Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

Voy a sembrarme en esta húmeda lágrima doliente

para ver si crecen en mí espigas de armonía

mientras me encaramo al sol que baja lento

y me baño en la claridad que luce el día.

 

Voy a acercarme todo lo que pueda

desde mi realidad de incertidumbres,

a la ecuación sutil de lo infinito y sus difíciles incógnitas,

poner algo de luz a tanta confusión,

volver a mis antiguas creencias olvidadas.

 

Puede que así alcance a transformar mi vida,

a calmar mis soledades en la amistad que de Dios emana,

a despedir tantas presencias disfrazadas

en esta continua devoción al yo que me atenaza;

 

puede entonces que deje de vivir con estas dudas

que asesinan los incendios de mi alma,

que intimidan mi vocación de cada día.

 

Por Ángel Moreno

(de Buenfuente)

 

 

Cuando uno está bien, en espacio confortable, con suministro de luz y de calor, abastecimiento suficiente de víveres, a pesar del confinamiento o precisamente por encontrarse en casa a resguardo, cabe el ocio de escribir sobre la inclemencia, el sufrimiento, la soledad, la estadística de afectados por la pandemia o por la ola de frío. 

No es malo tener pensamientos positivos, e incluso poéticos contemplando la nevada, la belleza del paisaje, y convertir la contrariedad en privilegio, al gustar el tiempo sereno y apacible. 

Pero siento pudor al leer de manera estética la circunstancia que a otros penaliza por estar en intemperie, aislados con penosidad, sin poder llegar a casa, con urgencias hospitalarias y acoso de noticias adversas. 

Hoy, sin embargo, tengo la autoridad del testigo, después de haber enterrado a mi hermana mayor, en condiciones adversas. Gracias a la solidaridad, no obstante el estado de la carretera, he podido desplazarme hasta mi pueblo, pero no he podido convivir con mi familia. Nos hemos limitado a rezar un responso en el cementerio con las sepulturas colmadas de nieve. 

Y en estas circunstancias, la Palabra de Dios, de manera providente proclama: “Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, pues dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Y también: En él pondré yo mi confianza. Y de nuevo: Aquí estoy yo con los hijos que Dios me dio.” (Hbr 2, 11-12) Si en momentos de duelo un gesto de afecto, una llamada, una presencia confortan, dar fe a que Jesucristo se confiesa hermano, compañero, sin protagonismo, pero con la seguridad de su presencia compasiva, ayuda y estremece. 

Los caminos están helados, la pandemia obliga al confinamiento, los enfermos están aislados en los hospitales, a los que mueren no se les puede acompañar piadosamente, todo podría desembocar en rebeldía. No me escandaliza ver cómo se rompen tantas personas por el dolor, al tocar el límite de sus fuerzas. 

En este momento, sin más autoridad que estar compartiendo soledad, aislamiento, despojo, dolor, ausencia, sin embargo, puedo afirmar la ayuda que concede la fe, y la certeza de que nada se pierde. El Hermano mayor, Jesucristo, se hace presente de manera especial es estos momentos y nos libra de ser poseídos por la tristeza, la melancolía, la desesperanza. En caso de que el duelo se apodere del ánimo, tanto la Madre de Dios, como su Hijo Jesús, se hacen presentes en silencio y se muestran compasivos, porque ellos han sufrido ya nuestro dolor.  Gracias también a tantos testimonios de amistad y de oración.

Al hilo de esta frase, tomada de un poema de Gerardo Diego, he aquí, todavía en la octava de la Navidad, las actitudes, símbolos, lugares y gestos de la Navidad

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

En las tres últimas semanas, esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA ha preparado la Navidad mediante la carta apostólica del Papa Francisco «Admirabile signum» (AS), escrita hace un año, sobre el sentido y valor del pesebre o del Belén. Glosábamos, el pasado 11 de diciembre, el triple simbolismo e interpelación del Belén y su potencialidad evangelizadora. El viernes 18 de diciembre nos detuvimos en el entorno natural, paisajístico y urbanístico del pesebre de Belén y de sus figuras menores, que suelen acompañar a nuestros Belenes. En las vísperas de la Navidad, nos deteníamos en el misterio central del Belén: Jesús, María y José, corazón palpitante del Belén; y, además, añadía unos apuntes, también de la mano del Papa Francisco y de ideas y reflexiones propias, sobre los magos de Oriente.

Hoy, como un apéndice y supuesto que seguimos en el tiempo de litúrgico de Navidad y de Epifanía, ofrece dos decálogos: uno sobre las actitudes cristianas para  la Navidad; el segundo sobre los símbolos, lugares y gestos de este tiempo precioso de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.

 

Actitudes cristianas de Navidad

1.- EL SILENCIO: Es tantas veces el lenguaje de Dios. Dios habla siempre en el silencio. «Mientras un silencio apacible lo envolvía todo, y en el preciso instante de la medianoche, tu omnipotente palabra, oh Señor, se lanzó desde los tronos del cielo», afirma el salmo 18.

Cuando en Greccio, como ya recordábamos, san Francisco de Asís se «inventó» el «Belén», hablaba del silencio de la Navidad. «¿Qué es la Navidad?», le preguntó el hermano León... Y Francisco le respondió, balbuceando: «Es Belén, es humildad, es paz, es intimidad, es gozo, es dulzura, es esperanza, es benignidad, es suavidad, es aurora, es bondad, es amor, es luz, es ternura, es amanecer... Es silencio». Y Dios vino esa noche.

2.-LA FE: La fe, a pesar de la debilidad de los signos de la salvación, nos descubrirá la grandeza, escondida en la pequeñez, la fortaleza, revestida de debilidad, de la Navidad.

3.-LA CONTEMPLACIÓN Y LA ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS, que anunciaba el misterio y lo desvelaba, porque se han cumplido las promesas, porque la Palabra se ha hecho carne, ha hablado y habla para siempre en los gemidos, susurros y balbuceos inenarrables y hasta inaudibles de un recién nacido.

4.-LA TERNURA, que es amor, ante Jesús, hermano nuestro, niño que entre pajas yace, tan débil, tan necesitado como un bebé.  «El amor no es amado», exclama Francisco de Asís, por los valles y caminos de Rietti, mientras anunciaba la Navidad, cuando proclamaba que «esta noche vendrá Dios». La ternura y el amor de la Navidad llaman a la ternura y al amor de toda nuestra vida.

5.- LA ALEGRÍA, HUMILDE Y BULLICIOSA, porque la gracia y la salvación de Dios nos han visitado, porque Dios se ha hecho uno de nosotros y si Dios se hace hombre, ser hombre es lo más grande que se puede ser para Dios. La Navidad es la fiesta del hombre. Por eso, Navidad es alegría, la alegría verdadera, sin edulcorantes y sin burbujas, la alegría de saber y de sentir a Dios con nosotros y para siempre.

6.- LA INTENSIFICACIÓN DE LAS RELACIONES FRATERNALES, porque Jesús, el Hijo de Dios y el hijo de mujer, al nacer y al vivir en la carne, se ha hecho hermano de todos para siempre. Nada humano le es ajeno. Comparte en todo nuestra condición humana menos en el pecado. Es hermano entre los hermanos. Navidad es fraternidad. Navidad es solidaridad. Navidad es caridad.

7.- LA ALABANZA: «Gloria a Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres de buena voluntad». Alabanza traducida en cánticos y villancicos, alabanza a su inmensa grandeza abajada a nuestras categorías, alabanza a su infinita misericordia.

8.- LA ADORACIÓN, donde mejor contemplar y descubrir, entender y discernir el misterio y su llamada. Adoración que es oración y plegaria.

9.- LA ACCIÓN DE GRACIAS, porque Dios ha venido a nuestro valle, porque se ha manifestado su poder y su gloria, porque la historia humana es historia de Dios, porque la gratitud es única respuesta posible a tanto amor derramado por nosotros.

10.- LA CONVERSIÓN: La Navidad es la buena y definitiva noticia de la felicidad y de la salvación que tanto anhelamos. No podemos reducirla o constreñirla a unos días. Lleva en sí misma inscrita vocación de futuro, de eternidad. Porque, como escribe San Pablo, «ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, llevando ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo».

 

Belén de la parroquia de San Pedro de Sigüenza, niño Jesús de marfil de la catedral y operación kilo para Cáritas

 

Símbolos, lugares y gestos de la Navidad

1.-El pesebre. Llamado también y más popularmente en España Belén. Es la escenificación del misterio del nacimiento de Jesucristo, que se pone en las iglesias, en los hogares y en otros lugares. El Belén en nuestros templos y en nuestras familias nos recuerda que Dios puso su tienda, su morada entre nosotros.

2.-El villancico. Arranca también de la devoción de San Francisco por el misterio de la Navidad y en su deseo de propagar los cánticos y cantos populares que suscitaba entre los fieles este misterio. La palabra villancico se define, en una de sus acepciones, como «canción popular, principalmente de asuntos religiosos que se canta en Navidad y otras festividades».

Son canciones del pueblo -como se deriva de su etimología- para expresar el gozo y la alabanza por la salvación en Dios hecho hombre. Son como evocaciones de aquella primera adoración de los pastores, canción de canciones, en definitiva, del pueblo humilde y sencillo, el primero en reconocer y adorar al Salvador.

3.-La Misa del Gallo. Es una de las cuatro Misas, de las cuatro Eucaristías, con que la Liturgia de la Iglesia honra el misterio de la Navidad y manifiesta su inagotable riqueza. Érase que se era, según narra una fábula, que fue un gallo el primero en presenciar el nacimiento de Jesucristo y de anunciarlo con su canto... Era el canto del gallo que anunciaba la aurora de los tiempos. La Misa del Gallo es, debe ser (este año la pandemia ha obligado a adelantar horarios), Misa de medianoche, cuando el silencio se rompió en la Palabra, cuando el pueblo que caminaba en tinieblas se vio envuelta en una luz grande y resplandeciente, cuando las estrellas palidecieron ante el alba de la luz tan esplendente.

4.- El árbol de Navidad. Sus orígenes se remontan a la noche de los tiempos, pretéritos períodos de la historia. El árbol expresa la fuerza fecundante de la naturaleza. Los rigores del otoño y del invierno no han podido con él, fuerte roble, árbol rey. Para suplir sus hojas caducas o heridas es preciso hacer pender objetos de adorno, cuajados de simbolismos: la luz, el obsequio, la sorpresa, el don de los dones, que es, en definitiva, el nacimiento de Dios en la carne. El árbol de Navidad habla de perennidad, de fecundidad, de inmortalidad, de fortaleza. Es imagen de Cristo luz del mundo, el árbol de la vida. En un árbol fue perdida la inocencia, en un árbol fue reparada y redimida la humanidad.

5.-Intercambio de dones, praxis quizás banalizada y exagerada en la actualidad, pero cuajada de simbolismo y de riqueza: Navidad es intercambio maravilloso. El hijo de Dios, al encarnarse, nos otorga participar de su divinidad. La encarnación es un misterio compartido. Nos dice la Liturgia de estos días: «¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen, y hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad».

6.-La Palabra, el saludo, la felicitación navideñas, como aquel entrañable «felices pascuas», especial y cordialmente pronunciados en la noche y en el día de la Navidad y que quizás esté desapareciendo en nuestros ambientes, aun cuando Navidad es también Pascua: el paso del Señor y su entrada en nuestra historia. Navidad es la Palabra. Es el tiempo oportuno para el diálogo, para el encuentro, para la reconciliación, para la amistad, para el deseo de la felicidad y de la dicha, para la paz, dones todos ellos traídos en prenda en la Navidad por la Palabra de Dios hecha carne, revelada, manifestada, desvelada en y para el amor.

7.- La luz. Navidad es la explosión de la luz. Jesucristo encarnado, sin dejar de ser hombre, es «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero». El pueblo que caminaba en tinieblas fue envuelto en la luz sin ocaso de la encarnación.

8.- El pan. Es la expresión básica del alimento. Es signo de Jesucristo, Pan de la vida. En Navidad adoramos el cuerpo de Jesús, que se nos dará después en la Eucaristía. Durante décadas existió la tradición que durante la adoración al Niño, en la Misa del Gallo, los fieles -particularmente, las mujeres- ofrecían y depositaban cestos llenos de pan bendecido, el Pan de la Navidad, que era llevado después a los pobres y a los enfermos.

9.- La acogida, la hospitalidad, el hogar, la familia. En algunos países de la Europa central existe la tradición de poner una vela encendida en la ventana abierta del hogar durante la noche de Navidad, como señal de acogida y de bienvenida. También en algunos de estos lugares, en Navidad se dejaba la puerta de la entrada de la casa sin cerrar.

Navidad es la gran acogida y la gran hospitalidad del Dios que, al hacerse hombre, al hacerse hogar y familia, nos abre las puertas de la divinidad, de la familia de Dios. Navidad fue la gran acogida y la gran hospitalidad de los pobres y de los pastores que cedieron su establo para que en él Dios pusiera su morada entre nosotros. Navidad fue la familia de Belén y de Nazaret. Navidad fue y es hogar. Y el hogar es el lugar de nuestra Navidad. Y es que Navidad es la fiesta de la familia. Es familia: Dios que se hace de nuestra familia, Dios que nace y vive en una familia, Dios que se prolonga en la familia de los hijos de Dios que es la Iglesia.

10.-La paz. Navidad es paz, el don de los dones del Señor que nace, del Dios que se encarna. «Porque un Niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva a su hombro el principado y es su nombre Maravilla de Consejero, Padre Perpetuo, Príncipe de la Paz. Para dilatar el principado con una paz sin límites... Para sostenerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho desde ahora y por siempre».

¿Habrá algo que invite más a la paz, a la ternura y al amor que un niño recién nacido? La paz surge de la justicia y hace brotar el anticipo del cielo nuevo y de la tierra nueva, de la civilización del amor y de la paz a la que todos estamos llamados y que Jesucristo, con su nacimiento vino a instaurar. «¡Qué hermosos son, pues, sobre los montes -como nos dice, de nuevo, el profeta Isaías- los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia de la paz!».

Navidad es noche, días, noches y días, de paz. ¡Señor, danos la paz! ¡Tú eres nuestra paz! La paz de un niño, tierno y débil, que entre pajas yace. La paz de un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. ¡Señor, danos la paz! ¡Tú eres nuestra paz!

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de diciembre de 2020

Al igual que ha acontecido con toda la humanidad, la pandemia del coronavirus COVID-19 ha condicionado y marcado en su práctica totalidad la agenda papal

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Si en España, la fecha que determinó un antes y un después en 2020, a causa de la causa del COVID 19, fue el domingo 15 de marzo, en Italia, y en consecuencia en el Estado de la Ciudad del Vaticano, fue doce días antes. Y ya el domingo 8 de marzo, el Papa Francisco no apareció en el balcón de los palacios apostólicos para rezar el ángelus dominical, sino que lo hizo desde la biblioteca de dichos palacios. "Es un poco extraña esta oración del ángelus de hoy, con el Papa 'enjaulado' en la Biblioteca, pero yo os veo y os estoy cercano", afirmó Francisco, al inicio de la conexión televisada.

Desde entonces y hasta el viernes 27 de marzo, en una tarde lluviosa, el Papa no volvió a aparecer en la Plaza de San Pedro de Roma, eso sí desierta y desolada. El 27 de marzo de 2020 era viernes de Cuaresma. A través de los medios de comunicación conectados con Roma, se transmitió para todo el mundo una impresionante vigilia de oración en tiempos de pandemia como invitación a la humanidad a no tener miedo y a encomendarse al Señor: "Tenemos una esperanza: en la Cruz de Cristo, hemos sido sanados y abrazados para que nada ni nadie nos separe de su amor redentor".

 

Francisco, más mediático que nunca

Aquella vigilia de oración concluyó con adoración eucarística y  con una extraordinaria bendición “urbi et orbi” (para la ciudad y para el mundo). Mientras seguía lloviendo sobre Roma y la humanidad entera tiritaba de dolor y de incertidumbre ante la tan abrupta y letal aparición de un virus invisible y descontrolado.

La Biblioteca Apostólica Vaticana volvió a acoger las dos citas habituales semanales de los papas: la audiencia general de los miércoles y el rezo y alocución del ángelus los domingos.

 

El Papa reza ante el Cristo de Peste de Roma

 

Y la oración y la emergencia sanitaria protagonizaron también en las catequesis de las audiencias generales de 2020: en la primera, de hecho, el Papa dedica un ciclo entero que comienza el 6 de mayo y se reanuda el 7 de octubre. Sobre el tema "Sanar el mundo", el Pontífice reflexiona a partir de agosto, recordando en particular, el miércoles 19, la importancia del acceso universal a las vacunas. Un tercer ciclo de catequesis, de enero a finales de abril, estuvo dedicado a las Bienaventuranzas.

En 2020, fiel a la cita de los miércoles hábiles, ha habido un total de 46 audiencias generales año y 58 veces el Papa recitó el ángelus (en Pascua, el Regina Caeli). Y, además, Francisco quiso que su misa diaria de las 7 de la mañana, en la capilla de la Residencia Santa Marta, donde vive, fue televisada en directo desde el 9 de marzo hasta el 18 de mayo, centenario del nacimiento de san Juan Pablo II.

Por otro lado, las celebraciones de la Semana Santa en la basílica de San Pedro fueron muy restringidas de fieles, especialmente la Semana Santa, al igual que en toda la Iglesia.

Y el pasado 6 de marzo y hasta mitad de mayo, y después en distintas ocasiones, todos los días el Papa Francisco escribió al menos un mensaje en Twitter para contribuir a frenar la pandemia del coronavirus. Fueron, en total, más de  centenar largo de mensajes en Twitter con el hashtag (etiqueta) #OremosJuntos. En NUEVA ALCARRIA, nos hicimos eco de cerca de setenta de estos mensajes, en las páginas de Religión de los viernes 22 de mayo  y 5 de junio.

 

Fratelli tutti”, “Querida Amazonia” y Palabra de Dios

2020 ha sido también el año de la tercera encíclica del Papa. Así, el domingo 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís y en texto firmado la tarde de antes ante la tumba de este santo universal, se publicó "Fratelli tutti" (“Todos somos hermanos”), en la que el Pontífice indica la fraternidad y la amistad social como formas primarias para construir un mundo mejor.

Con anterioridad, el 2 de febrero, se hizo pública la exhortación apostólica postsinodal "Querida Amazonia", fruto del Sínodo Especial para la Región Panamazónica, sínodo celebrado en Roma en octubre de 2019. El texto representa el deseo de Francisco de una Iglesia con rostro amazónico y traza nuevos caminos de evangelización y cuidado del medio ambiente.

Por otro lado, con fecha 30 de septiembre de 2020, el Santo Padre escribió la carta apostólica  “Scripturae Sacrae affectus” sobre el afecto a la Sagrada Escritura con ocasión del XVI centenario de la muerte de san Jerónimo, el gran difusor y traductor de la Biblia. En este contexto, ya en 2019, instituyó el Domingo de la Palabra, fijando su celebración para el tercer domingo del tiempo ordinario, que en 2020 fue el 26 de enero y este año será el día 24.

 

Años de la ecología integral, la familia y san José

El 24 de mayo se cumplieron cinco años de la segunda encíclica de Francisco, la encíclica sobre la ecología integral y el cuidado de la casa común. Y con este motivo,  se lanzó un especial "Año de la Laudato si`".

Y en las postrimerías de 2020, el Papa anunció que, del 19 de marzo de 2021 al 26 de junio de 2022, fecha de clausura del 10º Encuentro Mundial de las Familias, previsto en Roma, será el Año de la “Amoris laetitia”, su exhortación apostólica postsinodal sobre el matrimonio y la familia, también para conmemorar su quinto aniversario.

Y entre ambos años especiales, un tercero: el Año de San José entre el 8 de diciembre de 2020 y el 8 de diciembre de 2021 para  celebrar el 150 aniversario de la proclamación, por parte del Papa beato Pío IX, de san José como patrono universal de la Iglesia. Al afecto, Francisco ha escrito una breve y preciosa carta apostólica, "Patris corde" (“Padre de corazón”), y, además, con indulgencias plenarias especiales durante todo este año santo.

 

La reforma que no cesa

En marzo, Francisco promulgó la ley CCCLI sobre el sistema judicial del Estado de la Ciudad del Vaticano, que sustituyó a la que estaba en vigor desde 1987, dando mayor independencia a los magistrados. El 1 de junio le  promulgó "Normas de transparencia, control y competencia en los contratos públicos de la Santa Sede y la Ciudad del Vaticano", seguido, el 5 de diciembre, por el nuevo Estatuto de la Autoridad de Información Financiera, que se convierte así en la Autoridad de Supervisión e Información Financiera. Por último, el 28 de diciembre, con un decreto "Relativo a algunas competencias en materia económico-financiera", se transfirió al Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica la gestión de los fondos y propiedades de la Secretaría de Estado, incluido el Óbolo de San Pedro. Al mismo tiempo, se refuerza la función de supervisión de la Secretaría de Economía, que tendrá la función de Secretaría Papal de asuntos económicos y financieros.

Por otro lado, en 2020 han proseguido los trabajos para la reforma de la Curia Romana y también para sanar, erradicar y prevenir los abusos a menores.

 

Nuevos cardenales

En la tarde del 28 de noviembre, víspera de Adviento, Francisco presidió su séptimo consistorio de creación de nuevos cardenales, con trece nuevos purpurados.  Brunei y Ruanda  han pasado a formar parte de la "geografía" del colegio cardenalicio por primera vez.

El capuchino navarro, con nacionalidad también chilena, Celestino Aós Braco (1945), arzobispo de Santiago de Chile, fue uno de los nuevos trece cardenales, entre los que halla también el asimismo capuchino y muy conocido Rainiero Cantalamessa (1934), predicador de la Casa Pontificia.

 

Un año sin viajes apostólicos y en 2021, Irak

Cuando irrumpió la pandemia, la Santa Sede tenía ya confirmados tres viajes papales: uno dentro de Italia (a Acerra, el 24 de mayo, en Campania, junto a Nápoles, para celebrar el quinto aniversario de la ya citada encíclica de Francisco sobre el cuidado de la casa común) y dos internacionales (el 31 de mayo a Malta; y, del 2 al 9 de septiembre, con destino previsto a Indonesia, Timor Oriental y Papúa Nueva Guinea).

Antes de la pandemia, el Papa, el 23 de febrero, fue a Bari, en el sur de Italia,  para un encuentro intercristiano de oración, reflexión, fraternidad y espiritualidad  con el Mediterráneo y las causas de la paz, la unidad de los cristianos, la justicia y la acogida a migrantes y refugiados como epicentros. Y el sábado 3 de octubre,  como ya se dijo, Francisco fue a Asís, en visita privada, y allí, en la tumba del santo poverello, firmó la encíclica "Fratelli tutti.

Y de cara a 2021, y respetando todos los protocolos sanitarios y de seguridad y a tenor de la evolución de la pandemia, del 5 al 8 de marzo próximo, Francisco visitará Irak, en el corazón, siempre atribulado de Oriente Medio.

 

Vídeomensajes de proximidad y nuevas letanías

Durante estos 12 meses, el Pontífice ha grabado numerosos mensajes de video, incluyendo los del 25 de septiembre y el 10 de diciembre. En el primero, Francisco se dirige a la 75ª Asamblea General de las Naciones Unidas y lanza una enérgica advertencia a la comunidad internacional para que ponga fin a la carrera de armamentos, proteja los derechos de los migrantes y reconsidere los sistemas económicos y financieros. También condenó enérgicamente el aborto como un servicio humanitario "esencial".

El segundo mensaje, en el día de 72º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue un vídeo dirigido a los participantes en la reunión, promovida en línea por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, sobre la crisis en Siria e Irak. "Es necesario asegurar," subraya Francisco, "que la presencia cristiana, en estas tierras, siga siendo lo que siempre ha sido: un signo de paz, progreso, desarrollo y reconciliación.

En el final de la primera ola de la pandemia, con fecha 20 de junio, y como gesto también de proximidad en medio de tanto dolor, se produjo una disposición mediante la cual el Papa Francisco incluye tres nuevas advocaciones marianas a las letanías lauretanas: “Mater misericordiae” (Madre de Misericordia), “Mater spei” (Madre de la Esperanza) y  “Solacium migrantium” (Consuelo, Solaz, Alivio o Ayuda a los migrantes). La primera invocación se colocará después de “Mater Ecclesiae” (Madre de la Iglesia); la segunda después de “Mater divinae gratiae” (Madre de la Divina Gracia); y la tercera después de “Refugium peccatorum” (Refugio de los pecadores).

 

Ninguna canonización

La pandemia ha obligado a no programar canonizaciones en 2020. En octubre de 2020, estaba previsto que fuera canonizado el beato Charles de Foucauld, además de otros beatos. Es de esperar que sea posible en 2021.

Y las beatificaciones, en las que el Papa delega la presidencia de la celebración al cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos,  han sido también muy escasas, aunque citaremos dos de las celebradas. Así, en Asís, el 10 de octubre, fue beatificado el adolescente italiano, nacido en Gran Bretaña, Carlo Acutis, de 15 años; y, en Barcelona, el 7 de noviembre, en Barcelona, Joan Roig Diggle, joven laico barcelonés de 19 años, martirizado en 1936.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 8 de enero de 2021

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

¡Nochebuena!

 

Esta noche irrumpe

una extraña luz:

La realidad se transfigura.

Todo es acontecimiento.

 

La cueva es hogar.

El silencio es Palabra.

La pobreza, un tesoro.

Florece el invierno.

 

El llanto de un Niño

es Encarnación de Dios.

El pecho de una madre,

entrañas de la tierra al cielo.

 

La noche se torna claridad.

El frío es cálido,

La soledad se vuelve compañía.

El interior desborda de presencia.

 

El bosque bate palmas.

El cielo llueve estrellas.

La tierra de perlas se engalana.

El campo queda envuelto en papel de seda.

 

Un halo invisible acompaña los pasos.

La sombra se torna trasparecía.

Lo que existe es vestigio divino,

firma del Verbo anticipada.

 

Ya no hay profeta, ni mensajero.

Hoy se entrega el testigo irrevocable,

Dios envía a su Hijo

Él es la verdad más plena.

 

Ya no estoy solo

Ni es anónima mi vida

Todo gesto de amor

Tiene sentido, aunque sea discreto.

 

El universo recibe mi embeleso,

el cielo la plegaria,

el mundo se equilibra

y la humanidad se beneficia.

 

Y vibra el corazón,

se contienen las lágrimas.

La gratuidad divina

empapa la tierra.

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