Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

El proverbio “Sic transit gloria mundi”

bastante más que máxima barroca

es, sino locución que lo trastoca

todo… Tenerlo en cuenta siempre es útil.


Quien piense durará, ya se equivoca

pues toda creación es cuestión fútil;

apenas nace ya inicia a hacer mutis.

Hacia la mar la lluvia desemboca.


Mas, mientras dure Humanidad, el sueño

de hacer mejor lo humano es el camino

que más nos acompañe y menos rote. 


En pluma de Cervantes fue el ensueño

bien logrado y en nada desatino

de Miguel, de Cervantes y el Quijote,
 

de su liturgia propia casi el eterno sacerdote.

 



Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016. 

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor: 

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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A veces, no somos conscientes de todo el bien que tenemos en la mano y la posibilidad de ofrecerlo a otros en detalles pequeñitos. Alguien a quien tengo particular afecto, me relataba lo que sigue sin darle mayor importancia y dejo que ella hable y pueda narrar lo que me contó y cómo me lo contó. 

“En el hospital cuando me operaron y pude dar los primeros pasos, por lo menos a los siete días, oí cerca, a una señora mayor gritar angustiada desde su habitación, así que, sola, pero apoyándome en el arbolito con ruedas cargado de “médicos cuñas”, fui a verla y le pregunté (estaba sola) qué le pasaba. Me dijo que había pasado el médico y le había dado el alta (no había pasado el médico ni estaba para alta) pero que nadie iba a prepararla para irse”. 

Mi amiga que se percató del problema real de falta de capacidad cognitiva de la pobre señora, no se arredró ni la abandonó y comentó a la anciana:  “Pues yo tengo el mismo problema que Vd., y ya estoy desesperada pero ya se sabe que esto es una informalidad y tenemos que tener paciencia, pero yo estoy en una habitación enfrente a la suya, un poco más allá, pero dé un grito y vengo otro ratito a consolarnos”. 

“Ya no volvió a gritar, me dio mucha alegría, aunque era algo tan pequeñito”. Hasta aquí el breve relato que recogí de mi amiga. 

Se trata, como sin duda se desprende de la lectura, de dos enfermas con habitaciones próximas en el mismo Hospital. Las dos, eran sujetos necesitados de ayuda. Mi amiga, recuperándose de una grave operación, podía muy bien como sucede tantas veces, haberse refugiado en su propio dolor y hecho oídos sordos a los gritos de la señora mayor. Podía, incluso, haberse quejado de la molestia que suponía para ella y para su recuperación los gritos. Pero mi amiga seguramente pensó con acierto, que la verdadera caridad en la mayoría de las ocasiones, no nos exige actos y decisiones heroicas: sólo a veces pequeños actos de amor. Muestras de amor. Asumir una minúscula molestia por el otro: por el que está solo y enfermo con frecuencia, puede llevar a alcanzar unas altas dosis de Caridad. Puede ayudar a llevar la paz al otro: al que está sufriendo. 

Me trajo mi querida y no menos admirada amiga a la memoria, aquella aspiración de los miembros de las Conferencias de San Vicente, cuando su Regla nos anima a “visitar a Cristo sufriente en el pobre”[i]. Sin duda, mi amiga vio a Cristo en aquella cama y dando aquellos gritos. 

No nos olvidemos que pobre, es aquel que no puede optar, que no tiene opciones. Aquella señora que gritaba no tenía opciones para abandonar su habitación del Hospital y alguien se convirtió en el Vicente de Paúl que llevaba en su corazón y le prestó sin duda una pequeña ayuda, pero la ayuda que necesitaba. El acto de Amor, de atención, que pedían sus gritos. 

Mi amiga se convirtió en la buena samaritana olvidándose de su propio dolor y cargando por el pasillo del Hospital con sus “médicos cuñas” para aliviar a otra persona. No puedo dejar de agradecer al Misericordioso, que propicie que existan personas así. 

Con María, siempre a Cristo por y con María.

 

[i] Regla de la Sociedad de San Vicente de Paúl, artículo 1.8

 

 

SHOUTS!


Sometimes, we are not aware of all the good we have in our hands and of the possibility of offering it to others through nice gestures. Someone for whom I feel a special affection, told me what comes below without giving it any importance. I let her speak and narrate what she told me and how she said it.

"In the hospital, after surgery and when I was able to take the first steps, at least seven days later, I heard an elderly lady screaming in anguish in her room; therefore, on my own, leaning on the wheeled stand loaded with "medical bedpans", I went to see her and asked her (she was alone) what was wrong with her. She told me that the doctor had already come and he had discharged her (the doctor had not come and she was not in the situation of being discharged) but that no one was going to prepare her to leave."

My friend who realized that the real problem was the lack of cognitive ability of that poor lady, did not shrink from it or abandon her and said to the old woman: "Well, I have the same problem as you, and I am already desperate but you know that they are unreliable and we have to be patient; however, my room is opposite yours, a little further, just shout and I will come a little while to comfort each other".

"She did not scream again, it brought me a lot of joy, even though it was something so tiny." That was, so far, my friend’s short story.

As the text clearly states, it is about two sick women with nearby rooms in the same hospital. Both were subjects in need of help. My friend, recovering from a serious operation, could very well as it happens so many times, have taken refuge in her own pain and turned a deaf ear to the cries of the old lady. She could even have complained about the nuisance that the screams caused her and her recovery. But my friend surely thought correctly, that true charity in most cases, does not require heroic acts and decisions: only sometimes small acts of love. Tokens of love. Just accepting a tiny annoyance for the other person’s sake: for the one who is frequently alone and sick, which leads to high doses of Charity. It can help to bring peace to the other one: the one who is suffering.

My dear and no less admired friend brought to my mind, the aspiration of the members of the Conferences of St. Vincent, when their Rule encourages us to "visit the suffering Christ in the poor"(1). No doubt, my friend saw Christ in that bed and those cries.

Let's not forget that poor is the one who cannot choose, who has no options. That lady who screamed had no options to leave her hospital room and someone became the Vincent de Paul that she carried in her heart and certainly gave her a little help, just the help she needed. The act of Love, of attention, which her cries requested.

My friend became the Good Samaritan forgetting her own pain and carrying down the hospital hallway her "medical bedpans" to comfort someone else. I can't help but thank the Merciful, who makes possible that people like this exist.

With Mary, always towards Christ through and with Mary.

 

(1) Rule of the Society of Saint Vincent de Paul, article 1.8


José Ramón Díaz-Torremocha
Conference of Santa Maria la Mayor
Guadalajara, Spain
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Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

El día de San Bernardo, hemos recordado muchas veces la historia que hemos vivido en Buenafuente, de manera especial a comienzos de los años setenta del siglo pasado.  Entonces fuimos testigos de acontecimientos que nos parecieron providentes, en los que reconocimos la gracia y la misericordia de Dios para con este lugar monástico y para con sus monjas y le dimos gracias. 

En aquellos años los medios de comunicación se hicieron eco de la precaria situación del Sistal; llegaron entonces los primeros amigos de Buenafuente, se restauró el inmueble del monasterio, se reconstruyó el claustro, se bendijo la nueva capilla y se rehabilitó la iglesia. Tuvo gran impacto dentro de la Orden la celebración de los 800 años de la presencia religiosa en este lugar. Todo era interpretado como bendición. 

Comenzó también una revitalización de la comunidad; siempre había alguna postulante, el salmo 125 se hacía nuestro himno. Nos veíamos reflejados en el canto que los israelitas entonaban a su vuelta del destierro, cuando les parecía soñar y la boca se les llenaba de cantares por el cambio de los signos de negativos en favorables. Desde 1973, el Sistal se convertía en referencia eclesial y desde 1977, de la mano de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, fuimos referencia social a nivel nacional, por la ayuda social y religiosa a las gentes de los pueblos del entorno. Mientras, aquí crecía la hospitalidad para quienes se acercaban con deseos de orar. 

 

 

Fuimos distinguidos por las autoridades civiles y religiosas. El nombre de Buenafuente resonaba en todas las diócesis de España y en el exterior, por los numerosos fieles, religiosos y sacerdotes que acudían a este lugar de silencio, soledad y desierto, para compartir con las monjas la liturgia y permanecer unos días en retiro espiritual. 

Cada año, por san Bernardo ofrecemos a la abadesa una reflexión, al hilo de los acontecimientos que vivimos, mirados desde la fe. Hoy no podemos dejar de dar gracias a Dios por sentir su protección en esta hora de pandemia al no haber sufrido ningún caso de contagio en la reapertura de la casa de acogida y de la hospedería. Damos gracias por vuestra presencia significativa, hermanos sacerdotes, presididos por nuestro obispo D. Atilano, por Mons. Joan Enric Vives, quien nos dirige los EE, y por nuestro viejo amigo D. Juan José Asenjo. Damos gracias por la fidelidad de esta comunidad y de los laicos que permanecen en Buenafuente y hacen posible tener abiertas las puertas de la acogida. 

Este año, celebrado el 775 aniversario de la llegada del Císter a Buenafuente, al observar la realidad, que no podemos ignorar ni ocultar, desde lo meditado durante estos días de ejercicios, me sigue resonando la cita que Mons. Vives nos invitaba a considerar: “Sión decía: «Me ha abandonado el Señor, | mi dueño me ha olvidado». Y responde el Señor: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, | no tener compasión del hijo de sus entrañas? | Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré. Mira, te llevo tatuada en mis palmas, | tus muros están siempre ante mí” (Is 49, 14-16). 

La debilidad de la comunidad, mi propia edad, la escasez de vocaciones sacerdotales y religiosas, después de 52 años de servicio como capellán, son preguntas en el corazón. Y ante el Señor, este día, me sumo a la oración de Carlos de Foucauld, que reza a diario la madre Abadesa, con la que iniciábamos los Ejercicios: “Padre mío, me abandono a ti. Haz de mí lo que quieras. Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo. Con tal que tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Dios mío.” Quiero profesar ante vosotros la confianza y el deseo de que todos los que aquí vivimos nos convirtamos en testigos del amor y de la fidelidad de Dios. Es momento de “amar por amor”, que diría san Bernardo.

Sin procesión de los faroles, aunque sí habrá rosario a las 21 horas en la catedral, y con las demás medidas de prevención de la pandemia, y con misa principal a las 11:30 horas, con don Atilano y monseñor Asenjo

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

La misa solemne de este domingo 22 de agosto será a las 11:30 horas, presidida por el obispo diocesano, monseñor Atilano Rodríguez, acompañado del arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, seguntino de nacimiento y miembro de la cofradía. Asimismo, hoy, domingo 22 de agosto, ante el altar de la Virgen de la Mayor, hay dos misas más: 9 horas y 20 horas.

En razón de la pandemia, no hubo ni ofrenda floral pública (sí privada o particular), ni habrá hoy la tan concurrida, solemne y hermosa procesión de los faroles, de las 21:30 horas del domingo de la fiesta de la Virgen de la Mayor. A cambio, sí se tendrá el rezo del rosario a las 21 horas del domingo 22 de agosto ante el altar de la patrona seguntina, previo requipe general de las campanas de la catedral.

«Santa María de la Esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera» es el lema de la novena (del viernes 13 al sábado 21 de agosto, con convocatorias a las 8 horas y las 19:30 horas) y fiesta de la Virgen de la Mayor, patrona principal de Sigüenza, cuya intención general se ofrece por superación definitiva y víctimas de la pandemia y por todos aquellos que trabajan y sirven para su sanación.

Por todo ello, en estas vísperas de la fiesta religiosa principal de Sigüenza, este año ofrezco a continuación unos apuntes históricos sobre la Virgen de la Mayor y su culto y celebraciones a lo largo de los siglos.

 

 

 

Siglos XII al XIV

La Virgen de la Mayor es una imagen originariamente románica, de madera de ciprés, traída a Sigüenza por el obispo Bernardo de Agén, reconquistador y restaurador de la diócesis, en el año 1124. Su emplazamiento primero fue la capilla mayor de la catedral, de donde procede su nombre popular: Virgen de la Mayor.

         Artísticamente, es una imagen que representa el misterio de la Coronación de María. Es efigie "socia belli" ("compañera de batalla"), ya que acompañaba al obispo Bernardo en sus intervenciones en pro de la reconquista del antiguo territorio diocesano. Es también imagen eucarística: tiene una concavidad con portezuelas al dorso, en donde se guardaban reliquias y el viático o Santísimo Sacramento.

En las Actas de la catedral de Sigüenza del año 1197 consta que el entonces obispo Rodrigo mandó que ardieran día y noche ante la imagen de la Virgen de la Mayor siete lámparas, de plata grabada, llenas de aceite.

En el año 1313, hallándose muy deteriorada la imagen, el obispo Simón Girón de Cisneros mandó revestirla de plata. Por ello, durante un tiempo fue llamada "La Blanca", título que no prevaleció ya que el pueblo seguía llamándola la Virgen de la Mayor. Durante la citada restauración de la talla, se procede también a otras acciones, que le dotan de una presencia más gótica -ágil, risueña, señorial, benedicente-, como actualmente puede contemplarse.

 

Entre 1493 y 1673

En 1493, según relatan las Actas de la Catedral de Sigüenza, comienzan la procesión anual de la imagen de la Virgen de la Mayor, cuya fiesta venía ya celebrándose en el domingo siguiente a la Asunción de María (entre los días 17 y 23 de agosto). Era obispo de Sigüenza Pedro González de Mendoza, el guadalajareño cardenal Mendoza.

El año 1522 el obispo de Sigüenza Fadrique de Portugal funda la Cofradía de la Virgen de la Mayor, cuyos primeros estatutos datan de 1598, siendo obispo de Sigüenza Lorenzo Suárez de Figueroa y Fernández de Córdoba.

En 1609-1610 se construye un nuevo retablo para la capilla mayor de la catedral. Es obra de Giraldo de Merlo. Era obispo de Sigüenza fray Mateo de Burgos, franciscano. La imagen de la Virgen de la Mayor experimenta entonces distintos emplazamientos: en 1610 en la Iglesia de Santa María de Medina o Santa María de los Huertos -actual iglesia de las Hermanas Clarisas y perteneciente al patrimonio catedralicio- y en 1617 y hasta 1673, en la capilla de la Anunciación de la catedral de Sigüenza, a cuyo efecto el artista Juan de Orihuela labra altar y retablo, que desde 1904 es ocupado por una imagen de la Inmaculada.

Entre 1666 y 1673, por mandato del obispo Andrés Bravo de Salamanca, el artista Juan de Lobera construye en el transcurro de la catedral un altar-retablo barroco destinado a la Virgen de la Mayor. Es desde entonces su sede.

 

De 1809 a 1906

En 1809, la imagen de la Virgen de la Mayor se libra milagrosamente de ser quemada por los franceses, en plena guerra de la Independencia. Con todo, un soldado francés deja huella de lo acontecido mediante un sablazo en la mejilla derecha de la imagen de la Virgen, que todavía permanece hoy.

En el año 1871, siendo obispo Francisco de Paula Benavides y Navarrete, se renuevan los Estatutos de la Cofradía de la Virgen de la Mayor, que han permanecido en vigor hasta 2005, año en que se renuevan, a la luz del Código de Derecho Canónico de 1983, y siendo obispo José Sánchez González, quien firma estos nuevos estatutos con fecha 24 de junio de 2005.

El 18 de marzo de 1906 es robada la corona de la Virgen de la Mayor y un anillo. Inmediatamente después, por suscripción popular y ayudas del Cabildo Catedralicio, se labra una nueva corona para la Virgen y las Religiosas Ursulinas bordan un manto de raso blanco para la fiesta de la coronación, que tiene lugar el 17 de agosto de 1906, presidida por el obispo de Sigüenza fray Toribio de Minguella y Arnedo.

Asimismo, en el anochecer de aquel día, se celebró una procesión especial por las calles Medina, Seminario, San Roque, Puerta de Guadalajara, Valencia, Fuerte, Mayor y Plaza. En los últimos treinta años no se había realizado esta procesión, cuyos orígenes datan de 1493.

 

Entre 1926 y 1998

En 1926 comienzan las gestiones para dotar de un rosario de faroles con los misterios del Rosario para esta procesión, que sale, por primera vez, a las calles seguntinas el 17 de agosto de 1928. Era obispo de Sigüenza Eustaquio Nieto Martín.

En octubre de 1936, en plena guerra civil española, el rosario de faroles es gravemente dañado. Tras el final de la guerra, se emprende su restauración y mejora y en la fiesta de la Virgen de la Mayor de 1943 sale el nuevo rosario de faroles. En sede vacante tras el martirio el 27 de julio de 1936 del obispo Nieto Martín, la diócesis era regida por el canónigo arcediano Hilario Yaben Yaben como vicario capitular.

Entre 1941 y 1946 -años de la restauración de la catedral, gravemente dañada durante la guerra civil- la imagen de la Virgen de la Mayor es ubicada en la capilla parroquial de San Pedro, dentro de la catedral.

 En 1974, el obispo Laureano Castán Lacoma promueve una nueva restauración de la imagen, que además es despojada de los mantos que la revestían. Desde entonces la imagen ofrece la belleza cipresina de su original creación bajomedieval. El entonces afamado escultor Francisco Fernández de Córdoba fue el artífice de esta restauración.

En 1998, la Cofradía de la Virgen de la Antigua de Guadalajara ofrece a la Cofradía de la Virgen de la Mayor de Sigüenza dos faroles de los misterios gozosos y dieciocho faroles de mano.

 

Desde el año 2000 a nuestros días

El actual trono de la Virgen de la Mayor de Sigüenza es una bellísima obra de arte del siglo XVII, coetánea con su retablo de Juan Lobera, mandado construir por el obispo Andrés Bravo de Salamanca, a partir del año 1666 y en el que está la imagen de la Virgen de la Mayor desde el 17 de julio de 1673. Este trono hubo de ser retirado tras la guerra civil española de 1936-1939.  En el año 2000 se acometió su restauración, realizada por el restaurador Francisco Boldo Pascua, de origen seguntino. Y el día 22 de diciembre del aquel mismo año 2000 la Virgen de la Mayor volvió a ser entronizada en él.  Se trata de un bellísimo trono barroco, compuesto de jaspe, mármol, lapislázuli, ébano, bronce, carey, ágatas y ónice

En 2000, la Cofradía hace entrega de un cuadro de la Virgen de la Mayor a la Casa de Guadalajara en Madrid. En 2005, con fecha 24 de junio, el obispo José Sánchez González, como ya se dijo, aprueba los nuevos estatutos de la Cofradía de la Virgen de la Mayor. Y con fecha 15 de noviembre de 2005, la Dirección general de Turismo y Artesanía de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha declara fiesta de interés turístico regional a la procesión de los faroles.

También en el siglo XXI, la Virgen de la Mayor se ha visto realzada en su culto con dos espléndidas alfombras en color azul, al igual que es azul, el mismo tono, de sus sillones para los cultos en su honor. La Cofradía ofreció en estas dos últimas décadas nuevos bancos de madera noble para los fieles y un ambón litúrgico; y fue renovada la iluminación, en 2009, del altar y hornacina. La mejora y modernización de la iluminación se vio completada en agosto de 2020 con cien nuevas bombillas led para la corona del altar de la Virgen.

 

Gestos solidarios en los últimos años

En 2012, en plena crisis económica, el gesto solidario de la Novena y Fiesta de la Virgen de la Mayor se tradujo en cuatro mil euros en metálico y cerca de un millar de kilos de alimentos para Cáritas.

En 2013, el gesto solidario tuvo por destino Románovka, en la Rusia Oriental, junto a Vladivostock, junto al Pacífico, frente a Japón, donde estaba entonces destinada una religiosa seguntina de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, y quien promovía el Proyecto Tropinka, de atención a niños necesitados.

En 2014, en pleno comienzo del recrudecimiento de la persecución a los cristianos de Oriente Medio por parte del Estado Islámico, se recaudaron también otros cuatro mil euros que se enviaron a los cristianos perseguidos.

En 2016, hubo un donativo una familia de Ecuador, que vio desolada su vivienda tras los terremotos en este país andino durante el mes de abril de aquel año. Se hizo entrega del donativo a una misionera seguntina religiosa Dorotea.

En 2017 y en 2018, el gesto solidario de cada uno de estos años fue un donativo de 200 euros para la Cáritas local.

En 2019, se dotaron dos becas completas para una vocación misionera (2.000+2.000: 4.000 euros), con destino al efecto a Obras Misionales Pontificias-España.

En 2020, en plena pandemia, la colecta especial se destinó a sufragar los gastos de la transmisión por circuito cerrado de televisión de la misa del día de la fiesta de la Virgen de la Mayor. Y este año, se lleva a cabo una recaudación extraordinaria en favor, a través de Cáritas, de los damnificados tras el reciente nuevo terremoto en Haití.

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 20 de agosto de 2021

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