Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Vía Crucis de la Juventud del Martes Santo en Guadalajara


 

Vía Crucis, Juventud,

en el arriacense Martes

Santo, cuyos estandartes

son fe, antorchas y la cruz

                         

de madera, que compartes

para compartir la luz.

Jóvenes en multitud,

nuevos de la fe baluartes.

 

Oooh, antorchas iluminadas,

la sombra en Guadalajara

 

eleva las llamaradas

de noches que a Dios nos llaman.

 

Oooh, donde cada estación

es punto de reunión 

y de pausada lectura

de la Sagrada Escritura

 

para calmar el dolor

de esta Noche de Pasión.

 

¡El camino de la Cruz

escalando a la virtud!:

 

Jesús, condenado a muerte.

Jesús, a la cruz se inserte

 

Jesús cae primera vez.

Jesús a su Madre ve.

 

Cirineo ayuda a Jesús.

Verónica limpia a Jesús.

 

Jesús cae segunda vez.

Consuela a Jerusalén.

 

 Jesús cae tercera vez.

Sin ropajes ya se ve.

 

Jesús, clavado en la cruz.

Jesús, ha muerto en la cruz.

 

Descendido a la Piedad.

En el sepulcro ya está.

 

Vía Crucis, Juventud,

en el arriacense Martes

Santo, cuyos estandartes

son fe, antorchas y la cruz

 

de madera, que compartes

para compartir la luz.

Jóvenes en multitud,

nuevos de la fe baluartes.

 

¡Oooh, antorchas iluminadas,

la sombra en Guadalajara

eleva las llamaradas

de noches que a Dios nos llaman

!

 

Publicada en el libro "Saetas de las Semanas Santas de España"
 
https://aache.com/tienda/es/647-cantil-de-cantos-v-saetas-a-las-semanas-santas-de-espana.html

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Los dos lugares centrales del Jueves Santo, localizados con precisión geográfica en Jerusalén, y que, ya desde el Amor, anticiparon el Amor más grande de la Pascua

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Aun cuando toda la intensidad de la Semana Santa se centra en Viernes Santo, para este año quiero dedicar la página de Religión de NUEVA ALCARRIA a los dos lugares centrales del Jueves Santo: el Cenáculo y Getsemaní. Ambos espacios están localizados y conservados con precisión en Jerusalén, la ciudad santa de los días santos del Amor más grande.

 

El Cenáculo

El Cenáculo es el lugar de Jerusalén donde, según el Nuevo Testamento, Jesús celebró con los apóstoles la Última Cena de su vida, antes de morir en la cruz; el lugar de sus primeras apariciones a los apóstoles; el lugar del partirían los discípulos de Emaús y al que regresarían tras su encuentro y descubrimiento de Jesús resucitado; y lugar también donde se produjo la venida del Espíritu Santo. En el Nuevo Testamento es citado como “aposento alto” o habitación alta, ya que debajo de ella se custodia la tumba del rey David.

El Cenáculo actual es de estilo gótico. Algunos creen que fue construido por los cruzados antes de la conquista de la ciudad por Saladino en 1187. Otros atribuyen su construcción al emperador Federico II Hohenstaufen, coronado rey de Jerusalén en 1229. Otros sostienen que no fue construido de esta forma hasta que los franciscanos se instalaron aquí en la década de 1330. Todas estas referencias carecen de documentación histórica precisa. Lo inequívoca es su decoración, sobre todo sus columnas, claramente de estilo gótico.

Se halla en el Monte Sión, justo en el piso superior del mismo edificio que conserva la Tumba del Rey David y al lado de la Abadía de Hagia Sión María, una abadía benedictina alemana dedicada, hace algo más de un siglo, a la Asunción de María. Situada cerca de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, próxima a la Puerta de Sion, en este lugar puede suceder la dormición o Asunción a los cielos de la Virgen María, por lo que antiguamente conocida como Abadía de la Dormición de la Virgen María.

 

 

Jueves Santo en el Cenáculo

Y en el Cenáculo de Jerusalén discurrió la Última Cena de Jesús.  En ella, el Señor estableció, significándolo con el lavatorio de los pies a sus doce apóstoles, el mandamiento nuevo del amor fraterno. Y en ella, Jesús nos dejó dos de sus siete sacramentos: la eucaristía, con la bendición del pan y del vino, que representan su Cuerpo y su Sangre, y la encomienda a los apóstoles de repetir este gesto en memoria suya, lo cual, además, es considerado como la base del orden sacerdotal.

Pero el Cenáculo volvió a ser escenario capital tras la resurrección de Jesús:  su primera aparición, en la tarde del día de Pascua, a los apóstoles (solo faltaron Judas, que, tras su traición, se suicidó, y Tomás, que estaba ausente) y su segunda aparición, ocho días después, ya con Tomas (citas bíblicas respectivas, Lucas 24,36-43 y Juan 20,26-29, con la institución, incluida, del sacramento de la confesión).

Además, el Cenáculo fue el lugar donde se produjo la efusión del Espíritu Santo, tras la Ascensión del Señor, Pentecostés (Hechos 2, 1-4), estando reunidos en oración los apóstoles y María. De este modo, el Cenáculo es el lugar igualmente del comienzo, al impulso del Espíritu Santo, de la misión evangelizadora de la Iglesia.

 

El lagar del aceite, el huerto de los olivos

Tras la Última Cena, Jesús, acompañado de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, ya en la noche, marchó a Getsemaní. Los relatos evangélicos transmiten el emplazamiento del campo al que Jesús se retiró una vez terminada la Última Cena: salió y como de costumbre fue al monte de los Olivos (Lucas 22, 39), al otro lado del torrente Cedrón (Juan 18, 1), y con los apóstoles llegó a un lugar llamado Getsemaní (Mateo 26, 36; Marcos 14, 32).

¿Qué ocurrió allí? Jesús sabía que había llegado su hora (la hora de la Cruz y de la Luz). Sintió necesidad de orar. Se produce la llamada oración de la agonía de Getsemaní. Los tres apóstoles citados se quedaron dormidos, mientras Jesús oraba y sudaba sangre. Jesús asume, una vez más, la voluntad del Padre. Y comienza su “hora” con la traición de Judas y el prendimiento por parte de soldados de las autoridades religiosas judías, que lo juzgarán, lo condenarán a muerte y buscarán, lográndolo, que esta condena a muerte y muerte de cruz se efectiva con la sentencia del procurador romano Poncio Pilatos. Comienza el Viernes Santo. Comienza la Pasión.

 

La primera luna llena de primavera

Y todo esto fue a la luz de la primera luna lleva de primavera. Reconozco que, por ello, siempre me ha fascinado la primera luna llena de primavera. Anuncia la Pascua. Nos sitúa en el 15 de Nisán hebreo, con toda probabilidad, el 7 de abril del año 30 de nuestra era, la fecha más importante de la historia.

Todos los años busco con la medianoche esta paradigmática y, a la vez, enigmática luna llena de primavera. La busco y repito, varias veces, el propósito. A veces, las nubes la esconden o, como la noche en que compuse esta oración, se filtra y se muestra entre los crecidos árboles de tallos todavía verdes y tiernos. La contemplo y me emociona pensar que esa misma luna llena de primavera contempló al Señor en la noche y en el alba más largos e intensos de la humanidad. Y hasta trabo, a veces, un "diálogo" con ella… La escruto y le pregunto que me transmita cómo fue aquella noche, como alumbró a Jesús en su Pasión de Pasiones, cómo iluminó a los personajes, repletos de tinieblas, que le acompañaban.

Y hasta siento celos de la luna. Y hasta quisiera saber si no palideció cuando en Getsemaní Jesús sudaba sangre, cuando fue entregado por Judas, cuando el gallo cantó tres veces o al ser condenado a muerte. Me interrogo si la luna cedió gustosa en aquella siguiente alba su paso al naciente sol o si reclamó permanecer como testigo mudo e insuperable de aquella historia, la más grande jamás contada, jamás vivida. Y es que aquella luna llena y primera de la primavera del 7 de abril del año 30 alberga y conserva todos los secretos que ya quisiéramos para nosotros quienes celebramos y nos emocionamos cada año al llegar su cándida luz de albura, al llegar la Pascua.

Asimismo, reconozco, con todo, que casi siempre me pasa como a los apóstoles. Y que me canso y me entra el sueño y me relajo y me distraigo y pierdo miserablemente el tiempo. Quizás me quiebre la gravedad del momento y, en definitiva, no soy capaz de velar junto al Señor como el Señor se merece. Y aunque me consuela pensar que en esta limitación mía tan reiterada se muestra la debilidad de la condición humana necesitada de redención y asumida por el Redentor, soy consciente de que la Pascua -el Paso del Dios del Amor-, señalada por esta primera luna llena de primavera, debe ser siempre aprovechada como ocasión tan privilegiada y tan única para recubrirnos de su fuerza y de su gracia, para revestirnos de los sentimientos de Cristo Jesús.

 

Oración a Jesús en Getsemaní

Señor de Getsemaní y del Calvario, tu Nombre y tu Rostro ansío y adoro.

Permíteme estar junto a Ti y aprender de Ti la ciencia de la Sabiduría verdadera,

y el único amor de los amores verdadero.

Perdona mi debilidad y mi pereza. Robustéceme y visítame con tu gracia.

Hazme de corazón prisionero y deudo de tu Santa Agonía.

Ayúdame a beber el cáliz de mi limitación,

el cáliz de que las cosas, las personas y yo mismo somos como somos

y no como nos gustaría y deberíamos ser.

 

Enséñame, Señor de Getsemaní y del Calvario, a buscar la voluntad del Padre.

Hazme fiel y entregado a la misión que tu Providencia y tu Iglesia me han confiado.

Que no escatime ni tiempo, ni entrega, ni amor, ni perdón, ni misericordia.

Que halle la sabiduría precisa para hacer bien las cosas

y que entonces sepa descubrir de Quien es el mérito y la obra.

 

Muéstrame tu rostro ensangrentado y glorioso

y haz que sepa reconocerlo y servirlo en los que sufren y lloran,

en los pobres, en los enfermos, en los ancianos, en los necesitados.

Señor de Getsemaní y del Calvario, tu Nombre y Tu Rostro necesito y reclamo.

 

Jesús, mírame tú también a mí y muéstrame la dulzura de tu Faz.

Mira a mis gentes, a mis afanes y servicios.

Que ya sabes, Señor de Getsemaní y del Calvario, lo que te pido.

Mira a nuestro mundo, vano y tan autosatisfecho.

¿Tan difícil es ser cristiano?

¿O tan difícil lo hacemos los cristianos?

¿Cuándo va a transformarnos de verdad tu Pasión y tu Pascua?

 

Mira a tu Iglesia: a sus pastores, a sus consagrados y a sus fieles.

Hazla cada día más digna de Ti

y más creíble en medio de un mundo alocadamente descreído y pagano.

 

Señor de Getsemaní y del Calvario, tu Nombre y Tu Rostro busco e imploro.

Tu oración de sudor, de angustia y de sangre,

la traición de Judas, el sueño descuidado e irresponsable de los Apóstoles,

la negación de Pedro, la farsa del Juicio Religioso de aquella noche,

la cobardía de Pilatos, la frivolidad de Herodes,

el clamor insensato y homicida del pueblo, la sentencia capital y letal,

la flagelación y la coronación de espinas, el Vía Crucis del mayor dolor,

la crucifixión y la muerte. ¡Tú Muerte, oh Dios de la vida!,

tu Descendimiento y Sepultura, tu Madre Dolorosa y Afligida

-nuestra Madre de la Soledad y de la Esperanza-,

no son solo memoria viva de la historia,

testimonios irrefutables del Amor más grande.

Son presencia y realidad mía y nuestra, de ayer, de hoy y mañana.

Sigue siendo Viernes Santo en nuestro mundo.

El lagar del aceite sigue manando sudor y sangre.

 

Enséñanos, Señor de Getsemaní y del Calvario, el secreto de tu Pasión

y haz que complementemos en nosotros lo que a ella le falta.

El alba del tercer día despunta también en nuestros horizontes.

Pero solo lo hará desde el servicio, la cruz y el amor extremos,

como Tú, Señor de Getsemaní y del Calvario.

De tu Sangre derramada, brotará el más bello arco iris

como signo de la misericordia divina.

 

Mírame, míranos, Señor de Getsemaní y del Calvario.

Infunde y refleja la Luz de tu Rostro tan amado y tan anhelado,

a través de la luna, de la primera luna llena de la primavera. Amén.

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 7 de abril de 2023

Rafael C. García Serrano

(Conferencia Nuestra Señora de la Antigua, Guadalajara)

 

 

 

Luz de la luz de Dios

¡Luz para la luz del alma,

luz divina!

 

¡Tan fácil es entenderlo y tan difícil!...

pero podemos sentirla.

 

Acercarse con los ojos de la fe

y mirar tras las rendijas del misterio

y alcanzar algo de esa luz... ¡y deslumbrarse!

 

¿Que será cuando se pueda ver la luz entera?

Cuando uno llegue... y mire... y viva en ella

lo profundo, lo sencillo, la eternidad, la armonía.

 

Luz de la luz de Dios:

¡ilumíname para llegar a Él!

Luz de luces.

¡Luz divina!

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Saeta a la Semana Santa de Salamanca
 

Salamanca, Salamanca,
la blanca de altos altares
la de las dos catedrales
por donde el desfile pasa.

¡Yo cantaré estos cantares
para tu Semana Santa…
que siendo semana es tanta
que alcanza tantos lugares…!

Tus pasos monumentales
pasan por tus nobles calles,

cual la propia Salamanca
se pusiera en pie; y en viaje.

Van diciendo los cantares
las piedras, que ya son arte.

Tu piedra, el mayor cantar
de tu semana tan grave,

donde procesiona el Hijo
y sigue detrás su Madre.

¡Yo cantaré estos cantares
para tu Semana Santa…
que siendo semana es tanta
que alcanza tantos lugares…!

Piedad –como un crucifijo,
en manto azul y muy grande-
lo pasea por las calles
a Jesús, su muerto Hijo.

¡Les van diciendo cantares
las piedras, que ya son arte;
y esas piedras y esas calles
sí son supremos cantares!

 

Publicada en el libro "Saetas de las Semanas Santas de España"
 
https://aache.com/tienda/es/647-cantil-de-cantos-v-saetas-a-las-semanas-santas-de-espana.html

 

 

Juan Pablo Mañueco

Premio CERVANTES-CELA-BUERO VALLEJO, 2016.

Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Saeta a Jesús Flagelado en Valladolid,
al pasar bajo el Sagrado Corazón de Jesús de la torre de la Catedral
 

A una columna va atado
este Jesús que parece
que su dolor nos ofrece,
en tanto que es flagelado.
 
Detrás, la catedral crece
hasta el Jesús más sagrado,
cuyo dolor ha cesado
y en que la Gloria amanece.
 
Su corazón ofrendado
al mundo, todo ha llenado,
 y la piedra ya florece
de rezos que el pueblo rece.
 
Valladolid se ha juntado
ante el Cristo aún atado,
 
toda la ciudad se mece
con su rezo, que estremece,
 
a Cristo, el crucificado,
para que -ya resucitado-
 
se suba pronto al tejado,
con su corazón sagrado.
 
¡Cantar vallisoletano
de Jesús enamorado.
 
que estará allá, torreado,            
bajo el cielo castellano…!
 
¡Cantar vallisoletano
de Jesús enamorado.
 
que estará allá, torreado,            
bajo el cielo castellano…!

 

Publicada en el libro "Saetas de las Semanas Santas de España"
 
https://aache.com/tienda/es/647-cantil-de-cantos-v-saetas-a-las-semanas-santas-de-espana.html

 

 

Juan Pablo Mañueco

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Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha

 

Vídeo autor:

https://www.youtube.com/watch?v=HdKSZzegNN0

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