Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular, Cofrafías y Hermandandes)

 

 

 

Nos encontramos, de nuevo, en vísperas de Semana Santa, mediando ya la cuaresma.

Semana Santa es riqueza de colores, de olores, de sabores,… fiesta de los sentidos, pero sobre todo es fiesta de la fe. Porque la fe se hace color, imagen, penitencia,… se hace vida. Y hacemos fiesta de la fe en el Señor, que muere y que resucita, que nos resucita.

Las Cofradías y Hermandades llevan semanas preparándose: ensayos, programas, reuniones, pregones, conciertos, carteles, traslados, besamanos,…

Es verdad que la Semana Santa se vive todo el año en el culto, la formación y la caridad. Y añadimos la evangelización, porque el mundo cofrade evangeliza a través de la belleza de las imágenes, de la música, del color y de sus actos.

Las Hermandades y Cofradías, y esto se escucha cada vez con más fuerza en diversos foros, son un oasis en un mundo secularizado. Muchas vocaciones al orden sacerdotal o a la vida consagrada tienen su origen en este mundo, porque los seminaristas y religiosos maduran su vocación vinculados a su cofradía.

Frente al hedonismo, penitencia sincera; frente a la indiferencia, implicación y pertenencia; frente al individualismo, fraternidad.

El mundo cofrade y la misma Piedad Popular tiene una gran capacidad de adaptación a los tiempos, evolucionando con la sociedad, porque están formadas por gente del pueblo, el Santo Pueblo de Dios.

No podemos enfrentarnos ni obviar esta realidad, aunque se ha de estar también atentos a las tentaciones de mundanización. Estas asociaciones de fieles han de ayudar a avivar el compromiso cristiano y moral sincero, así como una implicación en la vida y misión de la Iglesia.

Encontramos en las Cofradías y Hermandades escuelas de vida y de fe, donde se transmite la fe hecha devoción de los padres a los hijos.

Y en el mundo cofrade también se escucha la llamada del Señor a la conversión para ser auténticamente lo que se es y a un servicio generoso a la comunidad.

Que el Señor y su Santísima Madre nos ayuden y acompañen en el camino cuaresmal hacia la Pascua, el encuentro con el Señor.

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Toda la Iglesia católica celebra desde la tarde del viernes 8 a la tarde del sábado 9 de marzo una jornada continuada de confesiones y adoración eucarística

 

 

 

 

Por undécimo año consecutivo, la iniciativa del Papa Francisco «24 horas para el Señor» llega a toda la Iglesia en las vísperas del cuarto domingo de Cuaresma, el domingo «laetare» (domingo de la alegría). La jornada de este año será desde la tarde del viernes 8 de marzo, hoy, a la tarde de mañana, sábado 9 de marzo, en la víspera del domingo de la alegría. ¿Y es qué mayor alegría que la que se deriva del encuentro con Jesucristo a través de la adoración eucarística y la confesión sacramental? ¡Las fuentes de la misericordia y de la gracia, y, por lo tanto, de la alegría, están ahí!

Es esta ya una conocida iniciativa impulsada por Francisco, organizada por el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización e inspirada por una de las ideas que emanaron del Sínodo sobre la Nueva Evangelización del 2012: animar a los fieles a acudir con asiduidad al sacramento de la confesión.  

Esta jornada busca, por lo tanto, redescubrir, en tiempos de crisis en este sacramento, su riqueza del mismo, riqueza que podemos encontrar también enunciando los distintos nombres que recibe: sacramento de la confesión, de la reconciliación, de la penitencia, del perdón, de la misericordia, de la alegría.

La jornada tuvo lugar por primera vez en 2014 y entonces el Santo Padre sorprendió al mundo acudiendo al confesionario él mismo en primer lugar para confesarse, delante de las cámaras de televisión y de la prensa gráfica. La escena se ha repetido cada año y volverá a repetirse el en la tarde de este viernes 8 de marzo. Y tras recibir el perdón sacramental, Francisco confesó en años pasados a los fieles y ahora también lo hará.

 

 

«Caminemos en una vida nueva»

«Caminemos en una vida nueva», frase del apóstol en su epístola a los Romanos (capítulo 6, versículo 4) es el lema propuesto por el Papa para el desarrollo y animación de esta jornada en 20204. La confesión sacramental, expresión de la conversión permanente a la que los cristianos estamos llamados, nos hace caminar en una vida.

Hoy, viernes 8 de marzo, a las 5 de la tarde, el Papa presidirá una celebración penitencial en la basílica de San Pedro, se confesará y confesará a varias personas. Muchas otras parroquias de Roma, abiertas incluso durante toda la noche (sobre todo, las más céntricas) se sumarán a la cita.    

Y él mismo Papa Francisco define con esta frase lo que esta jornada y cuál es alcance y cómo desarrollarla: «Una ocasión propicia (el Papa llama a aprovechar la Cuaresma para reavivar el amor) será la iniciativa “24 horas para el Señor”, que este año nos invita nuevamente a celebrar el sacramento de la reconciliación en un contexto de adoración eucarística... En cada diócesis, al menos una iglesia permanecerá abierta durante 24 horas seguidas para permitir la oración de adoración y la confesión sacramental».

 

La confesión no es un sacramento pasado de moda

Uno de los grandes objetivos de la vida y misión de Iglesia es siempre la recuperación y potenciación del sacramento de la confesión, el sacramento por excelencia de la misericordia. Así, por ejemplo, se abundó en la necesidad en el Año Misericordia 2015-2016.

No fue esta la primera vez en las últimas décadas que la Iglesia busca revitalizar el ejercicio e incluso la recuperación del sacramento de la confesión. Aconteció también así en 1999, segundo año preparatorio al Gran Jubileo del 2000.  1999 fue el año de la Penitencia, del sacramento de la confesión, al igual que 1997 fue el año del bautismo, 1998, el de la confirmación y 2000, el de la eucaristía.

A partir del Concilio Vaticano II, se ha extendido en nuestra Iglesia la praxis de las celebraciones penitenciales comunitarias, cuya única fórmula legítima es siempre con confesión individual.  Este ha de seguir siendo uno de los caminos a recorrer, con renovadas fuerzas y formas, siempre en la vida de la Iglesia.

 «24 horas para el Señor» es una iniciativa, como queda dicho, creada e impulsada por Francisco con la confesión sacramental y la adoración eucarística como ejes radiales. Asimismo, se nos ocurre proponen otras sugerencias y posibilidades pastorales como celebraciones penitenciales en espacios abiertos y públicos y dotar a la piedad popular, a las peregrinaciones a los santuarios de una renovada incidencia y ofertas de confesiones. Igualmente, los sacerdotes habrían de permanecer más tiempo en los confesionarios y hacerlo de una manera sistemática y fiel a los horarios, previamente establecidos y comunicados, en términos paulinos, oportuna y hasta… inoportunamente.

 

¡Tantas razones para confesarnos!

El sacramento de la confesión no nos quita nada, no se inmiscuye indebidamente en nuestra intimidad, ni nos intimida, ni infantiliza, ni nos esclaviza a nada ni a nadie. No coarta nuestra libertad, sino que nos da las alas de la libertad verdadera. La confesión nos otorga ese todo –siempre en partes- del amor misericordioso de Dios, libera y plenifica nuestra intimidad, nos hace más humanos, más solidarios y más cristianos, nos reviste de la túnica nueva de la gracia y nos reitera la permanente segunda oportunidad que siempre Dios nos concede.

Es sacramento personal, también con efectos sociales, pues nos hace más justos, más fraternos, más misericordiosos. Es el sacramento de la alegría, de la reconciliación, de la penitencia, del reencuentro, de la fiesta. Porque sin el perdón no hay fiesta. Y sin el sacramento de la confesión no hay misericordia en plenitud.

 

Adoración eucarística diurna en San Ginés y en las Clarisas

Aparte de las distintas iniciativas que se lleven a cabo en las parroquias y comunidades, en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara la jornada volverá a encontrar, hoy viernes 8 de marzo, los dos epicentros de los años anteriores. Son las dos iglesias diocesanas de adoración eucarística continuada: San Ginés de Guadalajara y las Clarisas de Sigüenza.

En San Ginés, desde hace más de tres lustros (ya 16 años), durante unas diez-doce horas al día, todos los días del año, la adoración del Santísimo Sacramento es velada y turno por sacerdotes, consagrados y laicos.

La capilla eucarística de San Ginés, ubicada en un lateral, a la izquierda del templo según se entra, convenientemente calefactada y abierta desde primera hora de la mañana y hasta última hora de la noche, siempre cuenta con un servicio de turnos de vela, además de las decenas de personas que acuden al templo para hacer un rato de oración ante el Santísimo expuesto. Son ya varios miles de fieles los que se han acercado a participar de esta adoración eucarística permanente de San Ginés de Guadalajara.

Por su parte, la adoración eucarística en las Clarisas de Sigüenza está abierta todos los días a todo el pueblo de Dios. Con todo, son las hermanas Clarisas quienes desde las 8:30 de la mañana a las 7:30 de la tarde se turnan de manera sistemática y continuada en la vela al Santísimo Sacramento.

Además, la «Jornada 24 horas para el Señor» tiene este año en la ciudad de Guadalajara como epicentro, la parroquia de San Pascual Baylón, con motivo de sus bodas de oro. Y como actividad estelar, el sábado 9 de marzo por la mañana acogerá un retiro espiritual abierto a todo el pueblo de Dios y predicado por el obispo diocesano.

 

Mensajes del Papa en Twitter sobre la «Jornada 24 horas para el Señor»

1.- No temas acercarte al sacramento de la Confesión; en él encontrarás a Jesús que te perdona. (13-12-2013)

2.- La Confesión es el sacramento de la ternura de Dios, su forma de acogernos. (31-3-2015)

3.- En la Confesión, Jesús nos acepta con todos nuestros pecados para darnos un corazón nuevo, capaz de amar como él ama. (25-6-2015)

4.- En la Confesión, encontramos el abrazo misericordioso del Padre. Su amor nos perdona siempre. (12-8-2016)

5.- Hermanos, Dios nos llama, una vez más, a la conversión: oremos para obtener la gracia de una vida nueva en Cristo Señor. #24horasparaelSeñor (29-3-2019)

6.- #OremosJuntos para que vivamos el sacramento de la Reconciliación con renovada profundidad y para saborear el perdón y la infinita misericordia de Dios. #IntencionesdeOración (2-3-2021)

7.- El comienzo del regreso a Dios es reconocernos necesitados de Él, necesitados de misericordia. Este es el camino justo, el camino de la humildad. #Cuaresma #24HorasParaElSeñor (12-3-2021)

8.- Os animo a dedicar tiempo a la Palabra de Dios, los Sacramentos, el ayuno y la oración, para renovar así la relación con Dios, con nosotros mismos y con el prójimo. #Cuaresma #24HorasParaElSeñor (12-3-2021)

9.- Demos a Dios el primer lugar en la confesión. Si Él es el protagonista, todo se vuelve hermoso y la confesión se convierte en el sacramento de la alegría; no del miedo o del juicio, sino de la alegría. #24HorasparaelSeñor (17-3-2023)

10.- Sólo quien es pobre de espíritu, necesitado de salvación y mendigo de la gracia se presenta ante Dios sin exhibir méritos, sin pretensiones, sin presunción. No tiene nada y por eso encuentra todo, porque encuentra al Señor. #24HorasParaElSeñor (18-3-2023)

11.- Esto es, y debe ser, el sacramento de la Reconciliación: un encuentro festivo, que sana el corazón y deja paz interior; no un tribunal humano al que tenemos miedo, sino un abrazo divino con el que somos consolados. #24HorasParaElSeñor (18-3-2023)

12.- Somos pecadores y necesitamos la misericordia de Dios tanto como el aire que respiramos. La disponibilidad a la conversión, a dejarse purificar, a cambiar de vida, es signo de valentía, de fuerza. #Cuaresma (18-3-2023)

 

Lemas de la «Jornada 24 horas para el Señor»

2014: «El perdón de Dios es más fuerte que el pecado» (Papa Francisco).

2015: «Dios, rico en misericordia» (Efesios 2, 4-9.

2016: «Que yo pueda ver» (Marcos 10,51).

2017: «Misericordia quiero» (Mateo 9, 13)

2018: «De ti procede el perdón» (Salmo 130, 4).

2019: «Yo tampoco te condeno» (Juan 8, 11).

2020: «Tus pecados te son perdonados» (Lucas 7, 48).

2021: «Él perdona todas tus culpas» (Salmo 103, 3).

2022: «En Él, tenemos el perdón» (Colosenses 1, 13-14).

2023: «Ten piedad de mí que soy pecador» (Lucas 18,13).

2024: «Caminemos en una vida nueva» (Romanos 6,4).

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 8 de marzo de 2024

Por Alfonso Olmos Embid

(Director de la Oficina de Información)

 

 

 

 

 

 

Con la apertura de la Asamblea Sinodal, el pasado 25 de febrero en la contcatedral de Guadalajara, se ha iniciado la fase final del Sínodo. Perecía que no iba a llegar nunca. Los estragos de la pandemia también truncaron, en parte, la vitalidad de esta iniciativa eclesial propuesta por el ahora obispo emérito, Atilano Rodríguez.

Muchos, como manifestaba nuestro obispo, Julián Ruiz, en la eucaristía solemne en Santa María, “conectaron con entusiasmo y secundaron el proyecto, pero el paso del tiempo y el peso de la pandemia disminuyeron el ánimo y el esfuerzo. También ha habido un grupo de personas generosas que han perseverado y han permanecido fieles a pesar de todas las dificultades y contratiempos”, a todos, el obispo, públicamente dio las gracias.

En este momento de reuniones, oraciones y votaciones, “es preciso pasar de estar desactivados a ser miembros activos”, seguía diciendo el prelado. Solo de esa forma seremos fieles al Espíritu, que se quiere hacer presente para mostrarnos el camino que tenemos que seguir en los próximos años.

Por eso, aunque estas celebraciones y asambleas son, aparentemente, el culmen del proceso sinodal, no es así. Ahora se inicia un tiempo nuevo en el que tendremos que asumir, con madurez, lo que muchos han ido proponiendo desde la reflexión, la oración y el diálogo. Ahora es el tiempo del Espíritu. Ahora es el tiempo de la docilidad y, cómo no, de ponerse de nuevo en camino, juntos, para hacer realidad este sueño de comunión.

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Hoy, primer viernes de marzo, es la fiesta de esta popular advocación de Jesucristo, con presencia en la diócesis y cuya historia, azarosa, recorremos en este artículo

 

 

 

 

El Cristo de Medinaceli, también conocido como Nuestro Padre Jesús de Medinaceli o Jesús Nazareno Rescatado (cautivo, rescatado y hasta exiliado…), es una imagen de Jesús de Nazaret que evoca el momento de su Pasión cuando Pilato lo presenta al pueblo: Ecce, homo” (“Ahí, tenéis al hombre”). Es también popularmente conocido como el Señor de Madrid y hasta como el Señor de España. Se desconoce el autor de la talla, espléndida, aunque pertenece a la escuela sevillana del cordobés Juan de Mesa o de sus discípulos Luis de la Peña o Francisco de Ocampo. La imagen data de los primeros años del siglo XVII y mide 1,73 de altura.

Su iconografía es llamada “de la Sentencia”: el momento en que Cristo es sentenciado a la pena capital, en concreto a la crucifixión. Es de talla completa para vestir, constando simplemente de un paño de pureza. Tiene una extraordinaria mirada, de gran belleza y muy sugerente, que refleja un gran sufrimiento y una gran paciencia. La talla está encorvada por el dolor de espalda producido por la flagelación que el Señor acaba de recibir antes de la sentencia.

Para las grandes ocasiones, como el primer viernes de marzo y la procesión del Viernes Santo, Jesús de Medinaceli luce una corona de oro macizo de medio kilo de peso piedras preciosas incrustadas, regalo en la década de los 50 del siglo XX de los joyeros madrileños.

 

 

Siglo XVII: de Marruecos a Madrid

A comienzos del siglo XVII, esta tan venerada imagen fue llevada por los frailes menores capuchinos desde Sevilla a la Mámora (Marruecos), enclave tomado por España en 1614, a fin de que recibiera culto por parte de los soldados y pudiera ser empleada de cara a la evangelización de los nativos musulmanes.

Sin embargo, en abril de 1681, cayó la ciudad, y con ella la imagen, en manos del sultán Muley Ismail, que decide enviarla a la ciudad de Mequinez, que se estableció entonces como capital de Marruecos, como muestra de la victoria musulmana. En Mequinez, es arrastrada y tirada por las calles para que la gente pudiera mofarse de ella. Un padre trinitario, fray Pedro de los Ángeles, al ver lo que estaba sucediendo, decide hablar con el sultán para recuperar la imagen. Al efecto, el padre trinitario ofrece tanto oro como el que pesara la imagen. Cuando iba a ser pesada, de forma milagrosa redujo muchísimo su peso, ante el enfado del rey musulmán. Y la compra de la imagen hubo de ser tasada en 30 monedas de plata, siendo adquirida por los padres Trinitarios. Prueba de ello es el escapulario con la cruz trinitaria (roja y azul) que lleva la imagen.

Este escapulario, a su vez, se va a convertir en el salvoconducto que permita pasar la imagen a tierras cristianas y que significaba que los Trinitarios habían pagado por ella. En el verano de 1682, la imagen llega a Madrid, tras haber pasado por Tetuán, Ceuta, Gibraltar y Sevilla.

En Madrid, fue recibida con gran devoción, y para su llegada se organizó una multitudinaria procesión. La imagen empieza a ser conocida y venerada como Jesús del Rescate.

La imagen del Nazareno Rescatado fue entronizada en el altar mayor de la iglesia del convento, hoy desaparecido, de los Trinitarios. Sin embargo, el Ducado de Medinaceli cedió en 1686 un terreno colindante al convento para la construcción de una capilla adyacente, siendo trasladada la talla hasta esta nueva ubicación en 1689. Y es precisamente de sus benefactores de donde toma su nombre actual el Cristo de Medinaceli.

Mientras tanto, en Madrid se afianzaba el fervor y los Trinitarios consiguieron incorporar al Nazareno en las procesiones del Viernes Santo en 1697.

 

En el siglo XVIII, ya el Señor de Madrid

El 16 de marzo de 1710 fue fundada la Ilustre y Nobilísima Congregación de Esclavos de Jesús Nazareno, con el IX Duque de Medinaceli, Luis Francisco de la Cerda y Aragón, como hermano mayor. El principal motivo de la constitución de la cofradía fue rendir culto a la talla del Cristo y alumbrarla en la procesión del Viernes Santo. Hoy en día, su actividad continúa en la figura de la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Cristo de Medinaceli.

Durante el siglo XVIII, se llevó a cabo una ampliación de la capilla de Jesús de Medinaceli y hasta el propio convento de los Trinitarios cambió su advocación de Nuestra Señora de la Encarnación por el de Jesús Nazareno.

 

Convulso siglo XIX y peregrinaje por iglesias de Madrid

Con la ocupación de los franceses y la Guerra de la Independencia, la talla abandonó su ubicación original en 1809 y fue trasladada al Convento de los Padres Basilios, actual iglesia de San Martín, en la Plaza de la Luna (llamada ahora Plaza Santa Soledad Torres Acosta). En 1814, volvería a su capilla, que, al igual que el resto del conjunto, había sufrido importantes desperfectos, por los que el convento y templo trinitario tuvo que ser reedificado.

En aquellos años, el rey Fernando VII inauguró la tradición de que la Familia Real acudiera a venerar también al Nazareno en la celebración del primer viernes de marzo, un gesto que se mantiene en la actualidad. Este detalle también explica que la Archicofradía tenga el título de Real.

Pero también llegaron nuevos problemas como consecuencia de desamortización del ministro liberal Juan Álvarez de Mendizábal (1836). Así, el histórico convento e iglesia de los Trinitarios Descalzos de Madrid, sede original de Jesús de Medinaceli, fue desamortizado y exclaustrado.  Y la talla del Nazareno fue trasladada a la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat, en la Calle San Bernardo, y posteriormente a la iglesia de San Sebastián, en la calle Atocha. En 1847, la imagen pudo regresar a su tiemplo original. Sin embargo, el deterioro del edificio era muy preocupante y hasta imparable.

Por ello, finalmente en 1890 se decidió su derribo, cediendo los terrenos el Ducado de Medinaceli a la comunidad de Padres Capuchinos, que habían visto perder su cercano convento de San Antonio del Prado. Y en este lugar, muy cerca del Congreso de los Diputados, en la calle Jesús, desde el 8 julio de 1895, se halla la tan venerada imagen.  

De este modo, además, los Capuchinos se reencontraron con la talla del Nazareno que perdieron en Marruecos en 1681. El convento y la nueva iglesia fueron consagrados en 1930. Y pronto se convirtió también en parroquia. Más adelante, el 1 de septiembre de 1973, el Papa San Pablo VI elevó el templo al rango de basílica menor. Los Capuchinos regalaron al Papa una copia de la imagen y Pablo VI mandó una bendición especial, recomendando el beso de su pie.

 

Guerra Civil, nuevo y oculto peregrinaje, exilio, regreso

Ante la inminente Guerra Civil (1936-1939), los Padres Capuchinos se vieron en la obligación de abandonar nuevamente el convento en febrero de 1936, escondiendo la talla en un cajón de madera, envuelta en sábanas, en la cripta de la iglesia. Allí fue donde el bando republicano la encontró en febrero de 1937, y tras estar a punto de convertirla en astillas para poder calentarse-... ¡!, finalmente decidieron entregarla a la Junta Nacional del Tesoro Artístico. Tras pasar por el Ministerio de Hacienda o por la basílica de San Francisco El Grande, metido en un ataúd y rodeado de cadáveres, el Cristo de Medinaceli emprendió viaje a Valencia.

La talla del Nazareno madrileño permaneció en la Iglesia del Colegio del Patriarca, en Valencia, hasta agosto de 1937, y de allí continuó su camino hasta Cataluña, junto a otras muchas obras de arte. Los fosos del Castillo de Figueres o el Castillo de Perelada fueron algunos de los lugares en los que permaneció custodiada, hasta que finalmente el 3 de febrero de 1939 se decide su traslado, junto al resto del Tesoro Artístico, a la sede de la Sociedad de Naciones, en Ginebra (Suiza). El Cristo de Medinaceli iba en el primer camión, encabezando la comitiva que salió de España el 12 de febrero.

Pero pronto finalizó la Guerra Civil. Y el 14 de mayo de 1939 la villa de Madrid volvía a reencontrarse con su Señor. En una multitudinaria procesión, que hay quienes califican como del «segundo rescate», recorrió las calles desde el monasterio de la Encarnación hasta su templo de la calle Jesús. Se ponía fin al exilio del Nazareno, cerrando un nuevo capítulo de su trepidante historia.

 

Décadas de paz, piedad y prosperidad

En 1945, Francisco Palma Burgos realizó un soberbio trono procesional para el Nazareno. A partir de los años 40 y 50, comienza la expansión del culto de Jesús Medinaceli a otros lugares. Y la archicofradía primaria logró potestad de agrupación a cuantas asociaciones del mismo nombre y título, erigidas en el territorio nacional, así lo solicitasen, llegando a la actualidad a contar con más de medio centenar de cofradías agregadas en España (entre otras, en Guadalajara), que suman a más de ocho mil cofrades afiliados a ellas. Todo ello sin contar los cientos de miles de devotos de Jesús de Medinaceli.

En 1996, la talla fue objeto de un minucioso trabajo de restauración a cargo de Bellas Artes. En agosto de 2011, participó en el magno Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud, presidida por el Papa Benedicto XVI.

En octubre de 2019, recorrió las castizas calles de la capital para conmemorar el 80 aniversario de su segundo rescate, con una procesión extraordinaria que tuvo lugar desde la catedral de la Almudena y hasta su basílica.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 1 de marzo de 2024

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps