Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular)

 

 

El Concilio Vaticano II nos recuerda que “de acuerdo con la tradición, la Iglesia rinde culto a los santos y venera sus imágenes y sus reliquias auténticas”.

Con estas palabras comienza el Directorio sobre la Piedad Popular y la Litúrgica los números dedicados a las reliquias de los santos (nn. 236-237).

Comienza el documento de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los Sacramentos hablando de la consideración extraordinaria que tiene el cuerpo en la concepción cristiana, pues el cuerpo es Templo del Espíritu Santo. De ahí la veneración de las reliquias.

En el altar, según el Misal Romano confirma la validez del “uso de colocar bajo el altar, que se va a dedicar, las reliquias de los Santos, aunque no sean mártires”.

Una Pastoral correcta sobre su veneración ha de tener en cuenta: su autenticidad, que sean de un tamaño reconocible, que no se consideren elemento de colección, y evitar todo posible fraude, comercio o superstición. Temas que a nosotros nos parecen evidentes, pero que han estado presentes en la historia de la Iglesia y que poco, o nada, tienen que ver con una auténtica veneración de las reliquias.

Termina la Congregación del Culto Divino hablando de la dignidad y del auténtico impulso de fe que deben rodear las reliquias de los Santos.

Por Juan José Plaza

(Delegación de Misiones)

 

 

¡Sígueme! es el lema con el que se celebra este año (2017) la Infancia Misionera, que tendrá lugar el 22 de Enero.

Para entender bien el lema debemos  hacernos, de entrada, dos preguntas: La primera: ¿Quién es el que nos dirige esta llamada a seguirle? Es nuestro Señor Jesucristo. Y la segunda es: ¿ A quién se la dirige? Se la dirige a todos los hombres; pero en esta Jornada os la dirige concretamente a vosotros, los niños.

Cuando nuestros padres nos llevaron a la Iglesia a bautizarnos, no sólo quedamos hechos hijos de Dios, sino que, además, fuimos constituidos discípulos-misioneros de Jesús.

Seguro que todos recordáis cómo en el Evangelio Jesús dijo a algunos (a Andrés y Pedro, a Santiago y a Juan…):” Ven y sígueme. Y ellos dejándolo todo lo siguieron” (Mat. 4, 18-22). Jesús los instruyó y los hizo  primero sus discípulos y, después, los mandó a todo el mundo a predicar el evangelio, haciéndoles sus misioneros.

Este año la Infancia Misionera nos quiere recordar a todos los niños que Jesús, como a Andrés y a Pedro…, nos llama a seguirle, a que seamos de verdad sus discípulos- misioneros.

Y como sospecho que no sabéis muy bien cómo seguir a Jesús y cómo ser sus discípulos-misioneros, vamos a tratar de recordarlo a todos, tanto a los mayores como a los pequeños. Seguir a Jesús  y ser sus discípulos-misioneros no es  estar bautizado y luego vivir como un pagano ni hacer la primera comunión por pura tradición para celebrar una fiesta en que recibimos muchos regalos ni asistir a las clases de religión o a catequesis sin poner mucho interés ni confirmarse para luego poder casarse por la Iglesia, como algunos dicen, ni ir a un colegio religioso sin más,  etc.

Un astrofísico, Michael H. Hart, publicó un libro en 1978: “Las cien personas más influyentes en la historia”. Jesucristo aparecía en la lista; pero en tercer lugar. ¿Por qué? En opinión de Hart la influencia de Jesús en el mundo ha disminuido considerablemente por aquellos que dicen seguirlo, pero no viven sus enseñanzas.

Seguir a Jesús y ser su discípulo-misionero es:  1/ Amarle de verdad no solo con la boca, sino en las obras. 2/ Estar unidos a él por medio de la oración y la gracia. 3/ tratar de comportarnos como Él nos enseña en el Evangelio. 4/ Ir a catequesis y a las clases de religión con un gran interés de conocerle más y más. 5/ Frecuentar el sacramento de la confesión y asistir a la santa Misa, recibiendo la comunión bien preparado.6/  portarse bien con los padres, con los maestros, con los compañeros…, como hacía Jesús. 7/ tener muy presente a los que tienen necesitad, para ayudarles ( el lema general de Infancia Misionera es:” Los niños ayudan a los niños” -con su oración y limosna-). 8/ Tomarse en serio los estudios y abrir bien los oídos para escuchar lo que nos pide Jesús ser en esta vida, sin cerrarse a nada, tampoco a ser sacerdote, religiosos y misioneros. 9/ Dar testimonio de nuestro amor a Jesús allí donde estemos: 10/ Tratar de vivir  siempre alegres  nuestra fe, viviendo como buenos  hijos de Dios.

¡Seguir  a Jesús y ser sus discípulos-misioneros no vale la pena, vale la vida!, porque es nuestro Dios, Aquél que ha muerto para salvarnos y nos dice: “Yo soy el camino la verdad y la vida, el que me sigue no camina en la tiniebla, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 14,6ss). Seguir a Jesús no vale  la pena, vale  la vida, para ayudarle  a implantar en el mundo el Reino de Dios, la Civilización del Amor.

 A veces experimentamos  que seguir a Jesús y ser sus discípulos-misioneros cuesta; es cierto, pues  hay cosas personales o que  nos ofrece el mundo que  no tenemos fuerzas para renunciar a ellas. El mismo Jesús nos lo recuerda: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn. 15,5). Pero Él está siempre junto a nosotros para ayudarnos, y nos dice: “Pedid y se os dará” (Mat. 7, 7-11). Aunque esto hay que entenderlo bien. Lo que os digo seguidamente lo aclara.

Hace unos días recibí un WhatsApp que decía “No le pidas a Jesús que te ayude a seguirle, si tú no está primero dispuesto a mover los pies”. ¡Genial! ¿Verdad?

¿Nosotros somos de los que queremos seguir a Jesús? Por todo lo que hemos dicho, no olvidemos, que a esto hay que contestar  no sólo con palabras, sino con nuestra vida.

Por Esther Pérez

(Movimiento 'Fe y luz')

 

 

La Pastoral del Sordo, la Pastoral del Ciego CECO, Fe y Luz SIN BARRERAS y la Comunidad JUAN XXIII celebramos el Día Internacional de la Discapacidad en la Parroquia San Antonio de Padua de Guadalajara el domingo 4 de diciembre.

La Eucaristía fue el inicio de nuestra celebración, el centro en nuestra vida de fe, para continuar anunciando quiénes somos y qué hacemos, y terminar con comida compartida y fiesta. 

Fue un bonito día en el que celebramos también nuestras capacidades, ya que en lo más importante no tenemos ninguna discapacidad, que es en el AMOR. Me gustaría que el mensaje del amor lo tuviésemos grabado en nuestro corazón para que cayesen todas las barreras en torno a las personas vulnerables y necesitadas.

Coincidiendo este día con el II Domingo de Adviento, la Palabra nos invitaba a la conversión; si de verdad seguimos esta enseñanza y la aplicamos en nuestra vida, puede ser una realidad, este amor a todos sin excepción.   

El Papa Francisco, con motivo del Año Jubilar de la Misericordia, dice “la persona enferma y discapacitada, precisamente a partir de su fragilidad, de su límite, puede convertirse en testigo del encuentro para construir relaciones fraternas y solidarias en la Iglesia y la sociedad”. 

Este día me hace reflexionar bastante sobre cada uno de nosotros y las capacidades que nos acompañan, porque como personas estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos. Dios nos quiere como somos, y lo único que nos pide es amar a los hermanos como Él nos ama, porque en el amor no hay limitaciones de ninguna clase.

En nuestras comunidades crecemos en la fe y hacemos cosas juntos, creando a la vez fuertes lazos de amistad para caminar unidos hacia el encuentro con el Señor, aunque ya lo sentimos cerca porque se encuentra entre los más vulnerables e indefensos. Nuestras dificultades compartidas son menores, y crecemos en alegría y entusiasmo compartiendo entre nosotros, y con las puertas abiertas a toda persona que desee acercarse y conocernos para, igualmente, caminar en comunión compartiendo los dones recibidos que nos acompañan.

 

Por Ana I. Gil Valdeolivas

(Delegación de Apostolado Seglar)

 

 

Llegamos al final de un año, y es un buen momento para evaluar y ver que ha sido este año 2016, y a mí me gustaría hacerlo desde la delegación de apostolado seglar, e invito a que cada asociación, movimiento, comunidad eche la vista a este año que se nos va.

Un año donde el Papa Francisco nos ha invitado a ser valientes, dentro de un año lleno de misericordia..

Yo en estos días preparando actividades, leía, una parte de la encíclica “Los Fieles Laicos” (Chistifideles laici), más concretamente el punto número 30 y creo que es un buen punto para revisar:

 

Criterios de eclesialidad para las asociaciones laicales

La necesidad de unos criterios claros y precisos de discernimiento y reconocimiento de las asociaciones laicales, también llamados «criterios de eclesialidad», es algo que se comprende siempre en la perspectiva de la comunión y misión de la Iglesia, y no, por tanto, en contraste con la libertad de asociación.

Como criterios fundamentales para el discernimiento de todas y cada una de las asociaciones de fieles laicos en la Iglesia se pueden considerar, unitariamente, los siguientes:

— El primado que se da a la vocación de cada cristiano a la santidad, y que se manifiesta «en los frutos de gracia que el Espíritu Santo produce en los fieles»[109] como crecimiento hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección en la caridad[110].

En este sentido, todas las asociaciones de fieles laicos, y cada una de ellas, están llamadas a ser —cada vez más— instrumento de santidad en la Iglesia, favoreciendo y alentando «una unidad más íntima entre la vida práctica y la fe de sus miembros»[111].

— La responsabilidad de confesar la fe católica, acogiendo y proclamando la verdad sobre Cristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre, en la obediencia al Magisterio de la Iglesia, que la interpreta auténticamente. Por esta razón, cada asociación de fieles laicos debe ser un lugar en el que se anuncia y se propone la fe, y en el que se educa para practicarla en todo su contenido.

— El testimonio de una comunión firme y convencida en filial relación con el Papa, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia universal[112], y con el Obispo «principio y fundamento visible de unidad»[113] en la Iglesia particular, y en la «mutua estima entre todas las formas de apostolado en la Iglesia»[114].

La comunión con el Papa y con el Obispo está llamada a expresarse en la leal disponibilidad para acoger sus enseñanzas doctrinales y sus orientaciones pastorales. La comunión eclesial exige, además, el reconocimiento de la legítima pluralidad de las diversas formas asociadas de los fieles laicos en la Iglesia, y, al mismo tiempo, la disponibilidad a la recíproca colaboración.

— La conformidad y la participación en el «fin apostólico de la Iglesia», que es «la evangelización y santificación de los hombres y la formación cristiana de su conciencia, de modo que consigan impregnar con el espíritu evangélico las diversas comunidades y ambientes»[115].

Desde este punto de vista, a todas las formas asociadas de fieles laicos, y a cada una de ellas, se les pide un decidido ímpetu misionero que les lleve a ser, cada vez más, sujetos de una nueva evangelización.

—El comprometerse en una presencia en la sociedad humana, que, a la luz de la doctrina social de la Iglesia, se ponga al servicio de la dignidad integral del hombre.

En este sentido, las asociaciones de los fieles laicos deben ser corrientes vivas de participación y de solidaridad, para crear unas condiciones más justas y fraternas en la sociedad.

Los criterios fundamentales que han sido enumerados, se comprueban en los frutos concretos que acompañan la vida y las obras de las diversas formas asociadas; como son el renovado gusto por la oración, la contemplación, la vida litúrgica y sacramental; el estímulo para que florezcan vocaciones al matrimonio cristiano, al sacerdocio ministerial y a la vida consagrada; la disponibilidad a participar en los programas y actividades de la Iglesia sea a nivel local, sea a nivel nacional o internacional; el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a los cristianos; el impulsar a una presencia cristiana en los diversos ambientes de la vida social, y el crear y animar obras caritativas, culturales y espirituales; el espíritu de desprendimiento y de pobreza evangélica que lleva a desarrollar una generosa caridad para con todos; la conversión a la vida cristiana y el retorno a la comunión de los bautizados «alejados».

Llega un año apasionante, donde trabajando desde la comunión, somos llamados a la santidad, y esta la encontramos en nuestro mundo, en nuestros ambientes.

Tenemos una riqueza de ministerios y carismas dones del espíritu santo, y todos juntos tenemos mucho que decir construyendo Iglesia.

Jesús es la mejor medicina, para nuestra sociedad, y para cada uno de nosotros, pero también es necesario saber que nos duele o si tenemos fiebre…

FELIZ AÑO NUEVO 2017  os deseamos desde la delegación diocesana de apostolado seglar.

(Delegación de Vocaciones)

 

Todos somos cristianos, pero ¿qué es ser cristiano?

Para mi ser cristiano es seguir a Dios y a su hijo Jesús.

Muchas personas dicen que como no vemos físicamente a Dios, no existe, pero eso es mentira; Él está en todos los sitios a la vez. Por ejemplo, ahora mismo está entre nosotros.

Yo soy una persona creyente y estoy muy orgullosa de serlo.

Siempre antes de un examen, ya sea un día antes o en el propio examen, le pido a Dios que me ayude. Pero, a ver, no saquemos las cosas de contexto y pensemos que por pedir aprobar un examen lo vamos a aprobar; lo que tenemos que hacer es estudiar.

Lo digo por mi propia experiencia. ¿No os ha pasado que estáis en el sofá descansando y os dais cuenta de que tenéis que estudiar? Son esos los momentos cuando hay que pedirle a Dios que nos dé fuerza. En ese momento. No después.

También en esas semanas que nos sentimos mal o raros, son esas las que hay que hablar con él para avanzar y dejar nuestras penas atrás.

Yo no voy todos los domingos a misa, lo admito, pero sé que Dios está en mí, y que yo y todas las personas que hay aquí somos importantes para Dios.

Os voy a contar una breve historia. En los años que pasé en Primaria era una chica muy apagada. No hablaba con nadie, era supertímida, y solo me dedicaba a los estudios, y las personas que me conozcáis hoy en día sabréis que no soy así en absoluto. Para empezar, no me callo ni debajo del agua, no soy nada tímida y aunque sigo siendo una empollona, esos años de oscuridad han cambiado por completo. Solo por el simple hecho de ir todos los días a la capilla a hablar con Dios.

A mí me ha ayudado en los peores momentos de mi vida y siempre salgo de ellos gracias a Él.

Después de este breve discurso espero que os planteéis mejor vuestra fe y vuestra relación con Dios.

Muchas gracias por escucharme.

 

Claudia

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