Jesús Francisco Andrés Andrés

Delegado de Pastoral de la Salud

 

 

Hace unos días celebrábamos junto al Papa Francisco y a toda la comunidad de la Iglesia la II jornada mundial de la pobreza.

En su lema leíamos “este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. Pero hay muchos pobres, demasiados, que no tienen fuerza ni para gritar.

A nuestro alrededor, en nuestro bloque, en nuestro barrio, en nuestra ciudad... muy cerca de nosotros hay muchísimas personas que no gritan porque no pueden, pero, aún así, levantan sus manos hacia el Señor y hacia todos nosotros pidiéndonos ayuda, apoyo, acompañamiento, presencia.

Hay gritos que nos llegan por la radio, por la tele, por el periódico, por el wasap.... pero hay otros que -aun teniéndolos cerca- no nos llegan porque sus voces no tienen fuerza para gritar. Los podemos encontrar en una cama del hospital, en una casita baja del pueblo o en el tercer piso de un bloque -sin ascensor-.

En el Evangelio aparecen pobres y enfermos que se acercan a Jesús a gritos, pidiendo ayuda. Algunos incluso se atreven a decirles: “cállate, no molestes...” -como le dicen al ciego Bartimeo- pero ellos siguen y siguen pidiendo -faltaría más-.

Es hora de poner atención y aguzar el oído para escuchar esos “gritos susurrantes” que nos llegan. Miremos a nuestro lado y descubramos esos pobres que nos piden ayuda desde su silencio, desde su debilidad, de su imposibilidad de moverse, de manifestarse, de salir a gritar a los cuatro vientos: “NECESITO AYUDA”.

 

 

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

Hoy, desde esta espesura

del mundo y sus trabajos y fatigas

de eterna noche oscura,

la luz ya la persigas

y el viaje desde tu alma lo prosigas.

 

Dejaste las intrigas

del orbe y retornaste hasta la altura

de las altas cuadrigas,

donde vive la pura

y bella voz que vida la asegura.

 

Y todos cuantos vamos

aún en los misterios meditando,

contigo nos sintamos

que estás peregrinando

al lugar que estos versos miro y mando.

 

Ha llegado hoy tu cuándo,

y muchos lo sufrimos y sintamos

llorando llanto blando,

y en ti que aún pensamos

y en las cosas que ayer no más hablamos.

 

Amigo que falleces

pero aún con nosotros estás vivo,

en mente permaneces

en tanto que te escribo

y me dejas sin ti tan pensativo.

 

Ya viento fugitivo

a esta en recuerdo línea amaneces,

por tuya la concibo

pues sé que la mereces,

y en ella para siempre te estableces.

 

Oh, bosques y caminos

que veis a su alma queda ya ir llegando,

mostradle repentinos

los versos que le expando

de parte evocación que le estoy dando.

 

Mi corazón helando

memora sus comienzos campesinos,

y el hoy desalentando

se vuela hacia los pinos

del soriano campo en enfriados trinos.

 

Aún yo le llamara

como otras tardes, a eso de las siete,

y asiento me buscara

en silla que hoy se agriete

sin ti y tu diligencia, que se aquiete.

 

El dolor me asaete

al saber que ya nunca más llegara

tu alegría, que objete

lo malo que pasara

que nunca tu actitud lo reflejara.

 

No es justo ni parezca

que la herida que aquí dejas al irte

sentido alguno ofrezca.

Quisiera aun reunirte

y quedar como siempre y recibirte

 

La puerta entreabirte

y sentir de la calle el aire helado,

y luego despedirte

con un -ya no arribado-

“hasta mañana”, al pronto agonizado.

 

Adiós ya no escuchado

que nunca más podré hablar y decirte,

pero que aquí he dejado

y puedo repetirte

las líneas de arriba que escribirte.

 

Dormido ayer estabas

y nada sospechar aún tu viaje

hacía. Pero entrabas

ligero de equipaje

en distinto lugar y otro paraje.

 

Este verso agasaje

tu vida, tu trabajo; pues llevabas

entre dolor encaje

y no lo mostrabas.

No es justo te amortaje, si alegrabas.

 

Adiós, que la he sentido

cual si tu ausencia fuera igual partida

de algo tan muy unido

a mi existencia y vida

que estés siempre a ella misma entera unida.

 

Pero aún no despida

ni tu rostro, tu vista, ni tu oído,

pues siendo recorrida

cada calle y sonido,

creeré lo hago en ti. Sin que haya olvido.

 

Volverá tu sonrisa

a sonreírme, acento de tus tardes,

e incluso más precisa

señal en que resguardes

la memoria que, aun hoy, aquí la guardes.

 

Quisiera sobretardes

nuevas que anochecieran, por divisa

tuya, e igual tus alardes

de paciencia precisa

por sobrellevar vida que no avisa.

 

A las nuevas veladas

de otros días, como antaño lo hice,

te solicito. Ajadas

serán, sin tu matice.

Nada relevo tuyo realice.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

La peregrinación a Tierra Santa sigue dejándonos el sabor de la Providencia.   

Una peregrina nos hizo llegar muy preocupada la pérdida de su móvil, había estado en la oración en el Primado, y se lo dejó, pero al volver a buscarlo, ya no estaba. Lo que en verdad había sucedido es que se lo había dejado olvidado en el autobús. 

Al salir de Ein Gev, en Galilea, revolvimos Roma con Santiago, porque una peregrina nos decía que le habían sustraído el bolso con el dinero y la documentación, por lo que deberíamos acudir en Jerusalén al Consulado español a solicitar un pase para el retorno. Durante todo el día llamábamos y escribíamos al Kibutz en que nos habíamos hospedado, para que buscaran por todas partes el bolso, pero la respuesta era siempre la misma: “No encontramos nada”. Al llegar a Jerusalén y vaciar el maletero, allí estaba el bolso, y se nos quitó el peso de encima, y elevamos la acción de gracias. 

De nuevo, otros peregrinos solicitaban mi ayuda, porque habían olvidado la bolsa con todo lo comprado en la cooperativa, que por favor avisáramos. Se lo comuniqué al chofer, pero cuando este llegó al autobús, la boda estaba olvidada en los asientos. Algo semejante le sucedió a una peregrina, al observar que se le habían extraviado las pulseras de oro, se pudo a buscarlas por todas partes, y cuando volvió a la habitación las tenía encima de la cama. 

Hoy hemos madrugado, para poder entrar en las explanadas de las mezquitas, pero a pesar de ser día de visita, por razón de las fiestas especiales del nacimiento de Mahoma, estaban cerradas. Esta circunstancia nos ha hecho estar desde temprano, recorriendo todo el torrente Cedrón, y hemos camino a pie por el mismo sendero por el que Jesús se trasladó en la noche del Jueves Santo con sus discípulos, y después fue conducido, prisionero, hasta la casa del Sumo Sacerdote. Si hubieran estado abiertas las explanadas no llevaríamos en nuestros pies la memoria de caminos tan sagrados. 

Parecía que todo se iba resolviendo, cuando una peregrina nos informa que estaba sintiendo agobio y opresión en el pecho, con taquicardia. De nuevo, nos pusimos en guardia pidiendo al Señor su misericordia. Le aconsejamos que se retirara a descansar a la casa de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María, donde estamos hospedados. En la tarde, intensifiqué mi oración y al poder conectar nuestros teléfonos, nos llegaba la noticia de la mejoría, que nos hacía llegar su esposo. 

Debo reconocer la gran colaboración del grupo numeroso de peregrinos. En ningún momento ha manifestado contrariedad por los distintos incidentes, sino que por el contrario seguimos experimentando el acompañamiento del Señor y la colaboración de todos. 

Jerusalén está imposible, lleno a rebosar, a mediodía hemos tardado una hora para poder ir a comer, cuando la distancia era de un Kilómetro. Y la volver a casa, dos kilómetros nos han durado cerca de una hora. No hemos visto acciones violentas, aunque sí una manifestación con tambores en el día que se celebra el nacimiento del profeta Mahoma.

 

Gracias por vuestra oración, nosotros lo hacemos por todos vosotros.

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

Escribía el pasado mes de mayo, que hemos de escuchar y leer las opiniones de aquellos que hemos escogido para que nos sirvan ayudándonos a ser mejores. No tienen otro valor entre nosotros, en las Conferencias, eso que habitualmente llamamos “cargos” y que no son más que servicios: que ayudarnos a ser mejores. En algún otro artículo ya me he referido a ello. Sigamos pues, como ya nos ocurrió en aquel del pasado mes de mayo citado, repasando los pensamientos de quien hoy nos sirve a todas las Conferencias en el mundo, a todos los consocios, en la Presidencia General, el Profesor Renato de Lima. Para que nos ayude a través de frases seleccionadas de su libro “Apasionados por la Caridad y la Justicia” a seguir centrándonos en nuestro trabajo para con aquellos que sufren. 

Leámosle: 

“Los aspirantes, son la prueba viviente de que nuestra organización no morirá jamás, porque es una obra de Dios centrada en la Evangelización y la transformación del mundo” (pg.43) 

“Algunas Conferencias están necesitando un verdadero “choque de vicentinismo”; si no, corren el serio riesgo de cortocircuito y un eventual cierre de sus puertas en poco tiempo. ¿Cómo pueden sus miembros todavía practicar una forma anticuada de caridad, limitada a la entrega de alimentos? ¿Es que esos consocios no perciben que ese “modus operandi” aleja a los aspirantes y condena al fracaso el trabajo de la Conferencia? (pag. 50) 

“…….pues la obra no es nuestra: es del Señor, que no nos va a abandonar. Pero haz tu parte. Reacciona” (pag. 51) 

“Solo con mucha oración y con capacitación vicentina (se refiere a las Conferencias que se apagan) esos grupos resurgirán y volverán al espíritu primitivo que motivo su fundación. Es necesario “volver a los orígenes” y refundar cada Conferencia” (pag. 59) 

“Si piensas que la acción caritativa ha sido la misma desde nuestra fundación, en 1833, hasta hoy en día, estás equivocado. En cada época, el trabajo vicentino se ha ido adaptando a la realidad de cada momento, en cada región del mundo y con iniciativas distintas. Hoy en día, los problemas que se presentan en las Conferencias plantean aún mayores desafíos y exigen de los consocios una preparación específica y siempre con mucha creatividad”. (pag.61) 

“No podemos reducir la caridad cristiana tan solo a hechos materiales, como “dar de comer al hambriento y de beber al sediento”. La caridad es también moral, y no tiene que implicar gasto alguno. Pero esta última, es la más difícil de practicar. Saber escuchar (en una sociedad sorda) interceder con oraciones (cuando las personas parecen no tener tiempo para orar), perdonar sin límites (en un escenario vengativo y violento) tolerar actitudes inadecuadas de las personas (en un mundo lleno de prejuicios y discriminaciones) son ejemplos de actos de caridad meritorios “limosnas virtuales” que no cuestan nada y marcan una enorme diferencia. Reflexionemos” (pag. 67) 

“El vicentino no puede acomodarse, y debe seguir movilizando a los que están a su alrededor, denunciando las injusticias, clamando por mejores condiciones de vida y ayudando con sus ideas de transformación y cambio sistémico” (pag. 73) 

Son, como he indicado al principio, algunos párrafos que he entresacado por su interés del libro indicado de nuestro XVI Presidente General el Profesor Lima de Oliveira. Pero hay otros que publicaré seguramente dentro de algunos meses[i].   

Me propongo además y si contara con su permiso, publicar en el Facebook de las Conferencias en Guadalajara, algún capítulo del libro que me ha resultado especialmente interesante. Además de una buena lectura de estos sugerentes párrafos que anteceden, mis buenos lectores, habrán descansado este mes de mis pobres escritos. Eso se llama en esta tierra: “matar dos pájaros de un tiro”. 

Que María, en su advocación de Nuestra Señora de la Concepción Aparecida, nos acompañe y cuide siempre de las Conferencias de San Vicente de Paúl y recemos por aquellos que nos sirven como el Profesor Lima de Oliveira, que se entrega al servicio de las Conferencias de San Vicente de Paúl. 

[i] Como se indica en el propio artículo, todas las frases, están entresacadas del libro del Profesor Lima de Oliveira, Presidente del Consejo General de la Sociedad,  “Apasionados por la Caridad y la Justicia”  Si a alguno de los queridos lectores, desea obtenerlo, no tiene más que solicitarlo y así le será remitido, a la Sociedad de San Vicente de Paúl, calle San Pedro nº 3 Madrid España o a la dirección  www.ssvp.es   El coste por ejemplar, es de 10 € ya que por error en mi anterior y señalado artículo de mayo 2018,  había indicado sobre una gratuidad que no existe. Error del que se me ha advertido cortésmente, desde el Consejo Superior de España por el que me disculpo y que me apresuro a rectificar.

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