Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

En el final de agosto, la Iglesia nos propone en el santoral de estos días a santos tan destacados como José de Calasanz, Teresa Jornet, Mónica, Agustín, papa Juan Pablo I, fray Junípero Serra

 

 

 

La piedad, la formación y el apostolado del pueblo cristiano se han nutrido también a lo largo de los siglos de la devoción a los santos.  A través de ellos, como rezan los prefacios de las misas de los santos, Dios y la Iglesia “nos ofrecen el ejemplo de su vida, la ayuda de su intercesión y la participación en su destino, para que, animados por su presencia alentadora, luchemos sin desfallecer en la carrera y alcancemos, como ellos, la corona de gloria que no se marchita”.  Y es que “mediante el testimonio admirable” de los santos; Dios fecunda sin cesar a su Iglesia con vitalidad siempre nueva, dándonos así pruebas evidentes de su amor y nos estimulan con su ejemplo en el camino de la vida y nos ayudan con su intercesión”.

El Papa Benedicto XVI afirmaba lo siguiente sobre la permanente novedad y legado de los santos, a quienes definía como aquellos que cambiaron el mundo para bien: “Los santos, aunque sólo sean pocos, también cambian el mundo. ¿Qué es lo que estos santos tienen en común? ¿Cómo podemos describir y hacer fecunda para nosotros su particular forma de vida? Sí, los santos nos muestran que es posible y bueno vivir de manera radical la relación con Dios, poner a Dios en primer lugar y no como una realidad más entre otras. Los santos nos muestran de manera evidente el hecho de que Dios ha tomado la iniciativa de dirigirse a nosotros; en Jesucristo se ha manifestado y se nos manifiesta. Cristo sale a nuestro encuentro, habla a cada uno y lo invita a seguirlo. Los santos han tomado en serio esta posibilidad, por así decirlo, en el continuo diálogo de la oración, han tendido a Él desde lo más recóndito de su ser, y de Él recibieron la luz que les abrió a la vida verdadera”.

En las postrimerías ya del mes de agosto, y ante el alba del mes de septiembre, tiempo todo este marcado por las fiestas populares, he aquí hoy las semblanzas biográficas de seis extraordinarios santos de estos días todavía estivales.

 

25 de agosto: san José de Calasanz

 

En Peralta de la Sal (provincia de Huesca y diócesis de Barbastro-Monzón), el 11 de septiembre de 1556 (o 1557) nació José de Calasanz Gastón, fundador de la Congregación Escolapia o Calasancia. Falleció en Roma el 25 de agosto de 1648. Fue un sacerdote católico, pedagogo y santo español, fundador de la primera escuela cristiana popular de Europa. En una época en que la educación tenía por destinatarios casi exclusivos a los miembros de las familias adineradas, José de Calasanz fue un pionero de la educación colectiva al alcance de todos.

El 13 de agosto de 1948 José de Calasanz fue declarado patrono universal de las escuelas cristianas en el mundo por el Papa Pío XII. ​ La Iglesia católica lo considera el santo patrón de los educadores y maestros, junto con el francés san Juan Bautista de la Salle. Fue beatificado en 1748 y canonizado en 1767.

Durante décadas, el 27 de noviembre se ha celebrado en España el día de los maestros en su honor. Y es que el 27 de noviembre de 1597, este sacerdote aragonés tuvo la idea de abrir una escuela para niños pobres en Roma: la asistencia era voluntaria, pero en 1618 ya atendía a unos 1.500 niños romanos, ​ por lo que se lo considera el fundador de la escuela pública gratuita en Europa.

 

 

26 de agosto: santa Teresa Jornet e Ibars

 

Es la patrona de la ancianidad y la iniciadora, junto al sacerdote seguntino venerable siervo de Dios Saturnino López Nova, fundador, de la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.  Teresa de Jesús Jornet e Ibars nació en Aytona (Lérida), en el seno de una familia religiosa, el 9 de enero de 1843.  Tuvo dos hermanas y tres sobrinas religiosas, y tío abuelo suyo el beato Francisco Palau, fraile carmelita y predicador

Estudió en Lérida para maestra e ingresó en el monasterio de las clarisas de Briviesca (Burgos). Pero la situación política de la segunda mitad del siglo XIX no permitía la emisión de votos. Entonces se hizo carmelita terciaria, dedicándose a la enseñanza. Posteriormente, junto a un grupo de sacerdotes en Barbastro, bajo el impulso de don Saturnino, desde 1872, se dedicó a la atención de ancianos abandonados. Se estableció en Valencia donde quedó fijada la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Falleció en Liria (Valencia) el 26 de agosto de 1897. A su muerte había ya 103 asilos o residencia de ancianos en España y América. Fue beatificada el 27 de abril de 1958 por Pio XII y canonizada por Pablo VI el 27 de enero de 1974.

 

26 de agosto: beato papa Juan Pablo I

 

El llamado Papa de la sonrisa y de los 33 días, Albino Luciani, nació, en el seno de una humilde familia, en la pequeña localidad véneta de Canale D´Agordo el 17 de octubre de 1912. En su juventud, tuvo problemas de salud.

Murió en Roma en la noche del 28 al 29 de septiembre de 1978. Había sido elegido Papa en la tarde del 26 de agosto de 1976. Fue el primer Papa que tomó un nombre doble: Juan Pablo I.

El 7 de julio de 1935 fue ordenado sacerdote al servicio de la diócesis de Belluno. Sirvió como párroco rural, profesor de Religión, profesor y formador del seminario y en la curia diocesana, de donde fue vicario general y director de Catequesis.

El 27 de diciembre de 1958, de manos del Papa Juan XXIII, fue ordenado obispo. Fue obispo de Vittorio Veneto de 1958 a 1969 y de 1969 a 1978, patriarca de Venecia. Participó en todo el Concilio Vaticano II.

Fue creado cardenal por Pablo VI el 5 de marzo de 1973. Sobresalió por su humildad, sencillez, cercanía, austeridad, y sentido pastoral y catequético. Fue autor del delicioso libro de cartas «Ilustrísimos señores».

Beatificado por el Papa Francisco, el domingo 4 de septiembre de 2022, su memoria litúrgica se ha fijado para el día 26 de agosto de cada año.

 

27 de agosto: santa Mónica de Tagaste o Hipona

 

Es la madre de san Agustín de Hipona, uno de los personajes más extraordinarios de toda la historia. Santa Mónica (331-387) es recordada y honrada por sus extraordinarias virtudes cristianas, en particular por sus sufrimientos causados por su marido, y por la vida de oración que dedicó para la conversión de su hijo, quien escribió extensamente acerca de ella en su libro «Confesiones».

Mónica nació en Tagaste, en la actual Argelia. Sus padres eran cristianos. Se casó a una corta edad con un hombre mayor, romano, pagano, violento y libertino, Patricio, a quien las limosnas, buenas acciones y oraciones de Mónica incomodaban. No obstante, Mónica perseveró en la oración por su marido, cuya conversión al cristianismo y cambio de conducta logró.

         Mónica tuvo tres hijos que sobrevivieron a la infancia, uno de ellos Agustín, quien comenzó llevando una vida disoluta y contraria a la fe cristiana. De nuevo, Mónica fue la mujer valiente, perseverante y orante que logró, junto a al obispo de Milán, san Ambrosio, también la conversión de su hijo Agustín. Porque «un hijo de tantas lágrimas» y oraciones no se podía perder.

Es santa y su memoria litúrgica es el 27 de agosto, el día de antes de la de su hijo, Agustín, que murió como obispo de Hipona.

 

28 de agosto: san Agustín de Hipona

 

Nacido en Tagaste, al norte de África, en 354, Agustín de Hipona es uno de los más grandes padres de la Iglesia de Occidente. Tras abrazar corrientes paganas maniqueas buscando la verdad en diversas filosofías en boga en la época, gracias a la oración constante de su madre, santa Mónica, acabó convirtiéndose al cristianismo y fue bautizado en el año 386.

Excelente maestro de retórica, Agustín fue ordenado sacerdote y más tarde, bajo la guía de san Ambrosio de Milán, fue consagrado obispo de Hipona en una época convulsa, en la que el Imperio Romano se estaba debilitando, acusando a los cristianos de los males del mismo. Agustín combatió duramente las doctrinas heréticas de su tiempo, defendiendo la validez de los sacramentos, incluso celebrados por ministros indignos, oponiéndose así a lo que los donatistas querían sostener. Defendió también la doctrina del pecado original frente a las herejías de los pelagianos.

Su celo pastoral y sus magníficos escritos sobre doctrina cristiana lo convirtieron en doctor de la Iglesia. Su famosa obra, las «Confesiones», un testimonio personal de su vida, ha pasado a la historia como un a Dios por las obras que hizo en él. Su fiesta se celebra el 28 de agosto. Es el «doctor gratiae».  Murió en el año 430.

 

28 de agosto: san Junípero Serra

 

Miguel José Serra Ferrer nació en Petra (Mallorca) el 24 de noviembre de 1713.  A los 16 años ingresó en la Orden Franciscana, donde, en 1731, emitió los votos y se puso el nombre de Junípero en memoria y honor a uno de los primeros seguidores de san Francisco de Asís. Con 24 años fue ordenado sacerdote y pronto se convirtió en uno de los predicadores y profesores más reputados y fecundos de la isla. Sin embargo, él quería ser misionero en las Indias, adonde, concretamente a México, partió en 1749.

Entonces, comenzó la segunda y definitiva etapa de su vida. Primero fueron ocho años de ministerio abnegado y tan duro entre los indígenas Pame de la Sierra Gorda mexicana y otros ocho años más en Ciudad de México; y después, entre 1769 y 1784, en California.

Ciudades denominadas con nombres expresamente cristianos –Los Ángeles, San Diego, Santa Clara, Santa Bárbara, Sacramento, San Antonio, San Luis, San Gabriel, Sacramento, San Francisco…-, nueve misiones, una cada 48 kilómetros (la distancia que recorre un caballo en una jornada), se sucedieron, gracias a su celo y ardor evangelizador y civilizador, por toda la costa californiana hacia el Pacífico, en medio de pueblos indígenas, cuyo mejor abogado fue precisamente fray Junípero. En una de estas misiones, la de San Carlos Borromeo, en Carmel, falleció el 28 de agosto de 1784.

San Juan Pablo II lo beatificó en Roma en 1988 y Francisco lo canonizó en Washington en 2015.  Su memoria litúrgica se celebra el 28 de agosto.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 23 de agosto de 2024

Juan Pablo Mañueco

(Escritor y periodista)

 

 

Patrón de Castilla y copatrón de España (junto con el Sennor Sant Yago) y que su fiesta celebra el 12 de noviembre de cada año.

Una cuaderna vía al alimón con Gonzalo de Berceo, el cual creía que era castellano, pero 8 siglos después quienes han descompuesto en taifillas Castilla (y sólo Castilla) le dicen que no lo era.


Composición a cuatro manos: las sabias de Gonzalo de Berceo –que se notan cuáles son- y las mías propias.

 

Qui la vida quisiere de Sant Millán saber
e de la su historia bien certano ser,
meta mientes en esto que yo quiero leer:
verá a do envían los pueblos su haber.

Fue Emiliano o Millán en Berceo nacido,
donde también Gonzalo luego fue exido,
Millán en el quinto y sexto siglo habido,
Gonzalo en el trece, que oyó su rimado sonido.

Cerca es de Cogolla de parte de orïent,
dos leguas sobre Nájera, al pie de Sant Lorent,
el barrio de Berceo, Madrid li yaze present,
allí nació Sant Millán, esto sin falliment.

Nació, pues, ya fablando el primer castellano
este santo montaraz y peñascoso de acento riojano
que fue amante de las grutas en lugar muy serrano,
y eremita pacífico, el cual llegó hasta muy anciano.

Luego que fue nacido, los que lo engendraron,
envuelto en sus paños a iglesia lo llevaron;
como la leÿ manda baptismo demandaron,
diéronselo los clérigos, de crisma lo untaron.

Murió a los años ciento y uno de su edad,
lo cual es mucho vivir, con toda seguridad…
Despertó desde muy pronto loor de santidad,
en labriegos, condes, reyes, llamó a la piedad.

Hoy patrono celeste es del reino de Castilla
y de Navarra, a los que protege villa por villa,
y no pide por pago sino una cosa sencilla
como Berceo se le dé de vino –acaso- alguna copilla.

Esta es la Historia del santo patrón de Castilla,
que el 12 de noviembre ilumina su capilla.
Otra día ya cantaré más cosas en nueva coplilla
que hoy sólo escribir quise esta breve tablilla.

 

 

Imagen: Monasterio de San Millán de la Cogolla de suso (arriba) y de ayuso (abajo).

Que alguien le cuente a San Millán y otro alguien a Gonzalo de Berceo, que han decretado el fin de Castilla, así que no hagan el ridículo ya, como patrón de Castilla (ya no hay) el uno y como escritor castellano el otro (le han extrañado o exiliado de Castilla).

 

Juan Pablo Mañueco,

escritor, periodista y Premio Cervantes de Castilla-La Mancha, 2016



Bibliografía del autor:

https://biblioteca-virtual.fandom.com/es/wiki/Juan_Pablo_Ma%C3%B1ueco

 

Esta página la recomiendo a quienes quieran encontrarse con 15 nuevas estrofas, muy útiles:

https://aache.com/quince-nuevas-estrofas/

 

 

Por Jesús de las Heras Muela

(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)

 

 

 

Pasado mañana, domingo 18 de agosto, es su fiesta con misa principal a las 11:30 horas, en su altar de la catedral, y con rosario de faroles a partir de ñas 21 horas, recorriendo las calles de la ciudad, todo presidido por el obispo diocesano

 

 

 

(1) Es la Virgen, la imagen mariana, fundacional de la catedral, traída y ofrecida por el obispo Bernardo de Agén, el restaurador de la diócesis en 1124, al que habría ser el templo catedralicio de su diócesis. De alguna manera, pues, es la Virgen de la Mayor, junto a las reliquias de la mártir aquitana santa Librada, quien “hizo” la catedral. Tanto las reliquias de la citada mártir como la talla histórica mariana fueron traídas desde Aquitania, su tierra, por don Bernardo de Agén.

 

(2) Es la Virgen de la catedral, la Virgen de la iglesia principal de nuestra ciudad y de nuestra diócesis, “caput et mater ecclesiarum” (cabeza y madre del resto de las iglesias y templos de la diócesis). Es la imagen mariana que ha presidido las principales celebraciones catedralicias y diocesanas en estos últimos 855 años y de los 90 obispos que, tras don Bernardo, se han sucedido al frente de la diócesis en estos más de ocho siglos y medio.

 

(3) Es la Virgen patrona de la ciudad de Sigüenza, que, junto a santa Librada, san Vicente y san Roque, compatronos históricos seguntinos, vela por todos los seguntinos, amigos y visitantes de la ciudad.

 

(4) Es la Virgen testigo de la historia también del arte cristiano, que, en el caso de esta talla cipresina, originariamente románica y del siglo XII, ha salido recibir la huella del arte gótico y de distintas restauraciones, que el paso de los siglos, sin perder su identidad original, engrandecieron su belleza.

 

(5) Es la Virgen que sonríe y bendice a sus fieles, que la veneran con amor filial desde el siglo XII y que “conserva y medita” en su corazón, como hiciera en su vida terrena con lo que sucedía con su Hijo Jesús, el paso de la historia seguntina y lo proyecta e interpela a la hora presente.

 

(6) Es la Virgen elegante y señorial, la Virgen del “Haced lo que Él os diga”, que porta al Niño Jesús, con la mano derecha, y que muestra, en catequesis de talla (la flor de lis, evocación del árbol de Jesé, en la mano izquierda), la verdad de su humanidad y divinidad.

 

(7) Es la Virgen florecida, en claveles, gladiolos y nardos, que exhala el inconfundible buen olor de Cristo.

 

(8) Es la Virgen que enseña, en consecuencia, la grandeza del misterio y de la misión de María Santísima, la Intercesora y la Modelo.

 

(9) Es la Virgen compañera de camino y de afanes, que acompaña y guía desde hace nueve siglos al pueblo fiel seguntino y diocesano. Talla denominada “socia belli” (compañera de batalla), la Virgen de la Mayor acompañó al obispo Bernardo de Agén en sus acciones e incursiones para recuperar el territorio diocesano y llevar la evangelización a todos sus habitantes y rincones

 

(10) Es la Virgen transmisora de fe, de la fe de nuestros mayores, de la fe que hizo grande a Sigüenza, de fe que nutre todas nuestras arterías y raíces y reclama ser reavivada en tiempos como actuales marcados por la secularización y la lejanía de lo religioso.

 

(11) Es la Virgen que se enraíza con la historia de nuestra fe y guía e interpela a todos sus devotos para que seamos fieles a esta misma historia de fe.

 

(12) Es la Virgen de la esperanza (“Spes nostra, Salve”), que ha alentado y alienta a los creyentes y fieles que la invocan.

 

(13) Es la Virgen de la caridad, que, con su Hijo en brazos, nos enseña al Amor de los Amores y con su mirada nos llama a todos a la fraternidad.

 

(14)  Es la Virgen solidaria, que, con su mejilla herida y abierta, presente en su rostro desde la invasión napoleónica (en 1809, la imagen de la Virgen de la Mayor se libró milagrosamente de ser quemada por los franceses, en plena guerra de la Independencia. Con todo, un soldado francés dejó huella de lo acontecido mediante un sablazo en la mejilla derecha de la imagen de la Virgen, que todavía permanece hoy), se une al dolor de toda la humanidad, al grito y al llanto de los que sufren.

 

(15) Es la Virgen de la eucaristía, que guarda en su regazo materno y en el sagrario de sus espaldas a Jesús Sacramentado y nos lleva siempre a Él.

 

 

(16) Es la Virgen de la cruz (el Descendimiento de la Semana Santa de Sigüenza se realiza, cada Viernes Santo a los pies de su trono), la Virgen del “Stabat”, cuando del costado de su Hijo, Nuestro Salvador, brotaron la sangre y el agua redentores.

 

(17) Es la Virgen de la pascua, expresada en la alegría y en la bondad de su mirada y en su condición eucarística de sagrario y portadora del Cristo eucaristía que no es otro que el Cristo crucificado y resucitado.

 

(18) Es la Virgen de los sacramentos, que custodió durante décadas en una concavidad de su dorso, los santos óleos sacramentales.

 

(19) Es la Virgen del perdón y de la misericordia, que nos llama siempre a reconciliarnos con Dios a través del sacramento de la confesión y a reconciliarnos con los hermanos.

 

(20) Es la Virgen de la palabra, que, dichosa Ella, Virgen del “Fiat” escuchó la Palabra de Dios y al puso por obra, que tanto se adhirió a la Palabra que la Palabra se hizo Carne en sus entrañas de Virgen y de Madre y habitó entre nosotros.

 

(21) Es la Virgen coronada –lo hizo en 1906 el obispo fray Toribio de Minguella y Arnedo- que nos indica que la mejor corona es la vida cristiana coherente, apostólica, caritativa, misericordiosa y comprometida de los hijos de la Iglesia.

 

(22) Es la Virgen procesionada a la aurora (con diario rosario de la aurora en su novenario desde hace más de medio siglo) y también al anochecer con faroles y antorchas (la procesión de los faroles actual data de 1928, siendo obispo de Sigüenza el mártir Eustaquio Nieto Martín), con cirios y velas, que nos llama a correr bien la carrera y a dar el relevo para que todas las generaciones sigan proclamándola Bienaventurada en el Nombre del Señor y para Gloria suya.

Recientemente, el nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, ha afirmado que “uno de los actos más bellos y significativos de la devoción popular a María está en el Rosario de la Aurora, y también en el Rosario de los Faroles donde resaltan entre sus elementos luminosos las columnas de la fe.”

 

(23) Es la Virgen despojada de sus antiguas vestiduras –feliz iniciativa en 1974 del entonces obispo de la diócesis Laureano Castán Lacoma- para exclamar, como hizo su Hijo, Nuestro Señor, quien a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría, sino que al contrario se despojó de su rango, enseñándose así que solo quien se despoja y se humilla será ensalzado y dará fruto para toda la eternidad.

 

(24) Es la Virgen vestida azul y de grana, que anticipa el cielo y nos sitúa en la tierra, que nos dice que el cielo no puede esperar, pero que solo se gana y se logra desde la tierra en el afán nuestro de cada día, fondo se labra y esculpe el rostro de la eternidad.

 

(25) Es la Virgen de la capilla mayor (donde estuvo hasta 1610, al levantarse, por mandato del obispo fray Mateo de Burgos, el gran retablo de Giraldo de Merlo), junto al sagrario, donde permaneció durante cinco siglos, la Virgen de la oración y de la contemplación.

 

(26) Es la Virgen blanca. En el año 1313, hallándose muy deteriorada la imagen, el obispo Simón Girón de Cisneros mandó revestirla de plata. Por ello, durante un tiempo fue llamada "La Blanca", título que no prevaleció ya que el pueblo seguía llamándola la Virgen de la Mayor. Durante esta restauración de la talla, se procedió también a otras acciones, que dotaron a la imagen de una presencia más gótica -ágil, risueña, señorial, benedicente-, como actualmente puede contemplarse.

 

(27) Es la Virgen del trascoro, su actual emplazamiento desde hace 350 años (entre los años 1666 y 1673, por mandato del obispo Andrés Bravo de Salamanca, el artista Juan de Lobera construye en el transcurro de la catedral un altar-retablo barroco destinado a la Virgen de la Mayor), y que llama a hacer de nuestra vida un cántico de alabanza al Señor.

 

(28) Es la Virgen del pueblo como atestiguan sus más de 600 cofrades y los miles de personas que acompañan su fiesta de cada año el domingo siguiente al 16 de agosto, san Roque.

            Fue el obispo de Sigüenza Fadrique de Portugal quien en 1522 fundó la Cofradía de la Virgen de la Mayor, cuyos primeros estatutos datan de 1598, siendo obispo de Sigüenza Lorenzo Suárez de Figueroa y Fernández de Córdoba. En el año 1871, siendo obispo Francisco de Paula Benavides y Navarrete, se renovaron los estatutos de la Cofradía de la Virgen de la Mayor, que permanecieron en vigor hasta 2005, año en que fueron renovados, a la luz del Código de Derecho Canónico de 1983, y siendo obispo José Sánchez González.

 

(29) Es la Virgen que mira al pueblo, que mira a nuestras calles y plazas, que con su amorosa mirada maternal nos indica, desde su trono catedralicio, la puerta de la catedral, todo un símbolo y una mirada que expresan la necesidad de ser siempre Iglesia en salida, como nos reclama el Papa Francisco.

 

(30) Es, sí, la Virgen de la Mayor de Sigüenza, su Patrona, su Señora, su Madre, su Abogada, su Orgullo, su Corona, clave inequívoca y fecunda de su identidad más cierta.

 

 

Publicado en Nueva Alcarria el 16 de agosto de 2024

Por Ángel Moreno

de Buenafuente

 

 

 

Señor Santiago:

 

Un año más, desde 1992, llegamos hasta tu casa alegres y colmados de intenciones.

 

La Madre de Jesús vino a consolarte en tu agotamiento junto al río Ebro.  Venimos de Fátima y allí hemos sentido el consuelo de Nuestra Señora.  No te traemos su ayuda, pues ya no la necesitas. Reconocemos la fuerza que se recibe cuando se invoca con fe a la Virgen.

 

Señor Santiago, a lo largo de los años, hemos recorrido los distintos caminos que llegan hasta tu casa. Después de tantos años, no podemos presumir de la misma agilidad ni juventud, pero a quienes hemos venido año tras año hasta tu sepulcro, nos ha sucedido el milagro de sentirnos familia, amigos tuyos y del Señor Jesús.

 

Es un don que se recibe a lo largo del camino. Seguro que lo podrían testimoniar muchos de los peregrinos que hoy están ante ti en esta casa de acogida universal.

 

El privilegio de dirigirnos a ti con esta invocación no desea convertirse en un narcisismo colectivo de los Amigos de Buenafuente, Monasterio enclavado en el Parque Natural del Alto Tajo, en Guadalajara, sino ser hoy voz de quienes cruzan, desde tantos puntos de partida, los diferentes senderos que llegan hasta aquí. Sobre todo, recordamos a todos los que quisieran ser peregrinos y no pueden realizar su sueño por razones físicas o económicas.

 

Acoge todas las intenciones que se guardan en el corazón de quienes hoy hemos acudido hasta tu sepulcro y preséntalas a tu amigo, el Señor Jesús.

 

En ocasiones anteriores, en este momento, siempre hemos tenido un recuerdo agradecido de esta iglesia apostólica, que lleva tu nombre, y de su pastor, D. Francisco, a la vez que pedimos que intercedas por nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara, hoy más presente que otros años, al acompañarnos quien ha sido su obispo, D. Atilano. Que la ofrenda del incienso que te haremos sea imagen de nuestra oración especial por el Monasterio cisterciense de la Madre de Dios de Buenafuente del Sistal, por las vocaciones monásticas y por tantos que nos han pedido los recordemos ante ti. Amén.

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