Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

La semblanza del Papa Francisco realizada por el cardenal Re, decano del colegio cardenalicio, en la misa de funeral por quien ha sido el 266 sucesor de San Pedro

 

 

 

 «En esta majestuosa plaza de San Pedro, en la que el Papa Francisco ha celebrado tantas veces la Eucaristía y presidido grandes encuentros a lo largo de estos 12 años, estamos reunidos en oración en torno a sus restos mortales con el corazón triste, pero sostenidos por las certezas de la fe, que nos asegura que la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad que no conocerá el ocaso.

En nombre del Colegio de Cardenales agradezco cordialmente a todos por su presencia. Con gran intensidad de sentimiento dirijo un respetuoso saludo y un profundo agradecimiento a los Jefes de Estado, Jefes de Gobierno y Delegaciones oficiales venidas de numerosos países para expresar afecto, veneración y estima hacia el Papa que nos ha dejado.

La masiva manifestación de afecto y participación que hemos visto en estos días, después de su paso de esta tierra a la eternidad, nos muestra cuánto ha tocado mentes y corazones el intenso pontificado del Papa Francisco.

 

 

Amar hasta el final

Su última imagen, que permanecerá en nuestros ojos y en nuestro corazón, es la del pasado domingo, solemnidad de Pascua, cuando el Papa Francisco, a pesar de los graves problemas de salud, quiso impartirnos la bendición desde el balcón de la Basílica de San Pedro y luego bajó a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a toda la gran multitud reunida para la Misa de Pascua.

Con nuestra oración queremos ahora confiar el alma del amado Pontífice a Dios, para que le conceda la felicidad eterna en el horizonte luminoso y glorioso de su inmenso amor. Nos ilumina y guía la página del Evangelio, en la cual resonó la misma voz de Cristo que interpelaba al primero de los Apóstoles: “Pedro, ¿me amas más que estos?”. Y la respuesta de Pedro fue inmediata y sincera: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Y Jesús le confió la gran misión: “Apacienta mis ovejas” (cf. Jn 21,16-17). Será esta la tarea constante de Pedro y de sus sucesores, un servicio de amor a imagen de Cristo, Señor y Maestro, que «no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud» (Mc10,45).

 

El emblemático nombre de Francisco

A pesar de su fragilidad y sufrimiento final, el Papa Francisco eligió recorrer este camino de entrega hasta el último día de su vida terrenal. Siguió las huellas de su Señor, el buen Pastor, que amó a sus ovejas hasta dar por ellas su propia vida. Y lo hizo con fuerza y serenidad, cercano a su rebaño, la Iglesia de Dios, recordando la frase de Jesús citada por el Apóstol Pablo: «La felicidad está más en dar que en recibir» (Hch 20,35)

Cuando el Cardenal Bergoglio, el 13 de marzo de 2013, fue elegido por el Cónclave para suceder al Papa Benedicto XVI, llevaba sobre sus hombros años de vida religiosa en la Compañía de Jesús y, sobre todo, estaba enriquecido por la experiencia de 21 años de ministerio pastoral en la archidiócesis de Buenos Aires, primero como Auxiliar, luego como Coadjutor y después, especialmente, como Arzobispo.

La decisión de tomar por nombre Francisco pareció de inmediato una elección programática y de estilo con la que quiso proyectar su Pontificado, buscando inspirarse en el espíritu de san Francisco de Asís.

 

 

Atento al latido del mundo y la voz del Espíritu      

Conservó su temperamento y su forma de guía pastoral, y dio de inmediato la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia, estableciendo un contacto directo con las personas y con los pueblos, deseoso de estar cerca de todos, con especial atención hacia las personas en dificultad, entregándose sin medida, en particular por los últimos de la tierra, los marginados. Fue un Papa en medio de la gente con el corazón abierto hacia todos. Además, fue un Papa atento a lo nuevo que surgía en la sociedad y a lo que el Espíritu Santo suscitaba en la Iglesia.

Con el vocabulario que le era característico y su lenguaje rico en imágenes y metáforas, siempre buscó iluminar con la sabiduría del Evangelio los problemas de nuestro tiempo, ofreciendo una respuesta a la luz de la fe y animando a vivir como cristianos los desafíos y contradicciones de estos años de cambio, que él solía calificar como “cambio de época”.

Tenía gran espontaneidad y una manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia.

Lleno de calidez humana y profundamente sensible a los dramas actuales, el Papa Francisco realmente, compartió las preocupaciones, los sufrimientos y las esperanzas de nuestro tiempo de globalización, buscando consolar y alentar con un mensaje capaz de llegar al corazón de las personas de forma directa e inmediata.

 

El primado de la evangelización

Su carisma de acogida y escucha, unido a un modo de actuar propio de la sensibilidad de hoy, tocó los corazones, tratando de despertar las fuerzas morales y espirituales.

El primado de la evangelización fue la guía de su Pontificado, difundiendo con una clara impronta misionera la alegría del Evangelio, que fue el título de su primera Exhortación apostólica Evangelii Gaudio. Una alegría que llena de confianza y esperanza el corazón de todos los que se confían a Dios.

El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es una casa para todos; una casa de puertas siempre abiertas. Recurrió varias veces a la imagen de la Iglesia como “hospital de campaña” después de una batalla con muchos heridos; una Iglesia determinada y deseosa de hacerse cargo de los problemas de las personas y los grandes males que desgarran el mundo contemporáneo; una Iglesia capaz de inclinarse ante cada persona, más allá de todo credo o condición, sanando sus heridas.

 

 

Migrantes, viajes, misericordia

Innumerables son sus gestos y exhortaciones a favor de los refugiados y desplazados. También fue constante su insistencia en actuar a favor de los pobres.

Es significativo que el primer viaje del Papa Francisco fuera a Lamedura, isla símbolo del drama de la emigración con miles de personas ahogadas en el mar. En la misma línea fue también el viaje a Lesbos, junto con el Patriarca Ecuménico y el Arzobispo de Atenas, así como la celebración de una Misa en la frontera entre México y Estados Unidos, con ocasión de su viaje a México.

De sus 47 agotadores Viajes Apostólicos quedará especialmente en la historia el de Irak en 2021, realizado desafiando todo riesgo. Esa difícil Visita Apostólica fue un bálsamo sobre las heridas abiertas de la población iraquí, que tanto había sufrido por la obra inhumana del ISIS. Fue también un viaje importante para el diálogo interreligioso, otra dimensión relevante de su labor pastoral. Con la Visita Apostólica de 2024 a cuatro países de Asia-Oceanía, el Papa alcanzó “la periferia más periférica del mundo”.

El Papa Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, resaltando constantemente que Dios no se cansa de perdonarnos: Él perdona siempre, cualquiera sea la situación de quien pide perdón y vuelve al buen camino.

Quiso el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, destacando que la misericordia es “es el corazón del Evangelio”.

Misericordia y alegría del Evangelio son dos conceptos clave del Papa Francisco. En contraste con lo que definió como “la cultura del descarte”, habló de la cultura del encuentro y de la solidaridad. El tema de la fraternidad atravesó todo su Pontificado con tonos vibrantes. En la Carta encíclica Frótela tutsi quiso hacer renacer una aspiración mundial a la fraternidad, porque todos somos hijos del mismo Padre que está en los cielos. Con fuerza recordó a menudo que todos pertenecemos a la misma familia humana.

 

Fraternidad humana, cuidado de la creación, paz

En 2019, durante su viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el Papa Francisco firmó un documento sobre la “Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común”, recordando la común paternidad de Dios.

Dirigiéndose a los hombres y mujeres de todo el mundo, con la Carta encíclica Laudato si’ llamó la atención sobre los deberes y la corresponsabilidad respecto a la casa común. “Nadie se salva  solo”.

Frente al estallido de tantas guerras en estos años, con horrores inhumanos e innumerables muertos y destrucciones, el Papa Francisco elevó incesantemente su voz implorando la paz e invitando a la sensatez, a la negociación honesta para encontrar soluciones posibles, porque la guerra —decía— no es más que muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor de como era en precedencia: es para todos una derrota dolorosa y trágica.

“Construir puentes y no muros” es una exhortación que repitió muchas veces y su servicio a la fe como sucesor del Apóstol Pedro estuvo siempre unido al servicio al hombre en todas sus dimensiones.

En unión espiritual con toda la cristiandad, estamos aquí numerosos para rezar por el Papa Francisco, para que Dios lo acoja en la inmensidad de su amor.

El Papa Francisco solía concluir sus discursos y encuentros diciendo: “No se olviden de rezar por mí”.

Querido Papa Francisco, ahora te pedimos a ti que reces por nosotros y que, desde el cielo, bendigas a la Iglesia, bendigas a Roma, bendigas al mundo entero, como hiciste el pasado domingo desde el balcón de esta Basílica en un último abrazo con todo el Pueblo de Dios, pero idealmente también con la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y mantiene en alto la antorcha de la esperanza».. ​

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 2 de mayo de 2025

Laura y María Lara Martínez

(Profesoras titulares de Universidad)

 

 

 

El 22 de abril, como todos los martes, cerramos el programa Mesa de Análisis con su espacio La Historia con clase en Canal Sur, esta semana sobre la biografía del Papa Francisco, fallecido el día anterior, Lunes de Pascua.

https://www.canalsurmas.es/videos/detail/242883-mesa-de-analisis-22042025

Compartimos este recuerdo con la audiencia y lectores: "Estábamos en Argentina, en Buenos Aires, como Profesoras en un congreso en la Universidad de Buenos Aires María y yo, y entramos a la Catedral Metropolitana un día de diario y nos quedamos a Misa. La estaba oficiando el arzobispo porteño. Pues luego en 2013 al ser proclamado el Papa Francisco lo primero que dijimos a nuestra familia al enterarnos de la noticia al salir de impartir clase en la UCLM en Cuenca y regresar a Azuqueca fue: 'Lo hemos visto, es el arzobispo que estaba diciendo la Misa en la Catedral de Buenos Aires'. Era septiembre de 2009', explican.

Después hemos escrito capítulos sobre el Papa Francisco en varios de nuestros libros, como Ignacio y la Compañía. Del castillo a la misión, con el que ganamos el Premio Algaba, y hemos impartido conferencias sobre él por el mundo, también en Navarra, Pamplona, en los Jesuitas de Maldonado de Madrid en el Aula de ABC que dirigía el sacerdote jesuita e historiador Fernando García de Cortázar (DEP), en la parroquia josefina de origen jesuítico de San Raimundo de Peñafort de Madrid y para los jesuitas mayores en el castillo de Javier. Las Hermanas Lara recordamos a Francisco como el Papa de las periferias existenciales, a quien vieron cuando era Jorge Mario Bergoglio. 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Convaleciente de una neumonía bilateral que le tuvo hospitalizado 38 días, un mes después del alta hospitalaria, fallece Francisco, con 88 años, doce de ellos como Papa

 

 

 

 

A las 10 de la mañana del lunes 21 de abril, lunes de Pascua, la Santa Sede hacia pública la muerte del Papa Francisco, tras un comunicado al respecto, trece minutos antes, del cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, quien, con dolor, anunció con estas certeras palabras el fallecimiento del Papa Francisco:

«Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar la muerte de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, ha vuelto a la casa del Padre. Toda su vida ha estado dedicada al servicio del Señor y de su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados. Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del papa Francisco al amor infinito y misericordioso de Dios Uno y Trino».

Nacido en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, Jorge Mario Bergoglio fue jesuita, obispo auxiliar y después arzobispo de Buenos Aires y desde el 13 de marzo de 2013, Obispo de Roma y Pastor Supremo de la Iglesia universal. Sus doce años calzando las sandalias del Pescador han sido intensísimos, apasionantes, trepidantes.

¿Y cómo definir en una frase a Francisco y a su servicio como papa? Francisco ha sido el papa venido del Sur, el primer papa americano, el primer papa jesuita, el papa de las sorpresas (… hasta su muerte, más allá de su enfermedad previa, ha sido una sorpresa) y de las novedades, el papa de los pobres, el papa de la alegría, el papa de la misericordia y de la ternura, el papa del pueblo. El papa que ha querido serlo de todos, todos, todos.

Ha sido, englobando todo lo anterior y como definición y descripción más plena, el papa de las reformas, el papa reformista, el papa que trabajó por una reforma integral de la Iglesia y que lo hizo predicando con el ejemplo. De él, como de Pablo VI afirmara de su antecesor, Juan XXIII, bien podríamos decir que “su legado no cabe en su sepultura”.

 

 

Con todo, he aquí, con sus mismas palabras, cinco rasgos, cinco claves esenciales, para acercarnos a esta figura y a este legado del Papa Francisco:

 

1.- La centralidad de Jesucristo. “Lo importante es el encuentro con Jesús, el encuentro personal con Él, porque es justamente Él el que da la fe”. Papa también como Benedicto XVI de lo esencial, Francisco ha abundado constantemente en la centralidad de la fe cristiana, de la fe que transforma la vida.

“¿Quién es lo más importante? Jesús. Si seguimos adelante con la organización, con otras cosas, con cosas bonitas, pero sin Jesús, no seguimos adelante, la cosa no funciona. Jesús es más importante. Ahora quisiera hacer un pequeño reproche, pero fraternalmente, entre nosotros. Todos habéis gritado en la plaza: «¡Francisco, Francisco, Papa Francisco!». Pero Jesús, ¿dónde estaba? Yo habría querido que gritarais: «¡Jesús, Jesús es el Señor y está precisamente entre nosotros!». De ahora en adelante, nada de «Francisco», sino ¡«Jesús»!”.

Y es que lo esencial del ser cristiano es “creer en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, y amarse unos a otros como Él nos ha amado”. Y este sentido, Francisco, como ya afirmó en su primera misa, el jueves 14 de marzo de 2013, apenas veinticuatro horas de su elección, solo somos y seremos seguidores de Cristo cargando con cruz, única y definitiva esperanza y salvación.

 

2.- La novedad, la permanente novedad del Evangelio y de la condición de ser cristianos discípulos misioneros. Se trata de no acostumbrarnos, de no acomodarnos, de no instalarnos en una fe de salón o de fachada, facilona, cómoda, acomodaticia, cansada, adormilada, aburguesada, sin nervio evangelizador, sin capacidad de asombro, sin apertura efectiva y afectiva a la providencia, sin demanda de la conversión permanente.

Una novedad que nos ha de llevar a la transformación –fruto de la conversión del encuentro renovado con Jesucristo- y que se traduce, avala y aquilata en el testimonio y en la coherencia de vida. “No nos contentemos con una vida cristiana mediocre. Caminemos con decisión hacia la santidad”. Y “no podemos ser cristianos por instantes. Busquemos vivir nuestra fe en cada momento, cada día”.

 

3.- La eclesialidad y la sinodalidad.  “Las dificultades de la vida humana  cristiana no se superaron fuera, sino dentro de la Iglesia”. “Caminar juntos en la Iglesia, guiados por los pastores, que tienen un especial carisma y ministerio, es signo de la acción del Espíritu Santo; la eclesialidad es una característica fundamental para los cristianos, para cada comunidad, para todo movimiento. La Iglesia es quien me trae a Cristo y me lleva a Cristo; los caminos paralelos son peligrosos. Cuando nos aventuramos a ir más allá de la doctrina y de la comunidad eclesial, y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo”.

La Iglesia no es un movimiento político, ni una estructura bien organizada: no es esto. Nosotros no somos una ONG, y cuando la Iglesia se convierte en una ONG, pierde la sal, no tiene sabor, es solo una organización vacía. Y en esto, sed astutos, porque el diablo nos engaña, porque existe el peligro del eficientismo. Una cosa es predicar a Jesús, otra cosa es la eficacia, ser eficientes. No, ese es otro valor. El valor de la Iglesia, fundamentalmente, es vivir el Evangelio y dar testimonio de nuestra fe. La Iglesia es sal de la tierra, es luz del mundo; está llamada a hacer presente en la sociedad el fermento del Reino de Dios, y esto lo hace, ante todo, con su testimonio: el testimonio del amor fraterno, de la solidaridad, de la compartición”.

Y la eclesialidad desde la sinodalidad.  Sinodalidad de sínodo y sínodo que es hacer camino juntos. Sínodo que es escucha, oración, diálogo, consulta, encuentro, celebración, comunión, corresponsabilidad, participación, inclusión, revisión y todo ello para la misión. Sinodalidad que es “el camino de la Iglesia en el tercer milenio”.

 

4.- Una renovada opción preferencial desde el Evangelio por los pobres. Una Iglesia pobre y para los pobres que ha de ser una prioridad absoluta para los cristianos.

“La pobreza, para nosotros los cristianos, no es –afirmó en la vigilia de Pentecostés- una categoría sociológica o filosófica o cultural; no: es una categoría teologal. Diría tal vez que es la primera categoría, pues ese Dios, el Hijo de Dios, se abajó, se hizo pobre para caminar con nosotros por la calle. Y esta es nuestra pobreza: la pobreza de la carne de Cristo, la pobreza que nos trajo el Hijo de Dios con su encarnación. Una Iglesia pobre para los pobres empieza por ir hacia la carne de Cristo. Si vamos hacia la carne de Cristo, empezamos a entender algo, a entender qué es esta pobreza, la pobreza del Señor”.

Una Iglesia pobre y para los pobres que, revestida, ungida de la coherencia de vivirlo ella misma en primera persona, sepa denunciar las injusticias que asolan a nuestro mundo.  Y así, en varias y numerosas ocasiones, Francisco ha denunciado la trata de seres humanos, el trabajo esclavo, la esclavitud todavía persistente en distintos lugares del mundo y la cultura del descarte o del desecho. Y también, desde la luz del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, ha abordado el tema de la crisis económica, clamando por la justicia y la solidaridad. “El tesoro de los pobres” ha definido Francisco, en hermosísima frase, a la solidaridad.

 

5.- Y todo ello con ardor misionero, saliendo a las periferias, en misión permanente, con estilo samaritano y cristiano.

 “Una Iglesia que no sale, a la corta o a la larga, se enferma en la atmósfera viciada de su encierro. Es verdad también que a una Iglesia que sale le puede pasar lo que a cualquier persona que sale a la calle: tener un accidente. Ante esta alternativa, les quiero decir francamente que prefiero mil veces una Iglesia accidentada que una Iglesia enferma. La enfermedad típica de la Iglesia encerrada es la autorreferencial; mirarse a sí misma, estar encorvada sobre sí misma como aquella mujer del Evangelio. Es una especie de narcisismo que nos conduce a la mundanidad espiritual y al clericalismo sofisticado, y luego nos impide experimentar la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.

Y todo ello, todo esto, todo lo anterior ¿cómo?: con el estilo del Buen Samaritano. Siendo servidores y serviciales y no creernos dueños y señores porque para el cristiano el verdadero poder es servir, es amar.

Un estilo de Buen Samaritano que se realiza, se vive y se transmite, ¿cómo?: con paciencia, con humildad, con misericordia, con ternura, con bondad, reconociendo en los humildes y en los humillados, en los pobres, en los enfermos, en los ancianos, en los niños, en los necesitados, en quienes viven en las periferias existenciales de la vida la carne de Cristo. Porque no valen ni la pobreza teórica, ni las palabras, ni los planteamientos abstractos y genéricos. La pobreza del Evangelio, la primera bienaventuranza del Evangelio, la sabiduría del Evangelio, “se aprende tocando la carne de Cristo pobre en los humildes, en los pobres, en los enfermos, en los niños”. Se aprende, se vive y se transmite siendo pastores, en medio de la grey, siendo pastores, sí, con olor a oveja, siendo cristianos con aroma de humanidad, siendo fieles y creyentes con fragancia de fieles y de creyentes. Pastores entre la grey y cristianos entre los hombres.

Siendo, en suma, cristianos y viviendo el transmitiendo la alegría de Evangelio de Jesucristo, una alegría que nadie nos deberá arrebatar, la alegría que transforma para bien la humanidad y la hace más de Dios y más de los hombres. La alegría se sabernos fundamentados y anclados en la esperanza que no defrauda. ​

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 25 de abril de 2025

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

 

Preámbulo

 

Sólo por verte danzar,

Cristo ya unido al madero,

tu procesión es sendero

que nos convoca aquí a estar.

 

Y a este Jesús yo le quiero

este canto dedicar,

que Arriaca sabe amar

a Jesús, el gran Viajero.

 

 

I. Viernes de Dolor

 

Es ya Viernes de Dolor

que llega a Guadalajara.

¡Quien pudiera y ya pasara

a otra jornada mejor!

 

En que el dolor se aliviara

de todos alrededor,

y no muriese hoy el sol

que a todos alimentara.

 

La procesión del Silencio

y también del Santo Entierro,

 

sale en la Concatedral.

Es la Pasión general.

 

 

II. Cofradía de la Pasión del Señor

 

Cofrades de la Pasión del Señor

abren la comitiva en desconsuelo,

¡qué triste se pone, y en congoja, el cielo

sintiendo, en sí mismo, abrirse un temblor!

 

Los pasos que lleva son:

Cristo de la Expiración.

 

La Virgen de la Piedad

y Jesús de la Pasión.

 

 

III. Cofradía de los Dolores

 

Después Cofradía de los Dolores

sigue detrás a la de la Pasión.

Van en pos de Jesús, el Redentor

de nuestros humanos yerros y errores.

 

Lleva pasos del Calvario

y Virgen de los Dolores

que va rezando el rosario,

por llenarle aún de amores

 

 

IV. Cofradía del Cristo Yacente

 

La cofradía del Yacente Cristo

del Santo Sepulcro hilera es siguiente,

con todo su nazareno penitente

y el luto en los hábitos entrevisto.

 

Desfila el Cristo Yacente,

la Cruz Desnuda va enfrente.

 

 

V. Cofradía de la Virgen de la Soledad

 

Y al final sale a la nocturna escena

la más postrera y última Hermandad:

la de la Virgen de la Soledad.

Porta en lágrimas su Virgen Morena.

 

Con Virgen de Soledad

Cristo un Consuelo hallará.

 

 

VI. La esperanza final

 

¡Oh, Procesión General de Arriaca

en que el Dios Jesús, el Crucificado,

ya en clavos de dolor ha agonizado,

ante la gente de Guadalajara!

 

¡Oh, Procesión General de Arriaca

en que el Dios Jesús, el Crucificado,

ya en clavos de dolor ha agonizado,

ante la gente de Guadalajara!

 

Y ha sido ya en un sepulcro enterrado.

¡Pero aún cierra el desfile alcarreño,

la gran esperanza de un mayor sueño:

la Pascua en que sea resucitado!

 

 

Juan Pablo Mañueco

Poema extraído del libro “Cantil de Cantos V. Saetas a las Semanas Santas de España”

 

 

Información

Obispado en Guadalajara
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Teléf. 949231370
Móvil. 620081816
Fax. 949235268

Obispado en Sigüenza
C/Villaviciosa, 7
19250 Sigüenza
Teléf. y Fax: 949391911

Oficina de Información
Alfonso Olmos Embid
Director
Obispado
C/ Mártires Carmelitas, 2
19001 Guadalajara
Tfno. 949 23 13 70
Fax: 949 23 52 68
info@siguenza-guadalajara.org

 

BIZUM: 07010

CANAL DE COMUNICACIÓN

Mapa de situación


Mapa de sede en Guadalajara


Mapa de sede en Sigüenza

Si pincha en los mapas, podrá encontrarnos con Google Maps