Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

Toca evaluar y evaluarse. Hemos terminado un curso pastoral, aunque las actividades parroquiales o diocesanas nunca terminen. Pero todo lo programado para ayudar a profundizar en la fe debe ser revisado. Es el momento de ver qué hemos hecho bien y qué podríamos hacer mejor. Siempre es bueno hacer discernimiento personal y comunitario.

Personalmente tendremos que evaluar las formas y los modos. Ver si hemos dado la talla espiritual y materialmente. Si hemos ofrecido a Dios todo lo que hemos preparado y hemos hecho, si lo hemos puesto primero en su presencia. Y también si los recursos han sido los adecuados y lo preparado ha causado efecto.

Comunitariamente habrá que evaluar la implicación y la aceptación. No consiste solo en hacer cosas, sino que también hay que conseguir que la comunidad las sienta como suyas. Parroquial y diocesanamente hablando. Siempre hay elementos discordantes, o porque la idea de lo proyectado no ha salido de su cerebro, o porque ideológicamente algunos se parapetan ante lo que se programa, sea por novedoso o por, aparentemente, trasnochado.

No obstante el final de curso siempre nos da la oportunidad de revisar para mejorar, y así poder llegar al inicio de una nueva etapa, con ánimo renovado y ganas de caminar hacia adelante con ilusión.

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

Después de las fiestas pascuales y de Pentecostés, el calendario litúrgico nos hace volver al Tiempo Ordinario. Aunque en las próximas semanas celebraremos las solemnidades de la Santísima Trinidad y la del Corpus Christi, es bueno saber vivir el día a día, sin el apoyo de acontecimientos festivos extraordinarios. La sociedad y la cultura están pendientes de lo más novedoso y se consumen vorazmente primeras noticias. Mas, al no tener el apoyo externo de las grandes fiestas pascuales, se descubre la hondura de la fe.

Saber vivir el Tiempo Ordinario acredita la coherencia de la fe. Al poner las manos en la tarea en ejercicio del don recibido, nos hacemos más conscientes de la gracia de Pentecostés. Es tiempo en el que se demuestra la verdad de la pertenencia cristiana, según se reaccione ante los acontecimientos diarios imprevistos.

Este tiempo es propicio para consolidar la pertenencia a Jesús. Es como una carrera de fondo. No se trata de un maratón, ni de un fin de semana, sino de la vida misma, en la cual la batalla y la meta se ganan minuto a minuto.

Es bueno saber tomar las herramientas que nos aconseja la Palabra, como vivir en alguna pertenencia creyente, no dejar la oración y ser fiel a la misión de difundir el Evangelio como testigo.

Se podría decir que es buena ocasión de vivir de manera extraordinaria lo ordinario, y la forma de hacerlo es poniendo amor en la tarea y reavivando conscientemente la gracia recibida.

Es bueno tener un proyecto para no quedar sometidos a lo inmediato, traídos y llevados por los impactos emocionales de cada momento, por dar respuestas improvisadas, y realizarlas un tanto inconscientes.

Se aconseja, para no perecer en el camino, tener referencias espirituales, bien en forma de acompañamiento, bien por la práctica asidua de los sacramentos y de la lectura de los textos sagrados.

Es tiempo de trabajar y de orar, de vivir ordenadamente y de forma solidaria, de seguir los consejos del Evangelio como discípulos de Jesús y de avanzar en la presencia de Dios, conscientes de estar habitados por el Huésped del alma.

Es buena ocasión para ejercitar la sensibilidad solidaria ante las necesidades de los más próximos y con quienes puedan sufrir situaciones extremas.

Por Jesús de las Heras

(Sacerdote y periodista. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

1.- ¿Quién fue Cisneros?

Francisco Ximénez de Cisneros (Torrelaguna, 1436-Roa de Burgos, 1517). Cisneros, cuyo nombre de pila era Gonzalo, estudió en Cuéllar, Roa, Alcalá de Henares y, sobre todo, Salamanca. Se especializó en leyes y cánones. Durante nueve años (1456-1465), vivió en Roma donde fue ordenado sacerdote. A su regreso a España fue nombrado arcipreste de Uceda (actualmente, en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara). De allí, entre 1476 y 1484, estuvo en Sigüenza, como canónigo capellán mayor de la catedral y provisor del obispado y alcalde mayor, siendo obispo de Sigüenza el cardenal Pedro González de Mendoza, su mecenas  y mentor y después antecesor en Toledo. En Sigüenza, Gonzalo experimenta una conversión a la radicalidad evangélica, que cristaliza en el convento franciscano de La Salceda (también en Sigüenza-Guadalajara, entre Tendilla y Peñalver). Nacerá Francisco.

En 1492 es llamado por la reina Isabel la Católica a ser su confesor, y tres años más tarde, sucede a Mendoza como arzobispo de Toledo. Durante 22 años será el arzobispo toletano y primado de España. Fue creado cardenal en 1507. Fue regente de Castilla de 1506 a 1507 y de 1516 a 1517. Precisamente muere cuando iba a recibir a Carlos I). Mientras tanto, Cisneros funda la Universidad de Alcalá en 1499 y pone en marcha la Biblia Políglota Complutense (1515-1517, edición completa de la Sagrada Escritura en hebrero, arameo, griego y latín). Reformador de la Orden Franciscana y del clero secular, fue un adelantado de la reforma católica que llegaría con el Concilio de Trento. Contribuyó también de manera eficaz a la evangelización del nuevo mundo.

 

2.-  ¿Qué supone para Sigüenza este «regreso» del cardenal Cisneros?

Es un deber de justicia, una satisfacción y un oportunidad. Sigüenza y su catedral debían a Cisneros un recuerdo, un reconocimiento y una actualización. Lamentable e incomprensiblemente, había pasado demasiado desapercibido. Él fue durante unos seis-ocho años, todo o casi todo en la ciudad, en la diócesis y en la catedral: canónigo capellán mayor (el equivalente a párroco), provisor del obispado (lo que actualmente es vicario general) y hasta alcalde mayor de la ciudad. Precisamente todos los sábados impartía justicia desde la entonces llamada puerta de la cadena de la catedral seguntina, al sureste del templo, mirando hacia la plaza Mayor y lo que es ahora el palacio consistorial (antigua casa del deán). Sigüenza fue clave en su trayectoria, en su misma conversión. Y hasta tal punto, su figura ha venido pasando desapercibida que ni tan siquiera tiene una calle en Sigüenza. Ya acabamos de proponer al ayuntamiento que se le dedique una calle, plaza o especio en la ciudad.

Por ello, su «retorno» de ahora es un deber de justicia y una satisfacción, y, a la par, una oportunidad para hacer memoria y proyectar presentar y futuro. Sigüenza y todo su inmenso y desolado entorno rural necesitan oportunidades de esta naturaleza, al igual que el pasado vino con la exposición, también promovido por el cabildo catedralicio, «aTempora», en el cuarto centenario de la muerte de Cervantes.

 

3.- ¿Cuál fue, en concreto, el papel que jugó Cisneros en la historia de la Sigüenza y qué sabemos de él en esta época, cómo era el canónigo Cisneros?

Ya queda indicada la sustancia de su aportación en Sigüenza. Pero añadiré más: como fiel y estrecho colaborador de cardenal Mendoza, el llamado tercer rey de España, junto a Isabel y a Fernando, el entonces bachiller Gonzalo Jiménez de Cisneros contribuye a la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna en estos los sentidos: urbanismo, arte sacro, sanidad, bienestar social, educación (colaboró con su compañero de cabildo Juan López de Medina en la fundación de la Universidad de Sigüenza, de cuyas fuentes bebió la Universidad de Alcalá, fundada por el mismo Cisneros en 1499) y la beneficencia (continuó, por ejemplo, con el resto del cabildo en patronazgo del Hospital de San Mateo, fundado en 1445 por el también canónigo seguntino Mateo Sánchez).

Cisneros en Sigüenza fuecon el Concilio de Trento.llantado a la gran reforma catzo de su conversiambiosacro, sanidad, bienestar social, educacil bacill un hombre, un eclesiástico de su tiempo, brillante, organizador (era experto en leyes y cánones), bien curtido de experiencia de gobierno y de la misma vida, pero quizás mundano y carrerista. Pero fue precisamente en Sigüenza donde descubrió, empezó  a vivir en mayor medida, la radicalidad del Evangelio y el comienzo de su conversión franciscana, austera, espartana, reformista. En Sigüenza, se engendró el Cisneros reformador, adelantado a la gran reforma católica que cristalizó con el Concilio de Trento.

Como definición y síntesis propias, el mismo Cisneros dejó la siguiente frase, bien elocuente y precisa, para su epitafio en el sepulcro que ha custodiado sus restos mortales en la capilla universitaria de san Ildefonso de Alcalá de Henares: «Yo, Francisco, levante a las musas un grandioso Liceo;/ ahora enterrado en este pequeño sarcófago me veo./ Uní la púrpura con el saco, el yelmo con el capello,/ fui fraile, caudillo, obispo y cardenal./ Incluso, por mi valor, se unió a la cogulla una diadema, /cuando, al gobernar yo, me obedecía España entera».

 

4.- ¿Quiénes organizan la exposición y por qué?

Ambas preguntas son fáciles de responder. Empezaré por la segunda: el quinto centenario de su muerte, que se cumplirá el 8 de noviembre, y cuyas celebraciones comenzaron ya en Alcalá de Henares el 8 de noviembre de 2016. La exposición es organizada por el Obispado de Sigüenza-Guadalajara, la Diputación de Guadalajara, Catedral, Museo y Ayuntamiento de Sigüenza y Universidad de Alcalá de Henares.  En la apertura de la muestra, el martes 23 de mayo, intervinieron precisamente los titulares de las citadas instituciones.

 

5.- Por cierto, ¿dónde y por qué fue la apertura de la exposición?

El acto de apertura de la exposición tuvo lugar a la entrada de la capilla de la Anunciación, un rincón catedralicio ejemplo claro del llamado en la historia del arte «Estilo Cisneros o cisneriano», un estilo artístico de transición entre el gótico flamígero y el plateresco, en el que se insertan elementos del arte cristiano, judío e islámico, un estilo precursor inequívoco del Renacimiento y que discurre entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI.

La catedral seguntina es una de las tres sedes de la exposición, como queda dicho, junto al museo y a la ciudad.

 

6.- ¿Qué encontrará el visitante en la primera sede, en el museo?

La primera lleva por título «De Gonzalo en Sigüenza…», y se circunscribe a la Sala 1 del Museo Diocesano. Se centra en la primera etapa de la vida de Cisneros, que hasta 1484 está marcada por su condición de letrado. Una vez completó sus estudios y vivir en Roma, como se ha contado, Cisneros volvió a España. Ocupó el arciprestazgo de Uceda, donde tuvo conflictos con uno de los hombres más poderosos de la época, el que era entonces arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo.  Allí, sin embargo, Cisneros encontró el apoyo del cardenal Mendoza. Bajo su protección terminó como capellán mayor de la Catedral de Sigüenza, canónigo y especialista en leyes, al servicio de la administración de la Diócesis de Sigüenza.  Aprendió cómo se organiza una villa que depende del señorío eclesiástico, el modelo educativo colegial, así como las consecuencias de las crisis de subsistencia, la peste y los problemas derivados de la pobreza.

Los archivos seguntinos cuentan con documentación clave, que son los libros del dinero y primera relación de casas, algunos de los cuáles están expuestos en esta unidad temática. Aportan datos sobre las carnicerías, sobre las plazas, sobre judería, la morería…. Muy probablemente, Cisneros impulsó estas novedades que se produjeron en la época, incluida la fundación del Colegio Universitario San Antonio de Portacaeli (fue fundado en 1476 por el también eclesiástico y canónigo de la catedral de Sigüenza Juan López de Medina, y en 1489 el colegio fue elevado a rango de universidad) Cisneros también participó en la redacción, en 1484, de las ordenanzas municipales, que elabora junto al citado arcediano López de Medina, y que afectan a aspectos como las reformas del mercado, de las murallas o de los puentes. De alguna manera, Cisneros transformó, o inició la transformación de Sigüenza, que pasa de ser una ciudad medieval a renacentista, un proyecto que se cuajó cuando él fue capellán mayor, aunque el proceso se completaría después de su marcha.

La segunda sección expositiva del museo se denominada «…a Francisco en La Salceda». Cuando en Sigüenza ya había alcanzado su apogeo, en torno a los 50 años de edad, Gonzalo de Cisneros se vio sumido en una crisis personal, religiosa, que le  llevó a retirarse de la vida pública al convento franciscano observante  de La Salceda, situado en el monte Celia, entre Peñalver y Tendilla. Toma entonces los hábitos de la Orden, y se cambiaría el nombre, de Gonzalo a Francisco, en homenaje al fundador a san Francisco de Asís. Durante siete años vivió de manera eremítica. De nuevo, el cardenal Mendoza, personaje fundamental en su vida, lo sacó de su retiro. De su mano llegan los sucesos cumbre de su vida, como confesor de la reina Isabel. Dos años después, a la muerte de Mendoza, en 1495, se convertiría en el arzobispo de Toledo; después en vicario general y reformador de los franciscanos, en uno de los consejeros más importantes de los Reyes Católicos, y, a la muerte de Isabel, en regente de Castilla, colaborador de Fernando, Rey Católico, además de un personaje clave en la llegada de Carlos I a España.

En estas dos primeras salas y secciones se muestran también otras tres más interesantes piezas artísticas: la campana de Valdelagua, un lienzo de 1485 con la imagen del cardenal Cisneros y la pintura sobre tabla que recrea el santo entierro del denominado señor de Pozancos, cuadro anterior a 1516.

Por fin, la sección 3 de la exposición, todavía en el museo, su patio o claustro central, lleva el epígrafe de «El sueño de Cisneros».  Se corresponde  esta sección con la tercera etapa de su vida, que se inicia en 1495, con su nombramiento como arzobispo de Toledo y constituye un largo periodo de servicio a la Corona de Castilla y la civilización, colonización y evangelización de América, además de contribuir al desarrollo cultural del Renacimiento naciente.

Esta tercera unidad temática recopila piezas interesantes, como una réplica de la imprenta del siglo XVI que sirvió para que viera la luz la Biblia Políglota Complutense (edición completa de la Sagrada Escritura en sus tres lenguas originales –hebreo, arameo y griego-, junto, en una cuarta columna, de la traducción latina, la Vulgata). Otras piezas que se expresa en la patio del Museo reflejan a Cisneros predicando, una fachada del colegio mayor San Ildefonso de Alcalá de Henares (cuna de la Universidad de Alcalá, fundada por Cisneros en 1499) un facsímil de «Vita Christi», el primer ejemplar salido de la imprenta complutense, también impulsada por Cisneros, y obra de Ludolfo de Sajonia, en 1502 y que se conserva en la Biblioteca Nacional de España.

 

7.- ¿Qué encontramos en la catedral insertado en la exposición?

Cinco lugares de la catedral de Sigüenza han sido para la exposición especialmente identificados y señalizados al efecto. El primero de ellos es la ya fachada de la capilla de la Anunciación (más popularmente conocida como capilla de la Inmaculada). Desde ahí, el visitante es introducido en el claustro. En dos de las salas claustrales (también se muestran la sala de las tapices del siglo XVII y la sala de la capilla de la Concepción con la Anunciación o Encarnación de El Greco), aparecen diecisiete vestidos de la época cisneriana. Son vestuarios utilizados en las series histórica de TVE (Isabel, Carlos rey emperador y La corona partida). Los trajes se hallan en las salas románicas y capitular de verano (esta última también denominada capilla de la Virgen de la Paz o sala de grados de la universidad seguntina).

Retornados al interior catedralicio seguntino, nos aguardan otros cuatro lugares: el coro renacentista, el púlpito gótico del cardenal Mendoza, la capilla del Doncel y la antigua puerta de la cadena (actualmente puerta del mercado), desde la que Cisneros, como provisor del obispado y alcalde mayor de Sigüenza, impartía justicia todos los sábados.

 

8.- ¿Cuál es la ruta cisneriana en la ciudad de Sigüenza?

A través de la puerta catedralicia de sureste, la puerta de la cadena o puerta del mercado salimos a la ciudad, salimos, concretamente, a la Plaza Mayor, actual palacio consistorial, antigua casa del deán. Desde aquí, podemos comenzar la ruta cisneriana por la ciudad, cuyas dos primeras etapas (el Museo, antiguo palacio del obispo Fernando de Luján y después del ya citado Juan López de Medina; y la catedral con su contaduría), ya  conocemos.

Desde la Plaza Mayor de Sigüenza nos aguardan otras nueve paradas cisnerianas en la ciudad alta: la puerta del sol y la travesaña baja, la iglesia románica de Santiago, la barbacana y el castillo-palacios de los obispos (actual Parador Nacional de Turismo), la iglesia románica de San Vicente y al contigua casa del Doncel,  la plaza nueva o plazuela de la cárcel (antigua sede del ayuntamiento), la puerta del hierro y la judería nueva, la puerta del portal mayor y la morería, la calle del hospital de la san Mateo y la segunda y última sede la universidad seguntina (actual edificio del obispado y del archivo diocesano y antigua escuela universitaria de Magisterio).

 

9.- ¿Cuál sería tu definición de la exposición y qué datos prácticos puedes darnos para visitarla?

Esta exposición, en pequeñas y significativas dosis y con especial detenimiento en la ya referida etapa seguntina, hace un recorrido por su trayectoria y ministerio. La exposición permanece abierta los siete días de la semana, entre las 11 y las 14 horas y las 15 y 20 horas. La entrada se centraliza en el museo de Sigüenza (teléfono 949 391 023) y se vende al precio de 7 euros por persona con acceso guiado al museo y a la catedral.  Los contactos de la Oficina Municipal de Turismo de Sigüenza son los siguientes: Calle Serrano Sanz, 9, 19250 Sigüenza, teléfono: 949 34 70 07, e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

La muestra, en un modelo expositivo distinto e interactivo, ofrece un recorrido por las tres sedes aludidas en el subtítulo del artículo, con citas para el arte sacro, el urbanismo, la naturaleza, la historia, la cultura y hasta la gastronomía. Artísticamente, expone pintura y escultura del siglo XV y XVI, orfebrería, códices y documentos, amén de didácticos paneles, como el libro escolar escrito por Jesús Orea, para acercarnos a la figura de un gigante de la historia de España y de la historia de la cultura y de la Iglesia.

 

10.- ¿Por qué merece la pena viajar a Sigüenza para conocer esta exposición?

En primer lugar, porque Sigüenza y no digamos su catedral –una de las diez mejores catedrales de España- lo merece. Sigüenza está tan solo a 130 kilómetros de Madrid, 200 de Zaragoza, 330 de Valencia. Sigüenza es un museo por donde vayas y adonde vayas. Cuenta, además, con una magnífica gastronomía. Sus mil metros de altitud le otorgan un clima muy apto ante los rigores del verano. Y su entorno natural, como el vecino parque natural del río Dulce, es también muy hermoso. No hay ni una sola razón para no venir, para no conocer Sigüenza; y a las tantas y tantas razones para hacerlo, se añade ahora «Cisneros: de Gonzalo a Francisco».

Sigüenza es la ciudad del Doncel, la célebre escultura yacente de un joven soldado muerto pero erguido y vivo. Sigüenza es ciudad medieval, renacentista, barroca e ilustrada. Un acertado y certero lema turístico seguntino reza «Búscame en Sigüenza». Pues eso: en Sigüenza y en su catedral te esperamos con los brazos abiertos. No te arrepentirás. Y, además, ¡gracias por venir!

Por Ángel Moreno

(de Buenafuente)

 

 

31 DE MAYO DE 2017

 

“¡De dónde acá que nos visite la Madre de nuestro Señor!” En cuanto tu rostro estuvo ante nuestros ojos, se nos conmovieron las entrañas.

“Bendita, dichosa, feliz, tú que creíste el anuncio del ángel del Señor, y gracias a tu fe tomó carne en tu seno, por obra del Espíritu Santo, el Hijo de Dios. “¡Bendito el fruto de tu vientre, Jesús!”

Señora, Santa María: a tu paso por nuestros pueblos, como sucediera en los tiempos del rey David, cuando subió el Arca de la Alianza a Jerusalén, hemos sentido, por tu poderosa intercesión, la bendición de Dios sobre nuestras familias y comunidades, que a tu paso se colmaban de alegría, de paz y de emoción al experimentar la ráfaga de luz de tu mirada, el sentimiento profundo de tu ternura, la fuerza interior por tu acompañamiento.

Gracias, Nuestra Señora de Fátima, porque tu peregrinación nos ha dejado grabadas imágenes soñadas de comunión, de presencia religiosa de todas las generaciones, que se han acercado hasta tu imagen con cantos, oraciones y ofrendas. Hemos sentido los deseos más nobles de pertenecer a la Iglesia, de humildad, de limpieza de corazón, y has suscitado en nosotros, como lo hiciste con los pastorcitos, ganas de servir a los demás, de confesar la fe, de manifestar la alegría cristiana, de orar.

Hemos sido testigos de las súplicas que te han dirigido los fieles en los grandes encuentros y en los pequeños lugares; entre la multitud peregrina, y en la soledad y silencio de los claustros. Solo tú sabes las avemarías que se han elevado hacia ti, llenas de confianza, a la vez que te presentábamos tantas necesidades familiares, sociales, eclesiales o íntimas.

Madre de Dios, al igual que cuando visitaste a tu pariente Isabel, queremos bendecirte como ella. Entonces, por la cercanía del Hijo que llevabas en tus entrañas, todo quedó santificado; así también estos días nuestra Diócesis, gracias a la presencia de tu imagen, ha recibido un impulso nuevo de deseos de santidad, de coherencia cristiana, de generosidad. Son muchos los que gracias a tu paso han salido a la calle a profesar públicamente su fe, y muchos los que han fortalecido su esperanza.

Gracias por haber confortado, como lo hiciste en tu visita a la montaña de Judea, a nuestros ancianos, enfermos, necesitados, niños, jóvenes, familias, parroquias, comunidades religiosas, motivo que nos mueve a tomar tu mismo cántico de alabanza: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, porque Dios ha mirado por tu mediación nuestra sierra, campiña y alcarrias, y ha renovado en muchos las ganas de ser mejores.

Te vas de nuestros ojos, y por ello sentimos nostalgia. Pero sabemos que no solo te llevas nuestras súplicas, sino que te quedas en nuestro corazón. Intercede por esta parcela humilde del pueblo de Dios en Sigüenza-Guadalajara, por su Obispo, que ha hecho posible tu visita, por los sacerdotes y consagrados. Presenta a tu Hijo los sufrimientos y esperanzas de tantos como se han acercado a ti, y de aquellos que no han podido hacerlo. Intercede ante tu Hijo para que no nos falten obreros de su mies.

Han sido muchos los que han hecho posible tu peregrinación. Tú conoces a los que han puesto sus manos en tareas organizativas, a los que han ayudado con sus bienes, a las autoridades que se han sumado y han permitido las manifestaciones piadosas por tantas calles y plazas de nuestros municipios. Déjales gustar el consuelo de tu sonrisa, y ruega por todos nosotros. Amén.

Testimonio

(Delegación de Vocaciones)

 

Antes de empezar a contaros mi experiencia de fe, permitirme que os explique un símil que usaré.

El alma, la cual ha sido creada por Dios para llenarla de EL, es como una botella. Si la botella está cerrada, Dios no puede entrar en tu alma, si está abierta pero llena de cosas, Dios no tiene sitio para quedarse en ella, sólo en una botella abierta y limpia, Dios se puede derramar.

Cuando somos pequeños tenemos una botella abierta y limpia que se llena fácilmente de todos los valores cristianos que, en mi caso, recibí en mi familia y en mi parroquia, pero según fui haciéndome más mayor, y especialmente en mi época adolescente, empecé a cuestionarme muchas de las cosas que me habían ido llenando mi  botella. Continúe con mi formación cristiana hasta que me confirme. Después de este momento, la soberbia y la rebeldía adolescente en la que pensaba: “este cura ya me está contando la misma historia de siempre”, “no hace falta ir a misa para ser cristiano”, “lo que dice la Iglesia esta anticuado”. Este tipo de frases fueron calando en mi de tal manera que empecé a llenar mi botella de otras cosas, hasta que llegó un momento que decidí cerrarla para Dios.

Después de 5 años, se cruzo en mi camino una persona muy especial, con una vida de fe muy profunda, que me hizo volver a plantearme todas las razones por las que yo había cerrado mi botella.

Poco a poco se fueron desmontando todos los argumentos vacíos y faltos de sentido que me hicieron apartarme de Dios. Abrí mi botella empecé a sacar lo que no servía y desde ese momento Dios pudo entrar en ella.

Con esta postura de apertura y lucha para mantener mi botella abierta hoy estoy aquí delante de vosotros, para contaros que desde mi experiencia, Dios es lo único que merece la pena y que todo que hagamos en esta vida tiene sentido si lo vivimos desde EL .

Y para terminar, sólo pediros, que nunca cerréis vuestra botella a Dios.

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