Por José Ramón Díaz-Torremocha

(de las Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

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CARIDAD INVENTIVA

La Caridad es siempre – inventiva - o es una Caridad pequeña, ¡como de compromiso! Si existe auténtica Caridad, ésta debe ser siempre inventiva, soñadora desde lo pequeño hasta lo grande y siempre exigente primero para con uno mismo.

Esos días de mayo 2020 en los que se escriben estas líneas, constantemente me llegaron pruebas, a pesar del enclaustramiento o gracias a él, pruebas de la inventiva de aquellos consocios que se preocupaban realmente por los demás y, habían de ejercer, la caridad, el amor por los demás, sin moverse de casa. Algunos ejemplos para el querido lector.

Una modesta Conferencia de una ciudad de América, ayudaba a sus amigos en necesidad con el gasto del autobús para acceder a diario a la Universidad. Cerrada ésta – la Universidad - por la pandemia y suspendidas las clases presenciales, acordaron suministrar y costear una línea de internet a cada uno de ellos, para que al menos y desde la distancia, pudieran continuar estudiando.

Otra Conferencia de Europa, formada por personas muy mayores, se comprometió al rezo del Rosario diario por los enfermos del Hospital cercano. Pensaron: ¿Cómo podemos ayudar en este momento con nuestras mermadas fuerzas? ¡Tenían muchas fuerzas siempre que no pensaran en sus solas capacidades! Pensando en sus fuerzas aumentadas por la Misericordia a través de la oración.

Más cerca de nosotros y en España, una Conferencia de un pequeño pueblo de Castilla, acordaron confeccionar mascarillas y batas para el personal que trabajaba en contacto con los enfermos. A la vez, esta Conferencia, no ha dejado de atender las primeras necesidades de algunas de las familias de su población. Pensaron: ¿Cómo podemos ayudar en este momento? Conocían perfectamente a los que ayudaban, pues eran sus amigos.

De otras Conferencias de España y de fuera de España y de Europa, me llegan noticias del aumento desproporcionado en el gasto de teléfono de muchos consocios. Los confinaron físicamente en sus casas, pero no confinaron su voz. A través del teléfono mantuvieron contactos, casi diarios, con sus amigos que sufrían que se sintieron siempre acompañados. Acompañando fundamentalmente a los que vivían en mayor soledad. Una manera de mantener el contacto persona a persona, carisma esencial de lo vicentino. Carisma esencial de las Conferencias de San Vicente de Paúl, como nos recuerda la Regla en su artículo 1.2. (1)

Del mal, el Misericordioso sabe sacar el bien y Él ha conducido a tantos, a través de la entrega generosa al hermano, al prójimo, para ayudarle a superar una situación espantosa, hasta mostrarles que la Caridad no es otra cosa que aquello realizado por Amor a Él. Por amor a quien es Amor y el primero que nos lo regaló pagándolo con precio de sangre.

Por amor al Bueno, al Misericordioso, estos consocios, estos amigos, pensaron: ¿Cómo podemos ayudar en este momento?  ¡No se quedaron quietos!: sirvieron, de otra manera, pero no dejaron de servir.

No me resisto a dejar de citar a un sacerdote amigo y muy querido en las Conferencias en el mundo el Padre Maloney C.M.: “La confianza en la providencia, se relaciona con la paciencia y con la perseverancia. Supone una espera paciente, no una pasividad inmóvil, sino actitud de alerta constante de manera que podamos conocer el momento exacto de actuar”. (2)

¿Seremos capaces de integrar toda la experiencia adquirida, todo lo vivido, en los servicios que prestemos en este tiempo tan duro en nuestros años futuros? ¿Sabremos ser capaces de vivir en y con la preocupación de hacer nuestra, la necesidad del prójimo con la ayuda de Dios?

No nos fundaron para cosa diferente. En los Hechos, nos cuentan que Pedro ante una petición, contestó: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo……”  (Hechos 3,6)

Posiblemente no haremos caminar a un cojo, pero para cada uno el Espíritu nos prestará la palabra que se necesite y la capacidad para aliviar un tanto el sufrimiento, del otro, del prójimo.

Con María, siempre a Cristo por María

 

José Ramón Díaz-Torremocha

De las Conferencias de San Vicente

Guadalajara (España)

 

(1) “…….los consocios realizan su entrega mediante un encuentro de persona a persona”

(2)  “Convierte todo en amor” Padre Robert Maloney, Editorial La Milagrosa, e-mail:  Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. (cita  con permiso del autor)

 

INVENTIVE CHARITY

Charity is always inventive; otherwise, it is a small Charity, like a ‘courtesy’ one! If there is authentic Charity, it must always be inventive, dreaming from the small to the big and always demanding to oneself first.

On those days of May 2020 when these lines are written, I constantly received evidence, despite the lockdown or thanks to it, evidence of the inventiveness of fellow members who really cared about others and who had to exercise charity, love for others, without leaving home. Here are some examples for the dear reader:

A modest Conference of a town in America used to help its friends in need paying the daily bus tickets to University. Having closed the University and suspended the face-to-face classes, due to the pandemic, they decided to supply and pay for an internet line to each of them, so that they could at least continue studying, even from the distance.

Another Conference in Europe, made up of very elderly people, committed itself to the daily prayer of the Rosary for the sick of the nearby Hospital. They thought, ‘How can we help right now with our diminished strength?’ They had a lot of strength as long as they did not think about their own abilities! They visualized their power increased by Mercy through prayer.

Closer to us, in Spain, in a Conference of a small town in Castile, the members decided to make masks and hospital gowns for the staff working in contact with the sick. At the same time, this Conference has continued to meet the basic needs of some of the families in their town. They thought, ‘How can we help right now? They knew perfectly well those they helped, for they were their friends.

I receive news from other conferences in Spain and outside Spain and Europe, about the disproportionate increase in the telephone expenditure of many fellow members. They were physically confined to their homes, but they did not confine their voice. Through the telephone, they kept almost daily contacts with their friends who suffered and who felt always supported. Above all, they accompanied those who lived in greater solitude. It was a way to maintain the person-to-person contact, which is the essential charisma of the Vincentian spirit. Our Rule, in article 1.2, reminds us that this charisma is essential to the Conferences of St. Vincent de Paul. (1)

Out of evil, the Merciful knows how to bring good and He has led so many, through generous dedication to their brothers, to their neighbour, to help them overcome a dreadful situation, to show them that Charity is nothing but what is done out of Love of Him. Out of love for who is Love and who was the first to offer it to us, even at the price of blood.

Out of love for the Good, the Merciful, these fellow members, these friends thought, ‘How can we help right now?  They did not stand still: they served in a different way, but they kept serving!

I cannot help quoting a priest and friend, much loved among the conferences around the world, Father Maloney C.M.: "The trust in providence is related to patience and perseverance. It implies a patient wait, not a motionless passivity, but a constant alertness so that we can know the exact moment of action”. (2)

Will we be able to integrate all the experience gained and lived, into the services we provide in this difficult time in our future years? Will we be able to live in and with the concern of making our neighbour’s need our own, with God's help?

We were not create for any other purpose. The Acts tell us that Peter, when requested, answered, "I have no silver or gold, but what I have I give thee; in the name of Jesus Christ......"  (Acts 3.6)

We may not make one lame man walk again, but the Spirit will provide each of us with the appropriate word and with the ability to alleviate somewhat the suffering of others, of our neighbour.

With Mary, always towards Christ through Mary

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conferences of Saint Vincent

Guadalajara (Spain)

 

(1)    ".......the fellow members render their service through a person-to-person encounter"

(2) "Turn everything into love" Father Robert Maloney, Publishing House ‘La Milagrosa’ e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.    (quote with permission of the author)

 

CHARITÉ INVENTIVE

La Charité est toujours inventive – ou c’est une petite Charité, comme une charité de politesse ! S’il y a une authentique Charité, elle doit toujours être inventive, rêveuse du plus petit au plus grand et toujours exigeante d’abord envers soi-même.

Pendant ces jours de mai 2020, lorsque ces lignes sont écrites, j’ai constamment reçu des preuves, malgré le confinement ou grâce à lui, des preuves de l’inventivité de ces confrères qui se souciaient vraiment des autres et qui devaient exercer la charité, l’amour envers les autres, sans bouger de chez eux. Quelques exemples pour le cher lecteur :

Une modeste Conférence d’une ville d’Amérique, aidait ses amis dans le besoin avec les dépenses de l’autobus pour aller chaque jour à l’Université. Ayant fermé celle-ci à cause de la pandémie et ayant suspendu les cours en direct, ils ont décidé de fournir et de payer une ligne Internet à chacun d’eux, de sorte qu’au moins ils puissent continuer à étudier à distance.

Une autre Conférence de l’Europe, composée de personnes très âgées, s’est engagée à la prière quotidienne du Rosaire à l’intention des malades de l’hôpital voisin. Ils ont pensé : Comment pouvons-nous aider à présent, avec notre force diminuée ? Ils avaient beaucoup de force tant qu’ils ne pensaient pas à leurs propres capacités ! Penser à ses forces accrues par la Miséricorde à travers la prière.

Plus près de nous, en Espagne, dans une Conférence d’une petite ville de Castille, les confrères ont décidé de confectionner des masques et des blouses pour le personnel travaillant en contact avec les malades. En même temps, cette Conférence n’a pas cessé de s’occuper des besoins basiques de certaines familles de leur municipalité. Ils se sont dits : Comment pouvons-nous aider en ce moment ? Ils connaissaient parfaitement ceux qu’ils aidaient, car ils étaient leurs amis.

D’autres conférences en Espagne et en dehors de l’Espagne et de l’Europe, je reçois des nouvelles sur l’augmentation disproportionnée des dépenses téléphoniques de nombreux confrères. Ils ont été physiquement confinés chez eux, mais ils n’ont pas confiné leur voix. A travers le téléphone, ils ont maintenu des contacts, presque tous les jours, avec leurs amis souffrants qui se sont toujours sentis accompagnés. Ils accompagnaient principalement ceux qui vivaient dans une plus grande solitude. C’est une façon de maintenir le contact de personne à personne, ce qui est le charisme essentiel du vincentien, le charisme essentiel des Conférences de Saint Vincent-de-Paul, comme nous le rappelle la Règle à l’article 1.2. (1)

Du mal, le Miséricordieux sait faire ressortir le bien et Il a conduit tellement de personnes, par le biais d’un dévouement généreux au frère, à autrui, pour l’aider à surmonter une situation terrible, afin de leur montrer que la Charité n’est rien d’autre que ce qui est fait pour l’Amour de Lui. Pour l’amour de qui est Amour et le premier qui nous l’a donné en le payant au prix du sang.

Pour l’amour de celui qui est le Bien, le Miséricordieux, ces confrères, ces amis, se sont dits : « Comment pouvons-nous aider en ce moment ? »  Ils ne sont pas restés immobiles : ils ont servi, d’une autre façon, mais ils ont continué à servir !

Je ne peux m’empêcher de citer un ami prêtre, très apprécié dans les Conférences de tout le monde, le Père Maloney C.M. : « La confiance dans la providence est liée à la patience et la persévérance. Elle implique une attente patiente, non pas une passivité immobile, mais une attitude de vigilance constante afin que nous puissions connaître le moment exact pour agir ». (2)

Serons-nous en mesure d’intégrer toute l’expérience acquise, tout le vécu, dans les services que nous offrirons dans les années à venir, par ces temps si difficiles ? Serons-nous capables de vivre dans et avec le souci de faire nôtre, le besoin de notre prochain avec l’aide de Dieu ?

Nous n’avons pas été créés pour une autre chose. Les Actes nous racontent que Pierre, ayant été questionné, a répondu : « Je n’ai ni argent ni or, mais ce que j’ai je te le donne ; au nom de Jésus-Christ...... » (Actes 3.6)

Vraisemblablement, nous ne ferons pas marcher un homme boiteux, mais l’Esprit nous donnera, à chacun de nous, le mot nécessaire et la capacité de soulager quelque peu la souffrance de l’autre, d’autrui.

Avec Marie, toujours vers le Christ à travers Marie.

 

José Ramón Díaz-Torremocha

Conférences de Saint Vincent

Guadalajara (Espagne)

 

(1) « ... les confrères rendent leur service à travers une rencontre de personne à personne »

(2) « Transforme tout en amour », Père Robert Maloney, Maison d’Édition La Milagrosa e-mail : Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.  (citation avec la permission de l’auteur)    

La solemnidad de Jesucristo Rey del Universo es pasado mañana, domingo día 22 de noviembre de 2020, trigésimo cuarto y último domingo del tiempo litúrgico

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Jesucristo Rey del Universo es una fiesta, ya en el final del año litúrgico, que recapitula el misterio cristiano y presenta a  Cristo como rey, alfa y omega, redentor universal, camino, verdad y vida para todos los hombres.

La celebración fue originalmente establecida como fiesta de Cristo Rey por el Papa Pío XI el día 11 de diciembre de 1925 a través de su encíclica Quas Primas,​ al conmemorar un año Jubilar, el XVI centenario del I Concilio Ecuménico de Nicea (que definió y proclamó el dogma de la consubstancialidad del Hijo Unigénito con el Padre, además de incluir las palabras...y “su reino no tendrá fin”, en el Símbolo o "Credo Apostólico",​ promulgando así la real dignidad de Cristo) y estableciendo para su celebración el último domingo de octubre, es decir el inmediatamente anterior al día de Todos los Santos (1 de noviembre).

Tras el Concilio Vaticano II y la reforma litúrgica de Pablo VI en 1969, la fiesta amplía su significado y cambia de nombre, llamándose Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, y pasa a celebrarse al último domingo del año litúrgico.

 

 

 

La imagen del Pantocrátor

 

Y antes de proseguir con el desarrollo de este artículo, bueno es indicar que la imagen que lo ilustra es el Pantocrátor de la catedral de Sigüenza, una figura en piedra en la clave de bóveda de la capilla mayor catedralicia, que data del siglo XIII y que representa a Jesucristo Todopoderoso (Pantocrátor), en actitud benedicente en una mano y en la otra con el libro de la Palabra, rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas. Pantocrátor significa también Jesucristo Rey y es una representación válida de la fiesta mañana.

Y al estar situado, como en el caso de nuestra catedral en su clave de bóveda expresa asimismo que Jesucristo es la piedra angular de nuestra fe, tema que ahora glosan ampliamente estas líneas.

 

Inicio, seguimiento y culmen de la fe

 

El autor de la Carta a los Hebreos (12, 2) nos llama a tener la mirada fija en Jesucristo, “que inició y completa nuestra fe”. Esto significa, en primer lugar, que Jesucristo es el quicio fundamental de nuestra fe.

“No hay fe cristiana sin encuentro, adhesión y seguimiento a Jesucristo. En Él, encuentra su cumplimiento todo afán y todo anhelo del corazón humano. La alegría del amor, la respuesta al drama del sufrimiento y el dolor (pensemos en estos durísimos meses de la pandemia del coronavirus), la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte, todo tiene su cumplimiento en el misterio de Jesucristo. En su Encarnación, de su hacerse hombre, de su compartir con nosotros la debilidad humana para transformarla con el poder de su resurrección. Y en Él, muerto y resucitado por nuestra salvación, se iluminan plenamente los ejemplos de fe que han marcado los últimos dos mil años de nuestra historia de salvación”.

En el primer párrafo de su primera encíclica, Deus caritas est (DCE), del 25 de diciembre de 2005, el Papa Benedicto XVI escribe la siguiente frase, que es esencial para entender, vivir y transmitir la fe: «Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».

 

Decálogo de la fe cristiana desde Jesucristo, su fundamento

 

(1) La fe cristiana necesita y es inseparable del encuentro personal con Jesucristo. Es una fe esencialmente cristológica. Y Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente (cf. Jn 4, 14).

(2) La fe cristiana en creer en Jesucristo, con Jesucristo y como Jesucristo, Dios y hombre verdaderos, en Dios Padre y en Dios Espíritu. La fe es, de este modo, una fe trinitaria.

Es creer en Dios uno y trino: en Dios Padre creador, providente y misericordioso; en Dios Hijo, hermano, hombre, salvador, redentor, buen pastor, amigo, camino, verdad y vida. Y en Dios Espíritu Santo, Señor y Dador de vida que con el Padre y el Hijo, de quienes procede, recibe una misma adoración y gloria. Para mayor abundamiento y glosa, Dios Padre es la Sabiduría, Dios Hijo es la Palabra y Dios Espíritu Santo es la acción, el motor incombustible. Y Dios Padre, Hijo y Espíritu en su unidad y trinidad (tres personas distintas y uno solo Dios verdadero) es el Amor.

(3) La fe cristiana completa su profesión y simbólico de cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad con otro conjunto de verdades de fe, esenciales e inherentes también a la misma.

Estas verdades de fe la expresa del siguiente modo el Credo Apostólico (o Símbolo de los Apóstoles, el más antiguo símbolo bautismal): “Creo en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna”. Y en el Credo Nicenoconstantinopolitano (siglo IV, tras los Concilios de Nicea, año 325, y de Constantinopla, el primero de ellos, del año 381) con la siguiente formulación: “Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos, y la vida del mundo futuro”.

(4) La fe cristiana se nutre indispensablemente de su búsqueda y nutrimento en la Palabra de Dios.  De modo que “debemos descubrir de nuevo el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, transmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de la vida, ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos” (Benedicto XVI).

Una Palabra de Dios tal y como en el depósito de la fe nos custodia y transmite siempre viva la Iglesia y su magisterio auténtico.

(5) Por todo ello, la fe cristiana es asimismo inseparable e indisociable de fe en, con y como la Iglesia. La fe nace, crece y se difunde y testimonio en, con y desde la Iglesia. La fe necesita de la Iglesia misterio, comunión y misión. Y ello se traduce a que no hay fe o la fe se volatiza sin profesión, celebración, vivencia y testimonio en la comunión de la Iglesia y desde la comunión de la Iglesia, principio básico e imprescindible para la verdadera misión.

(6) Y una de las derivadas y consecuencias del quinto punto recién glosado es la dimensión pública de la fe, también esencial a la misma.

El cristiano no puede pensar nunca que creer es un hecho privado. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con Él. Y este “estar con Él” nos lleva a comprender las razones por las que se cree. La fe, precisamente porque es un acto de la libertad, exige también la responsabilidad social de lo que se cree.

(7) La fe cristiana necesita continuamente alimentarse, nutrirse, reciclarse de su verdad e identidad para saber dar razón de ella misma y de su esperanza (I Carta del Apóstol San Pedro, 3. 15).

Y para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica (1992) un subsidio precioso e indispensable. Es uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II. En su misma estructura, el Catecismo de la Iglesia Católica presenta el desarrollo de la fe hasta abordar los grandes temas de la vida cotidiana. Todo lo que se presenta no es una teoría, sino el encuentro con una Persona que vive en la Iglesia.

A la profesión de fe, sigue la explicación de la vida sacramental, en la que Cristo está presente y actúa, y continúa la construcción de su Iglesia. Sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no tendría eficacia, pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos.

Así, la enseñanza del Catecismo sobre la vida moral adquiere su pleno sentido cuando se pone en relación con la fe, la liturgia y la oración.

(8) La fe cristiana es siempre indisociable e inseparable de la caridad y viceversa. La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente, de modo que una permite a la otra seguir su camino.

(9) La fe cristiana crece creyendo y se fortalece mediante las pruebas y dificultades que la aquilatan y robustecen.

Y las dificultades (pensemos de nuevo en la experiencia que vivimos con ocasión de la pandemia del coronavirus) ponen a prueba la fe para aquilatarla y para robustecerla.

El apóstol Pedro proyectan otro rayo de luz sobre la fe: “Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe; la salvación de vuestras almas” (1 P 1, 6-9).

La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también hoy por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (cf. Col 1, 24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Co 12, 10). Nosotros creemos con firme certeza que Jesucristo ha vencido el mal y la muerte».

(10) La fe cristiana encuentra en María Santísima y en los santos su modelo, su cumplimiento, su viabilidad. Un santo canonizado es aquel cristiano que, antes de ser examinado en su intercesión posible en un milagro, ha recibido el reconocimiento oficial de la Iglesia de haber vivido las virtudes cristianas de modo eminente y heroico.

«Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de su entrega (cf. Lc 1, 38). En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se encomiendan a Él (cf. Lc 1, 46-55). Con gozo y temblor dio a luz a su único hijo, manteniendo intacta su virginidad (cf. Lc 2, 6-7). Confiada en su esposo José, llevó a Jesús a Egipto para salvarlo de la persecución de Herodes (cf. Mt 2, 13-15)». «Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario (cf. Jn 19, 25-27). Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), los transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo (cf. Hch 1, 14; 2, 1-4)».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 20 de noviembre de 2020

Rafael C. García Serrano

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

 

 

Te buscaba Señor

                                          ¡no te encontraba!

En libros, en mapas, en estrellas,

por calles, por ciudades…

te buscaba Señor

                                          no te encontraba.

Iba lento, iba cansado, iba sediento

con las losas de mi vida que me pesan,

con este torpe aliento sofocado,

con estos ojos ciegos y extraviados,

te buscaba Señor

                                          no te encontraba.

 

Probé la vida y sus ofertas atrayentes

                                    allí no estabas;

acudí a los arquitectos de la historia

                                   allí no estabas;

tampoco entre los héroes, los atletas,

los astrónomos, los famosos, los políticos,

                                   allí no estabas.

 

No estabas en la voz de los que cantan

el amor desangrándose en placeres,

ni en los grandes restaurantes, las tabernas,

donde puedes disfrutar de mil manjares.

Por más que te buscaba

                                     allí no estabas.

 

Y después de en tantos sitios ir a buscarte,

después de recorrer tantos lugares,

te encontré, Señor,

                                   allí sí estabas.

 

Te encontré en esa orilla de la vida

donde habitan el dolor y la pobreza

y el amor es una flor que crece herida

en el sórdido jardín de la miseria,

donde el hambre insistente deja huella,

donde faltan el médico, el techo, la escuela…

 

Te encontré Señor

                                    ¡allí sí estabas!

 

Te buscaba en el camino equivocado.

 

El Papa Francisco, y con él toda la Iglesia, se aprestan a la IV Jornada Mundial de los Pobres, este domingo, 15 de noviembre, en una edición más virtual

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

"/La cita fue fijada ya hace cuatro años.  Concluido el Jubileo de la Misericordia, en la carta apostólica Misericordia et misera, en su punto 21, el Papa anunció la creación de la Jornada. «A la luz –escribió Francisco- del Jubileo de las personas socialmente excluidas (…), intuí que, como otro signo concreto de este año santo extraordinario, se debe celebrar en toda la Iglesia, en el XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada Mundial de los Pobres. Será la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, quien se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia (cf. Mt 25,31-46)».

Y a renglón seguido, el mismo Papa adelantaba sus objetivos:  «Será una Jornada que ayudará a las comunidades y a cada bautizado a reflexionar cómo la pobreza está en el corazón del Evangelio y sobre el hecho que, mientras Lázaro esté echado a la puerta de nuestra casa (cf. Lc 16,19-21), no podrá haber justicia ni paz social».  Y concluía: «Esta Jornada constituirá también una genuina forma de nueva evangelización (cf. Mt 11,5), con la que se renueve el rostro de la Iglesia en su acción perenne de conversión pastoral, para ser testimonio de la misericordia».

 

Lemas y actividades

Una frase bíblica acompaña, ilustra e interpela cada la jornada. Así, en 2017 y en 2018 fueron las frases  «No amemos de palabra, sino con obras» (1 Jn 3,18) y «Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34,7). En 2019, fue «La esperanza de los pobres nunca se frustrará» (Sal 9,19). Y en 2020, la frase que titula este artículo: «Tiende tu mano al pobre», tomada del libro veterotestamentario del Sirácida, también llamado Eclesiástico (capítulo 7, versículo 32)  Con el hilo conductor de estas frases, el Papa escribe cada año un mensaje, que firma el 13 de junio, memoria litúrgica de san Antonio de Padua, modelo de caridad y de servicio a los pobres.

La amplia programación que para la jornada se desarrollaba en los años anteriores en el Vaticano y en la diócesis, por razones obvias de la pandemia, tendrá como epicentro, y con las debidas medidas de seguridad, higiene, aforo reducido y demás, la misa que para los pobres y con los pobres tendrá el Papa Francisco este domingo 15 de noviembre, a las 10 horas, en la basílica vaticana.

En los años pasados, se instalaba en el Vaticano un hospital de campaña, había una gran comida para los pobres con la presencia de Papa, vigilias de oración y de otras iniciativas que este año tendrán que buscar una realización más virtual y digital.

 

Pobreza, fragilidad y COVID 19

Las citadas bíblicas palabras del libro del Sirácida sirven este año al Papa Francisco para arrojar luz sobre la gran historia de pobreza que abraza naciones enteras. La pandemia que vive el mundo ha puesto de manifiesto una pobreza que muchos habían olvidado: la fragilidad. Los pobres son frágiles por definición, porque carecen de lo necesario y su existencia depende de la generosidad y solidaridad de los demás.

Por paradójico que parezca, el COVID 19 ha hecho posible descubrir que todos somos débiles y dependientes de los demás. Nadie está excluido de esta condición. Los grandes de la tierra, los poderosos del mundo y el hombre de la calle están todos en la misma balanza.

 

No nos salvamos solos

La mascarilla puede ser una primera defensa, pero el virus se cuela por todas partes por muy buenas que sean tus intenciones. No nos salvamos solos, sino juntos. Las imágenes que todavía están impresas en nuestros ojos han mostrado la generosidad de tantas personas que realmente han ofrecido sus vidas para ayudar a quien estaba necesitado.

Alguno ha sentido incluso el deber de llamarlos «héroes», tanto ya no se está acostumbrado a ver gestos de vida cotidiana donde el compromiso y la generosidad deberían ser habituales y compañeros de viaje de todos.

 

Lo que es tender la mano

La mano tendida nunca puede ser en sentido único. Quien la tiende debe estar seguro de que viene recibida por otra mano. La ayuda es recíproca. No haría falta distinguir siquiera quién es el primero en extender la mano. Todos tienen necesidades y todos reciben algo: quien tiende la mano debe poder contar con la solidaridad y quien ayuda debe ser consciente de su responsabilidad.

La debilidad y la fragilidad se presentan con diferentes rostros, pero en cada uno está impreso el rostro de Jesucristo que pide ser reconocido. No se puede volver la mirada hacia otro lado, sería una traición, sobre todo a nosotros mismos porque nos volvemos aún más débiles. Encerrados en nosotros mismos, se buscan las defensas que nadie puede garantizar porque éstas existen sólo en el reconocer la importancia del otro. La fragilidad personal se supera con la fuerza de la comunidad.

 

Entrar en todos nuestros hogares

Este año, por tanto, la Jornada Mundial de los Pobres entra más directamente en cada uno de nuestros hogares. La conciencia de la fragilidad experimentada durante los meses de confinamiento nos permite redescubrir las necesidades de quienes, a diario, viven a nuestro lado y llevan grabado en sus cuerpos de manera permanente lo que nosotros hemos vivido sólo durante unos pocos días. Es necesario no olvidar.

El mensaje del Papa Francisco ayuda mucho en este sentido porque pone de manifiesto la concreción de los gestos que enriquecieron la pobreza de esos momentos: «La mano tendida del médico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho más allá de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas. La mano tendida del farmacéutico, quién está expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente.

La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad.

Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo».

 

Manos tendidas, no en y para los bolsillos

Frente a este signo de gran humanidad y responsabilidad, el Papa Francisco contrapone, sin embargo, la imagen de quienes siguen teniendo «las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices».

La lista, afortunadamente más corta como para testimoniar que el bien es siempre mucho mayor que la codicia de unos pocos, describe también escenas de la vida cotidiana: «Hay manos tendidas para rozar rápidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas. Y también hay manos tendidas que, en el puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan».

Palabras duras, pero lamentablemente verdaderas, que muestran cuánta falta de responsabilidad social sigue presente en el mundo de hoy con la consecuencia de bolsas extremas de pobreza que crecen de forma desproporcionada.

 

Tender las manos, santidad de la puerta de al lado

La «mano tendida» es una invitación a asumirse la responsabilidad de ofrecer la propia contribución. Esto se hace evidente en gestos de vida cotidiana capaces de aliviar el destino de aquellos que viven en dificultad y han perdido la dignidad de hijos de Dios.

El Papa Francisco no tiene miedo de identificar a estas personas como verdaderos santos, los «de la puerta de al lado» que, con sencillez, sin ruido ni publicidad, ofrecen el genuino testimonio del amor cristiano. La presencia masiva de tantos rostros de pobres requiere que los cristianos estén siempre en primera línea, y que sientan la necesidad de saber que les falta algo de esencial cuando un pobre se presenta ante ellos.

«No podemos sentirnos ‘bien’ cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra», escribe el Papa Francisco en su mensaje. Es como si nos invitara a hacer nuestro el «corazón inquieto» de san Agustín. Permanecer inquietos hasta no haber encontrado a Dios impreso en el rostro de los pobres.

 

Impresionante imagen de lo que es tender las manos al necesitado

 

Manos tendidas en oración

La pobreza de la pandemia ha permitido redescubrir la necesidad de la oración. No es poco. Con toda probabilidad, esta necesidad es fruto de una doble emoción. Por un lado, el miedo que se apodera de nuestros días porque, como se ha mencionado, nos sentimos débiles y frágiles.

Por otro lado, saber que hay una fuerza que va más allá de nosotros mismos, que domina el mundo y lo mantiene en vida en su misericordia. Más allá de las emociones que a menudo son efímeras, debería preservarse con tenacidad la necesidad de la oración. Esta no solo da la posibilidad de levantar la mente y el corazón hacia Dios, sino que obliga a mirar el rostro de los hermanos. Se mira a Dios para pedirle que nos mire a nosotros y a los hermanos.

La oración es escuchar la voz de Dios que habla en el silencio y llega al corazón de cada persona que se presenta ante Él para darle alabanza y gloria por encima de todo. Sin embargo, precisamente en el escuchar de la relación con Dios, la oración se convierte en presentación de lo que el hombre necesita.

En este espacio se puede descubrir la cercanía de Dios que nunca nos deja solos. El tiempo de la oración se transforma en espera, esperanza y obediencia a su palabra. En definitiva, se comprende lo que es verdaderamente esencial, aquello por lo que realmente vale la alegría de vivir a pesar de la presencia de la prueba.

 

Pobres, oración, caridad, María

La Jornada Mundial de los Pobres no se detiene, por tanto, en un gesto esporádico de generosidad, sino que se hace una vez más intérprete para entrar con más fuerza en el interior de cada uno.

La solidaridad se extiende y se convierte en verdadera caridad porque está movida por la oración que sabe comprender las necesidades profundas del hermano que vive conmigo a la luz de la presencia de Dios. Y Francisco concluye su mensaje para la IV Jornada Mundial de los Pobres con este texto: «En este camino de encuentro cotidiano con los pobres, nos acompaña la Madre de Dios que, de modo particular, es la Madre de los pobres. Que la oración a la Madre de los pobres pueda reunir a sus hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo. Y que esta misma oración transforme la mano tendida en un abrazo de comunión y de renovada fraternidad».

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 13 de noviembre de 2020

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