Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

También la catedral diocesana acogió el 2 de diciembre de 2018, con más de un millar de fieles, la misa de apertura del sínodo, que se ha prolongado seis años

 

 

 

 

 

Pasado mañana, domingo 23 de junio de 2024, domingo décimo segundo del tiempo ordinario e inicio de esta semana litúrgica, a las 19 horas, en la catedral de Sigüenza, será la solemne misa de clausura del sínodo diocesano. La eucaristía será en el crucero de la catedral.

Este ha sido el primer sínodo de nuestra diócesis tras su reestructuración de límites geográficos en 1955 y, lógicamente, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965). En el histórico obispado de Sigüenza hubo doce sínodos diocesanos, entre los años 1380 y 1948. Con todo, tras el Vaticano II y el impulso actual del Papa Francisco, apenas tienen nada que ver los sínodos anteriores al Concilio y los actuales.

La frase “¡Vívelo! ha sido el lema del sínodo diocesano. Y la canción “¡Vive este tiempo de gracia!” es el título de himno sinodal y cuyo autor es Lorenzo Sánchez.

 

 

“No es lo mismo clausura que conclusión”

Con todo, el sínodo no concluye. Así lo expresa el obispo diocesano, monseñor Julián Ruiz Martorell: “El Sínodo no concluye. Queda por delante la redacción final de los decretos y declaraciones y, sobre todo, la puesta en marcha de los documentos y propuestas sinodales. Queda por delante la vida, y esperamos que sea vida abundante, fecunda”.

Y añade el prelado: “No es lo mismo clausura que conclusión. Esta etapa del sínodo no se identifica con un final de recorrido. Mi deseo no es realizar un trámite para dar por terminada una experiencia. El sínodo no concluye, sino que se orienta a un momento de decisión. Las propuestas que se aprueben contribuirán a diseñar el marco de referencia de nuestros objetivos y acciones pastorales en los próximos años”.

 

Lo que es un sínodo

El sínodo es una estructura y dinamismo eclesial de corresponsabilidad, escucha, diálogo, debate, oración, encuentro y propuesta en pro de la comunión, la participación y la misión de todos los miembros del pueblo santo de Dios.

El sínodo diocesano, que es el culmen de las estructuras de participación de los miembros de una diócesis, tiene que ser, ante todo, un acontecimiento de gracia. Por medio del sínodo, el Pueblo de Dios que vive y actúa en una diócesis es convocado y congregado por el mismo Señor, bajo la guía del obispo diocesano, para plantear los principales desafíos pastorales, para buscar juntos los caminos a recorrer en la misión y para cooperar activamente en la toma de las necesarias decisiones, desde una actitud de sincera escucha del Espíritu Santo.

 

Seis años entre nosotros

El sínodo diocesano fue anunciado por el entonces obispo diocesano, don Atilano Rodríguez, el 17 de mayo de 2018, convocado formalmente el siguiente 8 de septiembre y con misa de apertura, también en la catedral, el 2 de diciembre del mismo año.  El año 2019 fue el tiempo de la gran consulta diocesana, con macroencuesta. El 25 de enero de 2020 fue el encuentro de los responsables de los grupos sinodales, entonces recién formados y que comenzaron poco después sus reuniones con cuaderno de trabajado, llamado “cuaderno cero”, dedicado a lo que es una diócesis y a lo que es un sínodo.

Además, en cuatro grandes bloques temáticos, con cinco temas por bloque (20, pues, en total), se estructuró el trabajo sinodal, como luego se verá y detallará.

La pandemia obligó durante año y medio a la paralización de las reuniones presenciales de los grupos. El último trimestre de 2021 fue empleado en la respuesta diocesana al sínodo universal (octubre de 2023 y octubre de 2024) convocado por el Papa Francisco.  Y, por fin, volvieron los grupos para trabajar los cuatro grandes bloques temáticos fijados. Fue entre febrero de 2022 y diciembre de 2023.

El 31 de octubre de 2023 se produjo el anuncio el relevo episcopal en nuestra diócesis. Poco después de su toma de posesión, don Julián Ruiz Martorell, emitió, con fecha 6 de enero de 2024, sendos decretos de continuación del sínodo y del comienzo de la asamblea sinodal y de la fase clausura, con una misa de apertura el 25 de febrero, en la concatedral, y asambleas sinodales, en el colegio diocesano Cardenal Cisneros de Guadalajara, los sábados 2 y 16 de marzo y 13 y 27 de abril.

Asimismo, quedó fijado la misa de clausura del sínodo para la tarde del domingo 23 de junio, en la catedral. Han formado de la asamblea sinodal diocesana, en sus cuatro sesiones, más las misas de apertura y de clausura, cerca de 200 personas (187 sinodales, muchos más laicos que sacerdotes –aproximadamente, 120 laicos, 50 sacerdotes y 20 consagrados-  y más mujeres que hombres).

 

Fases de nuestro sínodo diocesano

Cuatro fases más una fase previa o fase cero (anuncio, convocatoria, preparación documental, nombramientos, reglamentos, ambientación y sensibilización, que discurrió entre mayo de 2018 y junio de 2019) han sido las cursadas en el itinerario de nuestro sínodo diocesano. La fase uno fue la de la encuesta sinodal y su tabulación, discernimiento y selección y distribución de los temas propuestos en ella. Fue la fase de la consulta y de la escucha y discurrió desde julio de 2019 a enero de 2020.

La fase dos fue la de los trabajos en grupos sinodales y las posteriores ponencias a la luz de sus propuestas y resultados. Fue la fase del diálogo, la reflexión y la oración. Comenzó en febrero de 2020 y quedó interrumpida, a causa de la pandemia dos años. Estos dos años constituyeron la fase imprevista, una extensa etapa de «catacumbas» –por denominarla de alguna manera-, de alargada espera pentecostal, muchas veces, hasta doliente, y también de reinventarse y de hacerse presente en modos y soportes distintos a fin de que la llama sinodal, que con tanta fuerza se había encendido, no se apagase.

Por fin, realizada y completada la fase segunda, entre febrero de 2022 y diciembre de 2023, y desde ella, mediante las ponencias, llegó, después del relevo episcopal en nuestra diócesis, la tercera: la de la asamblea sinodal, con las sesiones y modalidades ya indicadas, con sus conclusiones elevadas al parecer del obispo, el documento final o mensaje al Pueblo de Dios y la misa solemne de clausura del proceso sinodal.  Ha sido desde febrero a junio de 2024. Finalmente, la fase cuarta será la de la aplicación de las conclusiones sinodales y la de la conversión pastoral en aras a ser Iglesia en salida misionera.

 

Cuatro bloques temáticos, 20 temas pastorales

Cuatro grandes bloques temáticos han sido abordados en los cuadernos, en los grupos y en la asamblea sinodal (una asamblea para cada bloque). El primero llevó por título “Llamados” y tenía como referencia bíblica la frase san Pablo en su segunda carta a Timoteo, capítulo 1, versículo 16, “Reaviva el don que hay en ti”. El subtítulo de este primer bloque fue “Mirada hacia dentro”. Cinco temas, con dos secciones cada uno, en total, diez, fueron abordados en el cuaderno: la vocación, los fundamentos de la fe, la espiritualidad cristiana, la coherencia fe-vida y la comunión eclesial. Entre febrero y junio de 2022, los grupos sinodales en toda la diócesis trabajaron en estos temas y constituyó el contenido de la asamblea sinodal del 2 de marzo de 2024.

El segundo bloque temático, titulado “Desafiados”, incluyó otras cinco temáticas pastorales: jóvenes, mujer, alejados, nuevas formas de unión y otros colectivos y ecología. “Jesús, mirándolo lo amo”, frase del evangelio de san Marcos, capítulo 10, versículo 21, es su lema o inspiración bíblica. La frase corresponde al diálogo entre Jesús y el joven rico. “Algunos desafíos” fue el subtítulo del bloque segundo. Fue trabajado en los grupos sinodales de octubre de 2022 a enero de 2023. La asamblea sinodal del 16 de marzo de 2024 estuvo dedicado a este tema.

“Evangelizamos. Retos evangelizadores” es el enunciado del tercer bloque, cuya referencia o lema bíblico es “Sois la luz y la sal del mundo” (cfr. Mateo, 5, 13a.14ª). Sus cinco temas concretos son estos: familia, laicos, mundo rural, formación cristiana y celebración de la fe. Fue trabajado por los grupos sinodales entre febrero y junio de 2023 y llegó a la asamblea sinodal el 13 de abril de 2024.

Por fin, el cuarto bloque de temas reza “Servimos. Acción social y vida pública”. Su referente bíblico es la frase del evangelio de san Juan “Para que tengan vida…” (Jn 10,10). Y su temario incluyó estas cinco cuestiones pastorales: pobreza, pastoral de la caridad, solidaridad, vida pública y comunicación.  Fue trabajado en los grupos sinodales entre octubre y diciembre de 2023 y en la asamblea sinodal del 27 de abril de 2024.

 

  

 


 

□ Fiestas de San Juan Bautista y de San Pedro y San Pablo

El lunes 24 de junio es la solemnidad litúrgica de la natividad de san Juan Bautista, el precursor del Señor. Fue fiesta de precepto y por eso continúa teniendo ciertas prerrogativas como la de tener dos formularios, pues al de la solemnidad de esta fecha se añade otro para la misa vespertina de la vigilia. Además, de san Juan Bautista se hace también memoria litúrgica el 29 de agosto para celebrar su martirio.


Algunos de los lugares de la diócesis donde san Juan Bautista es especialmente celebrado son Yebra, Palazuelos, Torremocha del Pinar, Escalera, Sigüenza, Torresaviñán, Alhóndiga, Galve de Sorbe, Quer, … Y hasta quince templos parroquiales tienen como titular a San Juan Bautista, siendo los más notables Atienza, Jadraque, Hita, Milmarcos y Córcoles. Además, el monasterio de monjas benedictinas de Valfermoso de las Monjas, que data de 1186, está dedicado a san Juan Bautista.


Por otro lado, el sábado 29 de junio es la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, los dos apóstoles columnas de la Iglesia. Como reza el prefacio de su misa, Pedro fue el primero en confesar la fe, Pablo, el maestro insigne que la interpretó. Pedro fundó la primitiva Iglesia con el resto de Israel, Pablo la extendió a todas las gentes. De esta forma, por caminos diversos, los dos congregaron la única Iglesia de Cristo, y a los dos, coronados por el martirio en Roma, celebra, el 29 de junio, el pueblo santo de Dios con una misma veneración.


El día de san Pedro y san Pablo es el Día del Papa y el día de la colecta del Óbolo de San Pedro, un fondo mundial de donativos para las obras de caridad del Papa, el sucesor de san Pedro.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 21 de junio de 2024

Eduardo Marques Almeida

(Conferência Santa Margarida Maria)

Rio de Janeiro, Brasil

 El artículo del autor está disponible en los idiomas castellano, portugués, francés, e inglés. ↓

 

 

El Evangelio de Marcos (10:28-3) es muy intrigante.  Pedro (como siempre, irreverentemente genuino) pregunta por la recompensa que recibirán los apóstoles que lo dejaron todo y siguieron a Jesús.  Jesús responde que los que lo hagan recibirán el ciento por uno, con persecución.

¿Por qué tenemos que ser perseguidos si somos buenos y vivimos nuestra fe en Cristo con amor y esperanza?  ¿Por qué tenemos que sufrir para alcanzar la vida eterna?  ¿Por qué, si abandonamos algo en nombre de Cristo, tenemos que pasar por una «noche oscura del alma» para encontrar la verdadera felicidad?

El Nuevo Testamento está lleno de acontecimientos que muestran la mística de la «pérdida y el fracaso en el mundo para ganar el cielo».  Jesús se perdió de sus padres a los 12 años, sólo para ser encontrado predicando entre los doctores: ¡imagine los momentos de pánico que pasaron José y María ante la pérdida de Jesús!  El grano de mostaza de la parábola tiene que morir para convertirse en un árbol grande y frondoso al que acuden los pájaros a posarse.  El rico tiene que vender todo lo que tiene para salvarse.  Jesús tiene que morir para resucitar!  Podemos imaginar lo cuanto se sintieron abandonados y fracasados los apóstoles «que lo habían dejado todo para seguir a Jesús» cuando Él murió como un criminal en una cruz.

Pablo literalmente «se cayó del caballo» y se quedó ciego, para ver y vivir al Cristo resucitado que antes había estado persiguiendo.  Luego fue perseguido, tuvo que huir en una cesta y fue decapitado.  Pedro fue crucificado cabeza abajo.  Y así fueron martirizados los apóstoles, «fracasados» a los ojos de los hombres...

La historia de la salvación también está llena de santos que tuvieron que morir (voluntaria o involuntariamente) al mundo para vivir la Verdad del Señor.  Benito pasó tres años en una cueva oscura hasta que Dios le dijo que debía encontrar la luz fuera de la oscuridad y se convirtió en el patrón de los monjes de Occidente.  Teresa de Ávila sufrió la frustración del convento para (re)fundar el carisma del Carmelo.  San Juan de la Cruz pasó casi un año encarcelado (por sus propios hermanos de congregación) para convertirse en uno de los mayores místicos de la historia y uno de los mayores poetas de España.  Vicente de Paúl fue esclavo en África, antes de tener «la conversión en la conversión» y fundar la Congregación de la Misión, enviando misioneros a África.  Federico Ozanam fue provocado (y humillado) por un «sansimoniano» (anticlerical); y respondió fundando una de las mayores organizaciones caritativas de la Iglesia (la Sociedad de San Vicente de Paúl).  San Pío de Pietrelcina fue humillado en su amor propio día tras día por el demonio; se convirtió en el santo protector contra la tentación y la acción del mismo demonio de tantos y tantas.

Si todo esto (y mucho más) le ocurrió al Señor y a los que Le siguieron en la historia, ¿por qué habría de ser diferente para nosotros?  No hay árbol frondoso sin la muerte de la semilla.  No hay resurrección sin muerte.  El fracaso es una victoria, porque ya no vivimos nosotros, sino que es Cristo quien vive en nosotros (Gal 2,20).

 

 

Il faut mourir pour ressusciter

L'Évangile de Marc (10,28-3) est très intrigant.  Pierre (comme toujours, irrévérencieusement authentique) interroge Jésus sur la récompense que recevront les apôtres qui avait abandonné tout pour lui suivre.  Jésus répond que ceux qui font cela recevront le centuple, avec la persécution.

Pourquoi devons-nous être persécutés si nous sommes bons et vivons notre foi en Christ avec amour et espérance ?  Pourquoi devons-nous souffrir pour atteindre la vie éternelle ?  Pourquoi, lorsque nous abandonnons quelque chose au nom du Christ, devons-nous passer par une "nuit noire de l'âme" pour trouver le vrai bonheur ?

Le Nouveau Testament est rempli d'événements qui montrent la mystique de la "perte et de l'échec dans le monde pour gagner le ciel".  Jésus a été perdu de ses parents à l'âge de 12 ans, avant d'être retrouvé prêchant parmi les sacerdoces : imaginez les moments de panique vécus par Joseph et Marie à la perte de Jésus !  La graine de moutarde de la parabole devait mourir pour devenir un grand arbre feuillu où les oiseaux viennent se percher.  L'homme riche devait vendre tout ce qu'il avait pour être sauvé.  Jésus devait mourir pour ressusciter !  Nous ne pouvons qu'imaginer à quel point les apôtres "qui avaient tout quitté pour suivre Jésus" se sont sentis abandonnés et échoués lorsqu'il est mort comme un criminel sur une croix !

Paul est littéralement "tombé de cheval" et est devenu aveugle, afin de voir et de vivre le Christ ressuscité qu'il avait persécuté auparavant.  Il a ensuite été persécuté, a dû s'enfuir dans un panier et a été décapité.  Pierre a été crucifié la tête en bas.  C'est ainsi que les apôtres ont été martyrisés, "ratés" aux yeux des hommes...

L'histoire du salut est également remplie de saints qui ont dû mourir (volontairement ou involontairement) au monde afin de vivre la vérité du Seigneur.  Benoît a passé trois ans dans une grotte obscure jusqu'à ce que Dieu lui dise de trouver la lumière au dehors des ténèbres et il est devenu le saint le Patriarche des moines d'Occident.  Thérèse d'Avila a souffert de la frustration du couvent pour (re)fonder le charisme du Carmel.  Saint Jean de la Croix a été emprisonné pendant près d'un an (par ses propres frères de congrégation) pour devenir l'un des plus grands mystiques de l'histoire et l'un des plus grands poètes d'Espagne.  Vincent de Paul a été esclave en Afrique, avant de se convertir et de fonder la Congrégation de la Mission, qui envoie des missionnaires en Afrique.  Frédéric Ozanam a été provoqué (et humilié) par un "sansimonien" (anticlérical) ; il a réagi en fondant l'une des plus grandes organisations caritatives de l'Église (la Société de Saint-Vincent-de-Paul).  St Pio de Pietrelcina a été humilié dans son amour-propre jour après jour par le diable ; il est devenu le saint protecteur contre la tentation et l'action du même diable que tant d'autres.

Si tout cela (et bien plus encore) est arrivé au Seigneur et à ceux qui lui ont suivi dans l'histoire, pourquoi en serait-il autrement pour nous ?  Il n'y a pas d'arbre feuillu sans la mort de la graine.  Il n'y a pas de résurrection sans mort.  L'échec est une victoire, car ce n'est plus nous qui vivons, mais le Christ qui vit en nous (Ga 2.20).

 

 

We need to die to be resurrected

The Gospel of Mark (10:28-3) is very intriguing.  Peter (as always, irreverently genuine) asks what reward the apostles, who left everything and followed Jesus, would receive in exchange.  Jesus answers that those who do so will receive a hundredfold, with persecution.

Why do we have to be persecuted if we are good and live our faith in Christ with love and hope?  Why do we have to suffer to reach the eternal life?  Why, if we give up something in the name of Christ, do we have to go through a "dark night of the soul" to find the true happiness?

The New Testament is full of events that show the mystique of "loosing and failing in the world to gain heaven".  Jesus was lost from his parents at the age 12, only to be found preaching among the doctors: imagine the moments of panic Joseph and Mary went through at the loss of Jesus!  The mustard seed in the parable had to die to become a large, leafy tree where birds can come to roost.  The rich man had to sell all he had to save himself.  Jesus had to die to rise again!  We can imagine how much the apostles "who had left everything to follow Jesus" felt abandoned and failed when He died as a criminal on a cross.

Paul literally "fell off his horse" and became blind, to see and live the risen Christ he had been persecuting before.  He was then persecuted, had to flee in a basket and was beheaded.  Peter was crucified upside down.  And so, the apostles were martyred: they were considered "failures" in the eyes of men....

The History of Salvation is also full of saints who had to die (voluntarily or involuntarily) to the world to live the Truth of the Lord.  Benedict spent three years in a dark cave until God told him he should find the light outside the darkness, and he became the father of Western monasticism.  Teresa of Avila had to suffer the frustration of the convent where she lived to (re)found the charism of Carmel.  St. John of the Cross spent almost a year imprisoned (by his own brothers of the congregation) to become one of the greatest mystics in history and one of the greatest poets of Spain.  Vincent de Paul was a slave in Africa, before having the "conversion in the conversion" and founding the Congregation of the Mission, sending missionaries to Africa.  Frederick Ozanam was provoked (and humiliated) by a "sansimonian" (anticlerical); and he responded by founding one of the largest charitable organizations in the Church (the Society of St. Vincent de Paul).  St. Pio of Pietrelcina was humiliated in his self-love, day after day, by the devil; and he became the holy protector against the temptation and the action of the same devil, which tempted so many.

If all this (and much more) happened to the Lord and to those who followed Him in history, why should it be any different with us?  There is no leafy tree without the death of the seed.  There is no resurrection without death.  Failure is, indeed, a victory, because “it is no longer us who live, but Christ lives in us” (Gal 2:20).

 

María y Laura Lara Martínez

 

 

 

 

 

 


El 19 de junio, en la celebración de San Benito, fiesta del Archivo General Militar ubicado en Guadalajara, asistíamos al evento en calidad de Embajadoras Marca Ejército, como todos los años. En 2024 con la organización del Coronel José Manuel Ruipérez Gambín, Director del Archivo.

Al iniciarse la Misa, oficiada por Mons. Julián Ruiz Martorell, Obispo de Sigüenza-Guadalajara, asistido por el sacerdote D. Emilio, cuando se hizo memoria de los difuntos vinculados al Archivo, escuchamos que cerraba el grupo el Páter D. Vicente, y nos quedamos tristes por su partida, a pesar de saber que el camino hacia Dios es de encuentro y alegría.

Páter es la denominación que se le da al sacerdote en las Fuerzas Armadas. Vaya desde este Portal de la Diócesis nuestro reconocimiento al Páter Vicente por su conversación teológica, su buen hacer y su simpatía. En cada jornada en la que participábamos en el Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Ingenieros, en la Subdelegación de Defensa, o en este mismo Archivo, allí estaba el Páter Vicente, celebrando la Misa y conversando después sobre los asuntos del mundo.

Que el día que partamos nos sumemos al Ejército de Dios, que el Señor que nos llamó a sus filas en el bautismo nos reciba después del examen con su Alegría. La muerte no es el final.

 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

La Conferencia Episcopal Española (CEE), ante ya el final del periodo de la declaración de la renta, recuerda cómo emplea sus recursos en el bien común

 

 

 

 

Queda algo más de más de dos semanas para la presentación de la declaración de la renta. Abierta el pasado 3 de abril, concluye el próximo 1 de julio. Hacer la declaración de la renta es un ejercicio de ciudadanía responsable y de bien; es, por tanto, un deber ético insoslayable. Y bueno será recordarlo aún más en relación a los contribuyentes católicos y a todas las personas que apoyan, más allá de creencias y prácticas religiosas, su labor.

Y ello también, aunque no solo, porque la declaración de la renta está dotada de un sistema mediante el cual se apoya a la financiación de la Iglesia.  Es lo que entendemos por asignación tributaria (marcar la X en el casillero de la Iglesia, lo que supone que el 0,70% del IRPF del contribuyente se destina a la Iglesia). Su importe aproximado supone un cuarto del total de los haberes de que la Iglesia dispone para desarrollar su específica misión evangelizadora y contribuir a mejorar las condiciones de vida de los españoles y de otros miles y millones de personas necesitadas en todo el mundo.

Como es sabido, a la hora de rellenar en la declaración de la renta la casilla correspondiente a este 0,7% hay tres opciones: en blanco (cuyo destino van directamente al Estado), asignar a la Iglesia y asignar a otros fines de interés social. En cualquier caso, a nadie se le imputan más impuestos elija la fórmula que decida, ni no se le descuentan menos.

 

 

Memoria económica y de actividades

En este contexto, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentada presentar la Memoria de Actividades de la Iglesia en España correspondiente a 2022 (téngase en cuenta que la declaración de la renta que ahora hemos de hacer corresponde al año 2023),

Esta memoria es documento que elabora la Oficina de Transparencia para dar cuenta del destino de los 358.793.580 euros que han asignado los contribuyentes a la Iglesia católica marcando la X en la Declaración de la Renta de 2023 (ejercicio fiscal 2022). En los datos definitivos, el número total de declaraciones a favor de la Iglesia asciende a 7.640.051 (un 14,84% de ellas son conjuntas) y la cantidad recibida de los contribuyentes es de casi 359 millones de euros.

Fiel a su compromiso con estos contribuyentes, y con toda la sociedad, las páginas de la Memoria muestran también el verdadero rostro de la Iglesia dando a conocer su estructura y la actividad que desarrolla en el marco de sus fines propios: anunciar, celebrar y vivir la fe.

Como es habitual, la Memoria se publica con el aval de un proceso de revisión externa, de auditoría, que firma PWC.

 

Contribución de la Iglesia al desarrollo social y económico

La presencia de la Iglesia en nuestro país contribuye al desarrollo social y económico. Solamente a través de las actividades asistenciales, concretamente empleo, pobreza e inmigración, genera un valor anual de más de 580 millones de euros. Más del doble de lo recibido a través de la asignación tributaria.

Además, el empleo derivado de la actividad de las diócesis y parroquias supone un total de 64.925 empleos en España en un año. Por cada empleado directo de la Iglesia católica, se generan 0,27 puestos de trabajo adicionales en la economía española.

 

La Iglesia española en datos

Están registradas 80 asociaciones y movimientos laicales y hay 407.563 laicos asociados territoriales, si bien el número de laicos miembros activos de la Iglesia son varios millones de personas.

Hay 83.435 catequistas; 35.799 profesores de Religión; 32.967 religiosos/as; 7.906 monjes/as de clausura; 10.147 misioneros; 974 seminaristas; 572 diáconos permanentes; 15.669 sacerdotes; y 121 obispos, incluidos los eméritos o jubilados (43).

La estructura territorial de la Iglesia es a través de diócesis, equivalentes, por decirlo coloquialmente, a las provincias civiles. Las diócesis en agrupan en provincias eclesiásticas (a modo de comunidades autónomas, pero solo de modo descriptivo) y todos los obispos diocesanos, obispos auxiliares y obispos eméritos, constituyen la Conferencia Episcopal Española (CEE). El número de diócesis es de 69 (14 archidiócesis, 55 diócesis), más el arzobispado castrense.

 

El anuncio de la fe

Los sacerdotes dedicaron más de 27.430.000 horas en su labor en las parroquias. A través de la actividad pastoral, se encargan de acompañar a los fieles en los momentos esenciales de su vida. Una labor que se intensifica en el ámbito rural, donde se ubican la mayoría de parroquias de nuestro país (11.421 parroquias rurales).

Los registros de la labor educativa de la Iglesia son estos: 1.502.868 alumnos (82.199 extranjeros) estudian en los 2.536 centros educativos católicos, que cuentan con 134.336 trabajadores. Estos centros, supone un ahorro de 4.213 millones de euros al Estado. Además, 10.990 alumnos están matriculados en los 423 centros de educación especial.

En la asignatura de Religión católica, están inscritos 3.119.268 alumnos. En el curso 2022-23, hay 6.989 universitarios de grado más (114.198 en total) en las 17 universidades de orientación católica, donde estudian el 58,46% de los alumnos de grado de universidades privadas presenciales.

La Iglesia en España tiene en todo el mundo 10.147 misioneros/as y 463 familias en misión anuncian la fe en los 1.122 territorios en misión por los cinco continentes. Destaca que el 53%, son mujeres y el 57%, son consagrados y consagradas. En 2022, el Fondo Nueva Evangelización” de la CEE de ayuda a los proyectos pastorales en las misiones aumentó el número de proyectos financiados, 263 (222 en 2021) por valor de 2.576.950 euros (2.285.205 euros en 2021, 291.745 euros más).

La actividad del patrimonio cultural, además de su finalidad litúrgica, evangelizadora y pastoral, genera un impacto total en el PIB de España de 22.620 millones de euros. Pertenecen a la Iglesia 3.161 Bienes de Interés Cultural (BIC) y existen 283 museos diocesanos. Las diócesis españolas destinaron, en 2022, 47.244.310,75 a 499 proyectos de construcción, conservación y rehabilitación, 22 proyectos más que en 2021.

 

La celebración de la fe

En 2022, acudieron regularmente a misa 8.048.484 personas y se celebraron 9.540.128 eucaristías en las 22.933 parroquias, 87 catedrales o 639 santuarios. Los sacerdotes, consagrados/as y seglares dedicaron 40.067.061 horas a la actividad celebrativa de la Iglesia.

En relación con los sacramentos, se han vuelto a incrementar el número de bautizos con 159.129 (9.418 más); confirmaciones, 104. 600 (1.016 más); matrimonios, 35.253 (9.491 más); y unciones de enfermos, 27.788 (743 más). Crecen, asimismo, los bautizados mayores de 7 años, que, en 2022, fueron 11.270. Por otro, lado, en 2022, hubo en España 171.494, primeras comuniones.

 El impacto estimado de las 420 celebraciones y fiestas religiosas especiales es de 9.896 millones de euros con 134.000 empleos generados.

Respecto a las cofradías y peregrinaciones, hay 14.383 entidades religiosas católicas y 5.020 cofradías con más de un millón de miembros cofrades; 438.307 peregrinos/as (178.912 en 2021) recibidos en la oficina del peregrino de Santiago de Compostela; más de 170.000 participantes en el Año Jubilar Guadalupense; 45 fiestas religiosas de interés turístico internacional y 98 de interés turístico nacional; y 169 fiestas de Semana Santa cuentan con la declaración de interés turístico, dos más que en 2021.

 

La vivencia y testimonio de la fe

La labor social y asistencial acerca cada día el verdadero rostro de la Iglesia a muchas personas de nuestra sociedad que lo desconocen. En los últimos diez años los centros asistenciales de la Iglesia han aumentado en un 64,81%. Según los datos de 2022. hay 8.796 (3.459 más que en 2010) y 3.778.740 son las personas beneficiarias.

Los datos sobre la presencia de la Iglesia en el ámbito de la salud son estos: 829 capellanes; 18.921 voluntarios y agentes de pastoral; 982 personas dedicadas a la atención hospitalaria; 2.831 parroquias con grupo de pastoral de la salud; 64.875 personas acompañadas al mes en domicilios y 96.664 en hospitales; 158. 691 sacramentos en hospitales; 938.727 participantes en la eucaristía; y 283.068 comuniones a enfermos.

La presencia de la Iglesia en el mundo del mar está atendida por 15 delegaciones de pastoral del Mar (Stella Maris); 115 agentes de pastoral; 40.000 marinos mercantes beneficiados; y 4.556 barcos visitados. 

En el ámbito penitenciario, en el mundo de las cárceles, la Iglesia católica en España dispone de 158 capellanes; 81 capellanías en centros penitenciarios; 2.191 voluntarios dentro y fuera de la prisión; 1.000 parroquias e instituciones colaboradoras; 5.575 participantes en celebraciones de capellanía; 85 casas de acogida; 3.086 personas acogidas; 1.065 programas dentro y fuera de prisión; 266.290 euros de ayuda económica; 11.696 personas atendidas gracias a esta ayuda; 8.955 paquetes de ropa entregados; 8.535 personas atendidas en este programa de paquetes de ropa.

 

           

 


 

□ 15 de junio, santa María Micaela, fundadora de las Adoratrices

El 1 de enero de 1809, en el seno de una familia de la aristocracia, nació María de la Soledad Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán. Su infancia fue muy piadosa y caritativa. Ya en su juventud, tras una visita al Hospital de San Juan de Dios, se conciencia de la lacra de la prostitución y, en abril de 1845, funda un colegio para redimir a las prostitutas, en una casa en la calle de Dos Amigos de Madrid.

En 1856 el colegio crece, tiene con algunas colaboradoras, ve la necesidad de formar una comunidad que dé estabilidad a la obra y nace la Congregación de Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad. Micaela será ya la Madre Sacramento. Y en 1861, la Santa Sede aprueba las constituciones de su congregación religiosa. Al colegio de Madrid y a su apostolado de asistencia y reeducación de niñas y jóvenes le siguen pronto otros en distintos lugares de España y de otros países.

Fallece el 24 de agosto de 1865 en Valencia, asolada por una epidemia de cólera y adonde acudió para ayudar a las religiosas y colegialas de su casa. El 15 de junio es la fecha de su memoria litúrgica. 

Las Adoratrices están estrechamente vinculadas con la ciudad de Guadalajara, a través de la familia de la santa y de ella misma. Desde 1925 hay Adoratrices en Guadalajara, donde, en la actualidad, sirven un colegio y una residencia para religiosas mayores. Desde 1976, en la hermosa iglesia del conjunto de Adoratrices, hay una parroquia diocesana.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 14 de junio de 2024

 

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