47ª aniversario de mi ordenación sacerdotal

 

Por Ángel Moreno

(Vicario de Vida Consagrada)

 

 

Este año de gracia, Señor, en el que nos has querido abrir de manera especial la puerta de la misericordia, me acerco a tu imagen para contemplar hasta dónde ha llegado tu amor por nosotros, en el ofrecimiento del perdón. 

Leo en los Evangelios las palabras que  dirigiste a tus discípulos: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por su amigos”. Pero Tú no solo te entregaste en manos de los que te crucificaron por los tuyos, sino que lo hiciste por todos los hombres, y como expresión de la verdad de tu ofrecimiento, dijiste al ladrón arrepentido: “Hoy estará conmigo en el paraíso”, y en una súplica suprema a tu Padre rogaste por los mismos que te crucificaban: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. 

Nadie queda fuera de tu misericordia, y sin embargo, hay veces que me resisto a presentarte mi pobreza, o porque la legitimo con el argumento de que soy humano, o porque me parece que ya no tengo remedio. 

Y Tú permaneces, de la manera más discreta, entregando tu espíritu, para que como leve susurro me mueva a la confianza, y me acerque humilde a solicitar tu perdón. 

A lo largo del verano he meditado las obras de misericordia, y me ha iluminado la explicación que nos hace el papa Francisco de lo que es la justicia. Para el Papa, justicia significa confianza en ti, abandono en tus manos, como Tú lo hiciste en manos de tu Padre, porque estabas seguro de su amor. 

Si Tú te has entregado enteramente y por amor en manos de tu Padre para demostrarnos hasta donde llega tu confianza, que se vio coronada por el triunfo de tu resurrección, y yo, en mi caso, me quedo anclado en la sospecha, en la reticencia, en la desconfianza por no dar crédito al ofrecimiento de tu perdón, estoy siendo injusto contigo y con tu Padre.

He sentido, Señor, la necesidad de reivindicar la confianza en tu persona. Te has ganado el crédito más absoluto. Instalarnos en nuestro egoísmo, defendernos de tu mirada por sentir vergüenza, o creer que ya no tenemos acceso al perdón por nuestra debilidad crónica, es una injusticia que cometemos contigo. 

Cristo, no dejes de enviarme tu aliento, el soplo de tu Espíritu, para que siempre, en cualquier circunstancia, vuelva a casa, a tu abrazo, y entre por la puerta de la misericordia, la que me restaura, sin echarme en cara mi pobreza, mi debilidad y hasta mi pecado. 

Gracias, Señor, por permanecer con los brazos abiertos, esperando siempre mis retornos. ¡Que de una vez me quede bajo tu mirada, sin emanciparme de tu amor!

Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofradías y Hermandades)

 

“Fe y caridad se necesitan mutuamente y no pueden caminar separadas. Han de ser testimoniadas y proclamadas como pertenecientes ambas a la misma y única misión evangelizadora” (Plan Pastoral Diocesano 2014-2018  El amor de Cristo nos urge, n. 31).

 

La fe necesita obras, y el creer en Jesucristo conlleva necesariamente vivir y actuar como Él. El amor es el mandato característico de todo lo cristiano.

Por ello toda asociación pública de fieles, como son las cofradías y hermandades, tienen como uno de sus fines generales, la realización de las obras de caridad. Así aparece en el primero de los artículos de sus estatutos.

Al hilo de la programación diocesana para este curso, y en la línea de XXIV Encuentro del Pueblo de Dios, la Delegación de Piedad Popular ha organizado la Jornada Jubilar y Encuentro de las Cofradías y Hermandades, que tendrá lugar en la ciudad de Guadalajara el día 15 de octubre.

En ella se pretende dar la oportunidad de experimentar el amor de Dios en este año de la Misericordia, disfrutar de una jornada de oración, formación e información, así como de expresión de la fe. Dicha fe expresa y compromete en el amor a Dios y a los hermanos, un amor que es el mejor lenguaje para evangelizar, porque todo el mundo lo entiende.


Por Jesús de las Heras

(Sacerdote y periodista, deán de la catedral de Sigüenza)

 

En la tarde del domingo 28 de agosto, falleció el sacerdote diocesano Salustiano Lorrio García. Tenía 88 años.

Horas después de su muerte, estaba viendo en la puerta de una de las parroquias de Sigüenza la esquela de don Salus. Detrás de mí, había un matrimonio  de unos 65 años. Quizás ella fue alumna de don Salus. No lo sé. Apenas cruzamos más que un saludo cortés ya que nos conocemos tan solo de vista... Cuando se marcharon, escuché el comentario de la esposa: “Era una buena persona”. El laconismo y la precisión de la frase me pareció verdaderamente definitoria de lo que fue Salustiano Lorrio García: una buena persona, un buen cura, sin alharacas de ningún género, pero valioso y bueno como una piedra preciosa. Sin miedo a exagerar, de él podemos decir que pasó haciendo el bien, sencillamente, humildemente, discretamente, sin que se notase demasiado, siempre con una sonrisa y una palabra de afecto para con los demás, para con todos.

La vida –la providencia, mejor- lo situó medio siglo en la ciudad de Sigüenza y lo situó en la formación sacerdotal, en la educación de jóvenes muchachas y en los servicios económicos a la diócesis. Y claro medio siglo dan para mucho y son, por lo tanto, muchas las generaciones que conservan, que conservamos, un magnífico recuerdo de él. Don Salus, sí, sembró sencillez, bondad y afecto y la recogió, con la misma discreción y sencillez que caracterizaron su vida, su sonrisa, su sentido del hombre, su memoria enciclopédica, sus saberes singulares como su afición a la meteorología.

Una biografía que habla por sí sola

Nació en Mochales el 6 de febrero de 1928 y fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1952. Estudió en el seminario de Sigüenza y en la Universidad Pontificia de Comillas, donde se licenció en Teología. Posteriormente, en la Universidad Complutense de Madrid logró la licenciatura en Filosofía y Letras, especialidad Geografía.

Hasta 2006, año en que junto a sus hermanas se trasladó a la Casa Sacerdotal de Guadalajara, vivió y sirvió en Sigüenza. Fue profesor, formador, administrador (en dos periodos, ambos de largos años, en total casi cuatro décadas) y rector (1968-1970) del seminario mayor. Fue también administrador general o ecónomo de la diócesis (1966-1968 y 1973-1994). Fue creado canónigo de la catedral en 1985 y antes fue beneficiado los quince años previos. Durante años fue también capellán de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y de su colegio de San José, del que también fue profesor. Atendió asimismo algunas pequeñas parroquias rurales. También fue profesor de Geografía en la Escuela Universitaria de Magisterio En el seminario y en el colegio San José fue profesor, sobre todo, de Latín, Geografía y Religión. Igualmente, sirvió la capellanía de las Clarisas y fue consiliario de la Adoración Nocturna.

Siempre sobresalió por su sencillez, alegría, humildad, afabilidad, buen humor, bondad, laboriosidad, piedad y generosidad. En los últimos años de  su vida, sobrellevó  la ancianidad y las enfermedades con la virtud y la bonhomía que caracterizaron su vida.

Su sepelio fue en Sigüenza, a las 6 de la tarde del lunes 29 de agosto, en la catedral (iglesia parroquial de San Pedro). Presidió el obispo, acompañado del arzobispo de Sevilla y de seis decenas de sacerdotes. Fue inhumado en el panteón de su familia en el cementerio interparroquial de Sigüenza. Tuvo un hermano sacerdote (Francisco), fallecido en 1991 y otras tres hermanas (una vive todavía). Todos ellos destacaron por su sencillez y bondad.

Entre 2000 y 2006 fue colaborador fiel de Cope Sigüenza, ofreciendo todos los días la información meteorológica, amén de otros comentarios sobre el santoral y distintos aspectos históricos y costumbristas.

A propósito del último juego informático del Pokémon Go

 

Por Juan José Plaza

(Delegación de Misiones)

 

 

Hace unos días me encontré con una madre y un niño pequeño; no tendría más de 3 años. El niño llevaba en la mano un móvil de grandes dimensiones. Iba con los ojos fijos en la pantalla y la madre dándole indicaciones, entre ellas: “mira a la acera no te vayas a caer”. Entonces me di cuenta de que estaban practicando el último de los juegos informáticos: el POKÉMON GO.

Me parece obligado, al comenzar este artículo, el invitaros a ir a WIKIPEDIA para ver lo que nos dice sobre  EL MUNDO VIRTUAL. Allí leemos: “Es un entorno de escenas, objetos…de apariencia real, generado mediante tecnología informática, que crea en el usuario la sensación de estar inmerso  e incluso viviendo en esa dimensión”.

Hasta hace no muchos  años, los niños, los jóvenes, los más mayores, es decir, todos…estábamos insertos en la REALIDAD  a secas, sin apellidos. Nos teníamos que enfrentar a los acontecimientos  vitales en toda su entidad fueran agradables o desagradables (la vida con sus fatigas y preocupaciones, el trabajo, los problemas, la diversión, incluso la muerte…). Nuestros juegos de niños, aunque, a veces  revestidos  de idealismo,  tenían un sustrato real. Además, la proximidad a la naturaleza nos daba  experiencia de las cosas que afectaban a nuestra existencia; conocíamos cómo se cosechaba el trigo para hacer el pan, cómo se obtenían los frutos y  se criaban  los animales, que nos proporcionaban alimento, etc. Incluso  los contenidos de nuestra fe tenían una manifestación real e influencia  en nuestras vidas, desde la más tierna infancia.

A medida que se ha ido construyendo la Torre de Babel del “MUNDO VIRTUAL”, éste  se ha ido metiendo como por osmosis y configurando nuestras  vidas, al contacto con el cine, la TV, Internet, las consolas, los videojuegos, el móvil, las tablets…

No es que  condenemos  estos “inventos”; pero sí que hemos de saber utilizarlos con la debida precaución, pues pueden sernos provechosos o tener graves repercusiones en nuestras vidas. A la vista están las adiciones a que llevan: adolescentes pegados constantemente al móvil o al internet o a la videoconsola…, viviendo fuera de la realidad. Se ha llegado incluso a que algunos jóvenes han cometido crímenes practicando juegos  de rol o que se han aislado en sus casas no queriendo tener contacto con el mundo real. También el  juego del Pokémon Go parece que tiene sus peligros o inconvenientes. 

El “mundo virtual” puede llevarnos  a una especie de “enfermedad o psicosis cibernética“ de imprevisibles consecuencias no sólo en lo que respecta a la vida física o material, sino también a la vida moral y espiritual.

Creo firmemente que no debemos abusar de estos medios o tecnología: videos, aplicaciones,  películas…en lo que respecta a la formación de la fe y vida cristianas. En  ocasiones pueden ser de gran apoyo para ciertas explicaciones; pero el uso indiscriminado…puede llevar a la confusión de  considerar los contenidos de la   fe, las enseñanzas de Jesús en el Evangelio, las manifestaciones religiosas o espirituales (la oración, etc.) como una expresión  virtual o  a asimilarlas con  el mundo virtual, es decir, como algo impersonal, como algo que está allí, en la “nube”.

¿Cómo descubrir si esto es así o nos afecta? Sencillamente aplicando una regla evangélica: “Por sus frutos los conoceréis” (Mat. 7, 16-21)  Si nuestras vidas y obras van guiadas por la fe, es que vivimos  una vida cristiana verdadera, real. Si   nuestra fe no tiene conexión con nuestra vida y la va impulsando cada vez más a amar a Dios y al prójimo es que  se ha convertido en una realidad virtual.

La verdadera educación en la fe, ya desde niños, tiene que estar fundamentada  en un encuentro personal con Cristo, que no es una idea o realidad virtual, sino  que es un Dios vivo que está a nuestro lado y dentro de nosotros mismos, que está “tan cerca de mí que lo puedo tocar”, como dice la canción.  Esto ha de ser tenido muy en cuenta en la metodología que se siga en las catequesis. No vale solo la memorización ni el relato magistral, los medios informáticos-cibernéticos, ni tan siquiera el testimonio (que es importantísimo)…, hay que poner al catequizando en contacto real con Cristo por los medios oportunos,  sobre todo, el de la lectura en fe de la Palabra de Dios, la oración y los sacramentos… y los efectos que estos medios  produce en nosotros a través de la gracia). Santa Teresa de Jesús decía que el verdadero conocimiento de Dios es experiencial. Y lo decía con conocimiento de causa…

Los grandes convertidos de la Historia de la Iglesia: Zaqueo, la Samaritana, San Pablo, San Agustín, San Francisco de Asís, San Ignacio de Loyola, Edith Stein y, quizás, gentes más cercanas que conocemos, se han convertido y han comenzado a vivir le fe, a vivir con sinceridad una vida cristiana cuando han tenido un encuentro personal con Jesús, una verdadera experiencia de Dios.

Enrique A. Eguiarte  Bendímez (agustino recoleto), en un artículo que titula: “La fe ¿una realidad virtual? Escribe: “La lucha por el cristianismo ya nos será la lucha por un cristianismo como doctrina. Esa es la confrontación entre ortodoxia y heterodoxia (…). Se luchará por un cristianismo como existencia. La cuestión fundamental será el amor al prójimo, la atención se dirigirá a la vida de Cristo y el cristianismo deberá ocuparse fundamentalmente de configurar su vida con la del Maestro (…). La indignación de todo el mundo grita: ”Lo que queremos ver son hechos”. (el subrayado es del filósofo Kierkegaard).

Por Javier Bravo

(Delegación Diocesana de Medios de Comunicación Social)

 

 

Entre el 15 de agosto -Fiesta de la Asunción- y el 15 de septiembre -La Exaltación de la Santa Cruz o fiesta del Cristo- numerosos son los pueblos y localidades inmersos en fiestas, entre ellas Guadalajara el 8 de Septiembre y la veneración a su Virgen de la Antigua.

Haciendo un poco de historia, conviene recordar que la imagen de Nuestra Señora de la Antigua fue la primera que recibió veneración después de la Reconquista, tras pasar escondida en un muro del Santuario de Santo Tomé (actual Santuario), los siglos de la dominación musulmana. De aquí su advocación de Antigua. Su devoción en la capital de la Alcarria data de tiempos desconocidos, pero enraizados, sin duda, en la Alta Edad Media. Cuenta la tradición que una vez reconquistada Guadalajara en la noche de San Juan de 1085, Alvarfáñez de Minaya se postró en oración delante de su imagen en la vieja iglesia de Santo Tomé. Fue proclamada Patrona de esta Noble Ciudad un 21 de septiembre de 1883 y Coronada su imagen el 28 de septiembre de 1930.  

La talla es una imagen de vestir propia del siglo XVII, en la que sólo son de talla el rostro y las manos, que vino a sustituir a la original. En la mano derecha, sostiene el cetro, símbolo de fuerza, reinado, al estilo de Dios; sobre la cabeza de la imagen, corona, “como Reina y Señora de todo lo creado”; en la mano izquierda, (lugar del corazón) sostiene a su niño Jesús coronado como Rey según los valores del Evangelio. El niño en su mano izquierda sostiene el mundo; en la mano derecha, con los dedos en postura de enseñanza y bendición.

Durante todo el año, la imagen permanece en su Santuario, donde nos acercamos sus hijos de Guadalajara y de los pueblos -especialmente los días de mercadillo- a rezar y a poner bajo su mirada y su manto nuestras intenciones.

Cada 29 de agosto, a caer la tarde, La Antigua sale de su templo entre cánticos y ovaciones para recorrer el casco histórico de la ciudad hasta la iglesia de San Francisco El Fuerte. Cada año aumenta la asistencia de fieles a esta procesión llamada del traslado. Hasta hace algunos años la procesión finalizaba en la Concatedral de Santa María.

Entre el 30 y el 7 de Septiembre tiene lugar la Novena que precede a la Fiesta Mayor. Las parroquias de la ciudad rinden homenaje a María en esos días: niños, jóvenes, adultos, ancianos… peregrinan al monte para estar junto a la Madre. El 7 de septiembre, día de Vísperas, tiene lugar la Ofrenda a la Virgen donde cada institución, asociación, parroquia, cofradía, y devotos particulares ofrecen su flor a María como signo de gratitud por todo lo que ella nos da y de oración-petición para que interceda ante su Hijo por nuestras necesidades.

El 8 de Septiembre, la Iglesia Católica tiene marcado en el calendario litúrgico la fiesta de la Natividad de Nuestra Señora, Fiesta Mayor en Guadalajara. Las gentes de la ciudad, familias enteras -como marca la tradición- acuden masivamente a la Misa de las Familias –antigua misa de Comunión General- que tiene lugar a las 8 de la mañana en la iglesia del Fuerte y con posibilidad de ganar el Jubileo plenísimo. El obispo diocesano, D. Atilano Rodríguez, preside como cabeza visible de la Iglesia la Misa Mayor con asistencia de las autoridades civiles, militares y devotos de la Santísima Virgen…  Ya con la caída de la tarde, tiene lugar la concurridísima Procesión de la Virgen de retorno a su Santuario. Entre Salves, letanías, cánticos a nuestra Madre, la Antigua “va recorriendo las calles de nuestra amada ciudad y sus ojos van bendiciendo a quienes la vemos pasar”. A las puertas del Santuario tiene lugar la ofrenda de productos típicos de la provincia y la quema de la Hoguera mientras la Virgen traspasa el umbral de “su casa” donde tras la subida al Camarín para poder venerarla permanecerá allí, siendo acompañada durante todo el año, hasta otro 29 de agosto.

 

Sirvan estas líneas no sólo para hacer memoria de la historia y la tradición, sino para que como hago yo cada año en la Plaza de Bejanque, según es mi costumbre, salgamos al encuentro de nuestra Madre y que Ella, la Madre de Misericordia, siga bendiciendo cada una de nuestras casas, comunidades, lugares de trabajo, estudio y de ocio… el próximo año y nunca nos cansemos de acudir a ella como Madre porque ella no se cansa de esperarnos.

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