Por Alfonso Olmos

(Director de la Oficina de Información)

 

 

Temblorosos y expectantes, como cada año, nos acercamos a celebrar los misterios de la pasión muerte y resurrección de Jesucristo.

Temblorosos porque una vez más nos ponemos frente a frente con el sufrimiento del inocente, sabiéndonos culpables, sintiéndonos pobres y pequeños.

Expectantes porque, aunque sabemos cómo termina el relato, la novedad siempre nos interpela y, al ir avanzando el calendario existencial y recorriendo etapas de la vida, sentimos curiosidad por ver cómo seremos capaces de asumir la entrega de Cristo en nuestras propias vidas.

Vagamos, tantas veces, por la oscuridad, que la luz se nos antoja pasajera. Damos tantos pasos inciertos a lo largo de nuestra existencia, que tenemos miedo a que el tambaleo constante nos lleve a de nuevo a la caída.

Miremos a Cristo en estos días de Semana Santa. Él calmará nuestra sed y nos ayudará a reconducir nuestro vacilante caminar. Es tiempo de conversión, es tiempo de amar y sentirse amado. Es tiempo de recogimiento para realizar la introspección penitente de nuestro corazón. Es tiempo de pedir perdón y, con más temblor que temor, asumir nuestras culpas que esperan la misericordia entrañable de un Dios que envió a su Hijo al mundo, para salvarnos por medio de la cruz.

Por Jesús de las Heras

(Sacerdote y periodista)

 

 

La Semana Santa es corazón de la fe cristiana. A lo largo de estos días, hacemos memoria y actualización de los misterios más grandes del amor del Dios de Jesucristo. La Semana Santa no son vacaciones de primavera, ni tan solo tradición y cultura.  No se trata de descalificar con ello el necesario y oportuno descanso, siempre preciso para recuperar fuerzas y para potenciar otras dimensiones de la vida como la familia y el ocio y tiempo libre. Se trata de decir y recordar que si son vacaciones, lo son precisamente por ser Semana Santa y para así poder dedicar también más tiempo a la verdad de la Semana Santa.

Bienvenidas sean las procesiones que durante estas jornadas recorren los cuatro puntos de nuestra geografía. Bienvenidas sean las declaraciones de interés turístico de los distintos ámbitos, y todo el afán y el empeño que en ellas ponen hermandades y cofradías. Bienvenidos sean los jóvenes que a ellas se suman, prologando de este modo una venerable historia sagrada. Y ojalá que, entre todos, sepamos hacer de ellas –seguir haciendo de ellas, las procesiones- profesiones públicas de fe en medio de un mundo que tantas veces se obstina en vivir como si Dios no existiera.

Pero Semana Santa es también mucho más. Semana Santa es celebración. La riqueza, la hondura, la sobriedad y a la par solemnidad de los oficios litúrgicos de la Semana Santa son caminos indispensables para vivir la verdad de estos días sacros. No habrá Semana Santa, no habrá Pascua, sin la asistencia y participación en las celebraciones litúrgicas de estas intensas y hermosísimas jornadas. Una celebración sentida, participativa, sosegada, fructuosa.  Los sacerdotes deberán esmerarse, con celo y olfato pastoral, en la preparación y en el desarrollo de estos cultos, que los fieles deberán secundar con veneración, prontitud y apertura. Jamás son más de lo mismo, lo mismo que otros años. Los días del amor más grande se actualizarán, de nuevo, en estas celebraciones litúrgicas, y no debemos perdernos su inagotable potencial de gracia.

Semana Santa es igual y esencialmente caridad. Es la historia del amor más grande jamás contada. Es la gran caridad de Dios hacia con nosotros, que tanto nos amó que nos entregó a su propio Hijo y lo hizo, por nuestra salvación, hasta su muerte y muerte de cruz. No hace, pues,  faltar “reinventar” la caridad en Semana Santa. Es preciso, sí, implementarla, aplicarla, vivirla.  Desde que el Jueves Santo es, es el día del amor fraterno. Y el amor fraterno y la caridad son más necesarios que nunca.

De aquí, que también Semana Santa –mediante iniciativas como la del emergente “cofrade solidario” u otras- haya de ser tiempo de justicia social y de caridad. Y tiempo de la solidaridad, una solidaridad que encuentra tantos y tantos motivos en la actualidad y en la vida de cada para que nos la apliquemos. ¿Un ejemplo? Ojalá que en esta Semana Santa 2015 practiquemos la solidaridad recordando y extrayendo lecciones de la reciente desastre aérea.

¿A qué lecciones me refiero?  A ser respetuosos con el dolor ajeno, a acercarnos y a compartir de corazón el llanto y el gemidos ajenos, a poner todos los medios para evitar las desgracias naturales, técnicas o provocadas, a socorrer a los necesitados y, en definitiva, a saber hallar las respuestas, humanamente inexplicables –más allá de la locura suicida y homicida de su autoría, sin ir más lejos en la catástrofe aérea del martes 24 de marzo en los Alpes o en la barbarie que no cesa del yihadismo- que sucesos como estos demandan, precisamente en Aquel sin el cual no habría Semana Santa: en Jesucristo crucificado y resucitado.  Y es que nada necesitamos nada que la Pascua, nada necesitamos que a Jesucristo crucificado y resucitado.

Buena y cristiana Semana Santa.

Por Odete Almeida

(Pastoral del Sordo)

 

 

 

La Pastoral del Sordo ha pasado por las clases de los alumnos sordos con un testimonio de viva voz de Gennet Corcuera. Ella es una sordociega de 33 años, española, es la primera sordociega de Europa con título universitario; ha hecho la carrera de educación especial.

Compartió, con los alumnos sordos y con todos nosotros que estábamos presentes, su testimonio de lucha y superación gracias a la fe cristiana. Esta fe le animó a creer que ella podría estudiar aunque no había nada adaptado para ella; su perseverancia le hizo luchar hasta lograr el título universitario.

Somos nosotros los que muchas veces ponemos límites; sin embargo, cada uno está llamado a poner todas sus capacidades al servicio de los demás. Para Dios no hay límites, sino que cada uno, con sus capacidades y de manera creativa puede transmitir el Amor de Dios. No hay una forma de transmitir la fe, sino que las distintas formas dependen del ser de cada persona; así cada persona nos transmite un rasgo distinto de Dios.

El día 1 de abril del 2015 se va estrenar en los cines la película, “La historia de Marie Heurtin”. Es una película basada en un hecho real; vale la a pena verla, se trata de la vida de una sordociega francesa del siglo XIX. Os la recomiendo, pues relata como una persona sordociega llegó a una captación de la fe de una forma profunda. En una escena ella dice: “Prefiero no ver en este mundo para ver mejor en el otro.” 

Por Ángeles Pasadas

(Servidoras del Evangelio)

 

 

En este último año, entre tantas noticias diarias de guerras y ataques terroristas, seguramente  el nombre de cristianos del Medio Oriente, de Siria e Irak principalmente nos empiezan a sonar, pero quizás la realidad de esos hermanos cristianos nos queda demasiado lejos. ¿Cristianos en el Medio Oriente? Para que ese nombre nos llegue más allá del oído, al corazón, quería compartiros esta conferencia de un monje benedictino de Monserrat (Barcelona) especialista en Iglesias Orientales, que dio en octubre pasado, a raíz de los ataques del Estado islámico a estas minorías cristianas. Os transcribo un extracto de la charla, con el fin de de ayudarnos a nosotros, cristianos de occidente a dejar de participar, en lo que él llama “el martirio de la indiferencia”. Con ello, se refiere a la práctica ignorancia de la realidad de esas Iglesias hermanas, muchas no católicas, en el sentido de no pertenecer a la Iglesia católica Romana, pero sí cristianas y  apostólicas, es decir fundadas o vinculadas a  un apóstol.

Ojala nos ayude a todos a acercarnos y conocer más a estos hermanos que hoy en día sufren por su fe; que saber de ellos nos anime a llevarlos más en el corazón y en nuestra oración diaria. Sabemos que muchos de ellos están actualmente viviendo en campos de refugiados tras haber huido de sus tierras, sus ciudades y pueblos por conservar su nombre de cristianos. Que ellos cuenten con nosotros, que contemos también con ellos cuando nos vengan tentaciones de desanimo, de queja por una situación a veces difícil en nuestro entorno cultural y social.

 

  

LAS IGLESIAS ORIENTALES CRISTIANAS EN ORIENTE PRÓXIMO HOY

P. Manuel NIN

Barcelona, 1 de octubre de 2014

 

INTRODUCCIÓN

 

«Si el Señor no nos ayuda, para nosotros ya no hay futuro» Estas palabras del patriarca caldeo Rafael I Sakko reflejan lo que el pueblo iraquí y tantos otros cristianos en Oriente Próximo viven estos últimos meses —y años— de precariedades, sufrimiento y martirio. Hoy los cristianos de Irak ven cómo su historia bimilenaria se disipa, una historia que ha regado la tierra «entre los dos ríos»: Mesopotamia.

 Se trata de una presentación histórica y vivencial de una serie de Iglesias cristianas que han nacido y crecido —y florecido— en lo que llamamos Oriente Próximo hace casi dos mil años. Aparte de la fundación apostólica de las grandes sedes cristianas del Mediterráneo, en especial Alejandría, Antioquía y Roma, cabe observar que al inicio del siglo II ya hay cristianos en Tierra Santa, Siria y Egipto, que en el mismo siglo II ya hay una Biblia traducida al siriaco y que en Egipto ya hay una floreciente Iglesia griega y copta.

Esta conferencia está dividida en dos partes. La primera es de carácter histórico: en ella presentaré la realidad de las Iglesias del Oriente cristiano, tanto ortodoxas como católicas, para darlas a conocer y descubrir las riquezas que tienen y pueden ofrecer al Occidente cristiano hoy. Son Iglesias que quizás han permanecido desconocidas en Occidente hasta la segunda mitad del siglo XX, pero que el Concilio Vaticano II, por un lado, y la llegada a finales del siglo pasado de tantos inmigrantes provenientes del oriente de Europa y de Oriente Próximo, por otro, han puesto en contacto con nosotros.

 

 I PANORAMA HISTÓRICO

 

  1. Origen de las diversas Iglesias cristianas

Después de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, los apóstoles fueron a predicar la Buena Nueva del Evangelio. Estos dos hechos, movido el segundo por la fuerza y la gracia del Espíritu Santo, están en la base de la expansión de la fe cristiana.

El cristianismo arraiga y crece en diversas regiones del Mediterráneo, desde la península Ibérica, Roma, los Balcanes, Grecia, Asia Menor y todo el norte de África, hasta Egipto y Oriente Próximo (Palestina). Un Mediterráneo mayoritariamente griego: eran de cultura y liturgia griega Roma, Alejandría y Antioquía, y de cultura semítica Palestina y Mesopotamia.

Muy pronto se produce la fundación apostólica de las grandes sedes episcopales (patriarcales): Roma, Antioquía, Alejandría, Jerusalén y Constantinopla, en torno de las cuales se forman diversas Iglesias (y liturgias) cristianas. A partir de la segunda mitad del siglo II y de inicios del siglo III se van formando otras realidades eclesiales autóctonas: en Antioquía, el mundo siriaco; en Alejandría, el mundo copto.

A partir del siglo III la fe cristiana se expresa no sólo en griego, sino en latín, en siriaco y en copto, y al inicio del siglo IV, también en armenio. Hay una realidad plurilingüística a finales del siglo IV. Hasta el inicio del siglo V, estas realidades eclesiales diversas vivirán en plena comunión.

 En el siglo V, no obstante, dos concilios teológicamente importantes, supondrán la ruptura entre diversas Iglesias orientales: Concilio de Éfeso, y Concilio de Calcedonia.

En el año 1054 se produce el “cisma de Oriente”, que supone la ruptura oficial  entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla. La verdadera ruptura (cisma, si se quiere) viene del desconocimiento mutuo. Occidente deja de interesarse por Oriente.

 

¿Cuáles son las Iglesias cristianas que actualmente encontramos en Oriente Próximo? ¿Qué hay tras una serie de denominaciones como siriaco, caldeo, copto, armenio...?

 

a) Sirio-orientales. Se trata de cristianos de lengua siriaca (arameo) que ocupan la parte oriental del Imperio (el Líbano, Siria) y Mesopotamia (Irán, Irak), que entre el 362 y el 363, cuando esa parte pasó a manos de los persas y quedan totalmente separados de los otros cristianos. Viven épocas florecientes y épocas de persecución por parte de

los persas, pero será una Iglesia con una expansión misionera muy importante hacia el Extremo Oriente: hacia la India (todavía hoy existen muchos fieles cristianos sirio-malabares y siriomalancares en el sur-oeste de la India) y hacia China y hasta Mongolia (mención de la columna de Xin-Yang-Fu y del caso del patriarca sirio-oriental de origen mongol en el siglo XIII). La sede histórica de esta Iglesia será precisamente Bagdad.

Hoy en día, esta Iglesia está dividida entre Irak, Irán y los Estados Unidos de América, a causa de la diáspora empezada a inicios del siglo XX con las divisiones arbitrarias de los años veinte (tras la I Guerra Mundial) También hay cristianos sirio-orientales en Turquía y en Siria a causa de la diáspora del siglo XX. El lugar con mayor presencia de cristianos sirio-orientales es Irak.

 

b) Caldeos. Se trata de cristianos de lengua siriaca (arameo) que ocupan la parte occidental del Imperio romano (actual Líbano, Siria). Después del concilio del 451 se separan (no geográficamente) de la Iglesia imperial (bizantina), y en el siglo VI ya tienen una jerarquía propia. Es una Iglesia que a lo largo de los siglos V-IX alcanza una gran producción literaria, que todavía se puede encontrar en gran parte de las bibliotecas de los monasterios. Vive la misma situación que la Iglesia sirio-oriental en cuanto a la diáspora. Ambas Iglesias tienen centros culturales y religiosos en Francia, Holanda, Estados Unidos...

 

c) Coptos. Son cristianos de origen egipcio y sólo egipcio, con lengua propia (el copto) sólo cristiana. Son cristianos vinculados con el fenómeno monástico que nace en el siglo IV y que dura hasta hoy.

 

d) Armenios. Los cristianos de lengua y cultura armenias están presentes en Armenia ya a inicios del siglo IV. Sin entrar en la historia de la Iglesia y la nación armenias, indico la dimensión de persecución que ha caracterizado este pueblo hasta el inicio del siglo XX. En situación de diáspora, es la Iglesia que ha conseguido conservar mejor las propias tradiciones (lengua, cultura, liturgia...).

 

e) Hay una presencia latina nada despreciable en Tierra Santa, el Líbano e Irak. Tienen la custodia de Tierra Santa.

 

 II LA SITUACIÓN ACTUAL

La persecución no es una situación nueva para los cristianos. Todas estas Iglesias han vivido situaciones muy diversas a lo largo de dos mil años de cristianismo. En Oriente Próximo a veces han convivido con situaciones más dialogantes y a veces han sufrido  persecuciones, tanto del mundo islámico como del mundo turco después. En Egipto, la Iglesia copta ha vivido altibajos hasta el despertar espiritual y cultural de la segunda mitad del siglo XX, que va ligado al despertar, también en Egipto, del islam más intransigente.

 

  1. Oriente próximo

La convivencia de los cristianos en Oriente Próximo con el mundo musulmán (o judío) ha vivido altibajos. Los cristianos, en Oriente, son árabes de raza (no todo el mundo árabe es musulmán). En general, ha habido una buena convivencia hasta la segunda mitad del siglo XX. Algunos ejemplos de ello son los siguientes:

  • Un Líbano mayoritariamente cristiano, que vive una situación de buena convivencia hasta la guerra civil de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Diáspora importante.
  • Siria mayoritariamente es musulmana, pero laica en el enfoque político.
  • Irak, hasta las dos guerras (la de los años noventa y la del 2004), es mayoritariamente musulmana pero laica y tolerante.
  • Irán es mayoritariamente musulmán, pero tolerante hasta finales de los años setenta.
  • Tierra Santa (Palestina-Israel).
  • Egipto es musulmán, pero viven allí casi 15 millones de cristianos coptos.

 

  1. La realidad árabe de muchos cristianos en Oriente próximo

Es necesario insistir en un hecho muy importante: en Oriente Próximo entre los cristianos hay un tanto por ciento muy elevado de árabes, o, si se prefiere así, la lengua y el pensamiento árabe son en Oriente un componente fundamental del cristianismo. Hasta las Iglesias y liturgias que en origen no eran árabes (siriacas, coptas o armenias), a finales del primer milenio son totalmente o casi totalmente arabizadas. Comprender esto es fundamental para evitar imponer modelos «occidentales», incluso en el ámbito eclesial, a realidades humanas y cristianas que no son ni quieren ser occidentales.

 

  1. Dos ejemplos: Siria e Irak
  • Quisiera concretar mi presentación en dos lugares: Siria y especialmente Irak. Siria vive una situación de guerra civil desde hace ya más de cuatro años, una guerra provocada por una «revolución» que debería llevar un cambio de régimen —una revolución que es, a su vez, un «espejo» del fracaso de las primaveras árabes. Siria, como el Líbano e Irak, es un país en el que la presencia cristiana es notable cualitativamente, una presencia cristiana multiétnica y multieclesial. Decir Siria hoy, para nosotros cristianos, es decir Damasco, Alepo, Homs, Antioquía (hoy en Turquía)
  • Hablar de Irak es situarnos en aquella tierra, Mesopotamia, situada entre los ríos Tigris y Éufrates, tierra bíblica y ya cristiana en el siglo II. Seguramente es uno de los países que más han sido puestos a prueba de Oriente Próximo: ya con la guerra entre Irán e Irak de los años ochenta del siglo pasado y con las guerras del Golfo de los años noventa y del 2004. Irak, como Siria, era un país tolerante (guiado por un rais, ciertamente; un guía, sin embargo, que, sin querer aquí justificar ninguno de los hechos acaecidos, va mucho más allá o, si lo prefiere, queda al margen los esquemas occidentales «democráticos»). Caído el régimen de Saddam Hussein e instaurado un estado de guerra civil, mayoritariamente entre facciones musulmanas, la continuidad de la existencia de una minoría cristiana es muy precaria; una precariedad que hacia el 2013 se ha tornado persecución, y a partir del 2014, con la instauración del Califato, una persecución a gran escala.

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