Por Jesús de las Heras Muela
(Periodista y sacerdote. Deán de la catedral de Sigüenza)
El presente año 2024 está dedicado por el papa Francisco a la oración en el itinerario de toda la Iglesia universal hacia el Año Santo Jubilar de 2025
La Iglesia católica universal se apresta para la celebración del Año Santo 2025, año santo y jubilar romano en el dos mil veinticinco aniversario de la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo. Ya nos adentraremos más adelante en este tema. Ahora nos fijamos que, en que el caminar hacia el año 2025, año santo jubilar romano, el Papa Francisco ha fijado para 2024 la oración como tema de preparación al año santo. En 2023, fue la reactualización de los contenidos del Concilio Vaticano II.
Con estas palabras lo anunció el Santo Padre tras el rezo del ángelus del domingo 21 de enero pasado: “Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Os pido que intensifiquéis la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo. Nos ayudarán también los subsidios que el Dicasterio para la Evangelización pondrá a nuestra disposición”.
Y precisamente en estos materiales recién aludidos se inspiran las siguientes líneas de este artículo, en el que, tras una cita del Papa Francisco, aparecerá el contexto y de la fecha de la misma.
Qué es la oración
“La oración es el aliento del alma, es el aliento de la fe. En una relación de confianza, en una relación de amor, no puede faltar el diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios. Es importante encontrar momentos en el día para abrir el corazón a Dios, incluso con palabras sencillas” (Discurso, 14-12-2014).
“La oración del cristiano nace, en cambio, de una revelación: el Tú de Dios no ha permanecido envuelto en el misterio, sino que ha entrado en relación con nosotros… La oración del cristiano entra en relación con el Dios de rostro más tierno, que no quiere infundir miedo alguno a los hombres. Esta es la primera característica de la oración cristiana, mediante la cual nos atrevemos a llamarlo con confianza con el nombre de padre, papá” (Audiencia general, 13-5-2020).
“La oración es un encuentro con Dios, con Dios que nunca defrauda; con Dios que es fiel a su palabra; con Dios que no abandona a sus hijos” (Homilía, 29-6I-2015).
“Orar es devolver el tiempo a Dios, salir de la obsesión de una vida a la que siempre le falta tiempo, redescubrir la paz de las cosas necesarias y descubrir la alegría de los dones inesperados” (Audiencia general, 26-8-2015).
Por qué orar
“¿Por qué rezo? Rezo porque tengo necesidad. Esto lo siento, lo que me impulsa, como si Dios me llamara a hablar con Él” (Entrevista del Papa Francisco a jóvenes de Bélgica, 31-3-2014).
“El encuentro con Dios en la oración os ayudará a conocer mejor al Señor y a vosotros mismos. La voz de Jesús hará arder vuestros corazones y vuestros ojos se abrirán para reconocer su presencia en vuestra historia, descubriendo así el proyecto de amor que Él tiene para vuestra vida” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud de 2015).
“La oración nos da la gracia de vivir fieles al plan de Dios” (Audiencia general, 17-4-2013).
“La fe no nos aleja del mundo, sino que nos inserta más profundamente en él. ¡Esto es muy importante! Debemos adentrarnos en el mundo, pero con la fuerza de la oración. Cada uno de nosotros desempeña un papel especial en la preparación de la venida del Reino de Dios en el mundo” (Discurso en Manila, 16-I-2015).
“La oración, el ayuno y la limosna nos ayudan a no dejarnos dominar por las cosas que parecen: lo que cuenta no es la apariencia; el valor de la vida no depende de la aprobación de los demás o del éxito, sino de lo que tenemos dentro” (Homilía, 5-3-2014).
“La oración preserva al hombre del protagonismo por el que todo gira a su alrededor, de la indiferencia y del victimismo” (Discurso, 15-VI-2014).
“Con la oración permitimos que el Espíritu Santo nos ilumine y nos aconseje sobre lo que debemos hacer en ese momento” (Audiencia general, 7-5-2014).
“Sin oración, nuestra acción se vuelve vacía y nuestro anuncio no tiene alma, porque no está animado por el Espíritu” (Audiencia General, 22-5-2013).
“La oración no es un sedante para aliviar las angustias de la vida; o, en todo caso, tal oración no es ciertamente cristiana. Más bien, la oración nos da poder a cada uno de nosotros” (Audiencia general, 21-10-2020).
“¡Qué dulce es estar frente a un crucifijo, o de rodillas delante del Santísimo, y simplemente ser, estar ante sus ojos! ¡Cuánto bien nos hace dejar que Él vuelva a tocar nuestra existencia y nos lance a comunicar su vida nueva!” (Exhortación apostólica Evangelii gaudium 264).
Cómo orar
“La verdadera oración es familiaridad y confianza con Dios, no es recitar oraciones como un loro… Estar en oración no significa decir palabras, palabras, palabras: no, significa abrir mi corazón a Jesús, acercarme a Jesús, dejarle entrar en mi corazón y hacerme sentir su presencia allí. Es vivir una relación de amistad con el Señor, como un amigo habla a su amigo” (Audiencia general, 28-9-2022).
“Cuando oramos debemos ser humildes: ésta es la primera actitud para ir a la oración. Así nuestras palabras serán realmente oraciones y no un galimatías que Dios rechaza” (Audiencia general, 26-5-2021).
“Este es el camino para aceptar a Dios, no la habilidad, sino la humildad: reconocerse pecador. Confesar, primero a uno mismo y luego al sacerdote en el sacramento de la reconciliación, los propios pecados, las propias carencias, las propias hipocresías; bajar del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento” (Ángelus, 4-12-2022).
“Hay que quitarse la máscara –cada uno la tiene– y ponerse a la altura de los humildes; liberarse de la presunción de creerse autosuficientes, ir a confesar los pecados, los ocultos, y aceptar el perdón de Dios, pedir perdón a quienes hemos ofendido. Así comienza una vida nueva” (Ángelus, 4-12-2022).
“La oración purifica incesantemente el corazón. La alabanza y la súplica a Dios impiden que el corazón se endurezca en el resentimiento y el egoísmo” (Audiencia general, 11-3-2015).
“¡El Espíritu Santo es el que da vida al alma! Dejadle entrar. Hablad con el Espíritu como habláis con el Padre, como habláis con el Hijo: ¡hablad con el Espíritu Santo, que no tiene nada de paralizante! En Él está la fuerza de la Iglesia, Él es quien os lleva adelante” (Audiencia general, 21-12-2022).
“Con el amigo hablamos, compartimos las cosas más secretas. Con Jesús también conversamos. La oración es un desafío y una aventura. ¡Y qué aventura! Permite que lo conozcamos cada vez mejor, entremos en su espesura y crezcamos en una unión siempre más fuerte” (Exhortación apostólica Christus vivit 155)
“La oración nos permite contarle a Jesús todo lo que nos pasa y quedarnos confiados en sus brazos, y al mismo tiempo nos regala instantes de preciosa intimidad y afecto, donde Jesús derrama en nosotros su propia vida. Rezando le abrimos la jugada a Él, le damos lugar para que Él pueda actuar y pueda entrar y pueda vencer” (Exhortación apostólica Christus vivit 155).
“Así es posible llegar a experimentar una unidad constante con Él, que supera todo lo que podamos vivir con otras personas: Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí (Carta de san pablo a los Gálatas 2, 20). No prives a tu juventud de esta amistad con Jesús” (Exhortación apostólica Christus vivit 156).
“Podrás sentir a Jesús a tu lado no solo cuando ores. Reconocerás que camina contigo en todo momento. Intenta descubrirlo y vivirás la bella experiencia de saberte siempre acompañado. Es lo que vivieron los discípulos de Emaús cuando, mientras caminaban y conversaban desorientados, Jesús se hizo presente y caminaba con ellos (Lucas 24, 15) (Exhortación apostólica Christus vivit 156).
Un joven al Papa: “¿Puede explicarme cómo reza y por qué reza? Lo más concretamente posible…”. Respondió el Papa: “Cómo rezo… Muchas veces cojo la Biblia, leo un poco, luego la dejo y dejo que el Señor me mire: ésa es la idea más común de mi oración. Me dejo mirar por Él. Y siento –pero no es sentimentalismo– siento profundamente las cosas que el Señor me dice. A veces Él no habla… nada, vacío, vacío, vacío… pero pacientemente me quedo ahí, y así rezo… Me siento, rezo sentado, porque me duele arrodillarme, y a veces me duermo rezando… Es también una manera de rezar, como un hijo con el Padre, y esto es importante: me siento como un hijo con el Padre (Entrevista del Papa Francisco a jóvenes de Bélgica, 31-3-2014).
□ Orar con las manos, la oración de los cinco dedos
“Sencillez, humildad, atención, comprensión y silencio: son las cinco cualidades que corresponden a los cinco dedos”, afirmó el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, cuando compuso la oración de los cinco dedos. Es esta:
“El pulgar es el dedo más grande, por eso es también el dedo de la alabanza a Dios. Pero también es el dedo que está más cerca de nosotros y nos indica que recemos por los más cercanos, por nuestros seres queridos, por los amigos.
El dedo índice es el dedo que enseña, que nos muestra el camino y la senda a seguir. Rezamos por todos aquellos que en la vida nos enseñan o nos enseñarán algo.
El dedo corazón nos recuerda a los que nos gobiernan. A ellos, Dios les ha confiado el destino de las naciones, y por ellos rezamos para que sigan siempre las enseñanzas de Jesús en su deber. El anular es el dedo de la promesa y es también el dedo más débil: pedimos a Dios que proteja a los que más queremos, así como a los más débiles y necesitados.
El meñique es el dedo más pequeño. Nos enseña y nos recuerda que debemos rezar por los niños. También nos recuerda que debemos hacernos pequeños como ellos y no caer en el orgullo.
Rezar de forma sencilla, pero concreta al mismo tiempo. Y, como tenemos dos manos, la oración también se puede repetir una segunda vez. Porque sabemos que rezar es el oxígeno de nuestra alma y de nuestra vida espiritual”.
Publicado en Nueva Alcarria el 28 de junio de 2024