Introducción a la Kalenda

   

Por Alejo Navarro

Delegación de Liturgia

 

La Iglesia, a lo largo del año litúrgico, hace dos anuncios solemnes: el anuncio de la Resurrección del Señor, en la Vigilia Pascual, por medio del Pregón Pascual  y el anuncio del Nacimiento del Señor, en la Misa de medianoche, en la Nochebuena, por medio de la Kalenda, que ahora escucharemos.

La Kalenda es un antiguo y venerable himno en el que se van repasando los grandes acontecimientos de la humanidad y poniéndolos todos en relación con el Nacimiento de Cristo. Respetamos la redacción original del himno, aunque el cómputo de años se pueda hacer hoy con más exactitud que la que figura en el texto latino.

 

Año de Nacimiento del Señor

Pasados muchos siglos

desde que Dios creara el cielo y la tierra

e hiciera al hombre a su imagen.

Y pasados muchos siglos desde que terminó el diluvio

y el Altísimo hizo resplandecer en las nubes el arco iris

como signo de alianza y de paz.

Veintiún siglos después del nacimiento

de nuestro padre Abraham.

Trece siglos después

de la salida de Israel de Egipto bajo la guía de Moisés.

Unos mil años después

de la unción de David como rey de Israel,

en la semana sexagésima quinta

según la profecía de Daniel;

en la Olimpíada centésima nonagésima cuarta;

en el año setecientos cincuenta y dos

de la fundación de Roma;

en el año cuadragésimo segundo

del imperio de Octavio Augusto,

cuando todo el orbe estaba en paz;

en la sexta época del mundo,

JESUCRISTO,

ETERNO DIOS E HIJO DEL ETERNO PADRE,

QUERIENDO CONSAGRAR EL MUNDO

CON SU PIADOSÍSIMA VENIDA,

CONCEBIDO POR OBRA DEL ESPÍRITU SANTO,

Y PASADOS NUEVE MESES

DESDE SU CONCEPCIÓN,

NACE DE LA VIRGEN MARÍA

EN BELÉN DE JUDÁ, HECHO HOMBRE.

Natividad de Nuestro Señor Jesucristo

según la naturaleza humana

 

 

       MISA DE NOCHEBUENA

  

A. Oficio de Lecturas

B. Kalenda

  

  1. Introducción por el presidente de la celebración
  2. Canto del texto latino
  3. Lectura de la traducción castellana.

 

C. Canto del Gloria (Misa 1ª de Palazón)

D. Oración colecta.

E. Liturgia de la Palabra

   

  • Canto del salmo responsorial
  • Canto del Aleluya.

 

F. Liturgia Eucarística

   

  • Ofertorio: Música de órgano
  • Santo (Misa 1ª de Palazón)
  • Cordero de Dios (Misa 1ª de Palazón)
  • Comunión: Te diré mi Amor, rey mío.

 

 G. Adoración del Niño.

 

  • Adeste, fideles.

Testimonio de la Delegación de Vocaciones

   

Por José Benito

Sacerdote

 

Los días 27 de mes un miembro de la delegación de vocaciones (compuesta por sacerdotes, laicos, matrimonios y religiosos) va a compartirnos cómo ha nacido y crecido su vocación.

Hoy el turno es mío. Me llamo José Benito y soy sacerdote. Soy natural de Yebra (buena gente...). Soy el tercero de una familia de cuatro hermanos. Me gusta el fútbol, el cine de humor, leer, charlar con mis amigos... Y en medio de todo esto, disfruto cada día del amor de Dios que va llenando cada vez más mi vida.

Reconozco que, desde que yo era pequeño, Dios ha vivido en mi casa como uno más. Mis padres me ayudaron a tener fe y a ir estableciendo con Dios una relación de amistad. Como impresión de aquellos años me queda la cercanía de Dios en las situaciones dolorosas y con las personas que más lo necesitaban.

Cuando comencé a hacerme las primeras preguntas sobre el sentido de mi vida Dios puso en mí un anhelo muy grande, el de alcanzar una vida plena. Fui comprendiendo que el modo de vivir "totalmente lleno" era poniendo toda mi persona al servicio de los demás. Me enrolé en algunos voluntariados y proyectos sociales, que me hacían sentir muy bien, pero no daban total sentido a mi vida. Aún faltaba algo.

Poco a poco fue descubriendo que Jesús me invitaba a compartir con él su misión. Que mi vida, si yo quería, iba a estar enlazada a la suya, siendo sacerdote. Me resultó difícil contestarle, finalmente le dije que sí, y sentí una gran liberación.

Con 23 años me costó dejar la vida que llevaba hasta ese momento, pero se compensó con la buena acogida de mis compañeros de Seminario. En esos años aprendí a conocer y a querer más a Dios, mediante los estudios de filosofía y teología y, especialmente, en la oración.

Después de 7 años de formación fui ordenado en la Iglesia parroquial de Yebra. Ese día fui más consciente de que mi vida era totalmente para Dios, y para los demás.

Hoy, a pesar de mis debilidades, siento que Dios actúa por medio de mí en muchas ocasiones para ayudar a muchas personas. Disfruto mucho, y siento que cumplo la voluntad de Dios, llevando a Dios a los demás, orando y enseñando a orar, cuando celebro los sacramentos, en las convivencias con jóvenes, en el acompañamiento espiritual a algunas personas. Me apasiona compartir y explicar mi fe, especialmente a las personas que "se creen" que Dios está lejos de ellas...

Y últimamente, en la delegación de vocaciones y en el equipo de formadores del Seminario, siento la llamada a ser instrumento de Dios para que otros puedan escuchar la voz del Señor, que sigue llamando, y puedan responder con generosidad. A este respecto, os pido que cada día que recéis por las vocaciones, para que nadie se pierda el sentirse llamado y amado por Dios.

Me despido de vosotros recordando el lema del Seminario del año pasado: "Jesús te promete una vida apasionante". Yo puedo decir, a día de hoy, que la mía lo está siendo.

La discapacidad auditiva

   

Por Odette Almeida

Delegación Pastoral del Sordo

 

El próximo 3 de diciembre celebramos el Día Mundial de la Discapacidad. Entre las distintas discapacidades está la discapacidad auditiva. Me gustaría hacer una pequeña reflexión acerca de ella.

En el mundo hay 278 millones de personas con déficit auditivo, de estas  59 millones padecen sordera total. El 80% de las personas sordas viven las regiones más pobres del planeta.

En la Iglesia Católica se calcula que hay 1.300.000 de personas sordas, que la mayoría de las veces encuentran dificultades para participar plenamente en la vida eclesial. Por ello, la Iglesia cada vez es más consciente que este colectivo merece una atención especial. En este colectivo su mayor dificultad es el aislamiento y hay que buscar unos cauces de comunicación de tú a tú para llegar a ellos. Lo que más necesitan es crear cauces de comunicación donde se sientan participantes, porque muchas veces se quedan al margen. Los oyentes prescindimos o no nos  damos cuenta de sus dificultades de comunicación. El gran problema es que siendo la discapacidad que menos se ve, es quizás la que más afecta a la persona. Su discapacidad no llama la  atención externamente, no crea ninguna compasión, que ellos no quieren, pero crea incomprensión y esto dificulta mucho la comunicación, la relación, el contacto con su entorno, porque es una discapacidad que aísla mucho más que otras.

La Pastoral del Sordo tiene como objetivo ayudar a las personas sordas a descubrir a Jesús y a cultivar su fe. Hacer llegar el Evangelio a estas personas a través de la acogida; es decir,  que todo lo que podrían encontrar en una parroquia para los oyentes puedan encontrarlo adaptado a sus necesidades, tanto la preparación y celebración de los sacramentos, como un consejo o ayuda personal.

50 años de ecumenismo

   

Por José Luis Perucha Rojo

Delegado Diocesano de Ecumenismo

 

El pasado 21 de noviembre se cumplieron 50 años de la publicación del Decreto del Concilio Vaticano II Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo. Es un hecho importantísimo para la vida y la misión de la Iglesia que, seguramente, ha pasado inadvertido.

Su importancia radica en que este documento, preparado y leído en el contexto del Concilio Vaticano II, marcará un antes y un después en el diálogo de la Iglesia católica con otras Iglesias y comunidades cristianas.

El decreto afirma que el “movimiento ecuménico”, iniciado a comienzos del siglo XX, es obra del Espíritu Santo, y que la Iglesia está también llamada a promover la unidad de los cristianos.

Para ello presenta unos “principios católicos” que nos ayuden a caminar hacia la unidad. El primero de todos, la conversión de corazón al Señor, aceptando la propia responsabilidad y no culpando a los hermanos separados de los errores o pecados del pasado. Junto a esta conversión, la oración intensa al Señor.

Por otro lado, insiste en que el diálogo ecuménico no significa que los hermanos de otras Iglesias y confesiones deban volver a la Iglesia católica, sino que todos hemos de dar los pasos necesarios para encontrarnos y crecer en la comunión.

Concluye el texto reconociendo las riquezas y los valores que existen tanto en las Iglesias de Oriente como en las Iglesias y comunidades surgidas de la reforma protestante.

Aprovechemos el tiempo litúrgico de Adviento que vamos a comenzar próximamente para orar intensamente al Señor, pidiéndole que “allane los caminos” (Is 40,3) para que todos aquellos que compartimos “un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo, y un solo Dios y Padre” (Ef 4,5), crezcamos en el conocimiento y amor mutuo, para “que el mundo crea” (Jn 17,21).

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