Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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Maestro, a esta mujer se le ha sorprendido en el acto mismo de adulterio.  En la ley Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Tú qué dices?”

 Con esta pregunta, le estaban tendiendo una trampa, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo comenzó a escribir en el suelo.  Y como ellos lo acosaban a preguntas, Jesús se incorporó y les dijo:

Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.

 E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. 

—Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar” (Juan 8:1-11)

¿Qué escribía Cristo? ¿Qué escribiría mientras soportaba la trampa que pretendían imponerle los fariseos? Con frecuencia, desde chico, me hacia esta pregunta cuando leía el Evangelio de Juan o lo oía proclamar. ¿Dónde estaba el pensamiento del Señor? Desde luego no en la condena de la mujer pecadora a quien ha de tratar con la misericordia que sólo Dios encarnado puede otorgar. Debía de estar pendiente del sufrimiento de la mujer. De la vergüenza pública de su pecado o al menos, de que la hubieran pillado en él, en el pecado. Cristo, ve en el corazón de la mujer, tantos sentimientos encontrados. ¡Ve los sucesivos acontecimientos que la han llevado hasta el pecado y siente lastima del pecador!

También mira y escruta en las almas de los acusadores. No les importa la mujer, no les importa su pecado, sólo les importa someterle, a Él una vez más a una trampa, en la que también una vez más no ha de caer. Seguramente en el tumulto que se forma alrededor de la mujer, distingue a los que verdaderamente quieren cumplir con limpieza de espíritu la Ley de Moisés y los que únicamente quieren no ver su propio pecado. No detectan y tampoco parece importarles la otra parte: al hombre necesario para consumar el adulterio y de quien parecían no acordarse los “amigos de la Ley”

Finalmente, Cristo no justificará un comportamiento desordenado: “vete y no vuelvas a pecar”. No está bien pero: ¡quién esté libre de pecado…………..!

A veces, con frecuencia, pretendemos que son los otros los que tienen que rectificar y no nosotros y lo hacemos, también con desgraciada frecuencia, cómo desde un estadio moral superior. Pecado del que no estamos exentos en las Conferencias.  ¿De verdad estamos justificados en esa posición y exposición de fortaleza moral o la hemos pretendido siendo tan pecadores o aún más, que el hermano que está cometiendo el reprobable delito?

Por otro lado, finalmente, descubrí que tampoco era importante lo que escribiría Jesús. Sólo era importante para el Evangelista y debe serlo para todos los hombres de buena voluntad, desde luego para los cristianos, trasmitir la ternura de Cristo con el pecador. La ternura con la que nos espera siempre para amarnos y mostrarnos el camino. No habrá por su parte, justificación de lo mal hecho. No justificará. Pero no puede ir contra sí mismo: no puede ir en contra del Amor.

A Cristo siempre por y con María

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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"Master, this woman has been caught in the very act of adultery.  In the law, Moses commanded us to stone such women. What do you say?"

 With this question, they were laying a trap for him, in order to have something to accuse him of. But Jesus stooped down and with his finger began to write on the ground.  And as they were pressing him with questions, Jesus stood up and said to them:

He who is without sin among you, he shall cast the first stone.

 And bending down again, he continued to write on the ground.

-Neither do I condemn you. Now go and sin no more" (John 8:1-11).

What was Christ writing, what would he be writing as he withstood the trap the Pharisees were trying to set for him? Often, as a child, I asked myself this question when I read John's Gospel or heard it preached. Where was the Lord's thought? Certainly not in the condemnation of the sinful woman whom He had to treat with the mercy that only the incarnate God can bestow. He must have been focused on the woman's suffering, on the public shame of her sin, or at least on her being caught in it, in sin. Christ sees in the woman's heart many mixed feelings. He sees the successive events that have led her to sin and feels pity for the sinner!

He also sees and scrutinises the souls of the accusers. They do not care about the woman, they do not care about her sin, they only care about bringing Him once again into a trap, into which, once again, He would not fall. Surely in the turmoil that forms around the woman, He distinguishes between those who truly want to keep the Law of Moses with a clean spirit and those who only want to overlook their own sins. They do not notice and do not seem to care about the other party: the man necessary to consummate the adultery and of whom the "friends of the Law" seemed not to remember.

Finally, Christ will not justify a wrong behaviour: "go and sin no more". It is not right but: who is free from sin ..............!

Sometimes, we often pretend that it is others who have to rectify and not us and we do it, also with unfortunate frequency, as if from a superior moral stage. A sin from which we are not free in the Conferences. Are we really justified in this position and display of moral strength or have we just pretended it, while we are as sinful, or even more, than the brother who is committing the condemnable offence?

On the other hand, I finally discovered that it was not important what Jesus was writing. It was only important for the Evangelist, and it should be important for all people of good will, certainly for Christians, to convey the gentleness of Christ towards the sinner. The tenderness with which he always waits for us to love us and to show us the way. There will be no justification for wrongdoing on his part. He will not justify. But he cannot go against himself: he cannot go against Love.

To Christ always through and with Mary

 

 

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Déjate perdonar por Dios. Que no te secuestre la vergüenza de confesar tu pobreza y tu debilidad. Da un salto y ponte en pie, como el ciego, sin importarte el manto de tu desvalimiento, de tu ceguera crónica. Abandona el manto.  Hay mociones que se deben obedecer al instante; de lo contrario, te asaltará la tentación de permanecer caído, marginal, despreciándote a ti mismo por creerte sin remedio. 

Hay una palabra eficaz, la palabra de Jesús, la que Él dirigió al paralítico en Cafarnaúm: “Perdonados te son tus pecados”. Hay un regalo del Resucitado a los apóstoles: "Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados”. Hay una certeza, avalada por Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. 

No hagas inútil la ofrenda de Jesús, que murió por ti, para perdón de tus pecados. No te enfeudes en tu yo herido, pensando que es más honesto permanecer caído que levantarse, por las veces que has tropezado en tu vida. 

Hay una actitud orgullosa, con capa de humildad, la del autodesprecio. Es una aparente postura humilde, pero te denigra. Describes la alevosía de tu caída, por la que no cabe pensar en el atenuante de falta de advertencia. Pero todo ello te lo sugiere el mal espíritu, para que no te abras al perdón y permanezcas en tu estado marginal. 

Has llegado a tal consideración negativa de ti mismo, que te parece un fraude el saberte perdonado, rehabilitado, introducido en la comunidad, en la familia de los hijos de Dios, y al recordar tu pasado, dictas la sentencia de que es más coherente estar caído que levantado, más sincero aferrarte a tu pobreza que aceptar la donación gratuita del perdón, de la túnica de fiesta. 

Observa la reacción de Mateo: “Al instante se levantó” y se convirtió en anfitrión de Jesús. Fíjate en la respuesta de Zaqueo: “enseguida bajó de la higuera y hospedó al Señor. Deja emerger la imagen de Dios que llevas dentro de ti. Tú has sido creado por Dios, y gracias a Jesucristo, eres hijo amado de Dios.

 

El gozo del perdón 

Bendice a Dios, como el leproso samaritano, al sentirse curado; ponte en pie como el ciego de Jericó, a quien le comunicaron la llamada de Jesús. Sube saltando al templo, como el paralítico, curado por Pedro y Juan, en la Puerta Hermosa de Jerusalén. No te detengas en tus complejos de inferioridad, y como Zaqueo, a quien no le importó su pequeñez, acoge al Maestro. 

¡Cómo decirte la agilidad que se experimenta cuando eres descargado del peso de tu negatividad! ¡Cómo transmitirte la anchura interior que se siente cuando a pesar de que sigues siendo débil, puedes recordar que todo ha quedado entregado en las manos de la misericordia divina! 

«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más» (Jn 8, 10-11).

Rafael C. García Serrano

(Conferencia Nuestra Señora de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

No es mío aquello que en mi alma brilla,

no es mía la luz que mi cerebro ilumina,

ni es mía la vida a la que me has traído;

 

todo es tuyo, lo sé, y me enorgullece

saber también que, aunque no lo oiga,

allá donde Tú estas me llamas hijo.

 

Dudo que haya algo que pudiera decir mío

pero si algo tuviere para ti lo tengo

mi Señor, mi Dios, Padre mío

que me estás esperando desde que he nacido.

En su mensaje «Urbi et Orbi» de Pascua 2023, Francisco clama en pro de la paz y de los más vulnerables y propone al Resucitado como nuestra esperanza definitiva

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Como en otros años, el primer artículo de esta página de Religión de NUEVA ALCARRIA tras la Semana Santa se centra en el mensaje que el Papa ha dirigido a la ciudad y al mundo (de ahí, su nombre latino de mensaje «Urbi et Orbi») con ocasión de la fiesta de la Pascua de Resurrección del Señor, la fiesta más importante del año cristiano y de la misma historia de la humanidad.

Este mensaje, que también se produce el 25 de diciembre, fiesta de la Natividad de Jesucristo, y que conlleva bendición papal especial con indulgencia plenaria, aborda el significado de la Pascua y lo proyecta sobre la realidad presente. Por ello, la invasión y guerra en Ucrania, en Siria y los otros conflictos bélicos existentes en el mundo y catástrofes como los terremotos en Turquía y en Siria han estado muy presentes en las palabras del Papa Francisco.

Además, en recuadro aparte, recogemos siete hermosísimos menajes en Twitter que el Santo Padre ha escrito en la vigilia, en el día de esta Pascua 2023 y en el día siguiente.

 

 

Texto íntegro mensaje papal «Urbi et Orbi» 2023

Queridos hermanos y hermanas: ¡Cristo ha resucitado! Hoy proclamamos que Él, el Señor de nuestra vida, es «la resurrección y la vida» del mundo (Juan 11,25). Es Pascua, que significa “paso”, porque en Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión. En Él, Señor del tiempo y de la historia, quisiera deciros a todos, con alegría en el corazón: ¡feliz Pascua!

Que sea para cada uno de vosotros, queridos hermanos y hermanas, en particular para los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad, un paso de la tribulación a la consolación. No estamos solos, Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre. Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida. Sí, hermanos y hermanas, en Pascua el destino del mundo cambió; y hoy, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia.

 

Es el tiempo de la esperanza que no defrauda

Cristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado, como se proclama en las Iglesias de Oriente, en griego: Christòs anesti! Ese verdaderamente nos dice que la esperanza no es una ilusión, ¡es verdad! Y que, a partir de la Pascua, el camino de la humanidad, marcado por la esperanza, avanza veloz. Nos lo muestran con su ejemplo los primeros testigos de la Resurrección.

Los Evangelios describen la prisa con la que el día de Pascua «las mujeres corrieron a dar la noticia a los discípulos» (Mateo 28,8). Y, después que María Magdalena «corrió al encuentro de Simón Pedro» (Juan 20,2), Juan y el mismo Pedro «corrieron los dos juntos» para llegar al lugar donde Jesús había sido sepultado. Y después, la tarde de Pascua, habiendo encontrado al Resucitado en el camino de Emaús, dos discípulos «partieron sin demora» (Lucas 24,33) y se apresuraron para recorrer muchos kilómetros en subida y a oscuras, movidos por la alegría incontenible de la Pascua que ardía en sus corazones (Lucas. 32). Es la misma alegría por la que Pedro, viendo a Jesús resucitado a orillas del lago de Galilea, no pudo quedarse en la barca con los demás, sino que se tiró al agua de inmediato para nadar rápidamente hacia Él (Juan 21,7).

 

 

La vida tiene sentido y meta

En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo.  

Apresurémonos también nosotros a crecer en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, entre los pueblos y las naciones. Dejémonos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua, por la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo.

Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad. Alegrémonos por los signos concretos de esperanza que nos llegan de tantos países, empezando de aquellos que ofrecen asistencia y acogida a quienes huyen de la guerra y de la pobreza.

 

Pascua, que ha de ser paz, para Ucrania y Siria

Pero a lo largo del camino todavía hay muchas piedras de tropiezo, que hacen arduo y fatigoso nuestro apresurarnos hacia el Resucitado. A Él dirijamos nuestra súplica: ¡ayúdanos a correr hacia Ti! ¡Ayúdanos a abrir nuestros corazones!

Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e infunde la luz pascual sobre el pueblo ruso. Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias.

Abre los corazones de toda la comunidad internacional para que se esfuerce por poner fin a esta guerra y a todos los conflictos que ensangrientan al mundo, comenzando por Siria, que aún espera la paz. Sostiene a cuantos han sido afectados por el violento terremoto en Turquía y en la misma Siria. Recemos por cuantos han perdido familiares y amigos, y se quedaron sin casa; que puedan recibir consuelo de Dios y ayuda de la familia de las naciones.

 

 

Pascua, que ha de ser paz, para Jerusalén y Líbano

En este día te confiamos, Señor, la ciudad de Jerusalén, primer testigo de tu Resurrección. Expreso mi profunda preocupación por los ataques de estos últimos días, que amenazan el deseado clima de confianza y respeto recíproco, necesario para retomar el diálogo entre israelíes y palestinos, de modo que la paz reine en la Ciudad Santa y en toda la región.

Ayuda, Señor, al Líbano, todavía en busca de estabilidad y unidad, para que supere las divisiones y todos los ciudadanos trabajen juntos por el bien común del país.

 

África, Haití, Nicaragua, Myanmar

No te olvides del querido pueblo de Túnez, en particular de los jóvenes y de aquellos que sufren a causa de los problemas sociales y económicos, para que no pierdan la esperanza y colaboren en la construcción de un futuro de paz y fraternidad.

Dirige tu mirada sobre Haití, que está sufriendo desde hace varios años una grave crisis sociopolítica y humanitaria, y sostiene el esfuerzo de los actores políticos y de la comunidad internacional en la búsqueda de una solución definitiva a los numerosos problemas que afligen a esa población tan atribulada.

Consolida los procesos de paz y reconciliación emprendidos en Etiopía y en Sudán del Sur, y haz que cese la violencia en la República Democrática del Congo.

Sostiene, Señor, a las comunidades cristianas que hoy celebran la Pascua en circunstancias particulares, como en Nicaragua y en Eritrea, y acuérdate de todos aquellos a quienes se les impide profesar libre y públicamente su fe. Concede consuelo a las víctimas del terrorismo internacional, especialmente en Burkina Faso, Malí, Mozambique y Nigeria.

Ayuda a Myanmar a recorrer caminos de paz e ilumina los corazones de los responsables para que los martirizados Rohinyá encuentren justicia.

 

Pascua para migrantes, refugiados, pobres, explotados

Conforta a los refugiados, a los deportados, a los prisioneros políticos y a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud.

Inspira, Señor, a los responsables de las naciones, para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica.

 

Acelerar el latido de la esperanza

Hermanos, hermanas, encontremos también nosotros el gusto del camino, aceleremos el latido de la esperanza, saboreemos la belleza del cielo. Obtengamos hoy la fuerza para perseverar en el bien, hacia el encuentro del Bien que no defrauda. Y si, como escribió un Padre antiguo, «el mayor pecado es no creer en la fuerza de la Resurrección» (San Isaac de Nínive, Sermones ascéticos, I,5), hoy creemos y «sabemos que Cristo verdaderamente resucitó» (Secuencia de Pascua).

Creemos en Ti, Señor Jesús, creemos que contigo la esperanza renace y el camino sigue. Tú, Señor de la vida, aliéntanos en nuestro caminar y repítenos, como a los discípulos la tarde de Pascua: «¡La paz esté con vosotros!» (Juan 20,19.21).

 

Siete mensajes del Papa Francisco en Twitter para la Pascua 2023

(1)  Hoy la fuerza de la Pascua nos invita a quitar las lápidas de la desilusión y la desconfianza. El Señor, experto en remover las piedras sepulcrales del pecado y del miedo, quiere iluminar tu memoria santa, tu recuerdo más hermoso, hacer actual el primer encuentro con Él.

(2) Revivamos la belleza del momento en que, después de haberlo descubierto vivo, lo proclamamos Señor de nuestra vida. Volvamos a Galilea, que cada uno vuelva a su propia Galilea, la del primer encuentro, ¡y resurjamos a una vida nueva!

(3) Para resurgir, para recomenzar, para retomar el camino, necesitamos volver siempre a Galilea; a la memoria viva, concreta y palpitante del primer encuentro con Él.

(4) Jesús, el Viviente, está con nosotros para siempre. Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida.

(5) Dejémonos sorprender por el gozoso anuncio de la Pascua, por la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo.

(6) Apresurémonos a superar los conflictos y las divisiones, y a abrir nuestros corazones a quien más lo necesita. Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad.

(7) El #EvangelioDeHoy nos hace revivir el encuentro de las mujeres con Jesús resucitado en la mañana de Pascua. Jesús las encuentra mientras van a anunciarlo. Esto es hermoso: cuando anunciamos al Señor, el Señor viene a nosotros. #Pascua

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 14 de abril de 2023

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