El Calvario de Pedro de Andrade, en la girola; la predela de los Apóstoles, en el brazo sur del crucero; y, en este mismo lugar, un cuadro sobre san Francisco Javier

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora que la temporada estival aumenta las visitas culturales y turísticas, también a la catedral de Sigüenza, nos acercamos hoy a tres obras artísticas pictóricas de su patrimonio, recientemente restauradas, reubicadas y revalorizadas. Son el Calvario de Pedro de Andrade, la predela de los Apóstoles y el cuadro titulado «Visión de san Francisco Javier».

Los comentarios sobre el Calvario de Pedro de Andrade y sobre la Predela de los Apóstoles están tomados, en su esencia, de los trabajos al respecto publicados por el libro-catálogo de ATEMPORA 2022 por el doctor en Historia en Arte Francisco Javier Ramos Gómez; y el texto del cuadro de san Francisco Javier está tomado e inspirado en el comentario, en la misma ya citada publicación  con texto de  Miguel Ángel Ortega Canales, director del Museo Diocesano de Sigüenza y delegado de Patrimonio Cultural en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara.

 

 

Calvario de Pedro de Andrade en la girola

Cuadro documentado entre 1554 y 1577, óleo sobre tabla, 156 x 183 centímetros, propiedad de la catedral de Sigüenza y procedente de la capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina (capilla del Doncel), esta obra fue restaurada ya para ATEMPORA 2016. Su actual emplazamiento se sitúa en la girola, concluida la nave de la Epístola, en el costado correspondiente de la capilla mayor y enfrente del altar de San Pedro Arbués.

Su autor es Pedro de Andrade (siglo XVI), uno de los pintores más originales e interesantes entre los numerosos autores que trabajaron en Sigüenza en esos años (Diego de Madrid, Juan de Illana, Pedro de Villanueva, Andrés de Rojas, Juan Calderón, Francisco de Pelegrina y Luis de Usarte). Esta tabla, pintada para la capilla de San Juan y Santa Catalina, destaca entre los muchos trabajos que Andrade realizó en la catedral.

La documentación del archivo de dicha capilla fue publicada en 1987 por Gregorio Sánchez Doncel y cita varios pagos a nombre de Pedro de Andrade «por el retablo y toda la pintura que ha hecho en la sacristía … se le dé 55.000 maravedíes».

De ello se deduce que esta tabla se ubicó en 1557 en la sacristía de esta capilla utilizada como espacio funerario y representativo de la familia Vázquez de Arce. Es esta la primera pintura conocida de Pedro de Andrade; muestra su dependencia respecto de la pintura toledana de Correa de Vivar y de Francisco Comontes, como bien señaló Diego Angulo. En obras posteriores. tomará más en cuenta el estilo de Alonso Berruguete y de su discípulo Juan de Villoldo.

Para esta misma capilla también realizó Andrade dos cortinas para proteger sendos retablos que la adornaban. Andrade fue muy valorado en esta labor de pintor de cortinas y de sargas, pues realizó dos más para los retablos colaterales de Santa María del Rey en Atienza y una tercera para el monumento de Semana Santa de la catedral, por la que cobró cien mil maravedíes.

Pese al tamaño de la tabla, Pedro de Andrade no ha escatimado detalles, sino más bien todo lo contrario. De marcado carácter realista son las hierbas, flores y hojas que hay en primer plano, junto al fémur y a las dos calaveras. La obra también destaca por la variedad de elementos iconográficos como la copa de los perfumes de la Magdalena -tratada como una verdadera obra de orfebrería-, y por la visión de Jerusalén tras un bello paisaje construido a base de sucesivos planos de color en degradación.

Esta pintura trata un tema habitual en la iconografía cristiana y la inscripción que la rodea subraya el dolor de María y busca la compasión del espectador, tomando una cita literal del Libro de las Lamentaciones, redacta - do tras la destrucción de Israel por Babilonia. Comentario aparte merece el dolor intenso y contenido expresado por los personajes, compuestos en dos grupos asimétricos.

 

Predela de los Apóstoles

Por predela se entiende la parte inferior de un retablo de pintura o escultura. Esta predela catedralicia es obra de Juan Soreda (documentado entre 1506-1537, y más concretamente con posible factura entre 1520 y 1525). Esta ejecutada en óleo y temple sobre tabla y capa de estopa bajo la imprimación. Fue restaurada para ATEMPORA 2022. Y desde el 12 de diciembre de 2022, tras la clausura de la citada exposición, se muestra en el centro del brazo o transepto sur del crucero.

La documentación de la catedral de Sigüenza recoge un bancal con apóstoles que Soreda cobró en 1521, lo que, unido al estilo claramente sorediano de las figuras, llevó a Ana Ávila a atribuirle sin dudas este magnífico conjunto, aunque la documentación también cita la participación como ayudante de Francisco Verdugo en esta obra.

 

Subrayado de cinco apóstoles

El Apostolado se conserva casi completo, con dos figuras recortadas, que componen una galería de retratos idealizados en posturas, actitudes y caracteres muy variados. Aunque el conjunto destaca por su notable calidad, hay tres figuras que sobresalen por diferentes motivos. En el caso de Santo Tomás se aprecia la influencia del Moisés de Miguel Ángel; esta admiración por éste y otros grandes maestros será una constante en la obra de Soreda. Esto explica su conocimiento temprano de Rafael, Parmigianino, Miguel Ángel, Lucas de Leyden y Alberto Durero, entre otros.

En segundo lugar, destaca por su italianismo y por su logrado escorzo la efigie de San Andrés; por último, San Judas Tadeo llama la atención por su expresión y por su interés en captar la luz. Junto a esta rabiosa modernidad, coexiste el arcaísmo de los fondos dorados decorados con motivos vegetales. La movilidad de Juan Soreda es un aspecto enigmático de su biografía; pasó por Sigüenza, El Burgo de Osma, Soria y Valladolid, lo que quizá se relacione con su posible origen judaico. Además de su apellido y de ciertos aspectos iconográficos que entroncan con rituales judíos, existe un rasgo curioso en algunas de sus obras, que consiste en colocar inscripciones en hebreo semiescondidas en sus cuadros.

En este Apostolado podemos apreciarlo en la tabla de San Juan Evangelista, apenas visible bajo su mano izquierda y en la de Santiago. También las inscribió en los profetas Daniel y Zacarías que se conservan en el Museo de San Gil de Atienza.

Entre otras, la publicación de nuestro libro Juan Soreda y la pintura del Renacimiento en Sigüenza ha permitido que en los últimos años hayan aparecido nuevas obras que se le pueden atribuir con bastante seguridad: una Virgen con el Niño y un ángel de la colección BBVA de Madrid (procedente de la capilla del chantre Mora de la catedral seguntina), una Crucifixión de San Pedro (Galería Abalarte), un Tríptico con La Virgen y el Niño, San Sebastián, San Roque y Adán y Eva (Subastas Isbilya, 2019) y una curiosa intervención en los rostros de las efigies de la tabla central del Retablo de San Juan y Santa Catalina (Museo del Prado).

 

Una hermosa visión de san Francisco Javier

Óleo sobre lienzo 122 x 104,2 centímetros, su autor es Antonio van de Pere, en el año 1686.  según la inscripción existente en el borde inferior del cuadro. En él se representa a san Francisco Javier, vestido con sotana, roquete y estola roja, con un crucifijo en su mano izquierda y una concha para bautizar en su mano derecha, mientras experimenta una visión beatífica de la Trinidad y la Virgen María como intercesora, ante Ella, de sus hijos terrenales.

El santo se halla rodeado, a sus pies, por indios con exóticos y coloridos tocados, que erróneamente se representan como indígenas americanos, en vez de los oriundos de la India, lo que evidencia que todavía, en este tiempo, no está tan clara la distinción de estas dos zonas geográficas tan distantes del mundo. Unos ángeles, desde la esquina superior derecha, ofrecen al santo flores por sus esfuerzos y resultados misioneros.

De hecho, la pose de san Francisco Javier ilustra perfectamente estas palabras del santo cuando hablaba en sus cartas de su actividad evangelizadora en las costas indias de Goa: «Muchas veces me acaece –escribe en enero de 1544– tener los brazos cansados de tanto bautizar y no poder hablar de tantas veces decir el credo y los mandamientos en su lengua de ellos». Aquí había sido enviado por el Papa Pablo III, y, el rey de Portugal Juan III, bajo la protección del virrey de las Indias, Sousa.

 

Donante y autor de la «Visión de san Francisco Javier»

Este cuadro, donado por un padre jesuita valenciano, Vicente Claudio, era el motivo central de un retablo barroco que decoraba la capilla dedicada a este santo en 1586, por la mucha devoción que se le tenía entonces en Sigüenza. Una capilla que, anteriormente a esta fecha, estaba dedicada a la Coronación de Nuestra Señora y, después de 1825, compartía dedicación con la devoción a la Virgen del Pilar. De hecho, esta capilla de san Francisco Javier y la Virgen del Pilar, que hoy día ya no existe, se hallaba en el brazo meridional o sur del crucero de la catedral de Sigüenza, entre la actual salida de la Puerta del Mercado y el portillo de acceso a la Torre del Gallo. Tras los daños sufridos en la Catedral de Sigüenza durante la Guerra Civil, los arquitectos que trabajaron en su reconstrucción posterior consideraron que era mejor fortalecer el muro tapiando este vano, lo que puede observarse actualmente en el paño de muro sobre el que está expuesto el retablo de santa Catalina de Alejandría y san Juan Bautista, de la familia de los Arce.

Antonio van de Pere Izquierdo (1618-1688) fue hijo del pintor Pedro van de Pere, oriundo de Amberes, y es probable que iniciase su aprendizaje como pintor en el taller de su padre establecido en la Corte, al menos, desde 1595. En su obra sobresale como decorador mural y pintor de caballete. Una de sus últimas pinturas, en este género, es el cuadro que nos ocupa con un tono grato y decorativo, y, un rico colorido veneciano al nuevo estilo imperante del barroco cortesano.

Además, dota sus obras con un especial encanto en las figuras, en las que refleja una gran dependencia compositiva de estampas italianas y flamencas, especialmente, de Rubens. Falleció en la Corte hacia 1688, donde ejerció la mayor parte de su actividad profesional como tasador de pinturas y experto catalogador del Palacio del Buen Retiro, así como un reputado maestro en la Corte, recibiendo a jóvenes aprendices

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de junio de 2023

El Calvario de Pedro de Andrade, en la girola; la predela de los Apóstoles, en el brazo sur del crucero; y, en este mismo lugar, un cuadro sobre san Francisco Javier

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Ahora que la temporada estival aumenta las visitas culturales y turísticas, también a la catedral de Sigüenza, nos acercamos hoy a tres obras artísticas pictóricas de su patrimonio, recientemente restauradas, reubicadas y revalorizadas. Son el Calvario de Pedro de Andrade, la predela de los Apóstoles y el cuadro titulado «Visión de san Francisco Javier».

Los comentarios sobre el Calvario de Pedro de Andrade y sobre la Predela de los Apóstoles están tomados, en su esencia, de los trabajos al respecto publicados por el libro-catálogo de ATEMPORA 2022 por el doctor en Historia en Arte Francisco Javier Ramos Gómez; y el texto del cuadro de san Francisco Javier está tomado e inspirado en el comentario, en la misma ya citada publicación  con texto de  Miguel Ángel Ortega Canales, director del Museo Diocesano de Sigüenza y delegado de Patrimonio Cultural en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara.

 

Calvario de Pedro de Andrade en la girola

Cuadro documentado entre 1554 y 1577, óleo sobre tabla, 156 x 183 centímetros, propiedad de la catedral de Sigüenza y procedente de la capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina (capilla del Doncel), esta obra fue restaurada ya para ATEMPORA 2016. Su actual emplazamiento se sitúa en la girola, concluida la nave de la Epístola, en el costado correspondiente de la capilla mayor y enfrente del altar de San Pedro Arbués.

Su autor es Pedro de Andrade (siglo XVI), uno de los pintores más originales e interesantes entre los numerosos autores que trabajaron en Sigüenza en esos años (Diego de Madrid, Juan de Illana, Pedro de Villanueva, Andrés de Rojas, Juan Calderón, Francisco de Pelegrina y Luis de Usarte). Esta tabla, pintada para la capilla de San Juan y Santa Catalina, destaca entre los muchos trabajos que Andrade realizó en la catedral.

La documentación del archivo de dicha capilla fue publicada en 1987 por Gregorio Sánchez Doncel y cita varios pagos a nombre de Pedro de Andrade «por el retablo y toda la pintura que ha hecho en la sacristía … se le dé 55.000 maravedíes».

De ello se deduce que esta tabla se ubicó en 1557 en la sacristía de esta capilla utilizada como espacio funerario y representativo de la familia Vázquez de Arce. Es esta la primera pintura conocida de Pedro de Andrade; muestra su dependencia respecto de la pintura toledana de Correa de Vivar y de Francisco Comontes, como bien señaló Diego Angulo. En obras posteriores. tomará más en cuenta el estilo de Alonso Berruguete y de su discípulo Juan de Villoldo.

Para esta misma capilla también realizó Andrade dos cortinas para proteger sendos retablos que la adornaban. Andrade fue muy valorado en esta labor de pintor de cortinas y de sargas, pues realizó dos más para los retablos colaterales de Santa María del Rey en Atienza y una tercera para el monumento de Semana Santa de la catedral, por la que cobró cien mil maravedíes.

Pese al tamaño de la tabla, Pedro de Andrade no ha escatimado detalles, sino más bien todo lo contrario. De marcado carácter realista son las hierbas, flores y hojas que hay en primer plano, junto al fémur y a las dos calaveras. La obra también destaca por la variedad de elementos iconográficos como la copa de los perfumes de la Magdalena -tratada como una verdadera obra de orfebrería-, y por la visión de Jerusalén tras un bello paisaje construido a base de sucesivos planos de color en degradación.

Esta pintura trata un tema habitual en la iconografía cristiana y la inscripción que la rodea subraya el dolor de María y busca la compasión del espectador, tomando una cita literal del Libro de las Lamentaciones, redacta - do tras la destrucción de Israel por Babilonia. Comentario aparte merece el dolor intenso y contenido expresado por los personajes, compuestos en dos grupos asimétricos.

 

Predela de los Apóstoles

Por predela se entiende la parte inferior de un retablo de pintura o escultura. Esta predela catedralicia es obra de Juan Soreda (documentado entre 1506-1537, y más concretamente con posible factura entre 1520 y 1525). Esta ejecutada en óleo y temple sobre tabla y capa de estopa bajo la imprimación. Fue restaurada para ATEMPORA 2022. Y desde el 12 de diciembre de 2022, tras la clausura de la citada exposición, se muestra en el centro del brazo o transepto sur del crucero.

La documentación de la catedral de Sigüenza recoge un bancal con apóstoles que Soreda cobró en 1521, lo que, unido al estilo claramente sorediano de las figuras, llevó a Ana Ávila a atribuirle sin dudas este magnífico conjunto, aunque la documentación también cita la participación como ayudante de Francisco Verdugo en esta obra.

 

Subrayado de cinco apóstoles

El Apostolado se conserva casi completo, con dos figuras recortadas, que componen una galería de retratos idealizados en posturas, actitudes y caracteres muy variados. Aunque el conjunto destaca por su notable calidad, hay tres figuras que sobresalen por diferentes motivos. En el caso de Santo Tomás se aprecia la influencia del Moisés de Miguel Ángel; esta admiración por éste y otros grandes maestros será una constante en la obra de Soreda. Esto explica su conocimiento temprano de Rafael, Parmigianino, Miguel Ángel, Lucas de Leyden y Alberto Durero, entre otros.

En segundo lugar, destaca por su italianismo y por su logrado escorzo la efigie de San Andrés; por último, San Judas Tadeo llama la atención por su expresión y por su interés en captar la luz. Junto a esta rabiosa modernidad, coexiste el arcaísmo de los fondos dorados decorados con motivos vegetales. La movilidad de Juan Soreda es un aspecto enigmático de su biografía; pasó por Sigüenza, El Burgo de Osma, Soria y Valladolid, lo que quizá se relacione con su posible origen judaico. Además de su apellido y de ciertos aspectos iconográficos que entroncan con rituales judíos, existe un rasgo curioso en algunas de sus obras, que consiste en colocar inscripciones en hebreo semiescondidas en sus cuadros.

En este Apostolado podemos apreciarlo en la tabla de San Juan Evangelista, apenas visible bajo su mano izquierda y en la de Santiago. También las inscribió en los profetas Daniel y Zacarías que se conservan en el Museo de San Gil de Atienza.

Entre otras, la publicación de nuestro libro Juan Soreda y la pintura del Renacimiento en Sigüenza ha permitido que en los últimos años hayan aparecido nuevas obras que se le pueden atribuir con bastante seguridad: una Virgen con el Niño y un ángel de la colección BBVA de Madrid (procedente de la capilla del chantre Mora de la catedral seguntina), una Crucifixión de San Pedro (Galería Abalarte), un Tríptico con La Virgen y el Niño, San Sebastián, San Roque y Adán y Eva (Subastas Isbilya, 2019) y una curiosa intervención en los rostros de las efigies de la tabla central del Retablo de San Juan y Santa Catalina (Museo del Prado).

 

Una hermosa visión de san Francisco Javier

Óleo sobre lienzo 122 x 104,2 centímetros, su autor es Antonio van de Pere, en el año 1686.  según la inscripción existente en el borde inferior del cuadro. En él se representa a san Francisco Javier, vestido con sotana, roquete y estola roja, con un crucifijo en su mano izquierda y una concha para bautizar en su mano derecha, mientras experimenta una visión beatífica de la Trinidad y la Virgen María como intercesora, ante Ella, de sus hijos terrenales.

El santo se halla rodeado, a sus pies, por indios con exóticos y coloridos tocados, que erróneamente se representan como indígenas americanos, en vez de los oriundos de la India, lo que evidencia que todavía, en este tiempo, no está tan clara la distinción de estas dos zonas geográficas tan distantes del mundo. Unos ángeles, desde la esquina superior derecha, ofrecen al santo flores por sus esfuerzos y resultados misioneros.

De hecho, la pose de san Francisco Javier ilustra perfectamente estas palabras del santo cuando hablaba en sus cartas de su actividad evangelizadora en las costas indias de Goa: «Muchas veces me acaece –escribe en enero de 1544– tener los brazos cansados de tanto bautizar y no poder hablar de tantas veces decir el credo y los mandamientos en su lengua de ellos». Aquí había sido enviado por el Papa Pablo III, y, el rey de Portugal Juan III, bajo la protección del virrey de las Indias, Sousa.

 

Donante y autor de la «Visión de san Francisco Javier»

Este cuadro, donado por un padre jesuita valenciano, Vicente Claudio, era el motivo central de un retablo barroco que decoraba la capilla dedicada a este santo en 1586, por la mucha devoción que se le tenía entonces en Sigüenza. Una capilla que, anteriormente a esta fecha, estaba dedicada a la Coronación de Nuestra Señora y, después de 1825, compartía dedicación con la devoción a la Virgen del Pilar. De hecho, esta capilla de san Francisco Javier y la Virgen del Pilar, que hoy día ya no existe, se hallaba en el brazo meridional o sur del crucero de la catedral de Sigüenza, entre la actual salida de la Puerta del Mercado y el portillo de acceso a la Torre del Gallo. Tras los daños sufridos en la Catedral de Sigüenza durante la Guerra Civil, los arquitectos que trabajaron en su reconstrucción posterior consideraron que era mejor fortalecer el muro tapiando este vano, lo que puede observarse actualmente en el paño de muro sobre el que está expuesto el retablo de santa Catalina de Alejandría y san Juan Bautista, de la familia de los Arce.

Antonio van de Pere Izquierdo (1618-1688) fue hijo del pintor Pedro van de Pere, oriundo de Amberes, y es probable que iniciase su aprendizaje como pintor en el taller de su padre establecido en la Corte, al menos, desde 1595. En su obra sobresale como decorador mural y pintor de caballete. Una de sus últimas pinturas, en este género, es el cuadro que nos ocupa con un tono grato y decorativo, y, un rico colorido veneciano al nuevo estilo imperante del barroco cortesano.

Además, dota sus obras con un especial encanto en las figuras, en las que refleja una gran dependencia compositiva de estampas italianas y flamencas, especialmente, de Rubens. Falleció en la Corte hacia 1688, donde ejerció la mayor parte de su actividad profesional como tasador de pinturas y experto catalogador del Palacio del Buen Retiro, así como un reputado maestro en la Corte, recibiendo a jóvenes aprendices.

 

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 30 de junio de 2023

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Preciosa Virgen María

por la Cristiandad amada,

por el propio Dios soñada:

luz y llama al mediodía.

Prístina Virgen preciada,

manantial de la alegría,

recibe mi vida; y guía

-hacia tu lumbre gloriosa-

a esta postrada criatura

que anhela escalar tu altura.

 

 Hazme obra tuya valiosa.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

San Vicente de Paúl,

el de los padres paúles,

patrón de las Caridades

de los trabajos y verdades

bajo los cielos azules.

Francesa alba flor de tul

por prédica de evangelios,

que, con luminosidad de helios,

pongan a Dios ante los hombres.

Sin importan nada los nombres

que quieran ser aguazul.

                                            

Organizar retiros humanos

en donde el espíritu mane,

y cristiano se hermane

con resto de los cristianos.

Y ejercicios espirituales

que contenidos reales

sepan dar a quienes les buscan

y entre las dudas rebuscan

que los paúles les puedan

darles signos que se quedan,

 

Dirección de seminarios

y asistencia a enfermos

son fértiles que no yermos

complementos necesarios

de los Padres Paúles.

Y van llenos sus baúles

de acciones en todos tiempos

aun con muchos contratiempos

¡Los carismas y escenarios

de los Paúles son diversos y son varios!

Este sábado 24 de junio es la solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista y el jueves 29 de junio, la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Mañana, sábado 24 de junio es la solemnidad litúrgica de la natividad de san Juan Bautista, el precursor del Señor. Fue fiesta de precepto y por eso continúa teniendo ciertas prerrogativas como la de tener dos formularios, pues al de la solemnidad de esta fecha se añade otro para la misa vespertina de la vigilia. Además, de san Juan Bautista se hace también memoria litúrgica el 29 de agosto para celebrar su martirio.

La figura de san Juan Bautista es presentada, del siguiente modo, en el prefacio (la oración que antecede a la consagración eucarística) de la misa de su natividad, el 24 de junio: “Y al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, porque él saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo. Él bautizó en el Jordán al autor del Bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”.

 

 

Fiestas y parroquias de san Juan Bautista

Algunos de los lugares de la diócesis donde san Juan Bautista es especialmente celebrado son Yebra, Palazuelos, Torremocha del Pinar, Escalera, Sigüenza, Torresaviñán, Alhóndiga, Galve de Sorbe, …

Y hasta veinticinco templos parroquiales tienen como titular a San Juan Bautista: Alhóndiga, Atienza, Auñón, Casas de San Galindo, Concha, Córcoles, Cubillas, Checa, Chequilla, Escalera, Fuencemillán, Jadraque, Majaelrayo, Matallana, Milmarcos, Palazuelos, Peñalén, Pinilla de Molina, Retiendas, La Toba, Torrejón del Rey, Torresaviñán, Tortuero, Turmiel y Valdeaveruelo.

Además, el monasterio de monjas benedictinas de Valfermoso de las Monjas, que data de 1186, está dedicado a san Juan Bautista.

 

Santos apóstoles Pedro y Pablo

El jueves día 29 de junio, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, los dos apóstoles columnas de la Iglesia.  Como reza el prefacio de su misa, Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó.

Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, Pablo la extendió a todas las gentes. De esta forma, por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio en Roma, celebra el miércoles, 29 de junio, el pueblo santo de Dios con una misma veneración.

El día de san Pedro y san Pablo es el Día del Papa y el día de la colecta del Óbolo de San Pedro, un fondo mundial de donativos para las obras de caridad del Papa, el sucesor de san Pedro.  En 2022, nuestra diócesis recaudó para la colecta del Óbolo de San Pedro 13.052,94 euros.

Por ello, ante esta jornada de los apóstoles Pedro y Pablo, ante el día del Papa, demos gracias a Dios por el ministerio apostólico petrino, que, desde el 13 de marzo de 2013, encarna Francisco. Acción de gracias, oración por su persona y ministerio y renovación de nuestra adhesión, comunión y fidelidad con él. Con Francisco, ahora Pedro; con Pedro, ahora Francisco. Siempre con Pedro y bajo Pedro.

 

Parroquias de San Pedro en la diócesisSan Pedro Apóstol es titular de cuatro decenas de parroquias de la diócesis, una de las advocaciones más comunes (la más común es la Asunción de María, con un centenar de parroquias). Al primero de los apóstoles, a san Pedro, están dedicadas las parroquias de Alcuneza, Anguita, Anguix, La Barbolla, Budia (con la popular fiesta de la “Sampedrada”), Cabanillas del Campo, Cendejas de Enmedio, Ciruelas, Codes, Copernal, Estriégana, Fuentelsaz, Gajanejos, Galápagos, Hinojosa, Hontoba, Loranca de Tajuña, Lupiana, Luzón, Mandayona La Miñosa, Monasterio, Motos, El Pedregal, Poveda de la Sierra, Rebollosa de Jadraque, Saelices de la Sal, Sayatón, Sotoca de Tajo, Tomellosa, Tordelrábano, Tortuera, Val de San García, Valfermoso de Tajuña, Veguillas, Villacadima y Yunquera de Henares, además de las que fueron parroquias de dos caseríos hoy desaparecidos: Valbueno, junto a Cabanillas del Campo; y Valdeancheta, junto a Espinosa de Henares. También Hita, donde San Pedro es festivo, tiene

También tiene una de sus parroquias dedicadas al apóstol san Pedro las ciudades de Guadalajara y de Sigüenza. Y la villa medieval honra a San Pedro como patrono principal, conserva, ya en ruinas tras la pasada guerra civil, una hermosa iglesia dedicada al santo. Por su parte, la parroquia de Abánades está dedicada a la Cátedra de San Pedro, cuya fiesta se celebra el 22 de febrero.

 

Patronazgos de San Pablo

 

El apóstol San Pablo tan solo tiene una parroquia dedicada en la diócesis: en Guadalajara, enfrente de la estación de RENFE, parroquia erigida en 1955.

San Pablo, en la fiesta de su conversión (25 de enero), es el patrono del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

 

Semblanza de san Juan Bautista

Hijo de Zacarías y de Isabel, ya ancianos y fruto de una intervención especial de la gracia de Dios, nació, según la tradición seis meses antes que Jesús, de quien era familiar. Zacarías e Isabel vivían en Ain Karen, una localidad muy próxima a Jerusalén, de cuyo templo su padre era sacerdote. El nombre de Juan fue elegido por su padre Zacarías, como inspiración divina, y para expresar la misión de este de precursor de Jesús. Todo ello aparece así reflejado en el evangelio de san Lucas (1, 5-20). También a María el arcángel san Gabriel le anunció el nacimiento de Juan (Lucas, 1, 26-38).

Los evangelios nos garantizan que vivía austera y penitencialmente, que tenía un grupo de discípulos, algunos de ellos probablemente próximos al grupo de los Esenios. Su misión fue preparar a Jesús un pueblo bien dispuesto. Su sobrenombre de Bautista, se debe que administraba, junto al río Jordán, un bautismo de purificación, bautismo que el mismo Jesús quiso recibir, como nos narran los tres evangelios llamados sinópticos: Mateo (11, 11), Marcos (1, 9-11) y Lucas (3, 15-16)

San Juan, en su evangelio, el cuarto y último en ser escrito, describe a Juan el Bautista como “un hombre enviado por Dios” que “no era la luz”, pero que “vino como testigo para dar testimonio de la luz, de manera que a través de él todos creyeran” (Juan 1, 6-8).

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles (18, 24 y 19, 6), algunos discípulos de Juan pasaron a ser discípulos de Jesús (18, 24 y Hechos 19, 6); y el apóstol Andrés, hermano de Pedro, también lo fue (Juan 1, 35-42).

Juan Bautista, que reprobaba el matrimonio de Herodes Antipas y Herodías por ser ésta una mujer divorciada, tras ser encarcelado por el rey, acabó siendo decapitado ante la petición de Salomé, hija de Herodías, quien instigó a su hija al respecto (Mateo 14:1-12, Marcos 6:14-29 y Lucas 9:7-9). Sus discípulos recogieron su cuerpo y lo enterraron.

 

Semblanza de san Pedro

Natural de Betsaida, en Galilea, casado y pescador de oficio, su nombre era Simón bar-Jona (hijo de Juan). En Cafarnaúm, también en Galilea, junto al lago de Tiberiades, fue llamado por Jesús, a quien se lo presentó su hermano Andrés. Estos dos hermanos, junto a Santiago y Juan, hijos del Zebedeo, constituyeron el núcleo primero y principal de los apóstoles de Jesús.

Pronto Simón aparece en los evangelios en una posición preminente, que Jesús le otorga y le confirma, cambiándole de nombre: Pedro, que deriva de piedra, piedra sobre la que Jesús edifica su Iglesia, constituyéndole como la cabeza del colegio apostólico. Por ello, los papas, los pastores supremos de la Iglesia católica, son los sucesores de San Pedro.

Tras la resurrección de Jesús, será Pedro quien ya encabeza la Iglesia naciente. Hacia el año 44 fue encarcelado por orden del rey judío Herodes Agripa, pero consiguió escapar y abandonó Jerusalén, evangelizando en Antioquía (actual Turquía). Y en el final de su vida, viaja a Roma, capital del Imperio, donde se encuentra con Pablo. Allí fue detenido durante las persecuciones de Nerón contra los cristianos, y murió crucificado (hacia el año 64 o 67), en la colina del Vaticano, donde en el siglo IV se erigió una basílica en su honor.

El canon católico de los libros del Nuevo Testamento atribuye a san Pedro dos cartas apostólicas, en las que se presenta como testigo de Jesucristo, el modelo por excelencia a imitar y a seguir en la vida cristiana.

Y al igual que San Pablo, como luego veremos, san Pedro es celebrado en el calendario litúrgico de la Iglesia en tres fechas: el 22 de enero, fiesta de su cátedra (el ministerio apostólico petrino doctrinal); el 29 de junio, solemnidad de su martirio, junto con el de San Pablo; e, igualmente, junto con San Pablo, el 18 de noviembre, memoria litúrgica de la consagración o dedicación litúrgica de las basílicas romanas, donde están respectivamente enterrados: San Pedro en el Vaticano y San Pablo Extramuros, respectivamente.

 

Semblanza de san Pablo

En el año 8 de la era cristiana, en la ciudad Tarso (actualmente Turquía) nació san Pablo, cuyo nombre originario era Saulo. Muy joven, estudió en Jerusalén la ley mosaica. Fue discípulo del gran rabino Gamaliel. Aprendió también el oficio de la fabricación de tiendas. Asistió al martirio de san Esteban, diácono. Era judío observante y celoso, que inicialmente persiguió a los cristianos hasta su conversión.

Heraldo y misionero del Evangelio de Jesucristo por excelencia, desarrolló, sobre todo, este ministerio a través de sus viajes y de sus escritos. Desde Antioquía de Siria se dirigió a Chipre; luego, a las regiones de Asia Menor (Pisidia, Licaonia, Galacia); y después a las de Europa (Macedonia, Grecia), amén de cartas dirigidas a las ciudades de Éfeso, Filipos, Tesalónica, Corinto, Berea, Atenas y Mileto. Incluso pudo viajar a España.

Las cartas paulinas son textos de importancia teológica, histórica, espiritual y pastoral de primera magnitud. Quizás el más relevante de todos ellos –muy vinculado con la epístola a los Gálatas– es la carta a los Romanos, a modo de testamento del apóstol y de síntesis de su vida y predicación. Otras de sus cartas son las que dirigió a los Tesalonicenses, dos a los Corintios, a los Filipenses, a Filemón, … Fue martirizado en Roma en el año 68, aproximadamente. Está enterrado en la basílica a él dedicada en las entonces afueras de Roma, en la Vía Ostiense: la basílica de San Pablo Extramuros.

Y al igual que San Pedro, como ya dijimos, también san Pablo es celebrado en el calendario litúrgico de la Iglesia en tres fechas: el 25 de enero, fiesta de su conversión; el 29 de junio, solemnidad de su martirio, junto con el de San Pedro; y, asimismo, junto con San Pedro, el 18 de noviembre, memoria litúrgica de la consagración o dedicación litúrgica de las basílicas romanas, donde están respectivamente enterrados: San Pablo Extramuros y San Pedro en el Vaticano, respectivamente

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 23 de junio de 2023

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