, en 2002, bajo la expresa autorización del Papa Juan Pablo II, el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia. En el número 153 habla del Vía Lucis. Este es su contenido:

«Recientemente, en diversos lugares, se está difundiendo un ejercicio de piedad denominado Vía Lucis. En él, como sucede en el Vía Crucis, los fieles, recorriendo un camino, consideran las diversas apariciones en las que Jesús –desde la Resurrección a la Ascensión, con la perspectiva de la Parusía– manifestó su gloria a los discípulos, en espera del Espíritu prometido (cfr. Juan 14,26; 16,13-15; Lucas 24,49), confortó su fe, culminó las enseñanzas sobre el Reino y determinó aún más la estructura sacramental y jerárquica de la Iglesia.

Mediante el ejercicio del Vía Lucis los fieles recuerdan el acontecimiento central de la fe –la Resurrección de Cristo– y su condición de discípulos que en el Bautismo, sacramento pascual, han pasado de las tinieblas del pecado a la luz de la gracia (cfr. Cartas de san Pablos a los Colosenses 1,13; y a los Efesios 5,8).

Durante siglos, el Vía Crucis ha mediado la participación de los fieles en el primer momento del evento pascual –la Pasión– y ha contribuido a fijar sus contenidos en la conciencia del pueblo. De modo análogo, en nuestros días, el Vía Lucis, siempre que se realice con fidelidad al texto evangélico, puede ser un medio para que los fieles comprendan vitalmente el segundo momento de la Pascua del Señor: la Resurrección.

El Vía Lucis, además, puede convertirse en una óptima pedagogía de la fe, porque, como se suele decir, "per crucem ad lucem" (“Por la cruz a la luz”). Con la metáfora del camino, el Vía Lucis lleva desde la constatación de la realidad del dolor, que en plan de Dios no constituye el fin de la vida, a la esperanza de alcanzar la verdadera meta del hombre: la liberación, la alegría, la paz, que son valores esencialmente pascuales.

El Vía Lucis, finalmente, en una sociedad que con frecuencia está marcada por la "cultura de la muerte", con sus expresiones de angustia y apatía, es un estímulo para establecer una "cultura de la vida", una cultura abierta a las expectativas de la esperanza y a las certezas de la fe».

 

Estaciones 1ª a 8ª del Vía Lucis de Martín Descalzo

Como ya se dijo, el gran  y recordado Martín Descalzo publicó en 1986, dentro del libro «Razones para la alegría», el quizás primer Vía Lucis escrito y redactado como tal. Las catorce estaciones de este Vía Lucis reflejan los acontecimientos iniciales de la Pascua del Señor y su significado e interpelación. No son tanto acontecimientos externos, cuando sucesos de alcance espiritual.

La primera estación es: Jesús, resucitando, conquista la vida verdadera (Mateo 28,1-6). El enunciado de la segunda reza: Su sepulcro vacío muestra que Jesús ha vencido a la muerte (Marcos 16,2-6). En la tercera, se detiene a contemplar el triunfo definitivo de la resurrección y sus consecuencias: Jesús, bajando a los infiernos, muestra el triunfo de su resurrección (1 Carta de Pedro 3,18).

Las siguientes cuatro estaciones son las estaciones de los personajes, de los testigos de la resurrección. Así, la cuarta estación es la estación mariana: Jesús resucita por la fe en el alma de María (Lucas 1,41-49). La quinta, bien hermosa y significativa, es la estación de María Magdalena: Jesús elige a una mujer como apóstol de sus apóstoles (Juan 20,11-18). La sexta es la estación de los discípulos de Emaús: Jesús devuelve la esperanza a dos discípulos desanimados (Lucas 24, 13-31). La séptima, bajo el epígrafe Jesús muestra a los suyos su carne herida y gloriosa (Juan 20, 26-31), muestra una de las claves de las contraseñas de la resurrección. Es la estación del apóstol santo Tomás, el que dudó. Es la estación de los que dudan.

Esta estación, la séptima, es la estación de las llagas sanadas. Es la estación del cuerpo de Cristo, el mismo y distinto, glorificado, que complementa con la octava. La corporeidad, la materialidad de la resurrección, es, en efecto, el argumento de la octava estación: Con su cuerpo glorioso, Jesús explica que también los cuerpos resucitarán (Lucas 24,36-43).

 

Estaciones 9ª a 15 ª del Vía Lucis de Martín Descalzo

El camino de la luz se hace camino para vencer al miedo y para la confianza y la alegría: Jesús bautiza a sus apóstoles contra el miedo (Juan 20,1931), Jesús anuncia que seguirá siempre con nosotros (Mateo 28,16-20) y Jesús devuelve a sus apóstoles la alegría perdida (Juan 20, 19-31) son los epígrafes respectivos de las estaciones nueve, diez y once.

Las tres últimas estaciones del Vía Lucis de Martín Descalzo son las estaciones de la misión. La Pascua marca siempre el tiempo de la Iglesia, la hora de la misión y de la evangelización: Jesús entrega a Pedro el pastoreo de sus ovejas (Juan 21, 15-17), Jesús encarga a los Doce la tarea de evangelizar (Mateo 28.16-20) y Jesús sube a los cielos para abrirnos camino (Hechos de los Apóstoles 20,9-14) son los respectivos enunciados de las estaciones doce, trece y catorce.

Y la décimo quinta estación es la Venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y la Virgen María en Pentecostés (Hechos de los Apóstoles 2, 1-13).

 

Cómo y cuándo rezar el Vía Lucis

Para rezar el Vía Lucis, en que compartimos con Jesús la alegría de su Resurrección, proponemos un esquema similar al que utilizamos para rezar el Vía Crucis: enunciado de la estación; presentación o monición que encuadra la escena o composición mental en silencio del lugar y de la escena;  texto evangélico correspondiente, con la cita de los lugares paralelos; oración que pretende tener un tono de súplica; meditación y cántico final de alabanza.

Al igual que  en el Vía Crucis, tras el enunciado de las estaciones hay una oración de súplica, para el Vía Lucis esta oración puede ser la siguiente: V/ Verdaderamente ha resucitado el Señor. Aleluya. R/ Como anunciaron las Escrituras. Aleluya.  

A continuación, del enunciado y demás propuestas realizadas en el párrafo anterior, se reza Padre Nuestro, Ave, María y Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Y se concluye cada una de las estaciones con esta invocación pascual, también pascual: ¡Reina del cielo, alégrate porque el Salvador, a quien mereciste llevar en tu seno, aleluya, ha resucitado, según dijo! ¡Aleluya!.

Y si el Vía Crucis es rezado por la comunidad cristiana, sobre todo, los viernes –el día de la Cruz-, el Vía Lucis bien puede rezarse el domingo, que es el día de la Luz, de la Pascua, de la Resurrección, o en la tarde del sábado.

Si razones pastorales o de organización comunitaria recomiendan otro día, este podría ser el jueves o el sábado por la mañana.  Lógicamente mientras persista el estado de alarma por emergencia sanitaria grave a causa del coronavirus, su rezo ha de ser personal o familiar.

 

Potenciar los signos de la Pascua

En cualquier caso, el Vía Lucis es una nueva praxis de piedad que ha de ponerse en práctica y ha de desarrollarse. Es un medio óptimo para vivir la Pascua, para mantener su tensión y su gracia durante los cincuenta días de este tiempo santo. Si al Vía Crucis acompaña la cruz durante su rezo itinerante, al Vía Lucis bien podría acompañarle el cirio pascual.

Necesitamos llenar de signos y de símbolos nuestra fe y su expresión litúrgica, pastoral y espiritual. El Vía Lucis ha de ser uno de ellos. Como el cirio pascual todos los días de la cincuentena pascual encendido. Los domingos el rito penitencial debería ser el de la aspersión con el agua bendita. Lógicamente mientras persista el estado de alarma por emergencia sanitaria grave a causa del coronavirus, las misas son privadas y sin fieles y sin el uso del agua bendita.

Es preciso asimismo recuperar todos los días el canto del Regina Caeli en sustitución del Ángelus, y, al menos, sábados y domingos, cantarlo al final de la Eucaristía. Las flores es otro signo a potenciar y a cuidad durante la Pascua. Nuestros templos, comunidades y hogares deben estar bien adornados y revestidos de flores y macetas. Fue en un jardín, el jardín, el huerto, del Calvario donde florecieron para siempre la Vida y la Esperanza. 

Próximamente esta misma página de Religión de NUEVA ALCARRIA estará dedicada también a abundar y a proponer otros modelos del ejercicio piadoso del Vía Lucis, tan necesario siempre y máxime ahora, en medio de tanta desolación y de desesperanza que ha traído el coronavirus. Porque nunca tanto como ahora nada necesitamos más que la Pascua.

 

Artículo publicado en Nueva Alcarria el 24 de abril de 2020

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Padre nuestro, que estás en las tribulaciones,

ayúdanos cuando nos encontramos en ellas,

venga a nosotros el consuelo de tus huellas

y hágase tu voluntad en nuestros corazones.

 

 El pan nuestro incluso en estas epopeyas

dánosle hoy y nunca, Jesús, nos abandones.

Igual que nosotros perdonamos, Tú nos perdones.

Sin caer en tentación, líbranos de todo mal que hay bajo las estrellas.

 

Las cuales, si no fuera por ciertas cosas que ocurren en la Tierra

serían enormemente bellas.

 

 

 Juan Pablo Mañueco

 

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