Este sábado 24 de junio es la solemnidad de la Natividad de san Juan Bautista y el jueves 29 de junio, la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Mañana, sábado 24 de junio es la solemnidad litúrgica de la natividad de san Juan Bautista, el precursor del Señor. Fue fiesta de precepto y por eso continúa teniendo ciertas prerrogativas como la de tener dos formularios, pues al de la solemnidad de esta fecha se añade otro para la misa vespertina de la vigilia. Además, de san Juan Bautista se hace también memoria litúrgica el 29 de agosto para celebrar su martirio.

La figura de san Juan Bautista es presentada, del siguiente modo, en el prefacio (la oración que antecede a la consagración eucarística) de la misa de su natividad, el 24 de junio: “Y al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, porque él saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo. Él bautizó en el Jordán al autor del Bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”.

 

 

Fiestas y parroquias de san Juan Bautista

Algunos de los lugares de la diócesis donde san Juan Bautista es especialmente celebrado son Yebra, Palazuelos, Torremocha del Pinar, Escalera, Sigüenza, Torresaviñán, Alhóndiga, Galve de Sorbe, …

Y hasta veinticinco templos parroquiales tienen como titular a San Juan Bautista: Alhóndiga, Atienza, Auñón, Casas de San Galindo, Concha, Córcoles, Cubillas, Checa, Chequilla, Escalera, Fuencemillán, Jadraque, Majaelrayo, Matallana, Milmarcos, Palazuelos, Peñalén, Pinilla de Molina, Retiendas, La Toba, Torrejón del Rey, Torresaviñán, Tortuero, Turmiel y Valdeaveruelo.

Además, el monasterio de monjas benedictinas de Valfermoso de las Monjas, que data de 1186, está dedicado a san Juan Bautista.

 

Santos apóstoles Pedro y Pablo

El jueves día 29 de junio, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, los dos apóstoles columnas de la Iglesia.  Como reza el prefacio de su misa, Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó.

Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, Pablo la extendió a todas las gentes. De esta forma, por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio en Roma, celebra el miércoles, 29 de junio, el pueblo santo de Dios con una misma veneración.

El día de san Pedro y san Pablo es el Día del Papa y el día de la colecta del Óbolo de San Pedro, un fondo mundial de donativos para las obras de caridad del Papa, el sucesor de san Pedro.  En 2022, nuestra diócesis recaudó para la colecta del Óbolo de San Pedro 13.052,94 euros.

Por ello, ante esta jornada de los apóstoles Pedro y Pablo, ante el día del Papa, demos gracias a Dios por el ministerio apostólico petrino, que, desde el 13 de marzo de 2013, encarna Francisco. Acción de gracias, oración por su persona y ministerio y renovación de nuestra adhesión, comunión y fidelidad con él. Con Francisco, ahora Pedro; con Pedro, ahora Francisco. Siempre con Pedro y bajo Pedro.

 

Parroquias de San Pedro en la diócesisSan Pedro Apóstol es titular de cuatro decenas de parroquias de la diócesis, una de las advocaciones más comunes (la más común es la Asunción de María, con un centenar de parroquias). Al primero de los apóstoles, a san Pedro, están dedicadas las parroquias de Alcuneza, Anguita, Anguix, La Barbolla, Budia (con la popular fiesta de la “Sampedrada”), Cabanillas del Campo, Cendejas de Enmedio, Ciruelas, Codes, Copernal, Estriégana, Fuentelsaz, Gajanejos, Galápagos, Hinojosa, Hontoba, Loranca de Tajuña, Lupiana, Luzón, Mandayona La Miñosa, Monasterio, Motos, El Pedregal, Poveda de la Sierra, Rebollosa de Jadraque, Saelices de la Sal, Sayatón, Sotoca de Tajo, Tomellosa, Tordelrábano, Tortuera, Val de San García, Valfermoso de Tajuña, Veguillas, Villacadima y Yunquera de Henares, además de las que fueron parroquias de dos caseríos hoy desaparecidos: Valbueno, junto a Cabanillas del Campo; y Valdeancheta, junto a Espinosa de Henares. También Hita, donde San Pedro es festivo, tiene

También tiene una de sus parroquias dedicadas al apóstol san Pedro las ciudades de Guadalajara y de Sigüenza. Y la villa medieval honra a San Pedro como patrono principal, conserva, ya en ruinas tras la pasada guerra civil, una hermosa iglesia dedicada al santo. Por su parte, la parroquia de Abánades está dedicada a la Cátedra de San Pedro, cuya fiesta se celebra el 22 de febrero.

 

Patronazgos de San Pablo

 

El apóstol San Pablo tan solo tiene una parroquia dedicada en la diócesis: en Guadalajara, enfrente de la estación de RENFE, parroquia erigida en 1955.

San Pablo, en la fiesta de su conversión (25 de enero), es el patrono del Movimiento de Cursillos de Cristiandad.

 

Semblanza de san Juan Bautista

Hijo de Zacarías y de Isabel, ya ancianos y fruto de una intervención especial de la gracia de Dios, nació, según la tradición seis meses antes que Jesús, de quien era familiar. Zacarías e Isabel vivían en Ain Karen, una localidad muy próxima a Jerusalén, de cuyo templo su padre era sacerdote. El nombre de Juan fue elegido por su padre Zacarías, como inspiración divina, y para expresar la misión de este de precursor de Jesús. Todo ello aparece así reflejado en el evangelio de san Lucas (1, 5-20). También a María el arcángel san Gabriel le anunció el nacimiento de Juan (Lucas, 1, 26-38).

Los evangelios nos garantizan que vivía austera y penitencialmente, que tenía un grupo de discípulos, algunos de ellos probablemente próximos al grupo de los Esenios. Su misión fue preparar a Jesús un pueblo bien dispuesto. Su sobrenombre de Bautista, se debe que administraba, junto al río Jordán, un bautismo de purificación, bautismo que el mismo Jesús quiso recibir, como nos narran los tres evangelios llamados sinópticos: Mateo (11, 11), Marcos (1, 9-11) y Lucas (3, 15-16)

San Juan, en su evangelio, el cuarto y último en ser escrito, describe a Juan el Bautista como “un hombre enviado por Dios” que “no era la luz”, pero que “vino como testigo para dar testimonio de la luz, de manera que a través de él todos creyeran” (Juan 1, 6-8).

Según el libro de los Hechos de los Apóstoles (18, 24 y 19, 6), algunos discípulos de Juan pasaron a ser discípulos de Jesús (18, 24 y Hechos 19, 6); y el apóstol Andrés, hermano de Pedro, también lo fue (Juan 1, 35-42).

Juan Bautista, que reprobaba el matrimonio de Herodes Antipas y Herodías por ser ésta una mujer divorciada, tras ser encarcelado por el rey, acabó siendo decapitado ante la petición de Salomé, hija de Herodías, quien instigó a su hija al respecto (Mateo 14:1-12, Marcos 6:14-29 y Lucas 9:7-9). Sus discípulos recogieron su cuerpo y lo enterraron.

 

Semblanza de san Pedro

Natural de Betsaida, en Galilea, casado y pescador de oficio, su nombre era Simón bar-Jona (hijo de Juan). En Cafarnaúm, también en Galilea, junto al lago de Tiberiades, fue llamado por Jesús, a quien se lo presentó su hermano Andrés. Estos dos hermanos, junto a Santiago y Juan, hijos del Zebedeo, constituyeron el núcleo primero y principal de los apóstoles de Jesús.

Pronto Simón aparece en los evangelios en una posición preminente, que Jesús le otorga y le confirma, cambiándole de nombre: Pedro, que deriva de piedra, piedra sobre la que Jesús edifica su Iglesia, constituyéndole como la cabeza del colegio apostólico. Por ello, los papas, los pastores supremos de la Iglesia católica, son los sucesores de San Pedro.

Tras la resurrección de Jesús, será Pedro quien ya encabeza la Iglesia naciente. Hacia el año 44 fue encarcelado por orden del rey judío Herodes Agripa, pero consiguió escapar y abandonó Jerusalén, evangelizando en Antioquía (actual Turquía). Y en el final de su vida, viaja a Roma, capital del Imperio, donde se encuentra con Pablo. Allí fue detenido durante las persecuciones de Nerón contra los cristianos, y murió crucificado (hacia el año 64 o 67), en la colina del Vaticano, donde en el siglo IV se erigió una basílica en su honor.

El canon católico de los libros del Nuevo Testamento atribuye a san Pedro dos cartas apostólicas, en las que se presenta como testigo de Jesucristo, el modelo por excelencia a imitar y a seguir en la vida cristiana.

Y al igual que San Pablo, como luego veremos, san Pedro es celebrado en el calendario litúrgico de la Iglesia en tres fechas: el 22 de enero, fiesta de su cátedra (el ministerio apostólico petrino doctrinal); el 29 de junio, solemnidad de su martirio, junto con el de San Pablo; e, igualmente, junto con San Pablo, el 18 de noviembre, memoria litúrgica de la consagración o dedicación litúrgica de las basílicas romanas, donde están respectivamente enterrados: San Pedro en el Vaticano y San Pablo Extramuros, respectivamente.

 

Semblanza de san Pablo

En el año 8 de la era cristiana, en la ciudad Tarso (actualmente Turquía) nació san Pablo, cuyo nombre originario era Saulo. Muy joven, estudió en Jerusalén la ley mosaica. Fue discípulo del gran rabino Gamaliel. Aprendió también el oficio de la fabricación de tiendas. Asistió al martirio de san Esteban, diácono. Era judío observante y celoso, que inicialmente persiguió a los cristianos hasta su conversión.

Heraldo y misionero del Evangelio de Jesucristo por excelencia, desarrolló, sobre todo, este ministerio a través de sus viajes y de sus escritos. Desde Antioquía de Siria se dirigió a Chipre; luego, a las regiones de Asia Menor (Pisidia, Licaonia, Galacia); y después a las de Europa (Macedonia, Grecia), amén de cartas dirigidas a las ciudades de Éfeso, Filipos, Tesalónica, Corinto, Berea, Atenas y Mileto. Incluso pudo viajar a España.

Las cartas paulinas son textos de importancia teológica, histórica, espiritual y pastoral de primera magnitud. Quizás el más relevante de todos ellos –muy vinculado con la epístola a los Gálatas– es la carta a los Romanos, a modo de testamento del apóstol y de síntesis de su vida y predicación. Otras de sus cartas son las que dirigió a los Tesalonicenses, dos a los Corintios, a los Filipenses, a Filemón, … Fue martirizado en Roma en el año 68, aproximadamente. Está enterrado en la basílica a él dedicada en las entonces afueras de Roma, en la Vía Ostiense: la basílica de San Pablo Extramuros.

Y al igual que San Pedro, como ya dijimos, también san Pablo es celebrado en el calendario litúrgico de la Iglesia en tres fechas: el 25 de enero, fiesta de su conversión; el 29 de junio, solemnidad de su martirio, junto con el de San Pedro; y, asimismo, junto con San Pedro, el 18 de noviembre, memoria litúrgica de la consagración o dedicación litúrgica de las basílicas romanas, donde están respectivamente enterrados: San Pablo Extramuros y San Pedro en el Vaticano, respectivamente

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 23 de junio de 2023

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

Sé que el vacío es capacidad,

la nada, silencio;

la mente en blanco, espera.

Mas, ¿y si es indiferencia?

 

¿Dónde queda la vibración sensible,

la fascinación en el hallazgo,

el manantial constante,

el amor desbordado, enamorado?

 

Esperar en la noche es fe,

amar sin sentir, oblación,

creer sin ver, bienaventuranza,

permanecer, fidelidad.

 

Es la hora del amor mayor,

cuando se descubre la verdad

en el hondón del ser,

donde habita Dios.

 

El ayer de luz se fue.

La atracción marchó.

Solo queda el hoy,

El ahora fiel.

 

Y la nada se hace paz,

el silencio, presencia,

la espera, habitada,

y el amor, ofrenda.

 

Collado, 14, junio 2023

 

 

 

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conference of Santa María la Mayor - Guadalajara, Spain)

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Surely most of us who want to devote ourselves to works that relieve the suffering of others, of our neighbours and beyond, have at some time felt that a friend was "pushing" us from above. I am by no means a theologian, so I apologize in advance if I write, in all good faith, some theological nonsense.

As I grow older, I notice this help more frequently and with deep humility. It is also true that, as I get older, the number of my friends "upstairs" is increasing, until one day I will be one of them, as I hope. Fortunately, most of my friends throughout my life have been predominantly Christians and members of the Conferences of St. Vincent de Paul. This reality, together with the mercy of God in which I firmly believe, makes me trust in their closeness and in their help, in the Communion of Saints. I do not ask for the intercession of any of them in particular, that would be to claim an ecclesial capacity that I do not have. But, addressing the "totum revolutum" of all of them as a whole, someone is certainly taking care of this friend who is not yet among them and remains in the militant and pilgrim Church. A friend, a servant, who tries to fulfil, with little fortune at times -as I recognise- the Evangelical Recommendations.

Among them, allow me, dear reader, to recall a good priest who is already in the Church "upstairs", among those who are already in the presence of God or at least have a glimpse of Him, "far away", as they finish purifying themselves to be received into the Triumphant Church. That priest used to say that "sometimes we, as a Church, we are doing badly because we were not used to sharing God's grace". I think he was absolutely right. The gifts that the Good Lord gives us and the graces we receive, with which we are even born, we must examine ourselves in order to be aware of having received them. We do not always have access to this awareness, this knowledge, and often we do not even try.

It is undoubtedly of great difficulty to get to know ourselves, because this knowledge implies knowing the good and also the defects that come with us. To the latter, to the knowledge of our defects, we are unfortunately not very prone. However, we have to know ourselves as crudely as possible and, as Saint Augustine advised us: "know thyself, accept thyself, improve thyself". That is the way. When you know your strengths and your weaknesses with ease, you are in a position to serve the world in the best possible way. You will be able to serve better, which, in the end, is what we all came into this world for, but with a stronger duty to improve ourselves as followers of Christ: the Christians.

I remember them all, so many friends from whom I have received so much in the spiritual and in the purely human field...

Apart from this monthly meeting with my friends of the world, I would like to state that I do not understand what happened at the International Assembly of the Conferences. But I know very well that Evil can never be stronger than Good, even if it sometimes seems so in the short term. Let us pray and let each one of us be aware of our personal responsibility before the Good Lord, responsibility of all of us.

To Christ, with and through Mary.

 

Por José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencia Santa María, Guadalajara)

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Seguramente la mayoría de aquellos que queremos entregarnos a obras que se ocupen de aliviar el sufrimiento de los otros, de nuestros convecinos y más allá, alguna vez hemos sentido que algún amigo nos “empujaba” desde arriba. No soy, ni de lejos, un teólogo por lo que de antemano pido excusas si escribo, con la mayor buena fe, algún pequeño despropósito teológico.

Según voy cumpliendo años, identifico esas ayudas con más frecuencia y con profunda humildad. También es cierto que, por esos años cumplidos, cada vez el número de mis amigos “en el piso de arriba” son más numerosos, hasta que un día sea uno con ellos, como espero. Afortunadamente, entre la mayoría de mis amigos a lo largo de toda mi vida, han predominado los cristianos y los miembros de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Unida esa realidad a la misericordia de Dios en la que creo a pie juntillas, me hacen confiar en su cercanía y en su ayuda, en la Comunión de los Santos. No pido la intercesión de alguno de ellos en particular, eso sería arrogarme una capacidad eclesial de la que carezco. Pero, dirigiéndome al “totum revolutum” de todos en conjunto, alguno seguro que se ocupa del amigo que aún no está entre ellos y permanece en la Iglesia militante y peregrina. Un amigo, servidor, que intenta cumplir, con poca fortuna en ocasiones, -reconocido queda- los Consejos Evangélicos.

Entre ellos, permítame, amigo lector, que recuerde a un buen sacerdote que ya se encuentra en la Iglesia del “piso de arriba”, de aquellos que ya están en la presencia de Dios o al menos lo vislumbran un poco, “allá lejos”, mientras terminan de purificarse para ser recibidos en la Iglesia Triunfante. Decía aquel sacerdote que “a veces nos iba mal como Iglesia, porque no nos acostumbrábamos a compartir la gracia de Dios”. Creo que tenía toda la razón. Los dones que el Buen dios nos regala y las gracias que recibimos, con las que incluso nacemos, debemos examinarnos para ser conscientes de haberlas recibido. No siempre accedemos a esa conciencia, ese conocimiento y con frecuencia, ni tan siquiera lo intentamos.

Es sin duda de una gran dificultad, el llegar a conocernos pues, ese conocimiento, implica conocer lo bueno y también los defectos que nos acompañan. A esto último, al conocimiento de los defectos, somos poco propensos desafortunadamente. Sin embargo, hemos de conocernos con la mayor crudeza posible y como habrá de aconsejarnos San Agustín: “conócete, acéptate, supérate”. Ese es el camino. Cuando conoces con facilidad tus capacidades y tus defectos, estás en disposición de poder servir al mundo de la mejor forma posible. Serás capaz de servir mejor que, en definitiva, es para lo que llegamos a este mundo todos, pero con mayor obligación para superarnos lo que queremos ser seguidores de Cristo: los cristianos.

¡Recuerdo a todos ellos! A tantos amigos de los que tanto he recibido en el terreno espiritual y en el puramente humano.

Al margen de este encuentro mensual con mis amigos del mundo, anunciar que no entiendo lo que ha pasado en la Asamblea Internacional de las Conferencias. Pero se bien que el Mal no puede nunca tener más fuerza que el Bien, aunque lo parezca algunas veces en el corto plazo. Oremos y cada uno, seamos conscientes de nuestra personal responsabilidad ante el Buen Dios. Todos.

 

A Cristo, con y por María.

Todo el mes de junio, con fiesta y solemnidad especial este viernes, día 16 de junio, está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, un culto cristiano esencial

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy, viernes, día 16 de junio, es la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Es también la jornada mundial de oración por la santificación de los sacerdotes. El Corazón de Cristo es el corazón de la misericordia, la expresión de su amor. No perdamos tampoco el culto, siempre tan fecundo, al Sagrado Corazón de Jesús, a quien la Iglesia le dedica el mes de junio.

La fiesta del Sagrado Corazón cuenta en la ciudad de Guadalajara con dos grandes epicentros: el colegio Sagrado Corazón de los Agustinos Recoletos y la Diputación Provincial.  Distintos lugares de la diócesis como Bujalaro, Sigüenza, Pastrana, Sacedón, Tendilla, Molina de Aragón y El Olivar, entre otros, los celebran especialmente y cuentan, en algunos de ellos, con monumentos dedicados al Sagrado Corazón de Jesús. Esta fiesta al Sagrado Corazón se completa, al día siguiente, sábado 17 de junio, con la memoria del Inmaculado Corazón de María.

 

 

Corazón de Jesús, corazón de la fe cristiana

El culto al Corazón de Jesús no es una devoción parcial, periférica, local sobre Jesucristo, sino que expresa la totalidad del Señor. El Corazón de Jesús es el corazón de la fe cristiana, que se basa en el amor de Dios Padre que envió a su Hijo al mundo para nuestra salvación y quien (Jesús), con amor eterno y total, con corazón de Dios y Hombre, nos amó y nos ama hasta el extremo. Es un Corazón que habla a nuestro corazón: “Cor ad cor loquitur” (San John Henry Newman)

El Corazón de Cristo es el Corazón de la Misericordia del Padre. Un corazón de misericordia es el corazón de Cristo. El corazón de Cristo es un corazón que mana, que palpita, un corazón paciente, un corazón que ama, que perdona, que te conoce y te acoge siempre. Es un corazón que llora, que acompaña, que mira, que lucha, que salva, que muestra su herida, un corazón siempre solidario con las heridas de los demás. Un corazón que sana y en cuyas cicatrices están todas nuestras cicatrices del cuerpo y del alma. Es el corazón de Cristo, corazón del Evangelio, corazón de misericordia. “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontraréis vuestro descanso”.

 

Orígenes históricos de este culto

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús surge en Francia, en Paray Le Monial, tras una serie de visiones que tiene Santa Margarita María Alacoque, en las que Cristo le pidió que trabajase para la institución de una fiesta en honor del Sagrado Corazón. Estas apariciones tuvieron lugar entre los años 1673 y 1675.

El culto al Sagrado Corazón de Jesús tiene sus propias letanías, que son una de las praxis más fecundas en las que se ha alimentado esta devoción. Las letanías del Sagrado Corazón de Jesús fueron establecidas de manera oficial para toda la Iglesia en el año 1891 por disposición del Papa León XIII. Su fuente de inspiración y de creación se atribuye a Santa Margarita María de Alacoque. Son 33 invocaciones en evocación a los supuestos y tradicionales 33 años de la vida del Señor.

Por esas mismas fechas de la segunda mitad del siglo XVII, el también santo francés San Juan Eudes había escrito el primer oficio litúrgico de esta fiesta, que se estableció como propia de la Iglesia francesa en 1672.

Un siglo después, en 1765, la Santa Sede autorizó a los Obispos polacos y a la archicofradía romana del Sagrado Corazón la celebración de dicha fiesta. Pero no sería hasta el año 1856 cuando el Papa Pío IX estableció el culto universal de esta fiesta, extendiéndola a toda la Iglesia Católica e incrementándose de manera notable su arraigo y popularidad.

El culto y devoción al Sagrado Corazón de Jesús se convertiría así en la segunda parte del siglo XIX y en la primera parte del siglo XX en una de las características más acusadas y fecundas de la religiosidad y piedad de todos los miembros de la Iglesia, pastores y fieles. Si repasamos las biografías de los santos, beatos y fundadores de la época citada y el arte y la literatura de entonces encontraremos pruebas evidentes y hermosas de ello.

 

Sentido y naturaleza

¿Cuál es el sentido de esta devoción? La devoción al Corazón de Jesús no es el culto a una parte de su organismo y anatomía humana, es el culto y la devoción al mismo Jesús, a la persona entera de Jesucristo. De hecho, en la iconografía de esta devoción no se permitió jamás mostrar sólo el corazón. Había y hay que representar a Cristo en su humanidad completa, porque Él es el objeto de nuestra adoración y a Él se dirige nuestra oración al decir "Venid, adoremos al corazón de Jesús, herido por nuestro amor".

De ahí, pues, que la devoción al Corazón de Jesús sea entraña misma del culto a Jesucristo como expresión del amor de Dios y siga siempre hoy y siempre un espléndido camino de vida y piedad cristiana.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es quintaescencia del evangelio y del plan de salvación de Dios. Hablar del corazón de Jesús es hablar de su humanidad, de quien nos "amó con corazón de hombre". Hablar del corazón del corazón de Jesús es hablar del amor de Dios a los hombres. "Te amé con amor eterno". "Tanto amó Dios al mundo que entregó por él a su Hijo único".

 

El corazón es el símbolo del amor

El corazón representa el ser humano en su totalidad, es el centro original de la persona humana, el que le da la unidad. El corazón es el centro de nuestro ser, la fuente de nuestra personalidad, el motivo principal de nuestras actitudes y elecciones, el lugar de la misteriosa acción de Dios, escribió Karl Rahner.

El corazón es el símbolo del amor. Y puesto que Cristo tuvo un amor perfecto, su corazón es para nosotros el perfecto símbolo del amor. Su corazón fue saturado de amor perfecto al Padre y a los hombres. Nosotros aprendemos lo que es amor tratando de comprender y de vivir algo del amor de Cristo.

 

Juan Pablo II

El Papa Juan Pablo II, en 1979, en su primera encíclica, "Redemptor hominis", escribía: "La redención del mundo -este tremendo misterio de amor en el cual la creación se renueva- es en su raíz más profunda la plenitud de la justicia en un corazón humano, el corazón del Hijo Primogénito, para que pueda ser justicia en el corazón de muchos seres humanos, predestinados desde la eternidad Jesucristo a ser Hijos de Dios".

Celebrar el Corazón Jesús es, pues, celebrar la redención. Es celebrar el amor y responder al amor amando, a ese Amor que tantas veces no es amado. "El corazón habla al corazón", afirmaba a este respecto san Juan Pablo II, con frase del santo cardenal Newman, ya citada, y en referencia a la devoción al Corazón de Jesús como expresión y coloquio de amor. Celebrar el corazón de Jesús es celebrar el sacramento del amor salvífico del Padre. Y es que como se reza en el prefacio de la Misa del Sagrado Corazón, Jesús, "elevado sobre la cruz, hizo que de la herida de su costado brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia: para que así, acercándose al corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de las fuentes de la salvación".

 

Benedicto XVI

El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana; el Corazón de Jesús es la síntesis de la Encarnación y de la Redención; el Sagrado Corazón es el manantial de bondad y de verdad; el Corazón de Jesús es expresión de la buena nueva del amor; el Sagrado Corazón es palpitación de una presencia en la que se puede confiar.

Son estas algunas de frases con la que el Papa Benedicto XVI habló del Corazón de Jesús, en los primeros días de junio de 2008. He aquí, desarrolladas estas hermosas ideas sobre el Corazón de Cristo según Benedicto XVI:

1.- El Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la redención.

3.- Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús.

3.- Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

4.- Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Por todo ello, Benedicto XVI nos invitaba a todos y cada uno de nosotros a renovar en el mes de junio y siempre nuestra propia devoción al Corazón de Cristo. Y recomienda como uno de sus caminos más privilegiados para revitalizar esta devoción al Corazón de Cristo, valorar y practicar también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones que él mismo propone a toda la Iglesia. Asimismo, nos llamaba a venerar el Corazón Inmaculado de María (su fiesta es al día siguiente del Corazón de Jesús, esto es, mañana sábado 17 de junio), encomendándonos siempre a Ella con gran confianza. Es la madre que nunca falta.

 

Papa Francisco

El culto al Corazón de Jesús ha sido y es una característica muy destacada en la espiritualidad jesuítica. Y el Papa Francisco, como es bien sabido de todo, es jesuita.

De entre los múltiples suyos sobre la devoción al Corazón de Jesús, nos quedamos, con este triple pensamiento suyo al respecto: “Contemplando el Corazón de Cristo, podemos dejarnos guiar por tres palabras: recuerdo, pasión y consuelo. Primero, recuerdo. Recordar significa regresar con el corazón, volver a traer al corazón. Nos hace bien alimentar la memoria de quien nos ha amado, cuidado, levantado. El Corazón de Jesús nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos amados.

Segundo, pasión. El Corazón de Cristo es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz. En la ternura y en el dolor, ese Corazón revela cuál es la pasión de Dios: el hombre. Y tercer, consuelo. Es una fuerza que no viene de nosotros, sino de quien está con nosotros: Jesús, el Dios-con-nosotros. Animémonos con esta certeza, con el consuelo de Dios. Y pidamos al Sagrado Corazón la gracia de ser también nosotros capaces de consolar”.

 

 

Artículo publicado en 'Nueva Alcarria' el 16 de junio de 2023

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