"Seréis mis testigos" es el lema del Domingo Mundial de las Misiones, DOMUND, que se celebra en toda la Iglesia pasado mañana, día 23 de octubre

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Con el lema ”Seréis mis testigos”, frase inspirada en una frase de los Hechos de los Apóstoles (Hechos, 1, 8), y que luego se glosa, la Iglesia católica en España, al unísono con la Iglesia universal, celebra pasado mañana, domingo 23 de octubre, penúltimo domingo de este mes de octubre, el día de las misiones, el Domingo Mundial de las Misiones, la popular jornada del DOMUND. Por cierto, que, en 1943, fue un sacerdote español, Ángel Sagarminaga, director nacional en España de Obras Misionales Pontificias (OMP) quien creó el acrónimo DOMUND, con el que la jornada es popularmente conocida.

El tema ha sido propuesto por el Papa Francisco, quien ha dedicado, como cada año, un mensaje para la jornada. La referida cita bíblica y lema del DOMUND 2022, “Seréis mis testigos”, se contextualiza en el momento de la partida del Señor, antes de su Ascensión al cielo, cuando Jesús encomienda a sus discípulos la tarea de la evangelización. Ellos reciben la misión de dar testimonio del Señor en todos los lugares de la tierra con la fuerza del Espíritu Santo. Por medio de la Iglesia, y ahora específicamente con la Jornada del Domund, se nos recuerda que esta encomienda de Jesús es para todos nosotros. Ser cristiano es dar testimonio del Reino de Dios con palabras y obras.

 

Cuatro grandes objetivos del DOMUND

 

El primero es dirigir una llamada de atención para que todos los cristianos nos sintamos responsables en la misión evangelizadora de la Iglesia. En segundo lugar y ya de modo ya específico, el DOMUND busca ofrecer a los misioneros, por medio de la oración y los donativos recibidos en las colectas, la ayuda espiritual y material que necesitan ellos y sus comunidades.

Por ello, el DOMUND pretende dar visibilidad a la labor misionera con datos generales y con algunos testimonios concretos provenientes de las Iglesias que nacen en territorios de misión. Y, por último, pero no menos importante, abonar el terreno para que puedan surgir nuevas vocaciones misioneras.

 

El cartel del DOMUND 2022

 

Se trata de un conjunto de imágenes. El cartel no nos vende ningún producto, sino que nos pone delante una acción, la acción misionera de la Iglesia, y todo lo que la constituye: los sujetos activos (los misioneros), los destinatarios de su acción (personas de diversas regiones de la tierra), el marco de acción (el mundo, representado en el mapa de fondo) y el contenido (“Seréis mis testigos”).

La forma de las fotografías puede recordar a la de los “bocadillos” que, en los cómics, recogen las palabras de cada personaje o, en este caso, su testimonio. Bien podrían ser, igualmente, unas comillas que realzan el mensaje y el contenido, ya que son los misioneros los que lo encarnan y sustancian. Incluso pueden evocar las lenguas de fuego del Espíritu Santo, el protagonista y verdadero artífice de la misión. Todo ello, encuadrado en forma de cruz, que está en el centro de este cartel y de la misión de la Iglesia.

Junto con el lema, el ya citado “Seréis mis testigos”, aparece la frase “200 años al servicio de la misión” que son los que cumple Propagación de la Fe, la Obra impulsora del Domund, fundada en 1822 por la recientemente beatificada Pauline Jaricot y con el objetivo de ofrecer oración y caridad para ayudar al Papa en su solicitud por las Iglesias y por el mundo que aún no ha podido conocer a Cristo. Esta iniciativa de la laica francesa ya beata Pauline Jaricot fue elevada al rango de obra misional pontificia y de carácter universal por el Papa Pío XI en 1926.

El cartel se completa con una llamada colaborar con el DOMUND, indicando su dirección de internet y previamente su hashtag de Twitter.

 

 

Lo que entendemos por Misiones y lo que allí se hace

 

La misión de la Iglesia es su identidad y sentido. La misión de la Iglesia es, pues, universal, y no tiene fronteras. Y hay territorios en los que la Iglesia está naciendo u ofreciendo primeros compases de la misión evangelizadora, que requieren una atención especial. Son los territorios de misión o Misiones, donde es necesaria la ayuda personal de los misioneros y la ayuda económica de la Iglesia universal. Además, en la mayoría de los casos estos territorios coinciden con los países más pobres de la tierra.

Hay 1.117 diócesis consideradas de misión. Constituyen un tercio de las diócesis de la Iglesia universal. En ellas se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.  Estos Territorios de Misión ocupan el 37,67% de la superficie de la tierra, y en ellos vive el 40% de la población mundial.

En África, hay 518 territorios de misión, seguida de Asia con 481. En América hay 72, la mayor parte vicariatos apostólicos en la región de la cuenca del Amazonas. Y en Oceanía, hay un total de 46. En Europa no quedan Territorios de Misión. Hay territorios de misión en 139 países. Los que más tienen son la India (132), Nigeria (56) y la República Democrática del Congo (48). El último territorio de misión constituido es la diócesis de Tshilomba, en el sureste de la República Democrática del Congo, creada por el Papa el pasado 25 de marzo.

El rostro de la Iglesia católica universal está cambiando. En 1978, de cada 100 católicos del mundo, 7 eran africanos. En la actualidad de cada 100 católicos, 19 son africanos.

Cerca de la mitad de las escuelas de la Iglesia católica y el 30% de sus instituciones sociales -hospitales, orfanatos, residencias...- están en misiones (99.255 y 32.506 respectivamente). En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto en las misiones 21.092 instituciones sociales y 72.295 instituciones educativas. Para hacerse una idea de la magnitud de estas cifras, es como si hubiera abierto 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día.

 

Casi 13 millones de euros en toda España en 2021

 

El DOMUND 2021 recaudó en toda España casi 13 millones de euros (12.943.508,27 euros). Tras Estados Unidos de América, con 20.322.513,00 dólares, España es el primer país en cooperación económica al DOMUND. En tercer lugar y ya a mucha distancia, se halla Italia con 4.324.161,80 euros

La diócesis de Madrid, y con mucho, fue la que más aportó: 1.891.872, 35 euros. Le sigue Pamplona con 852.417, 63 euros. La tercera es Valencia con 712.616,42 euros; y la cuarta, Sevilla con 632.203,96 euros. Granada, con 496.63, 91 euros y Córdoba, con 411.296,89 euros son, respectivamente, la quinta y la sexta. Completan los diez primeros lugares, Santiago de Compostela, la séptima (331.744,50 euros); Barcelona, la octava (339.131,78 euros); Zaragoza, la novena (303.331, 14 euros); y, la décima, Cartagena (300.485,99 euros).

Y la colecta del DOMUND se convierte en ayuda efectiva en las misiones a tenor de las necesidades que marca la Santa Sede. Nuestro dinero enviado en 2021 (correspondiente a la colecta de 2020; la recaudación de 2021, se distribuirá en 2023) ascendió a 10.095.972,36 euros. Con él, se han financiado 453 proyectos, en 74 países. El 43% ha ido a parar a proyectos ordinarios (sostenimiento general de las misiones); el 26% a proyectos de catequesis (formación de catequistas en territorios de misión); el 31% a proyectos extraordinarios (construcciones, vehículos, equipamiento…).

Por continentes, a África se destinaron 5.153.386,96 euros, en 43 países; a Asia, 2.683.312,82 euros, en 16 países; América, 1.646,358,69 euros, 14 en países; y a Papua Nueva Guinea, en Oceanía, 613.913,89 euros. El país africano al que se destinó mayor ayuda misionera desde España fue Camerún con 740.485,05 euros. En Asía, con 663.390,98, India; y en América, Trinidad y Togado, con un importe de 511.549,74 euros.

 

Más de 10.000 misioneros españoles

 

Según los últimos datos de Obras Misionales Pontificias, hay 10.629 misioneros españoles. De ellos, 7.180 están en activo, y 3.449 en España, colaborando con la animación misionera o a la espera de nuevos destinos. Los misioneros españoles están en 135 países. El país con más misioneros españoles es Perú. Tras Perú, Venezuela y Argentina son los países con mayor número de misioneros españoles.

El perfil de los misioneros españoles en activo es este: el 54% son mujeres; el 46%, varones; y la edad media se aproxima ya a los 75 años.

Los misioneros españoles de distribuyen así: 7,9% son sacerdotes diocesanos; el 1,3%, obispos; 9,8%, laicos; 25,4%, sacerdotes religiosos; y el 53,6%, consagrados (tanto mujeres como religiosos no sacerdotes). Por continentes, esta es la distribución por porcentajes de los misioneros españoles: 67% en América; 15% en Europa; 11% en África; en Asia 6,6%; y 0,40% en Oceanía.

Asimismo, cada año desde España hay alrededor de 10.000 personas (entre las que destaca la labor de los jóvenes) que dedican tiempo de su vida a hacer una experiencia misionera. Por otro lado, hay 1.689 voluntarios en las delegaciones diocesanas de misiones, y en parroquias o arciprestazgos que trabajan en la animación misionera. Y hay, además, que sumar a 50.000 enfermos que ofrecen expresamente su enfermedad y sufrimientos por las misiones.

 


 

El DOMUND 2022 en Sigüenza-Guadalajara

 

A nivel diocesano, la Delegación de Misiones, amén de distribuir el material de propaganda de esta Jornada, organiza mañana, sábado 22 de octubre, a las 21 horas, en el santuario de la Virgen de la Antigua de Guadalajara, la vigilia misionera de oración de la luz misionera y ha editado un suplemento, en un total de 4 páginas, encartado en EL ECO.

Asimismo anima la jornada, llamando a la colaboración económica mediante las cuestaciones habituales en sobres y también de modo digital a través de las cuentas bancarias  ( en nuestra diócesis son estas dos: Banco Santander ES54 0075 0193 6007 0140 0061 e  IberCaja  ES47 2085  8092  0703 3003 1553), en un número de teléfono específico (915 902 780), en la página web www.domund.es, en el servicio de bizum en la app del banco del donante en el número 00500, además de donativos mediante tarjetas bancarias electrónicas.

El Domund es una jornada para la oración, el compromiso, la sensibilización, la animación vocacional y el sacrificio por las misiones. El día del DOMUND conlleva colecta imperada, que en 2017 recaudó en nuestra diócesis casi 94.000 euros; en 2018, bajó diez mil euros; en 2019, se aproximó a los 90.000 euros (89.874,90 euros exactamente), en 2020, 81.714,55 euros, y en 2021, 86.176,97 euros.  Ha de intensificarse, pues, la interpelación en orden siempre a una mayor generosidad con las misiones, que de seguir siendo una prioridad y un signo del interés por las misiones y de corresponsabilidad eclesial.

El día del DOMUND es igualmente una jornada para el recuerdo, el agradecimiento y la valoración de los propios misioneros. Nuestra diócesis cuenta con cerca de 70 misioneros, de ellos ya tan solo 3 sacerdotes de nuestro presbiterio: Jesús Hermosilla, en Venezuela; Mariano Hermida, en Perú; y Pedro Escribano, en México).

Desde el año pasado, Emilio Ruiz Malo, de 60 años, actual párroco de la unidad pastoral de Espinosa de Henares y durante 26 años misionero en Perú, es el delegado diocesano de Misiones. Sucedió, tras casi tres generosos y entusiastas lustros en este cargo, a Juan José Plaza Domínguez.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 21 de octubre de 2022

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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Parece que ya ha llegado el tiempo. Hemos estado durante casi tres años, relacionándonos en contra de la filosofía de la mayoría de los grupos cristianos y muy en particular de los grupos de las Conferencias de San Vicente de Paúl: ¡Sin contacto personal!

Teníamos miedo de los contactos personales por la Pandemia y descubrimos la manera de no abandonar nuestros encuentros gracias a la utilización de los más modernos instrumentos que nos ofrecían las nuevas técnicas de internet: empezamos a vernos y a mantener nuestros contactos en pequeñas pantallas de teléfonos móviles o en “tabletas” donde parecía que acortábamos las distancias dando un buen uso a técnicas tantas veces mal usadas de formas torticeras. Aquello que estaba pensado para facilitar el encuentro entre personas físicamente alejadas, facilitaba el contacto entre personas de buena voluntad aquejadas del síndrome de la lejanía física o de la soledad.

Así, se mantuvo p.ej la ayuda a los más pobres, que sentían la cercanía posible de aquellos que les ayudaban o que simplemente compartían un poco de su soledad o les hacían llegar lo más imprescindible para poder vivir. Llamaba la atención ver a auténticos ancianos, esforzándose por aprender a “escribir” cartas de nuevo pero en lugar de papel y pluma o bolígrafo, en una pantalla de ordenador. Hay anécdotas jugosísimas de ancianos manejando teclados que jamás habían visto y haciéndolo muy bien. Al menos de una manera que era inteligible para el que los recibía feliz de tener noticias de amigos o parientes, dentro de las cuatro paredes entre las que están “resguardados” de no sé muy bien qué. Algún día, alguien estudiará cuántos condenamos a morir solos y abandonados sin mucha razón médica que lo justificara. ¿Cuántos se dejaron ir por no poder soportar la soledad impuesta?

Bien, aquello que nos dijeron que era necesario para protegernos y aun con dudas, lo aceptamos y tantos lo ofrecimos mientras pedíamos por los amigos que iban desapareciendo por unas causas o por otras, e intentando ayudar a los que quedaban solos.

Pero pasó y los mismos que nos prohibían salir, más tarde nos animaban a hacerlo y comenzamos a salir y volvernos a encontrar.  Pero algo de aquel mal del encierro, se nos quedó prendido en nuestras costumbres. Era cómodo ver a nuestros compañeros de apostolado, sin salir de casa y sin exponernos ni al frío en invierno ni al calor en verano. Al fin y al cabo, se decía que la Pandemia seguía viva. No era del todo verdad: una buena profilaxis, alguna distancia y una simple mascarilla, ya podía protegernos y así sigue haciéndolo.

Sin embargo, muchos grupos que se reunían cristianamente antes del dichoso virus, algunos también de las Conferencias, continuaron viéndose por aquellos medios que de alguna manera se justificaron por la pandemia, pero no después. No hoy. Al contrario, pueden hasta dañar la fraternidad que debe presidir a los grupos cristianos.

Tomemos cada uno y en grupo, las medidas que creamos convenientes para sentirnos protegidos. Pero, por favor, recuperemos el contacto entre nosotros, oigamos y veamos al otro, a aquel que trabaja por el Reino con nosotros, en persona y démosle el cariño y la confianza que necesita. No oficialicemos la frialdad. No nos dejemos paralizar por el miedo. “No olvidemos que ser cristianos es un camino, o mejor una peregrinación, un caminar junto a Jesucristo” [1]

Déjenme los miembros de las Conferencias de San Vicente que lean estas líneas, recordar algunas palabras escritas en 1968 por uno de nuestros presidentes generales: el francés Pierre Chouard: “El afecto mutuo, la igualdad fraternal en el seno de cada Conferencia como entre todas las Conferencias del mundo entero, hacen de la Sociedad de San Vicente de Paúl una verdadera familia, humana y espiritual, abierta a todos los que aspiran a su vocación propia” [2]

¿Cómo podremos ser una familia sin vernos, sin hablarnos, sin conocernos? ¿Cómo podremos elegir en el año 2023 a quien nos lidere y nos muestre un cierto novedoso camino para ir más allá y siempre sin abandonar el actual? ¡Sin abandonar a los que sufren!

Si no nos conocemos no será posible. No podremos proponer consocios que creamos adecuados pues no los conoceremos y podríamos elegir no al mejor.

Estoy releyendo estos días, un magnífico libro que aconsejo a todos. Se titula: “Liderazgo Místico” es de un entregado consocio que ha dejado muchas horas de su vida para que podamos crecer con su pensamiento y consejos, muy entregado a los pobres habiendo fundado Conferencias[3] por todos los caminos por los que su profesión le ha obligado a recorrer.

Por ello, mi candidato será mi consocio Eduardo Marques Almeida en la próxima elección a la presidencia general, pidiendo a la Madre que le ampare. Así se lo he comunicado a cada consocio que me ha preguntado a lo largo de los últimos días y semanas, por mi opinión sobre el tema

Siempre a Cristo por y con María.

 

[1] “Mi legado espiritual” Benedicto XVI (Editorial San Pablo)

[2] Preámbulo al texto de la Regla de la Sociedad para el quinquenio 1968-1973 opusculo

[3] “Liderazgo místico” Eduardo Marques Almeida, (Editorial “La  Milagrosa” España)

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conference of Santa María, Guadalajara - Spain)

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It seems that the time has come. We have been for almost three years now, interacting against the philosophy of most Christian groups and in particular the groups of the Conferences of St. Vincent de Paul: without any personal contact!

We were afraid of personal contacts because of the Pandemic and we discovered a way of not dropping our meetings thanks to the use of the most modern tools offered by the new internet techniques: we began to see each other and to keep our contacts on small mobile phone screens or on "tablets" where we seemed to shorten the distances by making good use of techniques that were so often used in a distorted way. What was designed to enable physically distant people to meet, made contact easier between people of good will suffering from the syndrome of physical distance or loneliness.

Thus, for example, help for the poorest of the poor was continued, who felt the possible closeness of those who helped them or who simply shared a little of their loneliness or provided them with the essentials of life. It was noteworthy to see truly old people, struggling to learn how to "write" letters again, but instead of paper and pen or pencil, on a computer screen. There are juicy anecdotes of old people operating keyboards they had never seen before and doing it very well. At least in a way that was comprehensible to the person who received them, happy to hear from friends or relatives, inside the four walls within which they are "sheltered" from I don't exactly know what. Someday, someone will study how many we condemned to die alone and abandoned without a good medical reason to justify it. How many let themselves go because they could not bear the enforced loneliness?

Well, we accepted what we were told was necessary to protect us, even with doubts, and so many of us offered it while we prayed for our friends who were disappearing for one reason or another, and tried to help those who were left alone.

But it happened and the same people who forbade us to go out, later encouraged us to do so and we began to go out and meet again.  But something of the illness of confinement remained in our habits. It was comfortable to see our fellow apostolates without leaving the house and without being exposed to the cold in winter or the heat in summer. After all, it was said that the Pandemic was still alive. It was not entirely true: a good preventive treatment, some distancing and a simple mask could protect us, and still does.

However, many groups that met with a Christian spirit before the virus, some also from the Conferences, kept on seeing each other through those means that were somehow justified by the pandemic, but not afterwards. Not today. On the contrary, they may even damage the fraternity that should prevail in Christian groups.

Let each of us, as a group, take whatever measures we think are necessary to feel protected. But, please, let us regain contact with each other, let us hear and see the other, the one who works for the Kingdom with us, in person, and let us give him the affection and trust he needs. Let us not make coldness official. Let us not be paralysed by fear. "Let us not forget that being a Christian is a journey, or rather a pilgrimage, a walking together with Jesus Christ".[1]

Let me remind the members of the Conferences of St. Vincent de Paul who read these lines, some words written in 1968 by one of our president generals: the Frenchman Pierre Chouard: "Mutual affection, fraternal equality within each Conference as among all the Conferences of the whole world, turn the Society of St. Vincent de Paul into a true family, human and spiritual, open to all those who seek their own vocation". [2]

How could we be a family without seeing each other, without talking to each other, without knowing each other? How could we choose in the year 2023 the person who will lead us and show us a somehow new way to go further and always without giving up the present one? Without abandoning those who suffer!

If we do not know each other, it will not be possible. We won't be able to propose the fellow members that we consider suitable because we won't know them and we might not elect the best one.

I am re-reading these days a wonderful book that I recommend to everyone. It is entitled "Mystical Leadership" by a devoted fellow member who has given many hours of his life so that we can grow with his thoughts and advice, very dedicated to the poor, having founded Conferences[3] along all the paths that his profession has obliged him to travel.

Therefore, my candidate will be my fellow member Eduardo Marques Almeida in the next election for the general presidency, asking our Mother to protect him. This is what I have communicated to every member who has asked me over the last few days and weeks about my opinion on the subject.

Always to Christ through and with Mary.

 

[1] “Mi spiritual legacy” Benedict XVI (Saint Paul Publishing House)

[2] Preamble to the text of the Rule of the Society for the five-year period 1968-1973, opuscule

[3] “Mystical leadership” Eduardo Marques Almeida, (Publishing House “La Milagrosa”, Spain)

Miguel Paganos Ruiz

Miembro de la Delegación de Infancia y Catequesis

 

 

 

Me viene enseguida a la mente una canción que aprendemos en los campamentos: “El camino que hicimos juntos, no se podrá borrar, pues si juntos lo comenzamos ya no tendrá final…”

Con ese espíritu, también los más pequeños de la diócesis quieren aportar su pequeño “pasito” en este caminar juntos, en este proceso sinodal que estamos recorriendo.

Y es que, aunque la palabra “SINODALIDAD” pueda parecer muy grande, se construye y se concreta con pequeños pasos.

Por eso, desde la Delegación de Infancia y Catequesis, hemos elaborado una catequesis para animar el próximo Encuentro Sinodal de Infancia, que tendrá lugar el sábado 5 de noviembre en la Concatedral de Santa María de Guadalajara

Pretendemos que, nuestro niños y niñas, desde los grupos de catequesis de las parroquias y desde los diferentes grupos de infancia, también conozcan, hablen, reflexionen… sobre el ser y sentir de nuestra iglesia diocesana según su realidad de ser pequeños, dando la oportunidad de que expresen lo que saben de la Iglesia, cómo la sienten, y así crezcan en el conocimiento y la alegría de que forman parte de una gran familia, y que, como en toda familia, todos los miembros son importantes.

¡Ojalá esta actividad, junto con las muchas otras que ya se están realizando, sirvan para que la petición del papa Francisco y de nuestro obispo Atilano de caminar juntos en la Iglesia se haga realidad!

¡Os animamos a todos a participar!

¡Quedamos a vuestra disposición y… buen camino sinodal!

Información

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Móvil. 620081816
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Director
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