Como en años anteriores, un mismo tema nos une para realizar la Campaña del Enfermo desde la Jornada Mundial, 11 de febrero, hasta la Pascua el 10 de mayo, VI domingo de Pascua: “Salud y sabiduría del corazón”.
“Yo era ojos para el ciego, yo fui pies para los cojos” (Job. 29,15)
Cuando el Consejo Pontificio nos propone este tema pretende hacernos descubrir que en este tiempo nuestro, en el que sólo cuenta lo que ‘reluce’ y lo efímero, la sabiduría del corazón consiste en la recuperación de la mirada hacia el hombre doliente con actitud contemplativa.
De ello se sigue, además, la toma y re-visionado del sentido del sufrimiento y de la oración según la Sabiduría de Dios. Y nos llama a revisar nuestra mirada y nuestras motivaciones-actitudes de los agentes de pastoral a la luz del corazón compasivo de Cristo.
Ofrecemos estas sencillas “ORIENTACIONES” como material que puede ayudar a una necesaria preparación y celebración en los diferentes ámbitos – nacional, interdiocesano, diocesano y local– a las Delegaciones Diocesanas y, por ello, a cuantos deseen colaborar activamente para lograr que la Campaña sea una realidad pastoral fecunda en nuestra Iglesia.
OBJETIVOS DE LA CAMPAÑA
1. Sensibilizar a los creyentes sobre la necesidad de contemplar a los que sufren y a la sanidad con ojos nuevos. Y a la sociedad entera sobre la necesidad de romper con la cultura de la indiferencia ante el sufrimiento y los que sufren hoy; de descubrir su situación y sus causas, y comprometernos activamente.
2. Iluminar, revisar y purificar nuestras actitudes y comportamientos con los enfermos y los que sufren a la luz de Jesús y de su Corazón misericordioso hacia ellos.
3. Mostrar la labor evangelizadora, entre los enfermos, de las Comunidades religiosas y de tantos consagrados.
4. Promover el compromiso de la comunidad cristiana y de la sociedad con los que sufren, que se traduzca en acciones realistas y creativas, individuales y colectivas, de atención a los mismos.
5. Celebrar la fe junto a enfermos, familias, profesionales, instituciones, voluntariado,
etc., y difundir, apoyar y agradecer su tarea y entrega.
DESTINATARIOS DE LA CAMPAÑA
. Los enfermos y sus familias.
. Los Profesionales de la Salud.
. Los servicios de asistencia religiosa de los hospitales.
. Las instituciones sanitarias y sociosanitarias, especialmente las de la Iglesia.
. La jerarquía de la Iglesia, los Organismos de promoción y decisión pastoral y las Instituciones docentes de la Iglesia en el campo de la Pastoral.
. Las comunidades cristianas y equipos de pastoral de la salud.
. Las congregaciones religiosas: educación, sanidad y vida contemplativa.
. La sociedad en general.
ACTIVIDADES PARA EL DESARROLLO DE LA CAMPAÑA
- En el ámbito nacional
. Dedicar al tema las XXXIX Jornadas Nacionales de Pastoral de la Salud (Septiembre 2014)
. Abordar el tema en las Jornadas o Encuentros que organizan las Comisiones del Departamento.
. Difundir el tema en los medios de comunicación social de ámbito estatal (prensa, radio y televisión).
. Evaluar al final la marcha y los resultados de la campaña.
- En el ámbito Diocesano e Interdiocesano
. Elaborar el “Proyecto concreto de la Campaña en la diócesis”.
. Implicar en el desarrollo de la Campaña a todos los Sectores de la Delegación.
. Interesar a las comunidades cristianas de la diócesis, empezando por sus pastores, e implicar a todos en las actividades de la Campaña.
. Motivar sobre la importancia y los objetivos de la campaña a los Servicios de Asistencia Religiosa de los hospitales y a las comunidades parroquiales y ofrecerles sugerencias prácticas sobre actividades para desarrollarla en su medio.
. Dedicar al tema las Jornadas Diocesanas (e Interdiocesanas) de Pastoral de la Salud.
. Organizar un encuentro de oración.
. Difundir el tema en los medios de comunicación social de ámbito diocesano (prensa, radio y televisión).
Nota importante. La Campaña del Enfermo en la Iglesia española comprende la celebración de la Jornada Mundial del Enfermo (11 de febrero) y la celebración de la Pascua del Enfermo el VI domingo de Pascua (10 de mayo).
LITURGIA DEL DÍA
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En este VI domingo de Pascua la Iglesia española celebra la Pascua del enfermo.
El tema de este año es “Salud y sabiduría del corazón”, que remite a la recuperación
de la mirada hacia la persona que sufre y la necesidad del compromiso de la fe viviendo las actitudes compasivas del corazón del Padre y del mismo Cristo con los enfermos.
El salmista nos ayudará a descubrir las maravillas que sigue actuando el Señor cada día en tantas personas. En especial cuando contemplamos al Dios Amor y cómo – amándonos- transforma nuestro corazón con una sabiduría compasiva que nos hace capaces de ver quién está sufriendo a nuestro lado y comprometernos con su mismo amor y su mismo corazón.
(Acogemos también en esta celebración a los hermanos que van a recibir el Sacramento de la Unción).
Oración de los Fieles: (puede escogerse alguna de las preces propuestas o todas)
Invocamos a Dios nuestro Padre, que resucitó a Jesucristo después de dar la vida por sus amigos, y le presentamos nuestras intenciones y las de todo el mundo.
R. Danos, Señor, la sabiduría del corazón.
— Por la Iglesia: para que todas las personas puedan experimentar en ella la fuerza del corazón misericordioso y acogedor del Padre. Oremos.
— Por nuestro mundo, marcado por el sufrimiento en sus distintas formas, para que Tú, Padre, lo transformes y pongas en su corazón la sabiduría y el Amor de tu Hijo Jesús. Oremos.
— Por nuestros hermanos enfermos: para que, experimentando el misterio de la cruz, sientan también la presencia cercana y fortalecedora del Resucitado. Oremos.
— Por las familias, los profesionales sanitarios, los voluntarios y todos aquellos que atienden y cuidan al enfermos, tantas veces preciosos iconos de la sabiduría de Dios al lado del que sufre, para que su ejemplo sea luz para todos. Oremos.
— Por todos los religiosos y religiosas consagrados al servicio de los enfermos y pobres: para que sean imagen de la solicitud de Cristo por los hermanos que nos necesiten. Oremos.
— Por nuestra comunidad cristiana: para que tenga siempre unos ojos atentos y un corazón sensible a las necesidades de quien sufre, y se convierta en encarnación de tu Corazón misericordioso. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración y danos un corazón compasivo para que nos mostremos siempre más atentos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Oración
Señor, en mi vida me pregunto
muchas veces cómo actuarías Tú.
Te veo junto a los enfermos, cómo les ayudas,
y cómo afrontas Tú el sufrimiento.
¡Cuánto me falta para parecerme a Ti!
Dame tu Espíritu, Señor.
Dame un corazón misericordioso como el tuyo.
Llénalo de esperanza cuando estoy enfermo
o cuando acompaño a quien lo está.
Ilumina mi mirada
para acercarme a los enfermos y sus familias
descubriendo sus necesidades,
pero también sus riquezas y recursos.
Y tú, María, que guardabas
todos los misterios de la vida en el corazón,
haz que yo guarde en el mío las preciosas
–y a veces dolorosas-
experiencias compartidas en medio del dolor,
y las transforme en Vida.
RAZONES PARA ELEGIR EL TEMA Y ENFOQUE DE LA CAMPAÑA
Al tema central de la Campaña de este año “Salud y sabiduría del corazón” el equipo nacional hemos pensado añadirle un lema “Otra mirada es posible con un corazón nuevo”, que de alguna manera recoge la concreción del mismo. La mirada de Dios y su Hijo sobre el enfermo y quien sufre, es una mirada distinta a la de la sociedad en general. Mirada que nace de un corazón nuevo y proyecta a un cambio de actitudes que transformen también nuestro corazón desde esa sabiduría del Padre. A continuación indicamos las razones del tema y el posible enfoque:
1. El sentido de Iglesia y vivencia de comunión uniéndonos a la propuesta del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud al ofrecer como tema para la Jornada Mundial del Enfermo 2015: “Salud y sabiduría del corazón”, con el lema: “Yo era ojos para el ciego, yo fui pies para los cojos”.
2. En continuidad con la Evangelii Gaudium. En este momento de la Iglesia en que el Papa Francisco nos invita a volver a Jesús, necesitamos recuperar sus mismas actitudes. La Exhortación nos invita a hacer una reflexión sobre nuestras tentaciones como evangelizadores, y a anunciar el Evangelio con nuevas actitudes y lenguajes.
Llamada a abrir nuestros ojos para descubrir donde están hoy los enfermos, cómo están siendo acompañados y visibilizados en nuestra sociedad e Iglesia, y transformar el corazón de las mismas para que los pongamos al centro de nuestras preocupaciones y atenciones, como hizo Jesús.
3. Porque hoy los enfermos y ancianos continúan estando poco visibilizados en nuestra sociedad. El mismo Papa Francisco ha alertado en varias ocasiones sobre el ‘descarte’ de enfermos y ancianos.
4. Somos invitados a dejarnos llenar y llevar por la sabiduría de Dios: “La amé y la busqué desde mi juventud y la pretendí como esposa. Así pues, decidí hacerla compañera de mi vida, sabiendo que sería mi consejera en la dicha y mi consuelo en las preocupaciones y la tristeza. Pero, al comprender que no la alcanzaría, si Dios no me la daba, acudí al Señor y le supliqué, diciéndole de todo corazón: «Dios de los padres y Señor de la misericordia, dame la sabiduría»” (Sab. 8,2.9.21; 9,1.4). Conscientes de que si nosotros no la tenemos no podemos transmitirla.
5. Tenemos necesidad de abrir nuestra mirada también a la sabiduría que nace de Dios hacia quien sufre. Sabiduría pastoral mostrada y reflexionada en la Campaña 2013 bajo el icono del Buen Samaritano: al enfermo lo ve, se para, se inclina hacia él, se hace cargo de su necesidad y su problema, carga con él, y encarga a otros la tarea de continuar su cuidado.
6. Llamados a vivir el compromiso social. «Desde el corazón del Evangelio reconocemos la íntima conexión que existe entre evangelización y promoción humana, que necesariamente debe expresarse y desarrollarse en toda acción evangelizadora. La aceptación del primer anuncio, que invita a dejarse amar por Dios y a amarlo con el amor que Él mismo nos comunica, provoca en la vida de la persona y en sus acciones una primera y fundamental reacción: desear, buscar y cuidar el bien de los demás» (E.G.178). Por tanto, el creyente y toda comunidad cristiana no pueden escapar a esta llamada: comprometerse activamente en el cuidado integral, promoción y defensa del enfermo y de la salud.
7. Cada Campaña del Enfermo es, o ha de ser, una nueva oportunidad evangelizadora.
Evangelización marcada por la Alegría: «La persona que viva en profundidad la alegría del Evangelio adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás» (E.G.9). «El mundo de la salud y de la enfermedad es hoy, igual que ayer, lugar privilegiado para la nueva Evangelización: Jesús anuncia el Evangelio del Reino curando, y confía a sus discípulos la misión de curar» (Mt 10,1) (Congreso Iglesia y Salud).
8. El cartel de la Campaña 2015 trata de mostrar estas ideas. Partiendo de saber que va a estar presente en hospitales, residencias y otros lugares de evangelización misionera, hemos querido resaltar en él: un niño-joven portando un corazón nuevo, la fragilidad de las personas que llevamos en nuestras manos, la prioridad de la atención a los más frágiles. Estamos llamados a mirar de una forma nueva a las personas –al estilo de Jesús- y cuidarles desde las claves de la sabiduría divina.
9. Es también el Año de la Vida religiosa. En él deseamos contemplar, aprender y enriquecernos con el testimonio de tantos consagrados; agradecer la inmensa labor que han hecho con los enfermos, también de las vidas entregadas en este servicio. Y animar y fortalecer la ilusión de nuestras comunidades religiosas para que sigan siendo motor de atención y respuesta esperanzada a tantos retos que se nos plantean cada día en el mundo de la salud.
10. Celebramos, además, los 50 años de la Conclusión del Concilio Vaticano II (1965). Es una llamada a retomar sus líneas pastorales básicas: Iglesia como Pueblo de Dios
(LG), que escuche y acompañe los sufrimientos y los gozos de la gente (GS); el valor central de la Palabra de Dios en la vida del enfermo y de los agentes pastorales (DV); profundizar en la Liturgia (SC) especialmente en los sacramentos propios de la enfermedad; una llamada a la Misión ‘ad gentes’ (AG), a salir al encuentro de las gentes más necesitadas; y el papel fundamental del laicado en toda ella (AA).
11. El Papa nos recordará en su Mensaje que la Sabiduría del corazón es servir al hermano, es estar con él, es salir de sí hacia el hermano y ser solidarios con él sin juzgarlo.
12. La familia. ¡Qué gran papel el suyo! y ¡qué difícil a veces! Debemos reconocer y valorar siempre su entrega, su testimonio, pero también cuidarles pues muchas veces necesitan apoyo, cercanía, escucha y ayuda para vivir de manera más sana, humana y cristiana la enfermedad de su ser querido. Ellos son el rostro diario de la caridad junto al enfermo, pero necesitan también sentirse amados por Dios y por la comunidad de fe.
13. Los Religiosos y Religiosas. En este año de la Vida Consagrada retomamos la llamada que se nos hace desde la Iglesia: “Cuidar a los enfermos en nombre de la Iglesia, como testigos de la compasión y ternura del Señor, es el carisma propio de las comunidades religiosas” (RUPE, 57). Resaltar su testimonio de entrega, incluso a veces con la donación de la propia vida, es también un deber en nuestras comunidades en esta Campaña. Así como revitalizar la presencia de los religiosos en el servicio a los enfermos, no sólo en los centros propios, sino en las comunidades parroquiales y en las casas.
14. Los Profesionales Sanitarios y los Voluntarios. Estas experiencias se extienden a todos los que ejercen de manera desinteresada el propio servicio al prójimo que sufre. (Salvifici Doloris, 29). Vosotros sois «reservas de amor», que lleváis serenidad y esperanza a los que sufren. También vuestro testimonio de amor es signo de otra mirada distinta que lleva en su interior corazones nuevos y renovados por el Espíritu.
15. Los Obispos y Sacerdotes. «Aunque se deben a todos, de modo particular, sin embargo, se les encomiendan los pobres y los más débiles... tengan la mayor solicitud por los enfermos y moribundos, visitándolos y confortándolos en el Señor» (PO, 6). En una cultura de la indiferencia, “tengan el valor de ir contracorriente (…) contemplando, adorando y abrazando a Cristo en el encuentro cotidiano con él en la eucaristía y en las personas más necesitadas”. (Papa Francisco en la Misa con los obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas. JMJ 2013).
16. Las comunidades. Requiere en todos los cristianos una conversión de mente, corazón y obras para conformarse a la sabiduría de Dios. Porque la atención a los enfermos no es “monopolio de nadie, sino deber y responsabilidad de todos” (Evangelium Vitae, 90).
MENSAJE DEL SANTO PADRE CON OCASIÓN DE LA XXIII JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2015
«Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (Jb 29,15)
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión de la XXIII Jornada Mundial de Enfermo, instituida por san Juan Pablo II, me dirijo a vosotros que lleváis el peso de la enfermedad y de diferentes modos estáis unidos a la carne de Cristo sufriente; así como también a vosotros, profesionales y voluntarios en el ámbito sanitario.
El tema de este año nos invita a meditar una expresión del Libro de Job: «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies» (29,15). Quisiera hacerlo en la perspectiva de la sapientia cordis, la sabiduría del corazón.
1. Esta sabiduría no es un conocimiento teórico, abstracto, fruto de razonamientos. Antes bien, como la describe Santiago en su Carta, es «pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía» (3,17). Por tanto, es una actitud infundida por el Espíritu Santo en la mente y en el corazón de quien sabe abrirse al sufrimiento de los hermanos y reconoce en ellos la imagen de Dios. De manera que, hagamos nuestra la invocación del Salmo: «¡A contar nuestros días enséñanos / para que entre la sabiduría en nuestro corazón!» (Sal 90,12). En esta sapientia cordis, que es don de Dios, podemos resumir los frutos de la Jornada Mundial del Enfermo.
2. Sabiduría del corazón es servir al hermano. En el discurso de Job que contiene las palabras «Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies», se pone en evidencia la dimensión de servicio a los necesitados de parte de este hombre justo, que goza de cierta autoridad y tiene un puesto de relieve entre los ancianos de la ciudad. Su talla moral se manifiesta en el servicio al pobre que pide ayuda, así como también en el ocuparse del huérfano y de la viuda (vv.12-13).
Cuántos cristianos dan testimonio también hoy, no con las palabras, sino con su vida radicada en una fe genuina, y son «ojos del ciego» y «del cojo los pies». Personas que están junto a los enfermos que tienen necesidad de una asistencia continuada, de una ayuda para lavarse, para vestirse, para alimentarse. Este servicio, especialmente cuando se prolonga en el tiempo, se puede volver fatigoso y pesado. Es relativamente fácil servir por algunos días, pero es difícil cuidar de una persona durante meses o incluso durante años, incluso cuando ella ya no es capaz de agradecer. Y, sin embargo, ¡qué gran camino de santificación es éste! En esos momentos se puede contar de modo particular con la cercanía del Señor, y se es también un apoyo especial para la misión de la Iglesia.
3. Sabiduría del corazón es estar con el hermano. El tiempo que se pasa junto al enfermo es un tiempo santo. Es alabanza a Dios, que nos conforma a la imagen de su Hijo, el cual «no ha venido para ser servido, sino para servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mt 20,28). Jesús mismo ha dicho: «Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve» (Lc 22,27).
Pidamos con fe viva al Espíritu Santo que nos otorgue la gracia de comprender el valor del acompañamiento, con frecuencia silencioso, que nos lleva a dedicar tiempo a estas hermanas y a estos hermanos que, gracias a nuestra cercanía y a nuestro afecto, se sienten más amados y consolados. En cambio, qué gran mentira se esconde tras ciertas expresiones que insisten mucho en la «calidad de vida», para inducir a creer que las vidas gravemente afligidas por enfermedades no serían dignas de ser vividas.
4. Sabiduría del corazón es salir de sí hacia el hermano. A veces nuestro mundo olvida el valor especial del tiempo empleado junto a la cama del enfermo, porque estamos apremiados por la prisa, por el frenesí del hacer, del producir, y nos olvidamos de la dimensión de la gratuidad, del ocuparse, del hacerse cargo del otro. En el fondo, detrás de esta actitud hay frecuencia una fe tibia, que ha olvidado aquella palabra del Señor, que dice: «A mí me lo hicisteis» (Mt 25,40).
Por esto, quisiera recordar una vez más «la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el otro” como uno de los mandamientos principales que fundan toda norma moral y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual como respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios» (Exhort. Ap. Evangelii gaudium, 179). De la misma naturaleza misionera de la Iglesia brotan «la caridad efectiva con el prójimo, la compasión que comprende, asiste y promueve» (ibíd.).
5. Sabiduría del corazón es ser solidarios con el hermano sin juzgarlo.
La caridad tiene necesidad de tiempo. Tiempo para curar a los enfermos y tiempo para visitarles. Tiempo para estar junto a ellos, como hicieron los amigos de Job: «Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande» (Jb 2,13). Pero los amigos de Job escondían dentro de sí un juicio negativo sobre él: pensaban que su desventura era el castigo de Dios por una culpa suya. La caridad verdadera, en cambio, es participación que no juzga, que no pretende convertir al otro; es libre de aquella falsa humildad que en el fondo busca la aprobación y se complace del bien hecho.
La experiencia de Job encuentra su respuesta auténtica sólo en la Cruz de Jesús, acto supremo de solidaridad de Dios con nosotros, totalmente gratuito, totalmente misericordioso. Y esta respuesta de amor al drama del dolor humano, especialmente del dolor inocente, permanece para siempre impregnada en el cuerpo de Cristo resucitado, en sus llagas gloriosas, que son escándalo para la fe pero también son verificación de la fe (Cf Homilía con ocasión de la canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, 27 de abril de 2014).
También cuando la enfermedad, la soledad y la incapacidad predominan sobre nuestra vida de donación, la experiencia del dolor puede ser lugar privilegiado de la transmisión de la gracia y fuente para lograr y reforzar la sapientia cordis. Se comprende así cómo Job, al final de su experiencia, dirigiéndose a Dios puede afirmar: «Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos» (42,5). De igual modo, las personas sumidas en el misterio del sufrimiento y del dolor, acogido en la fe, pueden volverse testigos vivientes de una fe que permite habitar el mismo sufrimiento, aunque con su inteligencia el hombre no sea capaz de comprenderlo hasta el fondo.
6. Confío esta Jornada Mundial del Enfermo a la protección materna de María, que ha acogido en su seno y ha generado la Sabiduría encarnada, Jesucristo, nuestro Señor.
Oh María, Sede de la Sabiduría, intercede, como Madre nuestra por todos los enfermos y los que se ocupan de ellos. Haz que en el servicio al prójimo que sufre y a través de la misma experiencia del dolor, podamos acoger y hacer crecer en nosotros la verdadera sabiduría del corazón.
Acompaño esta súplica por todos vosotros con la Bendición Apostólica.
Vaticano, 3 de diciembre de 2014, Memorial de San Francisco Javier
Francisco