Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Sé que el vacío es capacidad,

la nada, silencio;

la mente en blanco, espera.

Mas, ¿y si es indiferencia?

 

¿Dónde queda la vibración sensible,

la fascinación en el hallazgo,

el manantial constante,

el amor desbordado, enamorado?

 

Esperar en la noche es fe,

amar sin sentir, oblación,

creer sin ver, bienaventuranza,

permanecer, fidelidad.

 

Es la hora del amor mayor,

cuando se descubre la verdad

en el hondón del ser,

donde habita Dios.

 

El ayer de luz se fue.

La atracción marchó.

Solo queda el hoy,

El ahora fiel.

 

Y la nada se hace paz,

el silencio, presencia,

la espera, habitada,

y el amor, ofrenda.

 

Collado, 14, junio 2023

 

 

 

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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Seguramente la mayoría de aquellos que queremos entregarnos a obras que se ocupen de aliviar el sufrimiento de los otros, de nuestros convecinos y más allá, alguna vez hemos sentido que algún amigo nos “empujaba” desde arriba. No soy, ni de lejos, un teólogo por lo que de antemano pido excusas si escribo, con la mayor buena fe, algún pequeño despropósito teológico.

Según voy cumpliendo años, identifico esas ayudas con más frecuencia y con profunda humildad. También es cierto que, por esos años cumplidos, cada vez el número de mis amigos “en el piso de arriba” son más numerosos, hasta que un día sea uno con ellos, como espero. Afortunadamente, entre la mayoría de mis amigos a lo largo de toda mi vida, han predominado los cristianos y los miembros de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Unida esa realidad a la misericordia de Dios en la que creo a pie juntillas, me hacen confiar en su cercanía y en su ayuda, en la Comunión de los Santos. No pido la intercesión de alguno de ellos en particular, eso sería arrogarme una capacidad eclesial de la que carezco. Pero, dirigiéndome al “totum revolutum” de todos en conjunto, alguno seguro que se ocupa del amigo que aún no está entre ellos y permanece en la Iglesia militante y peregrina. Un amigo, servidor, que intenta cumplir, con poca fortuna en ocasiones, -reconocido queda- los Consejos Evangélicos.

Entre ellos, permítame, amigo lector, que recuerde a un buen sacerdote que ya se encuentra en la Iglesia del “piso de arriba”, de aquellos que ya están en la presencia de Dios o al menos lo vislumbran un poco, “allá lejos”, mientras terminan de purificarse para ser recibidos en la Iglesia Triunfante. Decía aquel sacerdote que “a veces nos iba mal como Iglesia, porque no nos acostumbrábamos a compartir la gracia de Dios”. Creo que tenía toda la razón. Los dones que el Buen dios nos regala y las gracias que recibimos, con las que incluso nacemos, debemos examinarnos para ser conscientes de haberlas recibido. No siempre accedemos a esa conciencia, ese conocimiento y con frecuencia, ni tan siquiera lo intentamos.

Es sin duda de una gran dificultad, el llegar a conocernos pues, ese conocimiento, implica conocer lo bueno y también los defectos que nos acompañan. A esto último, al conocimiento de los defectos, somos poco propensos desafortunadamente. Sin embargo, hemos de conocernos con la mayor crudeza posible y como habrá de aconsejarnos San Agustín: “conócete, acéptate, supérate”. Ese es el camino. Cuando conoces con facilidad tus capacidades y tus defectos, estás en disposición de poder servir al mundo de la mejor forma posible. Serás capaz de servir mejor que, en definitiva, es para lo que llegamos a este mundo todos, pero con mayor obligación para superarnos lo que queremos ser seguidores de Cristo: los cristianos.

¡Recuerdo a todos ellos! A tantos amigos de los que tanto he recibido en el terreno espiritual y en el puramente humano.

Al margen de este encuentro mensual con mis amigos del mundo, anunciar que no entiendo lo que ha pasado en la Asamblea Internacional de las Conferencias. Pero se bien que el Mal no puede nunca tener más fuerza que el Bien, aunque lo parezca algunas veces en el corto plazo. Oremos y cada uno, seamos conscientes de nuestra personal responsabilidad ante el Buen Dios. Todos.

 

A Cristo, con y por María.

Todo el mes de junio, con fiesta y solemnidad especial este viernes, día 16 de junio, está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, un culto cristiano esencial

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy, viernes, día 16 de junio, es la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Es también la jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes. El Corazón de Cristo es el corazón de la misericordia, la expresión de su amor. No perdamos tampoco el culto, siempre tan fecundo, al Sagrado Corazón de Jesús, a quien la Iglesia le dedica el mes de junio.

La fiesta del Sagrado Corazón cuenta en la ciudad de Guadalajara con dos grandes epicentros: el colegio Sagrado Corazón de los Agustinos Recoletos y la Diputación Provincial.  Distintos lugares de la diócesis como Bujalaro, Sigüenza, Pastrana, Sacedón, Tendilla, Molina de Aragón y El Olivar, entre otros, los celebran especialmente y cuentan, en algunos de ellos, con monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta al Sagrado Corazón se completa, al día siguiente, sábado 17 de junio, con la memoria del Inmaculado Corazón de María.

 

 

Corazón de Jesús, corazón de la fe cristiana

El culto al Corazón de Jesús no es una devoción parcial, periférica, local sobre Jesucristo, sino que expresa la totalidad del Señor. El Corazón de Jesús es el corazón de la fe cristiana, que se basa en el amor de Dios Padre que envió a su Hijo al mundo para nuestra salvación y quien (Jesús), con amor eterno y total, con corazón de Dios y Hombre, nos amó y nos ama hasta el extremo. Es un Corazón que habla a nuestro corazón: “Cor ad cor loquitur” (San John Henry Newman)

El Corazón de Cristo es el Corazón de la Misericordia del Padre. Un corazón de misericordia es el corazón de Cristo. El corazón de Cristo es un corazón que mana, que palpita, un corazón paciente, un corazón que ama, que perdona, que te conoce y te acoge siempre. Es un corazón que llora, que acompaña, que mira, que lucha, que salva, que muestra su herida, un corazón siempre solidario con las heridas de los demás. Un corazón que sana y en cuyas cicatrices están todas nuestras cicatrices del cuerpo y del alma. Es el corazón de Cristo, corazón del Evangelio, corazón de misericordia. “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso”.

 

Orígenes históricos de este culto

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús surge en Francia, en Paray Le Monial, tras una serie de visiones que tiene Santa Margarita María Alacoque, en las que Cristo le pidió que trabajase para la institución de una fiesta en honor del Sagrado Corazón. Estas apariciones tuvieron lugar entre los años 1673 y 1675.

El culto al Sagrado Corazón de Jesús tiene sus propias letanías, que son una de las praxis más fecundas en las que se ha alimentado esta devoción. Las letanías del Sagrado Corazón de Jesús fueron establecidas de manera oficial para toda la Iglesia en el año 1891 por disposición del Papa León XIII. Su fuente de inspiración y de creación se atribuye a Santa Margarita María de Alacoque. Son 33 invocaciones en evocación a los supuestos y tradicionales 33 años de la vida del Señor.

Por esas mismas fechas de la segunda mitad del siglo XVII, el también santo francés San Juan Eudes había escrito el primer oficio litúrgico de esta fiesta, que se estableció como propia de la Iglesia francesa en 1672.

Un siglo después, en 1765, la Santa Sede autorizó a los Obispos polacos y a la archicofradía romana del Sagrado Corazón la celebración de dicha fiesta. Pero no sería hasta el año 1856 cuando el Papa Pío IX estableció el culto universal de esta fiesta, extendiéndola a toda la Iglesia Católica e incrementándose de manera notable su arraigo y popularidad.

El culto y devoción al Sagrado Corazón de Jesús se convertiría así en la segunda parte del siglo XIX y en la primera parte del siglo XX en una de las características más acusadas y fecundas de la religiosidad y piedad de todos los miembros de la Iglesia, pastores y fieles. Si repasamos las biografías de los santos, beatos y fundadores de la época citada y el arte y la literatura de entonces encontraremos pruebas evidentes y hermosas de ello.

 

Sentido y naturaleza

¿Cuál es el sentido de esta devoción? La devoción al Corazón de Jesús no es el culto a una parte de su organismo y anatomía humana, es el culto y la devoción al mismo Jesús, a la persona entera de Jesucristo. De hecho, en la iconografía de esta devoción no se permitió jamás mostrar sólo el corazón. Había y hay que representar a Cristo en su humanidad completa, porque Él es el objeto de nuestra adoración y a Él se dirige nuestra oración al decir "Venid, adoremos al corazón de Jesús, herido por nuestro amor".

De ahí, pues, que la devoción al Corazón de Jesús sea entraña misma del culto a Jesucristo como expresión del amor de Dios y siga siempre hoy y siempre un espléndido camino de vida y piedad cristiana.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es quintaescencia del evangelio y del plan de salvación de Dios. Hablar del corazón de Jesús es hablar de su humanidad, de quien nos "amó con corazón de hombre". Hablar del corazón del corazón de Jesús es hablar del amor de Dios a los hombres. "Te amé con amor eterno". "Tanto amó Dios al mundo que entregó por él a su Hijo único".

 

El corazón es el símbolo del amor

El corazón representa el ser humano en su totalidad, es el centro original de la persona humana, el que le da la unidad. El corazón es el centro de nuestro ser, la fuente de nuestra personalidad, el motivo principal de nuestras actitudes y elecciones, el lugar de la misteriosa acción de Dios, escribió Karl Rahner.

El corazón es el símbolo del amor. Y puesto que Cristo tuvo un amor perfecto, su corazón es para nosotros el perfecto símbolo del amor. Su corazón fue saturado de amor perfecto al Padre y a los hombres. Nosotros aprendemos lo que es amor tratando de comprender y de vivir algo del amor de Cristo.

 

Juan Pablo II

El Papa Juan Pablo II, en 1979, en su primera encíclica, "Redemptor hominis", escribía: "La redención del mundo -este tremendo misterio de amor en el cual la creación se renueva- es en su raíz más profunda la plenitud de la justicia en un corazón humano, el corazón del Hijo Primogénito, para que pueda ser justicia en el corazón de muchos seres humanos, predestinados desde la eternidad Jesucristo a ser Hijos de Dios".

Celebrar el Corazón Jesús es, pues, celebrar la redención. Es celebrar el amor y responder al amor amando, a ese Amor que tantas veces no es amado. "El corazón habla al corazón", afirmaba a este respecto san Juan Pablo II, con frase del santo cardenal Newman, ya citada, y en referencia a la devoción al Corazón de Jesús como expresión y coloquio de amor. Celebrar el corazón de Jesús es celebrar el sacramento del amor salvífico del Padre. Y es que como se reza en el prefacio de la Misa del Sagrado Corazón, Jesús, "elevado sobre la cruz, hizo que de la herida de su costado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia: para que así, acercándose al corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de las fuentes de la salvación".

 

Benedicto XVI

El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana; el Corazón de Jesús es la síntesis de la Encarnación y de la Redención; el Sagrado Corazón es el manantial de bondad y de verdad; el Corazón de Jesús es expresión de la buena nueva del amor; el Sagrado Corazón es palpitación de una presencia en la que se puede confiar.

Son estas algunas de frases con la que el Papa Benedicto XVI habló del Corazón de Jesús, en los primeros días de junio de 2008. He aquí, desarrolladas estas hermosas ideas sobre el Corazón de Cristo según Benedicto XVI:

1.- El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la redención.

3.- Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús.

3.- Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

4.- Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Por todo ello, Benedicto XVI nos invitaba a todos y cada uno de nosotros a renovar en el mes de junio y siempre nuestra propia devoción al Corazón de Cristo. Y recomienda como uno de sus caminos más privilegiados para revitalizar esta devoción al Corazón de Cristo, valorar y practicar también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones que él mismo propone a toda la Iglesia. Asimismo, nos llamaba a venerar el Corazón Inmaculado de María (su fiesta es al día siguiente del Corazón de Jesús, esto es, mañana sábado 17 de junio), encomendándonos siempre a Ella con gran confianza. Es la madre que nunca falta.

 

Papa Francisco

El culto al Corazón de Jesús ha sido y es una característica muy destacada en la espiritualidad jesuítica. Y el Papa Francisco, como es bien sabido de todo, es jesuita.

De entre los múltiples suyos sobre la devoción al Corazón de Jesús, nos quedamos, con este triple pensamiento suyo al respecto: “Contemplando el Corazón de Cristo, podemos dejarnos guiar por tres palabras: recuerdo, pasión y consuelo. Primero, recuerdo. Recordar significa regresar con el corazón, volver a traer al corazón. Nos hace bien alimentar la memoria de quien nos ha amado, cuidado, levantado. El Corazón de Jesús nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos amados.

Segundo, pasión. El Corazón de Cristo es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz. En la ternura y en el dolor, ese Corazón revela cuál es la pasión de Dios: el hombre. Y tercer, consuelo. Es una fuerza que no viene de nosotros, sino de quien está con nosotros: Jesús, el Dios-con-nosotros. Animémonos con esta certeza, con el consuelo de Dios. Y pidamos al Sagrado Corazón la gracia de ser también nosotros capaces de consolar”.

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de junio de 2023

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conference of Santa María la Mayor - Guadalajara, Spain)

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Surely most of us who want to devote ourselves to works that relieve the suffering of others, of our neighbours and beyond, have at some time felt that a friend was "pushing" us from above. I am by no means a theologian, so I apologize in advance if I write, in all good faith, some theological nonsense.

As I grow older, I notice this help more frequently and with deep humility. It is also true that, as I get older, the number of my friends "upstairs" is increasing, until one day I will be one of them, as I hope. Fortunately, most of my friends throughout my life have been predominantly Christians and members of the Conferences of St. Vincent de Paul. This reality, together with the mercy of God in which I firmly believe, makes me trust in their closeness and in their help, in the Communion of Saints. I do not ask for the intercession of any of them in particular, that would be to claim an ecclesial capacity that I do not have. But, addressing the "totum revolutum" of all of them as a whole, someone is certainly taking care of this friend who is not yet among them and remains in the militant and pilgrim Church. A friend, a servant, who tries to fulfil, with little fortune at times -as I recognise- the Evangelical Recommendations.

Among them, allow me, dear reader, to recall a good priest who is already in the Church "upstairs", among those who are already in the presence of God or at least have a glimpse of Him, "far away", as they finish purifying themselves to be received into the Triumphant Church. That priest used to say that "sometimes we, as a Church, we are doing badly because we were not used to sharing God's grace". I think he was absolutely right. The gifts that the Good Lord gives us and the graces we receive, with which we are even born, we must examine ourselves in order to be aware of having received them. We do not always have access to this awareness, this knowledge, and often we do not even try.

It is undoubtedly of great difficulty to get to know ourselves, because this knowledge implies knowing the good and also the defects that come with us. To the latter, to the knowledge of our defects, we are unfortunately not very prone. However, we have to know ourselves as crudely as possible and, as Saint Augustine advised us: "know thyself, accept thyself, improve thyself". That is the way. When you know your strengths and your weaknesses with ease, you are in a position to serve the world in the best possible way. You will be able to serve better, which, in the end, is what we all came into this world for, but with a stronger duty to improve ourselves as followers of Christ: the Christians.

I remember them all, so many friends from whom I have received so much in the spiritual and in the purely human field...

Apart from this monthly meeting with my friends of the world, I would like to state that I do not understand what happened at the International Assembly of the Conferences. But I know very well that Evil can never be stronger than Good, even if it sometimes seems so in the short term. Let us pray and let each one of us be aware of our personal responsibility before the Good Lord, responsibility of all of us.

To Christ, with and through Mary.

 

Durante cuatro semanas, la Delegación Diocesana de Piedad Popular, Cofradías y Hermandades de la Diócesis, junto con la Asociación Ayuda a la Iglesia necesitada, ha organizado cuatro momentos de oración por los cristianos perseguidos.

De esta manera hemos querido hacer presentes a tantos cristianos, hermanos nuestros, que en otros lugares del mundo sufren persecución por ser cristianos, se les niega el derecho de la libertad religiosa y de culto, incluso se les rechaza socialmente por profesar su fe.

La fe que las Cofradías y Hermandades expresan públicamente ante creyentes y no creyentes, esta misma fe es causa de desprecio, persecución e incluso muerte en otros lugares del mundo. Los diversos testimonios que se han leído nos han concienciado de esta triste realidad. Y lo hicimos acompañando y orando ante una cruz que fue objeto de sacrilegio por parte de milicias del Daesh en Iraq.

Han sido actos de oración y concienciación, que se han desarrollado durante cuatro semanas y que se han realizado al modo de estaciones. El primer día caminamos desde la parroquia de Santiago hasta la parroquia de San Nicolás, en donde se rezó el Rosario. Era el día 13 de mayo. El 20 de mayo, tras concentrarnos en la iglesia de El Carmen, caminamos con la cruz hasta la iglesia de San Nicolás, en donde tuvimos una Hora Santa.

El viernes, día 26 de mayo, nos dirigimos desde San Nicolás a la parroquia de Santa María, en donde tuvimos un Via Lucis; y el día 3 de junio, arrancamos desde la iglesia del monasterio de las Madres Carmelitas hacia la iglesia de Santiago Apóstol, en donde oramos con un Via Matris.Con estos actos hemos querido hacer presente en nuestro ambiente cofrade y parroquial el sufrimiento y persecución de tantos hermanos nuestros que, en otras partes del mundo, sufren por profesar nuestra fe. Esta colaboración con Ayuda a la Iglesia Necesiada tiene vocación de seguir realizando diversos actos que nos sensibilicen ante esta realidad tan real, a la vez que dolorosa, de nuestro mundo.

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