Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

 

El día 7 de enero de 1919 nació en el pueblo alcarreño de Copernal, Julia Simón Muñoz. Ha cumplido cien años y lo ha celebrado rodeado de su familia y amigos, dando gracias a Dios por todos los dones recibidos durante este siglo de vida. En su parroquia de San Nicolás de la capital provincial, con este motivo, se ha celebrado una misa de acción de gracias. He concelebrado la eucaristía con otros sacerdotes y durante la celebración, aunque se hacía referencia a su vida, a sus virtudes, a su dedicación a la Iglesia, a sus trabajos apostólicos, yo pensaba, sinceramente, que por alguna razón Julita no había podido asistir. 

En los primeros bancos estaban algunos de sus familiares y los que, a diario, llenan la concurrida misa del mediodía de la céntrica parroquia guadalajareña. Por más que miraba alrededor, mi vista no alcanzaba a encontrarla. Por fin a la hora de la comunión, me he dado cuenta de que la homenajeada estaba participando de la celebración, pero no en los primeros puestos donde yo pensaba encontrarla, sino donde a diario se sienta con el resto de las señoras que forman parte del coro parroquial, que anima esa misa matutina. Y desde allí, desde su banco, del brazo de una de las cantoras, se ha acercado a recibir al Señor. 

Hoy, una vez más, esta mujer nos ha demostrado cómo la sencillez es la mejor virtud de la gente importante. Julia Simón ha vivido cien años entregada a Dios, y ha hecho de su vida una entrega también a la promoción de las de su mismo sexo. La Iglesia y la sociedad guadalajareña, le debe mucho por sus avanzadas ideas y su tenacidad para desarrollarlas en distintos ámbitos, especialmente de la formación. 

Comprometida desde joven con la Acción Católica, fundó en Guadalajara, para la juventud femenina el llamado Colegio Rural, en el que jóvenes de los pueblos pudieran residir e iniciarse en la formación profesional. Este colegio pasó después a denominarse Colegio Profesional María Madre, que finalmente fue cedido a la diócesis. Además puso en marcha la Asociación Católica Internacional de Servicio a la Juventud Femenina que, a través de la Residencia Stella y la Escuela Castilla, ha ofrecido atención, formación y ayuda a la juventud. 

Por esa entrega incondicional a los demás, como expresión de su fe, Benedicto XVI, por petición del entonces obispo de la diócesis, le concedió la máxima distinción para los laicos, la medalla Pro Ecclesia et Pontifice. Se trata de una condecoración papal creada por León XIII el 17 de julio de 1888. Un premio de fidelidad a la Iglesia, por el servicio entregado a la comunidad eclesial. 

El alcalde de la ciudad ha participado en el emotivo homenaje a esta gran mujer que, en sus palabras de agradecimiento a los asistentes, ha reconocido con sencillez que nada ha sido obra suya, sino  que “Dios lo ha planeado todo y lo ha realizado todo”. La humildad ante todo. Un ejemplo del que deberíamos aprender.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

 

 

1. Villancico a Guadalajara

 

En este final del año

voy a cantar villancico,

con almirez lo acompaño.

iré a ver al Niño chico.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

cántate hasta nueve

y luego hasta diez.

 

La blanca Guadalajara

nevada está en cada calle,

aquel que mal la pisara

el suelo al resbalar raye. 

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que ya llevas dos

llegarás a diez.

 

Por la Calle Mayor Baja

se han escapado los pajes,

dicen que con ellos viajan

tres reyes con tres mensajes.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que con esta misma

has llegado a tres.

 

 Al llegar hasta la Plaza

Mayor hay mucho colgante

y mucho adorno que abraza

subiendo todo adelante.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que ya llevas cuatro.

¿Pararás en diez?

 

Por Plaza del Jardinillo,

van subiendo los camellos,

las mulas y el borriquillo

peinándose los cabellos.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que ya llevas cinco,

casi estás en diez.

 

Cuando se estrecha la calle

un rey con otro se junta,

y que dónde el portal se halle,

Melchor a Gaspar pregunta.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que si llevas seis

pronto estás en diez.

 

Ya aparece San Ginés,

después de Santo Domingo,

Niño, María y José,

yo mismo ya los distingo.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que llegando a siete

casi estás en diez. 

 

Bajo el arco del santuario

ha ocurrido el natalicio,

el portal es escenario

del Infantil Gran Bullicio.

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que pasamos de ocho,

sólo a dos de diez.

 

 A los pies de este gran Niño

acabado de nacer,

zambomba, almirez, cariño,

ya los puedes ofrecer. 

 

Anda, canta, anda,

cántate otra vez,

que ya estás en nueve,

casi das en diez.

 

Este blanco villancico

de Guadalajara es,

cuéntalo hasta cinco,

luego cuenta diez.

 

Y si aún queda hueco

y aún sabes contar,

Juan Pablo Mañueco

su autor puedes nombrar.

 

 2. Villancico de Usanos (Fragmento)

 

El Dios Niño está en Usanos

frota que frota las manos.    

Zum, zum; zum, zum.                  

Villancicos toca en tromba

mientras zumba la zambomba.

Zum, zum; zum, zum.                     

En Usanos, esta noche,

más hermosa que ninguna,

en el cielo saldrá un broche

en lo más alto: la luna.

 

Ya suben los Magos Reyes

por la cuesta del Rosal.

El Niño Dios tiene bueyes

y en los Pórticos, portal.

 

El Dios Niño está en Usanos

frota que frota las manos.

Zum, zum; zum, zum. 

Melchor no ha traído el oro,

que el Niño puedelotodo

si quisiera ese tesoro

lo fabricaría él todo. 

Zum, zum; zum, zum.

Ni con incienso Gaspar

va a incensar al Santo Niño,

porque donde esté ese Altar

todo es incienso y cariño.

Zum, zum; zum, zum. 

Hasta el negro Baltasar

se ha olvidado de la mirra,

pues el Dueño del lugar

con los cantos más se pirra. 

       Zum, zum; zum, zum.                

Ya llegan los Magos Reyes

al campo de las escuelas.

Ya el Niño dicta las leyes

de claclear castañuelas.

 

 

 3. Villancico triste de don Santiago Cabellos

(Sacerdote de la iglesia de San Ginés. In Memóriam)

                                                                

¡Ande, ande, ande,

qué tristeza tengo,

ande, ande, ande,

al cielo yo lo arengo! 

 

Por ti, Santiago Cabellos,

párroco de San Ginés,

que hoy día treinta te has muerto,

cerrando a diciembre sellos. 

 

¡Ande, ande, ande,

qué tristeza tengo,

ande, ande, ande,      

canto por un cura bueno!

 

En la Iglesia de San Ginés

aún Santiago Cabellos

está cosechando mies

para el Señor de los Cielos.

 

¡Ande, ande, ande,

qué tristeza tengo,

ande, ande, ande,      

canto por un cura bueno! 

 

Adiós, Santiago Cabellos.

A-Dios te has ido, al revés

que nosotros. Sus destellos

sólo veremos después. 

 

¡Ande, ande, ande,

qué tristeza tengo,      

ande, ande, ande,

canto por un cura bueno!  

                                   

Fuiste, Santiago Cabellos,

párroco del borriquillo

y creo que en uno de ellos

ante Dios hoy habrás ido.

 

¡Ande, ande, ande,

qué tristeza tengo,      

ande, ande, ande,      

canto por un cura bueno!

 

Pídele a Él por nosotros,

como pide un cura bueno

y pídele que nos dé todo

lo bello que hay en su seno.

 

¡Ande, ande, ande,

qué alegría tengo,      

que al cielo ha subido,   

en borrico, un cura bueno! 

 

Quien te rimó este recoveco

tu amigo es, Juan Pablo Mañueco.

 

 4. Villancico de Julio Lopezosa Espliego

(Ecologista, filatélico y defensor del patrimonio de Guadalajara, amigo mío)

 

Dime, Julio, ¿de quién eres

todo vestidito de verde,

si te llamas Lopezosa

y al Espliego lo promueves?

 

Resuenen con alegría

los cánticos de la Alcarria

y viva el bueno de Julio

que tiene humana importancia.

 

La Nochebuena se viene,

la Nochebuena se va.

Y nosotros nos iremos

y este canto quedará.

 

Dime, Julio, ¿de quién eres?

¿y si eres ecologista?,

¿si bueyes en el pesebre?

¿y del patrimonio artista?

 

Resuenen con alegría

los cánticos de la Alcarria

y viva el bueno de Julio

que tiene humana importancia.

 

Dime, Julio, ¿si filatelia

tiene una exposición pronto?

Porque, sin ti, la alcarreña

perderá valor y tono.


Resuenen con alegría 
los cánticos de mi tierra 
y viva el Niño de Dios 
que nació en la Nochebuena.

 

 

Todos estos villancicos y bastantes letras de Villancicos Nuevos más, están publicados en el libro digital "25 villancicos nuevos y canciones religiosas".

Ver más sobre este libro

 

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl en Guadalajara)

 

 

¿Seremos capaces este año, esta Navidad, de dejarnos de frases manidas, incluso no exentas en tantos casos de puras simplezas y nos atreveremos a hacer verdaderamente nuestra la Navidad y sus exigencias? Exigencias que no pasan solo por cantar piadosos villancicos y felicitarnos “las fiestas”. 

Cualquier ser humano, por el simple hecho de ser hijo de Dios y templo del Espíritu Santo, merece toda nuestra consideración y respeto. Recuerdo, cuando siendo aún niño, mi padre me explicaba la razón por la cual cuando alguien entraba en el lugar en el que nos encontrábamos, nos poníamos inmediatamente en pie. Me preguntaba mi buen padre: ¿sabes la explicación para ello? Como es natural, como niño sin muchas luces, (circunstancia en la que no he cambiado casi nada), le contestaba que lo hacíamos pues éramos personas “bien educadas”. 

Evidentemente, no era esa la respuesta. La respuesta como bien sabe el querido lector es que, nos levantábamos por respeto, me explicaba, dado que entraba en el cuarto o en el sitio en el que le recibiéramos, un ser humano que era “templo del Espíritu Santo”. Ni que decir tiene que tenemos olvidada esta explicación y que nos encontramos muy “finos” y elegantes ante la presencia de otro ser humano cuando nos levantamos, sin darle el verdadero y bello valor a nuestro gesto que dejamos convertido en una simple cortesía. Como si se tratase de saber cuándo utilizar la pala o el cuchillo mientras comemos.  Olvidada, como tantas preciosidades que parten, que tienen su origen, en la vivencia de la Fe.  

Como tiene su origen en la vivencia de Fe la acogida del extranjero. ¿Lo hacemos siempre bien? También en las Conferencias de San Vicente.  ¿Acogemos bien al que viene de fuera? Rotundamente no. Al menos no siempre. ¿Nos acordamos que avisado José, partió con María y el Salvador de emigrantes a Egipto? Con frecuencia no. ¿Nos acordamos lo que nos señala y exige el Deuteronomio cuando nos dice: Amarán al emigrante, porque ustedes fueron emigrantes en Egipto? (Dt 10, 19) 

Me apena cuando escucho que se señala a alguien como “sudaca” o es del “este” con aire despectivo. Sin embargo, los veo sirviendo por todas partes. Sí, sirviendo los “sudacas” o los del “este”. Sirviendo la mayoría de las veces a tantos de nuestros ancianos a los que hemos dejado solos. Haciéndoles la compañía de la que nosotros, sus compatriotas, hemos desistido en ocasiones. Limpiando, tantas veces, su ancianidad. 

¿Se ha fijado el querido lector quienes cuidan en su mayoría a nuestros mayores en las Residencias en las que los tenemos frecuentemente aparcados y alejados de las familias a las que han dedicado todo el esfuerzo de sus vidas? ¿Quiénes les acompañan en sus paseos a los que todavía pueden hacerlo? Pues precisamente, en la mayoría de los casos, hermanos nuestros de Sudamérica o de Europa del Este. En trabajos humildes, sí: seguramente como aquellos que los emigrantes de la Sagrada Familia, tuvieron que aceptar en tierra de Egipto. ¿Somos conscientes que son frecuentemente la imagen hoy de la Sagrada Familia? ¡Nuestras particulares y próximas Sagradas Familias! 

Es de bien nacidos ser agradecidos, dice el refrán tan español. En las Conferencias, vemos a muchos de estos hermanos que sirven a nuestros mayores. Recordemos, además, que han tenido en tantos casos, que abandonar a sus familias, buscando un futuro mejor para ellos y para sus hijos, que se les negaba allá donde nacieron. 

Recordemos, permítanme que lo repita, que el Salvador y sus padres, fueron emigrantes en Egipto, cuando sintamos la perversa manía de motejarlos para así sentirnos superiores. 

¿Nos acordaremos, además al hacerlo, de tantos de nuestros compatriotas emigrantes por el mundo? ¿Cómo les motejarán aquellos que actúen con la misma falta de caridad con la que lo hacemos, a veces, algunos de nosotros? 

Que María, nuestra Madre, nos ayude a verlos como los hermanos necesitados que es lo que realmente son. Hermanos que sufren. Que Ella nos ayude, en estos tiempos de Navidad, a recibirlos sin frialdad de corazón. Sin corazón de piedra.    

Querido lector: gracias por su compañía a lo largo del año que está a punto de acabar y ¡Feliz y caritativa Navidad!

Por la Comunidad de la Madre de Dios

(Monasterio de Buenafuente del Sistal)

 

 

Estimados amigos y hermanos en Jesús:

Estamos cerca de contemplar a nuestro Dios, Niño en Belén. Al mismo Dios que llevaremos a la Cruz, por nuestras desobediencias y ambiciones y que resucitará para nuestra salvación. 

Esta Navidad no es una más. Cada día tiene su afán. Nuestra salvación, nuestra vida vale solo en el momento presente. Sin embargo, esta sociedad, en la que vivimos, nos movemos y existimos, está gobernada por la apariencia; está sometida a la dictadura del consumo, y nos arrastra con sus redes. A todos y a cada uno en particular, aunque nos cuesta reconocerlo. Ya lo dijo Jesús en el Evangelio: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Mt 6, 24b). 

Alfonso Millán, obispo emérito, nos explicaba en una homilía las consecuencias de no vivir el momento presente:

“Nos hace superficiales, facilita una vida rutinaria y monótona, estimula la dispersión mental y nos ausenta de la vida.”

Reflexionando en esta cuatro consecuencias, nos damos cuenta de que definen nuestra sociedad, y también, muchas veces, nuestra propia vida. 

En la felicitación de esta Navidad hemos recuperado el texto del Libro primero de los Reyes que acompañó a nuestras hermanas hace casi 50 años: “Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías”. En Buenafuente del Sistal hemos visto cumplida esta Palabra. Está a la vista y en el corazón de la Comunidad. 

Hoy, el Señor nos llama a fijarnos más en la primera parte del texto: “Ella se fue y obró según la palabra de Elías”, como María respondió al ángel Gabriel: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38). 

Y nos despedimos con la felicitación navideña de D. Oscar Delgadillo: “Les deseo una Navidad en plenitud, en sabiduría y en verdad”. 

 

Unidos en adoración a Jesús que nace entre los pobres

vuestras hermanas de Buenafuente del  Sistal

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