Invitación lírica a visitar la catedral de Sigüenza, en las vísperas inmediatas de una nueva y magna exposición en su seno y de la renovación de su iluminación exterior

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras la catedral de Sigüenza se apresta a dos grandes acontecimientos (la exposición ATEMPORA 2022, desde la tarde del viernes 22 de julio; y la inauguración de su nueva iluminación ornamental exterior, también en fecha muy próxima, todavía por concretar), esta página de hoy de NUEVA ALCARRIA ofrece diecisiete hermosísimos poemas sobre la seo seguntina.

 

 

 

Seis miradas panorámicas a la catedral

 

“Toda oliveña y rosa –como te dijo Ortega-,

rodeada de un aire que gira entre la niebla,

bajo la fina gasa del agua que resbala,

parece que amorosa alcances la aurora.

 

El románico escucha en tus piedras inmóviles

-doradas como bueyes, arrastradas por los siglos-

el mensaje amarillo de tu Doncel soñado,

que se escapa volando en la luz de la lluvia.

 

Hay un silencio clásico de lectura latina

y un olor perdidizo en la tierra mojada.

La luz se paraba en una luz violeta,

 

eternamente triste como un piano cerrado.

De pronto, ¡sí, de pronto!, en coro de alborada,

cruza una chica joven pregonando naranjas”

(Alfredo Juderías)

 

 

“Catedral de Sigüenza,

hermosa y clara como una urna de luz,

como un espacio luminoso y fijo,

como un vuelo de piedras musicales,

como una cúspide,

donde el amor se pone de rodillas.

 

Catedral de Sigüenza,

atril abierto al salmo de la vida,

equilibrio del aire, espejo donde

se miran cada noche las estrellas

y afirmaciones de todas las hipótesis.

 

Catedral de Sigüenza,

en que se viene haciendo

memoria nuestro olvido…

 

¡Y tantas cosas más!

¡Tantas cosas!”.

(Francisco Vaquerizo Moreno)

 

 

“Catedral, viva plegaria,

que se levante hasta el cielo

para llevar el anhelo

de una tierra extraordinaria.

La silueta milenaria

de tus altivos bastiones

enciende en los corazones

la llama del misticismo,

como la encendió en mí mismo

en diversas ocasiones.

 

Catedral, piedra tallada,

por la gubia y el cincel,

catedral raudo corcel

de piedra santificada.

Catedral ensimismada

como un castillo hecho flor.

Catedral que es el fulgor

naranja del sol poniente.,

inclina tu pétrea frente

adorando al Creador.

 

Catedral, verso hecho roca,

almenas de amanecer,

toda tu razón de ser

por el cielo se desboca.

Y esa Sigüenza que invoca

la oración de sus campanas,

con sus oraciones humanas,

uno su clamor al tuyo

para ofrecerte el orgullo

de tus piedras castellanas.

 

Catedral, me maravilla

todo tu porte severo,

me encanta el Doncel guerrero,

lector de blanca capilla.

La luz pasa sin mancilla

por tu linterna grandiosa,

y se esparce luminosa

llenando con presencia

toda la magnificencia

que dentro de ti rebosa.

 

Catedral, piedra bravía,

levantada en oración,

fortaleza de ilusión,

plegaria de poesía.

Catedral, catedral mía,

prodigio de austeridad;

eres desnuda beldad

que al cielo tus torres subes

para buscar tras las nubes

la luz de la eternidad”.

(Jesús García Perdices)

 

 

“De tus piedras, desnuda sillería,

eleva al cielo su muñón cortado,

y se estremece el silbido prolongado

del viento, la truncada geometría.

 

Si, materia, tenaz te deshacía

la metralla o el plomo despiadado,

de eternidad el sueño ambicionado

en los retos altares renacía.

 

Y en labrado alabastro, ajeno, ausente,

al dolor circundante –escombros, ruinas,

que hacen su inmunidad milagro vivo-.

 

Contempla Vázquez de Arce, adolescente

guerrero, un libro. En él, sus ambarinas

manos prenden al tiempo fugitivo”.

(José María Alonso Gamo)

 

 

“¡Cómo se crece al aire de Castilla

y cómo marca su total destino.

La contemplo guerrera, la adivino

devoción medieval que se encastilla.

 

El rojo sol la pone en la mejilla

un rubor de crepúsculo. Camino

por las silentes naves y termino

doblando en los altares la rodilla.

 

Ya no eres militar, por fuera, acaso,

pero al instante mismo del ocaso

abandonas tu bélica rudeza.

 

Acabas por ser cruz, bóveda y templo,

casa de Dios y por Sigüenza ejemplo

de la piedra que humilla su grandeza”

(Rafael Fernández Pombo)

 

 

“Yergues, sólida y fuerte, tu figura,

templo con almenadas intenciones,

castillo bautizado en oraciones,

que ganar cielo y tierra se asegura.

 

Un obispo guerrero, en su andadura

medieval, tuvo tiempo y ocasiones

para trazar-mandoble y bendiciones-

la pesadumbre de tu arquitectura.

 

Lanza y cruz. No se sabe exactamente

donde acaba el amor y empieza

la belicosidad en ti presente.

 

Y por eso el Doncel que vela y reza

tiene, en su gesto parco e indolente,

cruz en el pecho, casco en la cabeza”.

(Antonio Fernández Galiano)

 

 

Tres poemas dedicados al 850 aniversario de la Catedral

 

“Como Casa de Dios, Puerta del cielo,

haces los ochocientos cincuenta años

siendo orgullo de propios y de extraños

por tu grandiosidad sin paralelo.

 

En tu glorioso y permanente vuelo

por los antaños y por los hogaños

no te han faltado nunca los redaños

cuando algo te ha venido a contrapelo.

 

Eres la solidez de la certeza,

la alta culminación de lo inaudito

el supremo ejemplar de la belleza.

 

Eres el tiempo mismo, en piedra escrito,

la fe, la luz, el arte, la firmeza:

¡la eterna brevedad de lo infinito!”.

(Francisco Vaquerizo Moreno)

 

 

“Nunca una fortaleza fue más bella.

Nunca fue una atalaya más sagrada.

Nunca fue una plegaria más guerrera.

Nunca más cerca el bronce y el acero,

cuerpo a cuerpo, la espada y la campana.

Blanco coro de rostros atrapados

salmodiando los ecos del silencio

mientras se incendian sus miradas ciegas

en colores de un sol hecho pedazos:

caleidoscopio, laberinto inquieto

de sombra y luz acariciando el mármol

-la piel sin alma de un eterno sueño-.

En las hojas de un libro sin palabras,

el logro de la fama y de la Gloria

y en los ojos sin tiempo, la esperanza.

Llamas de piedra acuchillando el aire,

amasado de incienso y de ceniza.

Pasar de pasos en las losas frías

y tortura de hierro en filigranas.

En el fondo del pozo, la secreta

memoria de las gentes y las cosas,

de las luchas, los rezos y las lágrimas

donde arraiga su sólida grandeza”.

(María Ángeles Novella Viejo)

 

 

“Joya engastada en la oquedad del suelo;

sonido siempre de campanas vivas;

levitación de muros y cristales;

clamor de salmos y de letanías.

 

Claustro y lluvia al alcance

del pozo del jardín samaritano;

agua que sacia el vegetal sembrado

que tapiza las losas amarillas.

 

Heredad que cosecha

en la despensa del frugal sagrario

el alimento de la eucaristía:

el vino de la vid

y el cuerpo de la espiga.

 

Labranza del florido

realce de los góticos retablos;

tapiz de piedra por el que transita

la savia redentora del árbol de la vida.

Sepulcros visitados

por el cayado pastoril que guía

los prelados pastores al encuentro

de la oveja perdida.

 

Vitrales que enaltecen

los mármoles humanos,

la luz de sus pupilas.

Los ojos del Doncel ensimismado.

Miradas de cabezas sucesivas.

 

El humo del incienso

y el fuego de las lámparas votivas

agitan los pilares que sustentan

las bóvedas uncidas.

 

Santuario del verbo.

Tribuna de la cátedra latina.

La «Fortis Seguntina»

refugiada en el tiempo”.

(José Antonio Suárez de Puga)

 

 

Ocho sonetos al Doncel

 

“Volviendo en una oscura madrugada

por la vereda inerte, del otero,

vi la sombra de un joven caballero

junto al azarbe helado reclinada.

 

Una mano tenía ensangrentada

y al aire la melena, sin sombrero

¡Cuánta fatiga en el semblante fiero,

duro y quebrado como el de su espada!

 

– Tan doliente, tan solo y mal herido.

¿adónde vas en esta noche llena

de carlancos, de viento y de gemido?

 

Yo vengo por tu sombra requerido,

doncel de la romántica melena,

de voz sin timbre y corazón transido”.

(Rafael Alberti)

 

 

“¡Oh, Doncel de Sigüenza, marinero

de soledades en la piedra escritas!:

dime qué gozo en tu pensar habitas

con el tiempo a tus flancos prisionero.

 

¡Desdeñaste quizás el claro acero

por la lección de gestas infinitas

y el sosiego gentil en que militas

fue quien te armó para siempre caballero!

 

¡Ay, quién pudiera como tú a la muerte,

bajo dosel de místicos arcanos,

dar el reposo a la luz despierta!

 

Y en el silencio fragante de colmena,

esperar con un libro entre las manos…

¡y en torno de él, eternidad serena”.

(Lope Mateo)

 

 

“¡Martín Vázquez de Arce! Fuiste un día

la más firme promesa de guerrero;

eres yacente, el imperecedero

dilema que mantiene su porfía.

 

Fuiste en liza prodigio de osadía,

fuiste herido, varón de cuerpo entero.

¿Los libros? La evasión del caballero

para aunar heroísmo y fantasía.

 

Y en la piedra reposas, solo, ausente,

cual reclinado al borde de un camino,

y al lado, pronta la cabalgadura.

 

Tú, la más firme lanza, el más valiente

y arrojado varón, que hizo el destino,

capitán y poeta de ventura”.

(José María Alonso Gamo)

 

 

“Está el Doncel tendido de tal suerte

que no evoca la muerte y sí el reposo,

perdida la mirada en el hermoso

paisaje de Sigüenza noble y fuerte.

 

La catedral parece que lo advierte,

se hace nido de piedra silencioso

y le ofrece al Doncel el prodigioso

abierto libro de la propia muerte.

 

¡Cuántas cosas, Sigüenza! ¡Cuánta historia

en las murallas cada tarde esparce

el viento que enamora tus esquinas!

 

Déjame que me lleve en la memoria

al Doncel, don Martín Vázquez de Arce,

muerto en flor por las vegas granadinas”.

(Rafael Fernández Pombo)

 

 

“Nadie tan elocuente y tan callado,

tan perezoso nadie y tan activo,

y, ora por libre u ora por cautivo,

nadie como él de ocioso y de ocupado.

 

Nadie tan incansable y tan dejado,

tan complaciente nadie y tan esquivo,

y, ora por manso u ora por altivo,

nadie como él de afín y de alejado.

 

Nadie como él de incierto y de rotundo,

que raye tan a ras y a tanta altura,

y sea, de tan claro, tan rotundo.

 

Y es que nadie jamás en escultura

fue capaz ya de hacer en todo el mundo

más sublime y excelsa criatura”

(Francisco Vaquerizo Moreno)

 

 

“Labrada en alabastro su figura,

Mostrada bajo gótico templete,

contémplase al Doncel como cadete,

recostado en su propia sepultura.

 

De capa santiaguista y de armadura,

cubierta la cabeza de un bonete,

descuelga al ceñidero un puñalete,

y medita de un libro la lectura.

 

Fuiste guerrero fiel y combatiste

al moro de la vega granadina.

Luchaste con valor. Allí caíste.

 

Y la Travesaña seguntina

a la Plaza Mayor aún persiste

la voz de su leyenda en cada esquina”.

(Enrique Gallego Gredilla)

 

 

“¡Qué lluvia de luceros asombrados!

¡Qué baño de soturnas humedades!

¡Qué balbuceo de locuacidades

y que silencio de significados!

 

Martín Vázquez de Arce, y enterrados,

nadando en jugos de musgosidades,

sus ascendencias y fraternidades,

sus amigos, sus perros, sus criados.

 

Denuncia fama ilustre una cartela;

en años veinticinco, nos revela,

calló sobre la vega de Granada.

 

Su corazón, de batallar herido,

dejó de palpitar y en este nido

haber quiso la luz de su mirada!

(José Antonio Suárez de Puga)

 

 

“En la calma sin fin de tu mirada,

la esperanza en la luz de otra mañana,

el amor por la tierra castellana,

el dolor de la Vega de Granada.

 

En tus manos, la fuerza de la espada,

una huella humanista y cortesana,

el misterio de un libro…, tu lejana

meditación profunda y confiada.

 

A la orilla de del tiempo y de la historia,

tu sonrisa enigmática y secreta,

tu dulzura viril y tu leyenda.

 

que el león de la vida y de la gloria

y el pajecillo de la humilde pena

goza que el sabio indague y no comprenda”.

(María Ángeles Novella Viejo)

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 8 de julio de 2022

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Aquí estoy en este huerto,

sofocado,

jugando con el cadáver

que esta vida me ha entregado,

 

con este muerto que nació

a mi lado,

vive conmigo

y es mi amigo y mi enemigo.

 

De este muerto que se afana

en matarme cada día,

que sufre y ríe,

y que se ensaña conmigo;

 

que impasible me obliga

a esta marcha

de reloj medio averiado

que es la vida.

«Transitus» es el título de la exposición, que podrá visitar, excepto los lunes, hasta el 11 de diciembre, con obras de El Greco, Zurbarán, Carmona, Mena, Morales, …

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

"/La catedral de Santa María de Plasencia acogió el miércoles 11 de mayo el acto de inauguración de la exposición «Transitus», organizada por la Fundación Las Edades del Hombre. El acto estuvo presidido por el Rey de España, don Felipe VI. La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 11 de diciembre.

La palabra latina «Transitus» se traduce por Tránsito, un término de muy amplia gama de significados y simbolismos. Por otro lado, aunque el territorio de la diócesis pertenece, sobre todo, a la provincia de Cáceres y a la comunidad autónoma de Extremadura, más de treinta parroquias de la diócesis, la zona de Béjar, se hallan civilmente en la provincia de Salamanca y región de Castilla y León, donde, en 1988, nacieron Las Edades del Hombres. Además, en alguna ocasión, Las Edades del Hombre han salido de Castilla y León: en 1995 con destino a Amberes; en 2002, a Nueva York; y en 2005, a la catedral de la Almudena de Madrid.

Desde 1988, ha habido exposiciones en todas las catedrales de las diócesis de Castilla y León, y en otras ciudades de la región como Arévalo, Sahagún de Campos, Carrión de los Condes, Ponferrada, Medina del Campo, Medina de Rioseco, Oña, Aranda de Duero, Cuéllar, Toro, Aguilar de Campoo y Lerma. Hasta ahora y ya con Plasencia, son 27 el número total de exposiciones de Las Edades del Hombre, la iniciativa más exitosa y longeva de exposiciones culturales de las últimas décadas en España.

 

Objetivos y estructuración

 

Bajo el título de «Transitus», se muestran 180 obras señaladas del arte sacro repartido por las tres diócesis extremeñas, de las que 60 pertenecen a diócesis la placentina. Ahora se reúnen en una exposición única para hacer posible «un proyecto cultural y evangelizador de primer nivel en el que vamos a encontrar el alma de Extremadura», resume Antonio Luis Galán, comisario de la exposición.

La muestra se divide en siete capítulos y un epílogo que narran, con olores y música incluidos en un recorrido sin barreras y adaptado igualmente a personas ciegas, el devenir histórico de la ciudad y la diócesis, su desarrollo social y religioso y la importancia que tuvieron diferentes personajes en las expediciones evangelizadoras en el tránsito al Nuevo Mundo y la Edad Moderna, y el enriquecimiento en todos los sentidos que ello supuso para las dos orillas.

Estos son los siete capítulos y el epílogo, con sus obras más destacadas, de una exposición que supone para Plasencia y Extremadura una oportunidad única, la que convierte a esa ciudad y a esta región en cita cultural del año en el país.

 

Capítulo I: Tierra de paso

 

A la exposición se accede a través de la portada románica de la catedral vieja y nada más entrar el visitante encontrará el pequeño pasadizo que le llevará al origen de la ciudad y las raíces de Extremadura, las romanas, visigodas, judías, musulmanas y cristianas y su influencia en una tierra de paso como la nuestra y, por ello, lugar de confluencia entre culturas y religiones.

Entre las obras que se muestran en este primer capítulo destacan elementos de arte de esas culturas que confluyeron en Plasencia, la lápida de la libertad (anónimo de finales del siglo XV) y el Cristo de los Doctores (anónimo del siglo XIV).

 

Capítulo II: Cambio de época

 

La llegada de los Reyes Católicos conlleva una época de cambios y un cambio de época, Plasencia vuelve a ser otra vez de dependencia real y el humanismo se abre paso como expresión cultural de este cambio. De ahí, que la literatura tenga un protagonismo especial en este capítulo de Las Edades del Hombre y de la mano de joyas históricas.

En cuanto a las obras destacan: las estaturas orantes de los Reyes Católicos (fechadas entre 1676 y 1678, de Pedro de Mena y Medrano); el busto de Carlos I de España y V de Alemania (del Círculo de Giovanni Angelo Montorsoli, hacia 1540); y el conjunto escultórico del Calvario (de Egas Cueman del siglo XV). Y, por supuesto, esas joyas literarias como son, entre otras, La tragicomedia de Calixto y Melibea de Fernando de Rojas (1502), La Odisea de Homero (1519) y Los cinco Misterios dolorosos de la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo en su sagrada Resurrección, de Lope de Vega (1582).

 

Capítulo III: una diócesis para una ciudad

 

En este capítulo, se incide especialmente en el origen de la diócesis de Plasencia y, por ello, cobran especial protagonismo los planos que muestran la construcción del conjunto catedralicio desde el XIII al XVI, los patronos de la diócesis y obispos destacados como Pedro Ponce de León. La diócesis entendida como un pueblo que transita en un lugar a través de los siglos, guiado por sus pastores y alentado por sus santos, especialmente relevantes en el siglo XVI.

Entre las obras que se exponen en este capítulo, destacan las figuras de san Pedro de Alcántara confesando a santa Teresa, y también las de los patronos, san Fulgencio y santa Florentina y, especialmente, el plano original de Plasencia que Luis de Toro realizó en 1573 y que es, además, el cartel de «Transitus», que es la imagen que ilustra este artículo.

 

Capítulo IV: La historia de la salvación

 

A lo largo de este capítulo, se narra el nacimiento de Jesús, su adolescencia, su vida pública, su muerte y resurrección y, con ella, el nacimiento de la Iglesia. De ahí, que la gran pila bautismal de Jaraíz de la Vera sea la primera obra con la que se encuentre el visitante nada más acceder a la sala. Y es que, es, a través del sacramento del bautismo por el que se pasa a formar parte de la Iglesia, para ir al encuentro de Dios, que ha transitado por la historia de los hombres haciéndola historia de salvación, cuyo culmen es la Pascua de Jesús.

Además de la pila bautismal, en este capítulo destacan, entre otras, el retablo para la capilla de Ginés Martínez (obra de Luis de Morales realizada entre 1565 y 1566), La última cena (de Juan Correa de Vivar, 1546-1550), Las bodas de Caná (XVI), el Cristo crucificado (de Lucas Mislata de la segunda mitad del XVI), el cuadro de la Piedad (de Luis de Morales, hacia 1565) y la escultura de la Piedad (de Alonso Hipólito, de 1559).

 

Capítulo V: La Reforma de Trento

 

Nacida de la Pascua, la Iglesia, por su condición de peregrina, está en tránsito permanente hacia la plenitud. Y es aquí donde cobra una relevancia excepcional el concilio que centra este capítulo, el que, además de rebatir las tesis protestantes, fija la doctrina de la Iglesia y pone en marcha un gran movimiento de espiritualidad de la mano de santos destacados. Se trata del capítulo más potente de Las Edades del Hombre 2022 desde el punto de vista artístico.

Entre las muchas obras destacadas que se dan cita en él, están Jesús Salvador (El Greco, 1602-1605), la Coronación de la Virgen (El Greco, 1591-1592), las ánforas para consagrar los óleos en la misa crismal, El bautismo de Jesús (de Francisco Rizi de Guevara de 1678), La asunción de la Virgen y el Cristo de la agonía o el desamparo (ambos de Luis Salvador Carmona),  y tres grandes óleos de Francisco de Zurbarán: Cristo crucificado,  Imposición de la casulla a san Ildefonso y Tentaciones de san Jerónimo.

 

Capítulo VI: Entre dos sueños

 

El visitante entrará ahora en un pequeño pasillo en el que sentirá que recorre en un barco el mar rumbo hacia el descubrimiento del Nuevo Mundo. Y podrá escuchar y ver un audiovisual para conocer la importancia de Extremadura y los extremeños en estas expediciones, esas que se llevaron a cabo en respuesta al sueño de todo hombre de ir más allá. Por eso, hombres como Hernán Cortés, Vasco Núñez de Balboa o Francisco de Pizarro cobran un protagonismo especial.

Entre las obras destacan la carta del Papa Alejandro VI a los Reyes Católicos en la que divide el mundo entre las coronas de Portugal y Castilla (4 de mayo de 1493), el busto de Francisco Pizarro (de Enrique Pérez Comendador) y la visita hecha por Carlos V a Hernán Cortés (de José Caballero Villarroel, de 1870).

 

Capítulo VII: La obra de la evangelización

 

El último capítulo lleva al visitante a adentrarse en la estructura de un barco para vislumbrar el proyecto evangelizador en el Nuevo Mundo porque ese era el fin de las expediciones. Aun con luces y sombras, se muestra la importante labor de los misioneros y el mayor fruto de España en esta misión, porque a diferencia de otros países hace un mestizaje, como representa santa Rosa de Lima, su padre era extremeño y se casó con una nativa. Y este mestizaje y la labor desarrollada por los misioneros y los extremeños que acudieron al Nuevo Mundo conlleva el enriquecimiento cultural que se logra en las dos orillas.

En este último capítulo, en el que figuran en grandes paneles los nombres de los hombres y mujeres que en los siglos XV, XVI y XVII partieron desde Extremadura a América y hay también una reproducción a escala de la nao San Pedro, hay obras destacadas como el Cristo de la Encina (anónimo del siglo XVIII), la urna eucarística (una joya del arte novohispano, 1673-1690) o el Cristo del Sagrario (un anónimo de principios del XVII).

 

Epílogo: Rema mar adentro

 

«Transitus» se cierra con un epílogo protagonizado por una sola obra: el retablo de la Asunción, de Jorge de la Rúa y Juan Flores (1561). Un cuadro en el que hay dos espacios, uno celestial con la Virgen rodeada de ángeles que se convierte en esperanza del pueblo creyente, y otra terrenal con los apóstoles, a los que Jesús envió a evangelizar.

Una obra con la que Las Edades del Hombre recuerdan el mensaje que Jesús transmitió a Pedro, «el que nos transmite a todos, porque todos estamos llamados a evangelizar más dentro, más lejos, en otros espacios, en otros lugares», recuerda Antonio Luis Galán. Porque «Transitus» no solo refleja el proyecto evangelizador llevado a cabo en el paso a la Edad Moderna, sino la necesidad de que el tránsito continúe, de seguir adelante con esa misión evangelizadora.

 


 

Informaciones prácticas de «Transitus» en Plasencia

 

La exposición se podrá visitar hasta el puente de diciembre de martes a viernes de 10 a 14 y de 16 a 20 horas. Los sábados, domingos y festivos, de 10 a 20 horas, de modo ininterrumpido. La admisión terminará 45 minutos antes del cierre. Los lunes permanecerá cerrada. Para reservas, se ha habilitado el teléfono: 927 041 124 y el correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Las entradas se adquirirán en la Casa de la Mitra, el edificio de finales del siglo XIX ubicado frente a la Casa del Deán y al lado de la catedral, que se ha reformado para hacer las funciones de oficina de Las Edades del Hombre. La entrada individual es de 6 euros y hay visitas guiadas para grupos de no más de 20 personas por 125 euros. Lo cual incluye la entrada, dura aproximadamente 70 minutos y es necesario reservar previamente. No se admiten guías de grupos a excepción de los especialistas en arte sacro de la exposición.

Toda la información de la exposición se puede encontrar en la web www.transitus2022.com

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 1 de julio de 2022

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

 

"/Ser peregrino en la Tierra de Jesús corre el riesgo de visitar únicamente los lugares más emblemáticos y dejar de conocer la vida diaria de los cristianos que integran las diversas presencias que mantienen las Congregaciones religiosas en Tierra Santa.

Al visitar la piscina de Betesda, nos hemos sorprendido al ver la exposición que se mostraba el 19 de junio en los jardines del entorno de la iglesia de Santa Ana, regida por los PP. Blancos. Se  convocaban allí todos los carismas contemplativos y monásticos presentes en la tierra de Jesús.

Las monjas y los monjes de las diferentes Órdenes y Congregaciones exhibían su trabajo artesano y comunicaban su carisma. Así, se podía leer en los distintos puestos: “Monjas Carmelitas del Pater Noster”; “Clarisas de Nazaret”, “Benedictinos de la Dormición de María”, “Hermanitas de Belén”; “Hermanitas de Jesús”; “Congregación del Verbo Encarnado”. Al llegar a la mesa de las religiosas de Nuestras Señora de Matará, un religioso con su guitarra incendió nuestro grupo español, que entusiasmado daba voz a la conocida canción “¡Que viva España!”

Ha sido en Nazaret, en la visita a la capilla de san Carlos de Foucauld, donde hemos sido testigos de la presencia de un joven “Hermanito de Jesús”, quien nos introdujo en la vida de su fundador, recién canonizado por la Iglesia. El rostro luminoso, acogedor y sereno del religioso nos transmitió lo que significa desear vivir a la manera del Nazareno la vida diaria. “Dios no es solo el de los domingos, sino de todos los días”. Y al final, contemplando los últimos momentos de Jesús en la Cruz, rezamos la oración del abandono que escribió Foucauld.

Al llegar a Cafarnaúm, sabíamos de la presencia discreta, retirada, orante, que lleva Mons. José Vilaplana, obispo emérito de Huelva, que una  vez que el Papa aceptó su renuncia, se ha retirado a las orillas del Lago de Galilea para contemplar los hechos y dichos de Jesús en  el pueblo de san Pedro. D. José nos dirigió unas palabras, y resaltó el gesto de la curación de la suegra del apóstol Pedro para decir que ante la debilidad, la enfermedad y la necesidad, Jesús alarga su mano y nos levanta de la postración. Al final, subido al autobús del grupo de peregrinos de la parroquia de Nuestra Señora del Huerto de Pamplona, nos bendijo y se volvió al convento de  franciscanos, donde cada día se une a los tres frailes en sus oraciones y trabajos.

Saludar como a un amigo a Daniel en Belén, o a Dimitrios, en Jerusalén, cristianos palestinos; cruzarse por las calles de Jerusalén con religiosas que viven en la ciudad y saludarlas con afecto; hospedarse como en casa propia en las Franciscanas Misioneras de María, junto a la Puerta de Damasco; escuchar en vivo cómo se desarrolla la pertenencia de un miembro de un kibutz; abrazar al fraile Jorge, natural de Ghana, que cuida la Basílica de la Anunciación; visitar la catedral de los melquitas, inmersión icónica, y la de los armenios, donde se conmemora el martirio del apóstol Santiago, es una forma distinta de peregrinar, además de venerar los lugares del nacimiento de Jesús , el Monte de los Olivos, el Monte Sión, y el Santo Sepulcro.

Parece un sueño poder estar a las orillas del Lago de Galilea, sin prisa, mecido por sus aguas, acariciado por la brisa, sentir la templanza del clima, hacer oración con el rumor de las olas, extasiarse en el reflejo de la luz del sol al atardece… Pasan los días, y la memoria recrea la presencia del Maestro por las calles de Cafarnaúm.

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