Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Aunque es María en su asunción en cuerpo y alma a los cielos la advocación patronal diocesana, el culto a la Inmaculada es su rasgo mariano más fecundo

 

 

 

 

La Iglesia católica universal celebra con esplendor el 8 de diciembre la solemnidad litúrgica de la Inmaculada Concepción de María. Desde 1760, la Inmaculada es la patrona secundaria de España, tras el apóstol Santiago.

Y en nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, el culto y devoción a la Inmaculada Concepción de María es el aspecto más destacado de su historia mariana y mariológica, que, además, fue adelantado teológico y apóstol constante de esta verdad y misterio, proclamado dogma por el papa beato Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Y, al respecto, he aquí los principales testimonios y ejemplos con epicentros, sobre todo, en Molina de Aragón, Sigüenza, Guadalajara, Horche y Pastrana.

 

 

Las Purezas de Molina

El 19 de junio de 1644, el Señorío de Molina de Aragón hizo solemne voto y juramento de “tener, defender y celebrar la Concepción sin culpa de la Virgen Madre de Dios”

 Más de un siglo antes, el Papa León X había honrado a Molina y su iglesia capitular de “Santa María la Mayor de San Gil” con el privilegio de poder celebrar en la medianoche del día 7 al 8 de diciembre de 1518 una misa en honor de la Inmaculada. Molina de Aragón conservó, aún después de perder su cabildo, este privilegio por decreto de León XIII, del año 1883, en la citada iglesia arciprestal. Hoy día esta Nochebuena anticipada es una de sus “honras”, una de sus señas de identidad, que durante tres años pude compartir.

 “La Sin pecado”, tal y como es llamada por las tierras frías y entrañables del Señorío, es muy querida allá. Un solemne novenario caldea los ánimos de los molineses hasta la llegada de la gran noche. “Las Purezas” son muestras musicales de este fervor y de esta historia tan unida con el pueblo.

Entre el 18 de febrero de 2018 y el 18 de febrero de 2019, Molina de Aragón conmemoró el quinto centenario de su privilegio inmaculista. Lo hizo con distintas iniciativas, como la exposición artística “In nocte ante festum”, la colocación de una escultura de la Inmaculada en la hornacina de la puerta principal del templo y la celebración de un novenario y fiesta jubilares, con gracia de la indulgencia plenaria, entre el 29 de noviembre y el 8 de diciembre. Y este año 2023, tras las importantísimas obras de restauración del citado templo (con una inversión de unos 900.000 euros), popularmente llamado de San Gil, la fiesta será especialmente significativa.

 

El Salto de la Hoguera en Horche

Una de las advocaciones patrias de Horche es precisamente la Inmaculada. En el siglo XVI se formó en el pueblo la Cofradía de Esclavitud de la Purísima, compuesta por 12 cofrades que representan las doce estrellas de san Juan en el libro del Apocalipsis. Esta cofradía se transformó en Hermandad de la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora de la Soledad (esta última es la advocación mariana patronal de Horche, con fiesta el 8 de septiembre). Pedro Ibero Eraso fundó la Hermandad en 1670. Cuarenta años antes, en 1630, se consagró una capilla en honor de la Inmaculada.

Tras el rezo de Vísperas, en la tarde del día 7 y un ágape fraterno compuesto de sardinas asadas, se encienden doce hogueras que deben ser saltadas por los mozos. Ya en la mañana del día 8, el día de la fiesta, los cofrades con capa, sombrero y cirio acuden a la misa mayor, y por la tarde, nombran prioste de la cofradía para el nuevo año.

 

Los Monumentos a la Inmaculada

Tres grandes monumentos a la Inmaculada, cuales pairones de fe y amor filial, se alzan en esta tierra nuestra. Los dos primeros aluden al Año Santo Mariano de 1954, y en recuerdo al primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada por el Papa Pío IX. Son los de Sigüenza, junto a la iglesia de San Jerónimo del seminario mayor y el de Molina de Aragón, en el cerro de Santa Lucía.

 El 11 de mayo de 1968 el entonces Nuncio del Papa en España, Luigi Dadaglio, junto al obispo diocesano Laureano Castán, inauguro en la Plaza de Santa María de Guadalajara otro monumento.

 

El arte, el claustro, las fiestas

Otras cinco localidades de esta tierra reservan muestras artísticas y de vida religiosa contemplativa en honor de la Inmaculada: Sigüenza, Atienza, Pastrana, Guadalajara, Almonacid de Zorita y Budia.  Las dos primeras conservan dentro en espléndido patrimonio artístico dos espléndidas capillas bajo esta advocación mariana. Así, la más bella bóveda de la catedral de Sigüenza es la gótica de la capilla de la Concepción, en el claustro, cerrada tras la pasada guerra civil y reabierta hace una decena de años. Desde 2014, en esta capilla se muestra un óleo de El Greco sobre la anunciación y encarnación.

 La nave también catedralicia del Evangelio, en sus primeras estribaciones, guarda otro bellísimo espacio dedicado a la Virgen. Es la capilla, de combinado y florido estilo cisneriano, de la Anunciación, también llamada de la Purísima desde que, en 1905, para conmemorar las bodas de oro de esta definición de la Inmaculada, se instaló allí una bella talla murillesca de María Purísima en su Concepción, realizada por el entonces afamado escultor catalán afincado en Madrid Francisco Font i Pons.

Atienza, por su parte, en la iglesia de la Santísima Trinidad guarda también como uno de sus tesoros de primor otra capilla homónima.

 En 1559, santa Teresa de Jesús, siempre fémina inquieta y andariega, fundó en Pastrana el Carmelo Descalzo. Pero pronto las desavenencias con la Señora local, la princesa de Éboli (Ana de Mendoza de la Cerda), frustraron la realidad. En aquella iglesia teresiana, en 1575, se aposentaron monjas hijas de santa Beatriz de Silva, Concepcionistas Franciscanas, que crearon el convento de la Purísima Concepción y de San José, que ha llegado a nuestros días, como acontece con la iglesia del Carmen de Guadalajara, habitada también por monjas de la Inmaculada, congregación que hasta 1981 contó con una tercera casa de nuestra provincia, en Almonacid de Zorita, concretamente, en la iglesia de los Calatravas del siglo XVI.

En Budia, también hubo un convento, hoy en ruinas, en este caso de frailes carmelitas, dedicado a la Inmaculada Concepción.

 

Un obispo de Sigüenza, defensor en Trento del Privilegio

La historia del dogma de la Inmaculada es inequívoca muestra de las veces que el pueblo creyente se adelanta a la definición ex cátedra. Dicho queda que ésta no se produce hasta el 8 de diciembre de 1854, en los primeros compases del dificilísimo ministerio petrino de Pío IX, quien haría de la proclamación, de su significado profundo y hasta de su fecha un emblema durante todo su pontificado, que, con 32 años, ha sido el más largo de todos los tiempos.

 Tres siglos antes, el aula conciliar de Trento, estudió seriamente el tema, que, finalmente, se pospuso. Era en el primer período del Tridentino, celebrado en la capital del Alto Adige entre el 13 de diciembre de 1545 y el 2 de abril de 1547. Concretamente, en las sesiones V y VI. El tema de estudio era el “Pecado Original y la Justificación”, médula de la Reforma Protestante. Saber si la Virgen María tuvo o no pecado original surgía, pues, como consecuencia. Una de las voces más ardientes en la defensa del privilegio mariano fue la del cardenal Pedro de Pacheco, entonces obispo de Jaén y entre 1554 y 1560 obispo de Sigüenza.

 

"El obispo" de Pastrana

El obispo y fraile franciscano Pedro González de Mendoza (1569-1639), hijo de princesa de Éboli, nacido probablemente en Pastrana, es para esta noble villa alcarreña su "obispo". Allí vivió, allí fundó un colegio, y allí, en la colegiata, está enterrado. Fray Pedro González de Mendoza, descendiente del Gran Cardenal de España, del mismo nombre, se crió en la corte del Rey Felipe II e ingresó fraile menor en el convento de La Salceda, del que fue guardián. Posteriormente, fue, de modo sucesivo, obispo electo de Osma, arzobispo de Granada, arzobispo de Zaragoza y obispo de Sigüenza. Rigió la sede seguntina entre 1623 y 1639.

 Interesa también fray Pedro González de Mendoza en estos apuntes históricos sobre la tradición inmaculista de nuestra diócesis por su amplia y prolongada correspondencia epistolar con los Reyes Felipe III y Felipe IV, en defensa y en argumentación de las razones por la que se debía solicitar al Papa la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de María, tema que inquietaba especialmente a Felipe III ante los planteamientos contrarios que le hacía llegar al respecto su confesor. Muchas de estas cartas -algunas de ellas en texto originales- se conservan en la colegiata de Pastrana.

 

Cabildo de Sigüenza y Ayuntamiento de Guadalajara

En 1644, siendo arzobispo-obispo de Sigüenza Fernando de Andrade y Sotomayor, Rey de las Españas Felipe IV y Romano Pontífice de la Iglesia Católica Urbano VIII, el cabildo de la catedral seguntina emitió un solemne voto y juramento de defensa de la Inmaculada Concepción de María.

 Este juramento es anticipo de unas súplicas por la Inmaculada Madre del redentor que la iglesia seguntina elevó a Clemente XII, Papa entre 1730 y 1740 y quien estuvo a punto de definir este dogma mariano. La primera de ellas es del entonces obispo de Sigüenza fray José García y Castro (1727-1746), franciscano, fechada el 12 de octubre de 1732. Ese mismo día la Universidad de Sigüenza, con su rector, Miguel Falcó, y los catedráticos de Teología y Derecho, Manuel Lázaro y Blas Minayo, hacen lo propio. Por fin, el 17 de octubre del mismo año el cabildo seguntino eleva una nueva súplica, firmada, primeramente, por su deán Antonio Carrillo de Mendoza, y que es todo un tratado teológico sobre la Inmaculada Concepción.

Unos días antes, el Ayuntamiento de la ciudad de Guadalajara, entonces perteneciente eclesiásticamente a la archidiócesis de Toledo, y el cabildo colegial de Medinaceli, en la provincia de Soria, y obispado de Sigüenza hasta 1955, elevaron sendas súplicas al Romano Pontífice en el mismo sentido. La de Guadalajara va fechada el 7 de octubre de 1732 y firmada en primer lugar por el conde de Medina y Contreras, y la de Medinaceli está datada el 10 de octubre del mismo año y encabeza su firma el abad de la colegiata Diego de Buenaventura.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 8 diciembre de 2023

Por Eduardo Marques Almeida


Conferencia Santa Margarida
Rio de Janeiro, Brasil

 

 

(el siguiente artículo lo puedes leer a continuación en castellano, portugués, francés e inglés)

 

Recientemente, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe (órgano de la Curia Romana encargado de promover y salvaguardar la fe y la moral) escribió una carta de respuesta al obispo Julito Cortes, de Dumanguete (Filipinas). El obispo Cortes había consultado al Dicasterio sobre cómo tratar el hecho de que en su diócesis ha aumentado el número de fieles afiliados a la masonería.

La carta de respuesta reforzaba lo que la declaración de 1983 de la Congregación para la Doctrina de la Fe afirmaba claramente: "la afiliación activa de un fiel a la masonería está prohibida a causa de la 'irreconciliabilidad' entre la doctrina católica y la masonería".

Como sabemos, cuando una persona se hace masón, adquiere el compromiso de situar la masonería por encima de cualquier otra afiliación religiosa o social.  Por tanto, si ser católico y masón a la vez no es posible, y si ser masón es superior a cualquier otra afiliación, la opción parece obvia: nada contra la masonería, y menos contra nuestros hermanos masones, pero si usted es masón, por favor, busque otra Iglesia en la que vivir su fe. 

Hace algunos años, el anterior Presidente General Internacional de la Sociedad de San Vicente de Paúl indicó en una entrevista que la SSVP debería acoger a nuestros hermanos masones.  Seguramente el error del presidente se debió a su desconocimiento de la declaración oficial de la Iglesia de 1983.  Los malentendidos ocurren...

Si la Iglesia católica y la masonería no son compatibles, entonces ser vicenciano y ser masón son también vocaciones irreconciliables.  Ahora bien, si un masón se compromete a poner la masonería por encima de cualquier otra afiliación (incluida la SSVP), la elección parece obvia: nada contra la masonería, y menos contra nuestros hermanos masones, pero si eres masón y vicenciano, por favor, deja la SSVP y busca otra forma de servir a los pobres.  ¡Hay muchas!  Los bienes de la SSVP están al servicio exclusivo de los pobres.

Dios nos da la capacidad de elegir lo que queremos para nuestra vida espiritual y secular.  Nos pide que elijamos, sobre todo cuando hay alguna incompatibilidad entre nuestra fe y vida fuera de la Iglesia.

Por otra parte, Dios también nos pide que no juzguemos a nadie: antes debemos quitarnos la "viga" de nuestro propio ojo que criticar la paja en el ojo de nuestro prójimo.  Por tanto, no corresponde a nadie juzgar a los demás, pero sí a cada uno ponerse la mano en la conciencia y tomar las decisiones correctas. 

La ignorancia sobre la incompatibilidad de la Iglesia y la masonería ya no es excusa para hacer afirmaciones incorrectas.  La Iglesia tiene clara la elección que debemos hacer; la masonería también tiene clara la elección que deben hacer sus miembros.  Corresponde al propio "masón vicentino" si tal existe, lo que no quiero llegar a creer, tomar conciencia de la incompatibilidad, reconocer con sinceridad de espíritu su implícito compromiso con la primacía de la masonería sobre la SSVP y por ello retirarse de su Conferencia.  La masonería, no es lugar para los católicos; incluso puede ser motivo del pecado de escándalo.

No creamos que, porque hemos hecho un compromiso secreto, Dios no ve nuestra alma.  Dios, y nadie más, conoce tan bien nuestro corazón que nos juzgará según nuestras elecciones y según su infinita misericordia. 

La SSVP no es medida por número de miembros: vive desde hace 190 años de nuestra elección sincera de la búsqueda de la santidad, de la fidelidad de nuestra fe a la Iglesia y de nuestro compromiso al servicio de nuestros Maestros y Señores.  Más bien, las Conferencias Vicencianas son un templo de vocaciones (pocas o muchas) que ejercen su fe tanto en el sagrario del Santísimo Sacramento como ante en el sagrario de la casa del Pobre o del Sufriente.

¡Que el Espíritu Santo nos guie en nuestras opciones y acciones!

 

 

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Igreja Católica e Maçonaria: são compatíveis?

Recentemente, o Dicastério para a Doutrina da Fé (órgão da Cúria Romana responsável pela promoção e salvaguarda da fé e da moral) escreveu uma carta-resposta a Dom Julito Cortes, bispo de Dumanguete, nas Filipinas[1]. Dom Cortes havia feito uma consulta ao Dicastério sobre como lidar com o fato de que em sua diocese, tem havido aumento de fiéis filiados à maçonaria.

A carta-resposta reforçou o que a declaração da Congregação para a Doutrina da Fé de 1983, dizia claramente: “a filiação ativa de um fiel à maçonaria é proibida, devido à ´irreconciliabilidade´ entre a doutrina católica e a maçonaria”.

Como sabemos, quando uma pessoa se torna maçom, faz um compromisso em que se compromete a colocar a maçonaria acima de qualquer outra filiação religiosa ou social.  Portanto, se ser católico e ser maçom, ao mesmo tempo, não é possível e se ser maçom é superior a qualquer outra afiliação, a escolha parece óbvia: nada contra a maçonaria, nem muito menos contra nossos irmãos maçons, mas se você é maçom, por favor, busque outra Igreja para viver a sua fé. 

Há alguns anos, o anterior Presidente Geral Internacional da Sociedade de São Vicente de Paulo indicou em uma entrevista que a SSVP deveria acolher os nossos irmãos da maçonaria.  Certamente, o equívoco do presidente se deveu à falta de conhecimento da declaração oficial da Igreja de 1983.  Equívocos acontecem...

Se Igreja Católica e maçonaria não compatíveis, ser vicentino e ser maçom também são vocações irreconciliáveis.  Ora, se o maçom tem o compromisso de colocar a maçonaria acima de qualquer outra filiação (inclusive acima da SSVP), a escolha parece óbvia: nada contra a maçonaria, nem muito menos contra nossos irmãos maçons, mas se você é maçom e é vicentino, por favor, deixe a SSVP e procure outra forma de servir ao Pobre.  Há muitas!  Os bens da SSVP são para serviço exclusivo aos Pobres.

Deus nos dá a capacidade de escolher o que queremos para a nossa vida espiritual e secular.  Ele nos pede que façamos escolhas, em particular, quando existe alguma incompatibilidade de nossa fé com nossa filiação secular.

Por outro lado, Deus também nos pede que não julguemos ninguém: antes devemos tirar a “trave” de nosso olho que criticar o cisco no olho de nosso próximo.  Não cabe a ninguém, portanto, julgar o outro, mas cabe a cada um colocar a mão na consciência e fazer as escolhas certas. 

A ignorância sobre a incompatibilidade entre Igreja e maçonaria não serve mais de desculpa para afirmações incorretas.  A Igreja é clara na escolha que devemos fazer; a maçonaria também é clara na escolha que seus membros devem fazer.  Cabe ao próprio “vicentino maçom”, se houver (o que não quero acreditar), tomar consciência da incompatibilidade, reconhecer com a sinceridade do espírito o seu compromisso implícito de primazia da maçonaria sobre a SSVP e, assim, retirar-se de sua Conferência.  A maçonaria não é lugar para os católicos, podendo até mesmo ser motivo do pecado de escândalo. 

Não creiamos que, porque realizamos um compromisso secreto, Deus não vê a nossa alma.  Deus, e ninguém mais, conhece tão bem o nosso coração que nos julgará segundo nossas escolhas e segundo a Sua infinita misericórdia. 

A SSVP não precisa de quantidade: ela viveu por 190 anos pela nossa escolha sincera da busca da santidade, pela fidelidade de nossa fé à Igreja e pelo compromisso com o serviço aos nossos Mestres e Senhores.  Antes, as Conferências Vicentinas são um templo de vocacionados (poucos ou muitos) que exercem a sua fé tanto no sacrário do Santíssimo Sacramento, quanto no sacrário da casa do Pobre ou do sofredor.

Que o Espírito Santo nos guie em nossas escolhas e em nossas ações!

Eduardo Marques Almeida

Conferência Santa Margarida

Rio de Janeiro, Brasil

 

 

[1] https://gaudiumpress.org/content/doutrina-da-fe-nao-se-pode-ser-catolico-e-macom/

 

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Église catholique et maçonnerie : sont-elles compatibles ?

 

Récemment, le Dicastère pour la doctrine de la foi (l'organe de la Curie romaine chargé de promouvoir et de sauvegarder la foi et la morale) a adressé une réponse à la lettre de   Mgr Julito Cortes, évêque de Dumanguete, aux Philippines. Mgr Cortes qui avait consulté le dicastère sur la manière de traiter le fait que, dans son diocèse, le nombre de fidèles affiliés à la maçonnerie avait augmenté.

 

La réponse a renforcé ce que la déclaration de 1983 de la Congrégation pour la doctrine de la foi a clairement indiqué : "l'affiliation active d'un fidèle à la maçonnerie est interdite en raison de l'"inconciliabilité" entre la doctrine catholique et la maçonnerie".

 

Comme nous le savons, lorsqu'une personne devient maçonne, elle s'engage à placer la maçonnerie au-dessus de toute autre appartenance religieuse ou sociale.  Par conséquent, 'être catholique et maçon, à la fois est impossible et si le fait d'être maçon est supérieur à toute autre appartenance, le choix semble évident : rien contre la maçonnerie, et encore moins contre nos frères maçons, mais si vous êtes maçon, s’il vous plaît, veuillez chercher une autre Église dans laquelle vivre votre foi.

 

Il y a quelques années, l'ancien président général international de la Société de Saint-Vincent-de-Paul a indiqué dans une interview que la SSVP devrait accueillir nos frères maçons.  L'erreur du président était certainement due à sa méconnaissance de la déclaration officielle de l'Eglise de 1983.  Les malentendus existent...

 

Si l'Eglise catholique et la maçonnerie ne sont pas compatibles, alors être vincentien et être maçon sont également des vocations inconciliables.  Maintenant, si un maçon s'engage à mettre la maçonnerie au-dessus de toute autre affiliation (y compris la SSVP), le choix semble évident : rien contre la maçonnerie, et encore moins contre nos frères maçons, mais si vous êtes maçon et vincentien, veuillez quitter s’il vous plaît la SSVP et chercher une autre façon de servir les pauvres.  Il y en a beaucoup !  Les biens de la SSVP sont au service exclusif des pauvres.

 

Dieu nous donne la possibilité de choisir ce que nous voulons pour notre vie spirituelle et séculière.  Il nous demande de faire des choix, notamment lorsqu'il y a incompatibilité entre notre foi et notre appartenance séculière.

 

D'autre part, Dieu nous demande aussi de ne juger personne : nous devrions plutôt enlever la "poutre" de notre propre œil que de critiquer la paillette dans l'œil de notre voisin.  Il n'appartient donc à personne de juger les autres, mais il appartient à chacun de mettre la main dans sa conscience et de faire les bons choix.

 

L'ignorance de l'incompatibilité entre l'Église et la maçonnerie n'est plus une excuse pour les déclarations incorrectes.  L'Eglise est claire sur le choix que nous devons faire ; la maçonnerie est également claire sur le choix que ses membres doivent faire.  Il appartient au "maçon vincentien" lui-même, s'il existe (ce que je ne veux pas croire), de prendre conscience de l'incompatibilité, de reconnaître avec sincérité son engagement implicite en faveur de sa primauté de la maçonnerie sur la SSVP, et donc de se retirer de sa Conférence.  La maçonnerie n'est pas un lieu pour les catholiques et peut leur être une cause de scandale. 

 

Ne croyons pas que lorsque nous prenons un engagement secret, Dieu ne voit pas notre âme.  Dieu, et personne d'autre, connaît si bien nos cœurs qu'il nous jugera selon nos choix et selon son infinie miséricorde. 

 

La SSVP n´est pas évaluée par le nombre de ses membres : elle vit depuis 190 ans de notre choix sincère de rechercher la sainteté, la fidélité de notre foi à l'Eglise et de notre engagement à servir nos Maîtres et Seigneurs.  Les Conférences Vincentiennes sont plutôt un temple de vocations (peu ou beaucoup) qui exercent leur foi aussi bien dans le tabernacle du Saint Sacrement que dans le tabernacle de la maison du Pauvre ou du Souffrant.

 

Que l'Esprit Saint nous guide dans nos choix et nos actions !

 

Eduardo Marques Almeida

Conférence St Marguerite Marie

Rio de Janeiro, Brésil

 

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Catholic Church and Freemasonry: are they compatible?

 

Recently, the Dicastery for the Doctrine of the Faith (the Roman Curia body responsible for promoting and safeguarding faith and morals) wrote a letter of reply to Bishop Julito Cortes of Dumanguete in the Philippines. Bishop Cortes had consulted the Dicastery on how to deal with the fact that in his diocese, there has been an increase in the number of faithful affiliated to Freemasonry.

 

The letter of reply reinforced what the Congregation for the Doctrine of the Faith's 1983 declaration clearly stated: "the active affiliation of a faithful to freemasonry is forbidden, due to the 'irreconcilability' between Catholic doctrine and freemasonry".

 

As we know, when a person becomes a Freemason, he or she makes a commitment to place Freemasonry above any other religious or social affiliation.  So, if being Catholic and being a Freemason at the same time is not possible, and if being a Freemason is superior to any other affiliation, the choice seems obvious: nothing against Freemasonry, and even less against our Freemason brothers and sisters, but if you are a Freemason, please look for another church in which to live your faith. 

 

A few years ago, the former International President General of the Society of St. Vincent de Paul indicated in an interview that the SSVP should welcome our Masonic brothers.  Surely, the president's mistake was due to a lack of knowledge of the Church's official declaration of 1983.  Mistakes happen...

 

If the Catholic Church and Freemasonry are not compatible, then being a Vincentian and being a Freemason are also irreconcilable vocations.  Now, if a Freemason is committed to putting Freemasonry above any other affiliation (including the SSVP), the choice seems obvious: nothing against Freemasonry, and even less against our Freemason brothers and sisters, but if you are a Freemason and a Vincentian, please leave the SSVP and look for another way to serve the Poor.  There are many!  The SSVP's assets are for the exclusive service of the Poor.

 

God gives us the ability to choose what we want for our spiritual and secular life.  He asks us to make choices, particularly when there is some incompatibility between our faith and our secular affiliation.

 

On the other hand, God also asks us not to judge anyone: we should rather remove the "beam" from our own eye than criticize the speck in our neighbor's eye.  It's not up to anyone, therefore, to judge the other, but it is up to everyone to put the hand at the conscience and make the right choices.

 

Ignorance about the incompatibility of the Church and Freemasonry is no longer an excuse for incorrect statements.  The Church is clear about the choice we must make; Freemasonry is also clear about the choice its members must make.  It is up to the "Freemason Vincentians" themselves, if they exist (which I don't want to believe), to become aware of the incompatibility, to recognize with sincerity of spirit their implicit commitment to the primacy of Freemasonry over the SSVP, and thus to withdraw from their Conferences. 

 

Let us not believe that because we make a secret commitment, God does not see our soul.  God, and no one else, knows our hearts so well that He will judge us according to our choices and according to His infinite mercy.

 

The SSVP is not measured by number of members: it has lived for 190 years by our sincere choice to seek holiness, by the fidelity of our faith to the Church and by our commitment to serve our Masters and Lords.  Rather, Vincentian Conferences are a temple of vocations (few or many) who exercise their faith both in the tabernacle of the Blessed Sacrament and in the tabernacle of the home of the Poor or the Sufferer.

 

May the Holy Spirit guide us in our choices and actions!

 

Eduardo Marques Almeida

St. Margaret Mary´s Conference

Rio de Janeiro, Brazil

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Con estas cuatro palabras, define don Julián Ruiz Martorell, obispo electo de Sigüenza-Guadalajara, sus sentimientos y actitudes ante su nuevo destino

 

 

 

 

Seguimos conociendo a nuestro próximo obispo, monseñor Julián Ruiz Martorell, quien tomará posesión de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara a partir de las 11 de horas del sábado 23 de diciembre, en la catedral de Sigüenza.

Y un mes antes de su llegada a nuestra diócesis (propiamente, llegará el viernes 22 de diciembre, con primeras paradas en Alcolea del Pinar, a las 17 horas, y en el santuario de la Virgen de la Salud, a las 18 horas), monseñor Ruiz Martorell se reunió, el 24 de noviembre, en Madrid, con nuestro obispo saliente, don Atilano Rodríguez Martínez, y con los once sacerdotes que integran el colegio de consultores, el organismo que, en otras misiones, ha de coordinar el relevo episcopal en las diócesis.

 

 

Conquense, aragonés y ahora de Sigüenza-Guadalajara

Nacido en Cuenca el 19 de enero de 1957, su abuelo paterno era natural de Reus (Tarragona) y de ahí su segundo apellido inequívocamente catalán. El séptimo de ocho hermanos (viven los 8), su padre murió muy prematuramente y con 14 años la familia se trasladó a vivir a Zaragoza, donde la madre trabajó de enfermera. Con 17 años, don Julián ingresó en el seminario metropolitano de Zaragoza, donde cursó los estudios eclesiásticos.

Fue ordenado sacerdote al servicio de la diócesis de Zaragoza el 24 de octubre de 1981. Tras dos años de párroco rural, de 1983 a 1988 cursó las licenciaturas de Teología Dogmática y Sagrada Escritura en Roma. Su ministerio sacerdotal posterior estuvo centrado, sobre todo, en la enseñanza de Teología y de la Biblia y también servicios de gobierno (sucesivamente, director del centro de estudios teológicos, canónigo del Pilar, rector del seminario y vicario general).

El 30 de diciembre de 2010 fue nombrado obispo de las diócesis de Jaca y de Huesca, unidas en la persona del obispo. Fue consagrado obispo el 5 de marzo de 2011. El pasado 31 de octubre fue nombrado obispo de Sigüenza-Guadalajara, diócesis de la que tomará posesión el sábado 23 de diciembre.

Por toda esta trayectoria vital (de sus casi 67 años de edad, 53 en Aragón), don Julián lleva a Aragón en el corazón y, como la informábamos la pasada semana, la columna de la Virgen del Pilar y la cruz de Santiago forman parte de su escudo episcopal. Así expresa él su vinculación con Aragón, que hasta se le mota en su acento indisimuladamente maño…: Llevo a Aragón muy dentro de mí. He conocido a personas ejemplares: obispos, sacerdotes, personas consagradas, seglares. Un ingente patrimonio humano, muy valioso. Personas de carácter noble y testigos del evangelio. De su ejemplo espero aprender y a su oración me encomiendo”.

Pero lo anterior no significa que olvide sus raíces conquenses. Incluso lleva, y hasta con sano y humilde orgullo y reto, el nombre del santo obispo patrono de Cuenca: san Julián (Burgos, 1128-Cuenca, 1208). Así ha declarado a quien firma estas líneas: “Soy muy devoto de san Julián y llevo a gala su nombre, no solo porque es el patrono de mi ciudad natal y fue obispo, sino porque supo irradiar y contagiar la santidad, como lo prueba el hecho de que su secretario también fuera santo: san Lesmes”.

 

Primeros sentimientos y actitudes

De sus declaraciones a distintos medios de comunicación, espigamos e hilvanamos, a continuación, esta segunda presentación, tras la realizada la semana pasada en esta misma página de Religión de NUEVA ALCARRIA, de nuestro ya inminente obispo.

“Mis primeras palabras son de profundo agradecimiento al Señor por el don de la vida y de la vocación. De gratitud al Papa Francisco y al Nuncio apostólico por su confianza. De acción de gracias a don Atilano por su entrega pastoral y su testimonio. De reconocimiento y valoración a quienes participan de la vida y misión de la Iglesia (sacerdotes, personas consagradas y seglares)”.

Y también afirma, en relación a los sentimientos con los se acerca a esta tierra y sus gentes, que lo hace “con admiración por su asombrosa historia, con la alegría de saber que es una tierra donde han brotado testimonios de vida ejemplar y con la esperanza de compartir la Buena Noticia como respuesta a las inquietudes más profundas que anidan en todos los corazones humanos”. También ha subrayado en conversaciones particulares que aceptó el nombramiento y lo está viviendo con “gran ilusión”. Es más, ha recordado que, cuando en la tarde-noche del 9 de octubre, tuvo ya la primera propuesta y comunicación de esta designación papal, que aquella noche durmió en paz y “con una sonrisa en los labios”.

 

Una diócesis para él, hasta ahora, apenas conocida

Confiesa, igualmente, don Julián que nunca ha estado todavía en Sigüenza ni en su catedral, si bien, en las últimas semanas, las ha conocido a través de algunos vídeos sobre ellas. Y hasta, al respecto, añade, con humildad, humor y simpatía, “espero que me perdonen…”.

Y continúa: “Mis visitas a Guadalajara han sido muy breves. En tren y en coche, de camino hacia Madrid, he pasado muchas veces, pero estoy deseando llegar a una relación real y fraterna. Hace algunos años visité Buenafuente del Sistal con un grupo de amigos. Quedé gratamente impresionado. También he pasado con mis hermanos por Molina de Aragón”.

Un conocimiento de nuestra diócesis que ahora está siendo tarea y ocupación: “El conocimiento va siendo creciente, pero todavía tengo mucho que aprender. Soy consciente de que hay una apasionante historia que se refleja en el patrimonio histórico, artístico, monumental y documental. Y unos creyentes, testigos del Evangelio, con los que caminaré como pastor dentro de pocos días, si Dios quiere”.  Más aún asegura ahora está “leyendo los materiales que me han proporcionado sobre el Sínodo Diocesano”.

Además, señala las cuatro fuentes de su información, hasta el momento, de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara: “Los compañeros (cinco, entre 1983 y 188) con los que coincidí en Roma durante mi época de estudios; el contacto en la Conferencia Episcopal Española (CEE) con los obispos José Sánchez González y  Atilano Rodríguez Martínez; la relación con otros sacerdotes de esta diócesis que trabajan o han trabajado en la CEE; y el generoso servicio que ha prestado don Ángel Moreno Sancho a los sacerdotes de las diócesis de Huesca y Jaca a través de retiros, charlas y ejercicios espirituales”.

Finalmente, ha subrayado y subraya que desde que supo de su nombramiento reza cada día ferviente y crecientemente por nuestra diócesis. Y es que, añade, le “alegra mucho cumplir la voluntad de Dios y aceptar la decisión del Papa”.

 

Sínodo universal y Sínodo de Sigüenza-Guadalajara

“El Sínodo sobre la sinodalidad (el llamado sínodo universal) nos compromete a crecer en una comunión más efectiva, en una participación más fraterna y en una misión más corresponsable. No es una cuestión superficial, epidérmica, sino constitutiva en el modo de ser, vivir y actuar. La evangelización, la celebración de la fe y el testimonio de la caridad expresan la vitalidad de la común vocación bautismal de los cristianos”.

El Sínodo diocesano en Sigüenza-Guadalajara ha alcanzado un alto grado de madurez. La pandemia también ha dejado sentir sus consecuencias, pero ahora se acerca el momento de la síntesis y de las respuestas operativas a los retos actuales. Según tengo entendido, la dinámica sinodal es bien conocida en la nueva diócesis.

 

La escasez vocacional

Preguntado acerca de si le quita el sueño la escasez vocacional en Sigüenza-Guadalajara, como también sucede su anterior destino episcopal en Jaca y en Huesca, responde don Julián: “Gracias a Dios, duermo bien, porque caigo rendido cada noche. Pero me preocupa profundamente la escasez vocacional. En el contexto en que vivimos, cada vocación es un auténtico milagro. No obstante, la oración por las vocaciones sigue dando su fruto. Nunca en la historia de la Iglesia ha habido tantas vocaciones, pero surgen en Asia, África, Latinoamérica y otras latitudes”.

Recuerda, asimismo, que “el Señor sigue llamando y hemos de continuar rezando para que broten respuestas afirmativas a la convocatoria de Jesús para el sacerdocio, la vida consagrada, la vida misionera y el matrimonio. Y si nos centramos en las vocaciones sacerdotales, hay que trabajar con intensidad para que los candidatos crezcan en plenitud en las cuatro dimensiones: humana, espiritual, intelectual y pastoral”.

 

Ocupaciones, preocupaciones y estímulos

En los últimos casi trece años de su vida, don Julián ha sido obispo de dos diócesis unidas en la persona del obispo, pero dos diócesis con sus catedrales, curias y demás organismos. Ahora es una única diócesis, pero más extensa (nuestra diócesis tiene 12.190 kilómetros cuadrados, la de Jaca, 5.896 y la Huesca, 4.728) y mucho más poblada (la diócesis de Sigüenza-Guadalajara se sitúa en los 270.000 habitantes y en las diócesis de Jaca y Huesca, juntas, en los 135.000).

Por ello, la pregunta versa ahora sobre como se organiza la vida. Así contesta: “Vivo en la carretera, con continuos desplazamientos. Y, durante estos casi trece años, he visto muchos progresos en las carreteras y espectaculares amaneceres y atardeceres en el espléndido paisaje del alto Aragón. El libro de la Creación es magnífico. Las homilías y las cartas las redacto en casa, porque conduzco el automóvil. Pero las ideas también brotan y maduran conduciendo”. 

Y cuestionando acerca de lo que más le preocupa de su nuevo destino y qué es lo que más le estimula”, don Julián responde: “Lo que más me preocupa es poder estar a la altura del ministerio que se me confía. El Papa Francisco plantea con claridad un exigente y gozoso estilo de vida que brota directamente del evangelio. Lo que más me estimula es que en Sigüenza-Guadalajara hay excelentes personas y que don Atilano Rodríguez Martínez va a vivir entre nosotros”.

 

 

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 1 diciembre de 2023

Por Alfonso Olmos

→ Director de la Oficina de Información de la Diócesis 

 

 

 

Con los evangelios de los cuatro domingos de este tiempo de preparación para la Navidad, nos acercamos a la celebración del nacimiento del Señor. La palabra que el Señor nos dirige, nos ayuda a encaminar nuestros pasos.

¡Velad! Es la primera palabra de este Adviento. Estar siempre en actitud de espera y vigilantes. Es difícil. Nos cuesta. Velar es estar pendiente; pero un estar pendiente que conlleva cuidar y custodiar. Cuidar nuestras formas y nuestros modos, nuestra vida y nuestra fe. Custodiar nuestro corazón moralmente, para no apartarnos de Dios.

Y al continuar el camino del Adviento ir preparados. Preparando todo lo que conforma nuestra vida, para crecer en nuestra relación con Dios. Oración, algo de austeridad o ayuno de cosas superfluas. Vivir una especie de disciplina que nos lleve al encuentro con los otros enderezando los senderos de la incomprensión, del rencor o del resentimiento; es decir abandonar lo que nos separa de los demás.

Como tercera palabra un nombre propio: Juan. Él no es la luz, y lo sabe, pero da testimonio de la luz. Sin duda, hermoso el testimonio. No en vano el nombre significa fidelidad a Dios. A veces nos creemos dioses y no lo somos. Cuanto más humildes, más cerca de la luz, más testigos de la luz. Hemos sido bautizados como hijos de la luz. Se nos confía acrecentar esa luz con fidelidad. Que, iluminados por Cristo, caminemos siempre como hijos de la luz y perseveremos en la fe.

Y por fin otro nombre propio de Adviento: María. La esclava del Señor, la que se puso a disposición de Dios, la que supo decir sí. “Hágase en mi según tu palabra”. Y eso a ella, y a nosotros, si sabemos responder lo mismo a Dios, nos permitirá vivir la alegría en plenitud. La alegría de sentirnos hijos de Dios y hermanos de Jesús que viene a nuestro mundo para salvarnos. ¿Qué más se puede pedir?

 

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

 

Cristo de San Ginés de barba luenga
y aun más larga sobre hombro cabellera
acoge esta efigie, y ama entre madera
que rédito en fe y paz siempre devenga.



De lo alto del altar su gesto arenga
al perdón y humildad, de tal manera
que su sumisa vista aún quisiera
inclinarse ante el Padre hasta que venga.



La túnica corinto aún quisiera,
igual que Él la recoge con su mano
izquierda, que a todo hombre recogiera



y aun bendice en la diestra en tal manera
que sembla -por humilde- más cristiano
y acepto me bendiga esa su mano.

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