Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

La diócesis acaba de presentar, con motivo de la jornada de la Iglesia Diocesana, la memoria de actividades de 2016 y el balance económico, que está ya disponible en el Portal de Transparencia de la web del obispado. La diócesis apuesta por la transparencia. Lo hace para abundar en el compromiso asumido por toda la Iglesia de ofrecer claridad absoluta en el ámbito económico y social. 

Las diócesis españolas están integrando en sus páginas web el Portal de Transparencia donde se muestra y explica el organigrama diocesano correspondiente, se publican los reglamentos existentes para el buen funcionamiento de las instituciones diocesanas, se comunican los contratos y convenios con las instituciones públicas, superiores a cien mil euros, y se expone la memoria de actividades y el balance económico. 

El obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez, creó el pasado mes de abril la Oficina de Transparencia y Rendición de Cuendas de la diócesis. Los cometidos de la Oficina de Transparencia son impulsar medidas de transparencia y buen gobierno económico de la diócesis, y de las entidades que de ella dependan; asesorar a las instituciones diocesanas en materia de transparencia, acompañando a las mismas en los procesos de adaptación de los sistemas contables y en los procesos de revisión de los sistemas; recopilar información de las distintas instituciones de la Iglesia Diocesana de cara a elaborar la memoria de actividades, y realizar las labores de vigilancia económico-patrimonial y recibir y supervisar la rendición de cuentas de las asociaciones, fundaciones y entidades religiosas de ámbito diocesano, conforme a la legislación canónica y a las normas de rendición de cuentas que se aprueben. 

Esta nueva institución quiere ser un apoyo para las entidades vinculadas a la diócesis y un impulso a la transparencia económica, siguiendo así la estela implantada por el papa Francisco en la Santa Sede, y asumida por las distintas conferencias episcopales y diócesis del mundo.

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 

El perdón cristiano auténtico brota
del fondo del sagrario de tu alma,
suprime el odio y el encono calma.
El prodigio obra del rencor que agota.

Bebed, humanos, siempre de esa gota
de alivio que en el almario se ensalma
en canción sanante con que se acalma
la ponzoña rival que nos azota.

Perdónate a ti mismo, si has errado.
Perdona a otros sin clamar venganza.
Perdona a Dios si crees que ha cargado

con peso henchido el paso de tu andanza
y obtén perdón de Dios que, enamorado,
hará que Dios, el amor y tú, aunados,
seáis la misma cosa. Perdonados.

 

 

Juan Pablo Mañueco (2017).

 

Del libro "Cantil de Cantos VIII. Los poemas místicos y religiosos"

 

http://aache.com/tienda/654-cantil-de-cantos-viii.html

 

Por la Comunidad de la Madre de Dios

(Monasterio de Buenafuente)

 

Queridísimos amigos: Con el buen sabor en la boca del día de la Amistad, nos reencontramos en la oración. En el tradicional concierto, nos deleitó un coro muy especial, formado por nuestros amigos más jóvenes, a todos ellos, a quienes les ayudaron y a sus familias les damos las gracias de todo corazón. Ciertamente somos una Comunidad muy privilegiada y uno de los motivos es por los grandes Amigos que nos ha regalado el Señor. 

Para nosotras, el verano que ha finalizado, ha sido intenso, gracias a Dios. Y a la vez hemos vivido, como siempre, que Dios provee todo lo que hemos necesitado. Lo mejor, la ayuda de muchas personas que han colaborado con su esfuerzo y nos han aliviado en nuestra carga de trabajo. El Señor nos ha cuidado como a las niñas de sus ojos y a la sombra de sus alas nos ha escondido del enemigo mortal, del tentador, que ha querido cercarnos: con el cansancio, el calor, los sucesos imprevistos, las incomprensiones, la soledad, la escasez de agua…. (cf. Sal 17, 8-9). Finalmente, por su inmensa misericordia, hoy podemos cantar con el salmista: “El Señor es mi fuerza y mi energía, Él es mi salvación (Sal 117,14).    

En el verano, también a nosotras nos llegan las rebajas, el tiempo dedicado sólo para el Señor, lo vamos recortando según avanzan los días y se acumula el cansancio. Aun así, la generosidad del Señor ha sido grande. La ayuda del pan de la Palabra y la Eucaristía diaria, enriquecida por los muchos sacerdotes, seglares y religiosos con los que hemos compartido la liturgia; los que están siempre con nosotras y los que han pasado unos días aquí. De ellos, hoy queremos recordar al Ilmo. y Rvdmo. Sr. D. Alfonso Millán, Obispo Emérito de Barbastro-Monzón. En su paso por Buenafuente del Sistal, para dar ejercicios espirituales a los sacerdotes, ha dejado huella y no sólo en los ejercitantes, si no en todos los que cada día escuchamos su sencilla y enjundiosa predicación. 

Ahora ya en la vuelta al tiempo ordinario nos preparamos para nuestros ejercicios espirituales, si Dios quiere los comenzaremos el próximo sábado 7, nos los dirigirá el Rvdo. Sr. D. Adolfo Chércoles, el jesuita que muchos conocéis. 

Nos encomendamos a vuestra oración, especialmente en los días de los ejercicios, para como dice el salmo: “Si hoy escucháis mi voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Sal 94). Finalizamos juntos dando gracias al Señor por todos los bienes que nos da en este rincón del Sistal, donde la fuente de su Espíritu y de su Palabra es el maná que nos alimenta en el desierto de la vida.

 

Agradecidas por la Comunión en la oración

 vuestras hermanas de Buenafuente del  Sistal   

José Ramón Díaz-Torremocha

(Conferencias de San Vicente de Paúl de Guadalajara)

 

 

Quienes tuvimos la suerte de entrar en una Conferencia desde muy jóvenes, hemos recibido multitud de ejemplos de los consocios  mayores que nos han servido para nuestro caminar, primero como muchachos y más tarde, ya como adultos. Hemos recibido mucho bien. Nos han ayudado a formarnos. A ser mejores. He escrito en otras ocasiones, también sobre la responsabilidad de los consocios mayores, en la propia educación de los que se incorporan a una Conferencia. Ya sean jóvenes o mayores. La Conferencia, no es sólo darse a los que sufren es, antes de cualquier otra cosa, darse a los consocios y vivir con ellos una cierta, vivida y firme espiritualidad en comunidad. 

Igual que aquellos doscientos consocios, que se dieron entre ellos fraternidad y amistad y a los que los historiadores más modernos, señalan como los verdaderos fundadores colegiados de las Conferencias de San Vicente de Paúl. Aquellos consocios que nos precedieron, no solamente nos enseñaron cómo debíamos comportarnos moralmente con los que sufrían y a los que intentábamos llevar personalmente, el consuelo con nuestra acción colegiada. También y como base fundamental de la pobre ayuda que pudiéramos ofrecerles, era fundamental primero el encuentro fraterno, entre los consocios de cada Conferencia. Sin ese encuentro, sin que exista esa verdadera comunidad cristiana que reza unida y se entrega unida, creo poder afirmar que no existe Conferencia de San Vicente de Paúl. 

Volviendo al principio y como una prueba de todo lo que aprendíamos en la Conferencia, allá en aquellos tiempos casi remotos de mi juventud, me va a permitir el querido lector, contarle la historia de Don Joaquín y su “funda”. 

Primero una pequeña descripción de la Conferencia que nos acogía. Todos eran profesionales de prestigio con alguna excepción: la de Don Joaquín y la mía. Era un grupo vicentino de una gran solera. Que vivía, conjuntamente, comunitariamente, una gran espiritualidad. Pero en cuanto a atender a las necesidades materiales de nuestros amigos en necesidad, eran tantas entonces, que a duras penas alcanzábamos a atenderlas. Cuando las alcanzábamos, cuando podíamos hacer frente a casi todas, era gracias a la “funda” de Don Joaquín. 

Este consocio, que jamás ocupó ningún servicio destacado en la Conferencia, de esos que a veces llamamos pomposamente cargos y que no deben ser otra cosa más que cargas, jamás ocupó ninguno por pura modestia. Profesionalmente, era nuestro consocio Don Joaquín, un simple representante de esos que tantas veces vemos en los comercios, intentando vender las mercancías que representan. Vivía con lo justo. A veces, estirando sus magros ingresos con esfuerzos cercanos al milagro. Todos en la Conferencia, tenían una mejor posición económica que él. Sin embargo, he indicado más arriba, cómo en muchas ocasiones llegábamos a poder ayudar a los que carecían de todo gracias a él. Mejor dicho: gracias a su “funda”. 

Me parece estarlo viendo al llegar a la reunión y también las caras del resto de los consocios esperando el “milagro” de cada semana. Sin la menor pretensión, casi a escondidas, depositaba su “funda” sobre la mesa de la reunión e iba a ocupar su sitio para desde él, unirse a la oración, lectura espiritual y consiguiente meditación en común, compartida. Compartida en fraternidad. Después de todo ello, el Tesorero de la Conferencia casi con devoción, iba vaciando la “funda” en medio de la expectación de todos. Nunca llegué a acostumbrarme al “milagro”. De la funda salían billetes que podían triplicar, cuadruplicar o aún más, el contenido de la colecta secreta que realizábamos. La funda, era una viejísima funda de gafas. ¿Cómo era posible aquel ritual repetido una y otra semana, en alguien que vivía muy modestamente? 

Teniendo ya más confianza con él a través de los años, un día le pregunté cómo lo lograba. Me miró y con una media sonrisa que recuerdo perfectamente, me dijo casi textualmente: “El amor hace maravillas. Las hace donde menos las esperas”. 

Don Joaquín, profundizando en su explicación, contaba que en cada sitio en el que entraba a vender sus marcas representadas, hablaba siempre de las personas a las que atendía la Conferencia y de sus necesidades. También de la falta de fuerzas de la Conferencia, para poder llegar a cubrirlas todas. A la vez y con la misma discreción con la que la depositaba en la mesa de la Conferencia, dejaba sobre el mostrador del comercio o de la industria que visitase aquel día, su vieja funda de gafas y siempre, siempre, sus clientes, comprasen o no, algo dejaban en la vieja funda para los pobres. Para los que sufrían. 

Contaba Don Joaquín que a veces, muchas, se iba sin vender nada, pero nunca sin nada en la funda. Siempre “caía” algo, decía de manera muy castiza. También contaba que en ocasiones, cuando tardaba en pasar por algún comercio de su recorrido o de alguna de sus empresas clientes, alguno le llamaba echando de menos la vieja funda más que a él mismo. Continuamente hablaba de Dios a todo el mundo y comentaba cómo notaba que aquellos que le escuchaban, lo hacían siempre con atención. Decía que el hombre tenía necesidad en los ambientes comunes, de que se introdujera al Señor en las conversaciones. Introducirlo con naturalidad, sin excesos. Humildemente.  Que no era sólo en la Iglesia donde había que hablar del Buen Dios. Que había que llevarlo a todos los ambientes pues “siempre nos acompañaba” decía con el mayor convencimiento. Y como es natural, también comentaba sobre los preferidos del Señor a los que teníamos la obligación de atender. Era una llamada a la ayuda que siempre era escuchada. No podía dejar de recordar mientras le oía, aquella orden del Deuteronomio (6,7) Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. Alguno de aquellos amigos que le ayudaban, que nos ayudaban, se unieron a la Conferencia arrastrados por el genio y el carisma de Don Joaquín. Por su ejemplo. 

Hace unos años, leyendo la “Deus Caritas Est”, recordé aquellas conversaciones con Don Joaquín, cuando el benemérito Benedicto XVI nos recuerda: 

“Con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios. Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor”. (“Deus Caritas Est 31C) 

Hay que hablar de Dios. Hay que hablar de quienes mejor lo representan: los que sufren. No podemos hablar de Dios de una forma descarnada. Él está muy presente entre nosotros. Hasta puede usarse una vieja funda de gafas, para hacerlo presente. Para recordarlo. 

María, sin duda, ayudará siempre a los grupos de cristianos que quieren encontrar a su Hijo, al Hijo de Dios, encarnado en los hermanos que sufren. Como, con sus palabras y sus actos, lo “predicaba” Don Joaquín a los consocios de mí Conferencia de juventud.

 

Por Javier Bravo

(Delegación de Medios de Comunicación Social)

 

 

Hace unos días celebrábamos el Encuentro diocesano del Pueblo de Dios en su edición de las bodas de plata.

Nos hablaban de llevar la Evangelización desde la íntima unión con Dios, es decir, desde la Oración. Por este motivo indagando por internet he descubierto, cosa que algunos ya sabréis que existe pero para aquellos que no, el blog de D. Ángel Moreno y me ha parecido interesante traerlo hasta nuestro limitado y pequeño espacio pero que tanto bien puede hacernos.

El de Ángel Moreno es uno de los blogs destacados en la sección "Religión Digital" del periódico PERIODISTA DIGITAL y se accede por la dirección: http://blogs.periodistadigital.com/angel-moreno.php. Como página de inicio salen los comentarios dominicales a la Palabra de Dios. En la barra lateral derecha tenemos las entradas más recientes, por meses y también las entradas por categorías. Aquí, aparte de los comentarios dominicales, podemos encontrar temas sobre espiritualidad, oración, Iglesia, Vida monástica, las cartas de Buenafuente..., además de las categorías de los tiempos de Adviento, Cuaresma y Pascua.

Ángel Moreno también colabora en otras publicaciones, según anota su historial en Religión Digital (ver Autor en el blog de Ángel).

También me gustaría destacar la página https://www.la-oracion.com/, también como subsidio.

Está dirigido a “quien quiera mejorar su comunicación con Dios”, y en esto entran tanto principiantes como avanzados. Es, en definitiva, un recurso digital para despertar, confirmar y crecer en la vida de oración y, en este sentido, abierto a todos.

Quien ingresa a http://www.la-oracion.com/ se topa con un portal atractivo que, gracias al orden y valiosa presentación, posibilita conocer lo que ofrece una serie de preguntas:  ¿para qué sirve la oración? ¿Me hace sentirme mejor? ¿Me hace más bueno? ¿Me hace más alegre, más feliz? ¿Qué es lo que me da para que merezca la pena dedicarle tiempo, energías y dedicación? y cinco pestañas iniciales en la cabecera que ponen de manifiesto que la fe, que la vida de oración, también puede ser presentada atractivamente valiéndose de las redes sociales.

Entre los recursos multimedia se encuentran también frases y citas, grabaciones de audio y video, devocionario, enlaces recomendados, la posibilidad de suscribirse gratuitamente a la newsletter  y de seguir la-oracion.com en una página de Facebook: https://www.facebook.com/PadreEvaristoSadaLC, además de twiter, Instagram,….

La finalidad de la-oracion.com es llevar a quien se quiere beneficiar de esta valiosa herramienta a un encuentro real con Dios: “Este blog y esta red son sólo un complemento, un subsidio. Quieren servir de apoyo y catalizador de tantas personas inquietas, en búsqueda de algo más”.

Ciertamente este “deporte de alto riesgo”, la oración, no es como buscar en Google: no hay resultados inmediatos y sin esfuerzo. “La oración exige esfuerzo, perseverancia y se avanza con lentitud”. Pero con un acompañamiento y un medio como éste seguro que será más sencillo, atractivo y agradable.

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