Por la Asociación Guada Acoge

 

 

 

El 4 de Abril, es el día mundial contra la prostitución infantil. Se trata de una jornada para sensibilizar a la población y potenciar la lucha contra esta lacra que oprime a millones de personas en la actualidad.

La prostitución infantil es el uso de niñas y niños en actividades sexuales a cambio de una remuneración o cualquier otro tipo de retribución. Para UNICEF, este delito es una forma de coacción y violación severa de los derechos humanos.

Más de 223 millones de menores en el mundo (150 millones de niñas y 73 millones de niños) se ven obligados a vender su dignidad y sufren todo tipo de abusos y violencia, así como graves secuelas en su salud física y psicológica.

Desde la Asociación Guada Acoge no aceptamos ningún tipo de prostitución, queremos unirnos en la lucha contra la prostitución infantil, y recordar en este día a aquellos niños y niñas que sufren una de las formas más crueles de violencia que puede ejercerse, esclavitud del siglo XXI dirigida a los seres más indefensos del planeta.

Os invitamos a ver este testimonio audiovisual , puede servir para visualizar la crudeza de la realidad a la que nos estamos refiriendo.

               

https://www.youtube.com/watch?v=SF-jO_OPpMc&feature=youtu.be

Jesús Ferreras Somolinos.

www.guada-acoge.org

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

¡¡¡Feliz Pascua de Resurrección, mis queridos lectores!!!

Una vez más nos encontramos a través de este medio y en este apartado de opinión de la web del obispado para tratar de seguir dando pistas, consejos, apuntes… sobre la evangelización en internet y el mundo de las RRSS (Redes Sociales).

Me vais a permitir que en esta ocasión, me salte un poco el guión y os traiga el aporte y comentario de un artículo  aparecido el mes pasado en prensa escrita.

Es extraño y poco común que en la sección de opinión de un gran periódico aparezca a página completa un artículo dedicado estrictamente a la oración y lo que ésta puede beneficiar a la persona. Pues sí amigos, esto ha ocurrido con una bella oda a la oración escrita por Miguel Ángel Robles para ABC Sevilla cuyo título es “Reza por mi”.

Pero lo sorprendente es que  no sólo haya salido en un periódico sino que además se ha hecho viral en las redes sociales. Muchos usuarios de Facebook y Twitter, entre los que me incluyo, hemos compartido este bello texto que, sin pretenderlo, está llegando tanto a creyentes como a no creyentes en el mundo.

Extraeré del texto alguna frase que más ha calado en mí. “Rezar, y que recen por ti, es la mayor aspiración que uno tiene en la vida”. Es un inmenso privilegio el poder rezar mutuamente el uno por el otro. Cuando alguien nos pide o le pedimos que rece por nosotros, estamos abriéndonos a la capacidad de amor total del uno por el otro. ¿Tanto me importa o le importamos al otro para pedirle algo tan íntimo y sencillo? Así empezaba Francisco I, nuestro Papa, su pontificado cuando salió al balcón de la Logia y ante los presentes en la plaza y los fieles que lo veíamos en televisión pidió ”Recen por mi”.

“Rezar es…”, por ejemplo, “curar las heridas, superar el daño que te han hecho”. En mi opinión, es pasar página y volver a empezar, Perdonar y también pedir perdón -¡qué difícil en muchas ocasiones y cuánto nos cuesta rebajarnos al otro!- y sobre todo, es ser agradecido por vivir y con lo que la vida te ha dado. Y vivir cada día con ilusión renovada.

Termino con las últimas palabras del texto: “Rezar es tener fe, en la vida, en las personas, amigos, en Dios. Y sobre todo, rezar es creer y ser practicante de un mundo mejor”. Sólo nos queda llevarlo a la práctica. El la imagen tenéis el texto íntegro o pinchando aqui

Hasta una nueva ocasión.

Vigilia de oración, 7 de abril, 2018

Testimonio de Johannes Cornado, párroco y Misionero de la Misericordia, Austria

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

Soy el más pequeño de 6 hijos de una familia católica. El motor de la vida de fe de la familia era mi padre, mi madre no estaba bautizada. El domingo íbamos siempre a la iglesia. Recuerdo alguno de los momentos solemnes, pero para extraños, cuando mi padre ocasionalmente pronunciaba una oración conmigo. Él trabajaba en el servicio diplomático, motivo por el que nos trasladábamos un nuevo país casa tres o cuatro años. Nueva escuela, nuevo grupo de amigos, todo eso que no ha sido fácil para mí, que era muy tímido. 

A los 14 años, en Austria, me inicié en el consumo de hachís con los amigos. En aquella época me evadía de ir a la iglesia los domingos. Me sentía grande, con los amigos consumía drogas. Mi vida consistía en amigos, fiestas, alcohol, drogas, diversiones, el pelo largo, cría ser feliz. A los 17 años había experimentado el consumo de muchos fármacos, LSD, cocaína, droga ligera, alcohol. Mi vida de estudiante era un desastre. A los 17 años, mis padres, con toda la familia, hicieron todo lo posible para trasladarme a la India, con el fin de apartarme de los amigos, pero mi vida no se calmaba. No era esclavo, ni hacía mal a nadie, tenía muchos amigos y amigas, pero no progresaba. Después de dos años, en la American School he podido obtener la madurez con mucho esfuerzo, y he vuelto a Austria, para estudiar ingeniero de sonido. 

Pero, aquí nuevamente, las fiestas, los viajes, etc… Inicié los estudios de etnología, quería hacerme periodista de viajes, he absorbido la espiritualidad hindú, y la cultura hippie. Durante un viaje a Uganda, he tenido ocasión de conocer proyectos de ayuda al desarrollo. ¡Esto es lo que yo quería hacer! Inicié un aprendizaje como forestal para después poder colaborar como cooperador técnico al desarrollo. Cuando tenía 22 años sentí que debía cambiar de vida, pero no podía. Conocía la emoción de la droga, a menudo la he robado para los amigos, incluso droga dura, heroína y cocaína en grandes cantidades. Y así vine a ser el criminal que deseaba ser. Tenía trabajo ocasional como técnico de escena o similar. En este periodo de crisis, mi hermana es mi amiga de ahora, una estudiante de arte, me ha ayudado mucho. 

Un día un fuerte amigo vino a verme. Y me dijo que ahora creía en Jesús. Jesús que se le había aparecido en sueños y que le había interrogado sobre su vida. Yo observaba que mi amigo tenía una mirada luminosa y alegre, a menudo volvía a hablar con él: Le preguntaba: Jesús realmente existe? Mi amigo me habló de un sacerdote anciano, y después de largas vacilaciones, fui a verlo. Conté a este sacerdote toda mi vida, y de mi crisis de sentido. Él me propuso: “¿Podíamos continuar esta conversación pero como confesión?” Y yo le respondí: “Sí”. Tenía en ese momento una gran dificultad con la Iglesia Católica, pero el sacerdote me dijo: “No mires a la Iglesia, mira a Jesús. Dale tu confianza y Él podrá darte una experiencia”. Recibí la absolución, y creo que fui tocado en ese momento. 

Dos semanas después, en casa, reflexioné sobre mi vida. Quería ahora convertirme en un forestal, pero no podría recibir ningún progreso. ¿Qué podré hacer con mi vida? Me acordaba de Jesús y le decía, “si existes, mete mi vida en tu mano”. Y ese mismo momento, Él entró en mi vida y se me mostró como luz y como amor. Se me ha presentado en el mismo salón. Hoy dudo en qué momento me peleaba o creía en Él. Estaba totalmente impregnado de su amor; no me reprendía por mi vida anterior, estaba totalmente seguro de su misericordia. Él ha tomado mi vida en su mano y le ha dado un sentido. Desde aquel momento soy cristiano y católico y me empuja a hablar de Él a los otros. En junio de 2003 fui ordenado sacerdote. Soy párroco de tres parroquias rurales, y desde 2016 puedo anunciar y transmitir la misericordia de Dios como Misionero de la Misericordia.

Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

Es difícil expresar los sentimientos que cada cristiano vive en los días del triduo pascual, puesto que cada uno experimenta, seguro, cosas diferentes. Pero hay un nexo común, que se expresa en la liturgia de los días de la Semana Santa. Vivir con profundidad esas celebraciones nos une a todos los seguidores de Cristo.

A veces el número elevado de comunidades que se deben atender en esos días, hace que se tenga que simplificar, en la forma, que no en la profundidad, cada acto celebrado en las pequeñas parroquias rurales de la diócesis. Pero eso no es motivo para perder el hilo conductor de los acontecimientos a conmemorar.

Jesús se entrega, padece, muere y resucita, y todos somos testigos privilegiados del acontecimiento, incluso en la pobreza de las pequeñas parroquias dispersas por nuestra geografía diocesana, que en estos días se hacen grandes, y dan ejemplo de fe viva y de compromiso cristiano.

Los que estos días llenan nuestra iglesias son los que acuden a nuestros pueblos a descansar de las fatigas de la rutina diaria, o los que vuelven a sus orígenes agradecidos a esa tierra por todo lo que les ha dado, o los que han llegado a esos lugares espontáneamente y se han afincado en ellos porque han encontrado el arropo de los lugareños.

Sea como sea es de agradecer, que al toque de campana todavía sean muchos los que acuden a las frías iglesias, a calentar un poco su corazón con la celebración de la fe. Muchos niños, padres y abuelos que, en los pueblos, reviven su fe desde la sencillez y así, además, ayudan al sacerdote a sentirse más útil, a dar sentido a su ministerio entregado.

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