Por Jesús Montejano

(Delegación de Piedad Popular)

 

“A pesar de la secularización contemporánea, el pueblo cristiano advierte claramente que durante la Cuaresma hay que dirigir el espíritu hacia las realidades que son verdaderamente importantes; que hace falta un esfuerzo evangélico y una coherencia de vida, traducida en buenas obras, en forma de renuncia a lo superfluo y suntuoso, en expresiones de solidaridad con los que sufren y con los necesitados” Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia, n. 125).

Estas palabras del Directorio nos invitan a lo verdaderamente importante; nuestro rico mundo interior, el esfuerzo personal, la coherencia de vida, las buenas obras, la solidaridad. Todo ello está presente, de una u otra manera, en las expresiones de piedad popular. El sentido de fe del pueblo sabe el camino que ha de recorrer desde lo interior hacia lo exterior y desde lo exterior a lo interior.

El pasado día 4 de marzo, en la presentación del bello cartel de la Semana Santa de la ciudad de Guadalajara, se recordaba la importancia de  la religiosidad popular en la Semana Santa como expresión del sentimiento de fe de un pueblo y de los diversos miembros de las cofradías y hermandades que están presentes en todos los rincones de la geografía diocesana.

El tiempo de Cuaresma en que nos encontramos hemos de recorrer un camino interior para que nuestra vivencia de la fe sea coherente y auténtica expresión de fe en Cristo, muerto y resucitado.

Para ello el Directorio nos invita a venerar a Cristo Crucificado, a leer la pasión del Señor, y a hacer vida lo que creemos con la oración y los sacramentos de la penitencia y la Eucaristía.

Por Alfonso Olmos

(director de la Oficina de Información)

 

La cuaresma no necesita explicación. Los signos y las palabras de este tiempo son suficientemente elocuentes. Desde el principio hasta el fin. La ceniza del miércoles que abre la puerta a este tiempo de gracia, signo de arrepentimiento y de perdón, se limpia con el agua bautismal de la noche de pascua, signo de vida y de inmortalidad.

La palabra de Dios nos invita a la reflexión, a la oración, a la conversión personal. Es la única forma de cambiar el mundo y las estructuras, la enmienda de cada uno. Lo demás es cuento. Si no hay transformación interior no hay cambio social o eclesial.

A lo largo de la cuaresma, después del programa que la liturgia nos ofrece el primer día de este tiempo penitencial, el que se nos propone el ayuno, la oración y la limosna como posibilidad de encuentro con Dios y con los demás, la palabra que cada domingo oiremos nos ayudará a recorrer el camino.

Contemplar las tentaciones de Jesús nos ayuda a darnos cuenta de que somos frágiles, pero con la ayuda de Dios todo se puede. El relato de la Transfiguración nos invita a escuchar a Jesús, que falta nos hace. La Samaritana junto al pozo, nos debe hacer descubrir que tenemos que tener sed de Cristo, que debemos saber dónde beber, para saciar esa sed, a lo largo de nuestra vida. La resurrección de Lázaro nos puede ayudar a abrir los oídos y el corazón, también a nosotros Jesús nos dice "sal afuera. Ven. Ven afuera", y despertar así de nuestros letargos.

La pasión nos llevará a la resurrección. Es cuestión de tiempo, y de aprovechar el tiempo. De recorrer el camino con ilusión y esperanza. Al final llegará la luz, Cristo vivo, dando sentido a todos los esfuerzos cotidianos. Confiemos.

Por Raúl Pérez Sanz

(Delegación de Liturgia)

 

 

Todos ya sabemos que la Cuaresma es el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua. Son cuarenta días para: escuchar más atentamente la Palabra de Dios, para vivir la conversión y hacer memoria de nuestro bautismo.  En estos días nos pueden ayudar y mucho los signos y gestos, así como el cuidado de las iglesias y los ambientes de oración en donde se espera entablar el diálogo de salvación con el Señor.

La primera característica es la austeridad, ello no quiere decir que se eliminen por completo los gestos y símbolos litúrgicos; sino que estos indiquen gradualmente el camino hacia la Pascua. El signo que acompaña a esta característica es la Ceniza, la Iglesia lo realiza hoy como signo de la actitud del corazón penitente, que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Junto a este signo se une el de no poder colocar flores en el altar, excepto en las solemnidades, fiestas y el Domingo IV, “Laetare”, que como bien dice la Ordenación General del Misal Romano, en estos casos; el ornato en la Iglesia ha de contribuir a la noble sencillez, procurando la verdad de las cosas.

La segunda característica es el silencio. Al preparar cualquier celebración litúrgica en cualquier tiempo litúrgico deberíamos de invertir más tiempo en los espacios de silencio. Una buena celebración es aquella que tiene un buen equilibrio entre el canto y el silencio, la oración y el silencio, los gestos y el silencio. El signo que acompaña a esta característica es el omitir algunos cantos en las celebraciones litúrgicas, e incluso se nos indica que los instrumentos que suenen sean solamente para sostener el canto y no alargando ni interpretando así melodías instrumentales que rompan el silencio. Otro signo que acompañan esta característica es la omisión del Aleluya.

La tercera característica el clima apto para la reconciliación, el perdón. Toda acción litúrgica debe de ir modelando nuestro corazón, buscando así la conversión de nuestro interior y prepararlo para el Misterio Pascual. El signo que acompaña a esta última característica cuaresmal son los espacios penitenciales, estos han de estar bien ambientados iluminados y listos para recibir a los penitentes, han de ser lo más dignos y cómodos posibles, pues es el lugar en donde se hace tangible la misericordia del Dios que es amor, en donde se experimenta el abrazo del Padre, donde se siente la curación de las heridas por parte del buen samaritano… Otros signos que acompañan a este carácter penitencial serán los ejercicios piadosos, como el Vía Crucis, las estaciones o visitas a imágenes de la Pasión del Señor…

Os invito en este año 2017 a vivir y cuidar las Iglesias y lugares de oración con la austeridad, el silencio y creando así un ambiente propicio para la reconciliación con Dios. Feliz y Santa Cuaresma 2017.

Por Juan José Plaza

(Delegación de Misiones)

 

 

Para mí  es un honor ceder, en esta ocasión, el espacio de Opinión de la Delegación  diocesana de Misiones,  a  Ivanildo, misionero javeriano brasileño, que tuvo por párroco a nuestro hermano difunto  Práxedes en Abaetetuba.

Al final de la misa, que se ofreció por su eterno descanso en la concatedral de Santa María de Guadalajara, el 16 de Febrero, dio un testimonio, que creo oportuno  conozcáis quienes tenéis  la sana costumbre de navegar por la página Web diocesana y no tuvisteis la oportunidad de escucharlo directamente de su boca.

Éste fue su testimonio:

 

“La comunidad Cristiana de Abaetetuba, PA, Brasil, llora la pérdida de nuestro hermano y misionario padre Práxedes Santos García.  Yo lo conocí en 2001 en un encuentro. Él acompañaba a un grupo de catequistas de su parroquia. Les llevaba y después iba a recogerlos y así durante una semana y me encantaba ver la atención, cuidado y cariño con que los trataba.

Práxedes era estimando por todos, desde los niños hasta los ancianos. Yo admiraba mucho la perseverancia y el cuidado con que hacía las cosas. Él en todo lo que hacía conseguía implicar a todos en la participación, sobre todo, a los jóvenes.

Él siempre hablaba con  mucha alegría y entusiasmo del evangelio de JesúsCristo. Hacía que nos enamorásemos de la Palabra de Dios. En particular, él fue para mí un ejemplo de Sacerdote, de misionero, de pastor y de amigo. Fue una inspiración, un estímulo en mi vocación. Práxedes siempre que podía, iba a visitar a mi familia, conocía por nombre a cada uno de mis sobrinos, que no eran pocos.

Él, fue un testimonio para toda nuestra Iglesia de la Amazonia, para el clero, para la juventud, para todas las personas que le conocieron. Su manera de ser: abierta, hospitalaria, solidaria, cercana, trabajadora, sonriente y enamorado de su misión cautivaba a todos a su alrededor. 

Práxedes era una persona volcada con los pobres y con los excluidos de la sociedad. Una persona preocupada por la formación de los laicos. Un verdadero pastor, siempre pronto a ayudar a quien lo necesitaba. Un hombre de Dios, que consiguió con su testimonio de fe y de humildad transmitir el mensaje de Jesús, que él tanto amaba, a nuestros corazones.

Por lo tanto, el padre Práxedes, nos deja la certeza que consumirse hasta el último respiro por los demás es el mejor regalo que una persona puede dejar a las personas que tanto amó.

Muchas Gracias! Muito obrigado! Reza por nosotros que no te olvidamos y sabes cuánto lo necesitamos.      

 

Ivanildo de Sousa Quaresma, (misionero javerianos brasileño)

Por Juan Pablo Mañueco

(escritor y periodista)

 

 
No sé, Señor, pero te sigo plena-
mente: sintiendo luz en tu llamada;
sintiendo mi alma y frente enamorada,
por tu voz interior, que me serena.
 
Llenas de Ti mi todo, como si nada
en recorrerme dejes, vena a vena;
trazando caminos de nazarena
procesión en tu viva faz sagrada.
 
Sintiendo tu amor, de forma terrena-
mente, por mi deseo a Ti, buscada.
Llega pronto tu estampa enamorada
llenando íntegro el centro de mi escena.
 
¡Oh, ven,  mi Jesús, mi Dios, tan velada-
mente hasta mi interior que otra alma ajena
no contemple amorosa Nochebuena,
que llevará a tu todo ésta mi nada!
 
 
 
Juan Pablo Mañueco (2017)
de la novela, con algunos poemas en su interior, "La sombra del sol" (2017).
 
 
Bibliografía del autor:
 
 
 

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