Odette Almeida

(Delegación para la Pastoral del Sordo)

 

 

Desde su inicio en la Parroquia de San Antonio de Padua, la Pastoral del Sordo, como toda obra de Dios, es una fuente de gracia para la comunidad parroquial.

Se trata de ayudar a conocer y concienciarse de la existencia y situación de las personas sordas, su aislamiento y sus dificultades, la necesidad de ser atendidas de una forma especial para desarrollar lo mejor de si misma; mediante el conocimiento de la Palabra y el crecimiento en su fe. Se transmite que hay que considerarlas como uno más, ya que todas las personas somos iguales, cada una con nuestras capacidades y limitaciones, pero igualmente amadas e importantes para Dios.

En las celebraciones y en la formación empleamos la lengua de signos; manos que hablan y oran, ojos que contemplan y reciben y en el fondo otro lenguaje, el que llega al corazón, el de Jesús: el lenguaje del Amor.

En la Pastoral del Sordo, intentamos transmitir los sentimientos de Jesús, enseñando a actuar con una mirada profunda para valorar a los hermanos sin quedarse en lo superfluo, en las apariencias; llegando al corazón, valorándolas como criaturas de Dios, para que puedan superarse y amarse a sí mismas reconociendo que todo lo que tenemos es un regalo de Dios y que con nuestras posibilidades, podemos producir grandes frutos. Con delicadeza y cariño hablando con nuestros labios y nuestras manos del amor de Dios queremos provocar la respuesta al compromiso, a implicarse en esta tarea por el Reino de Dios.

Por José Luis Perucha

(Delegación de Ecumenismo)

 

Del 18 al 25 de enero hemos celebrado la semana por la Unidad de los Cristianos. Una iniciativa que nació en 1908 y en la que participan la mayor parte de Iglesias y confesiones cristianas. Esta semana de oración nos sirve para recordarnos cada año la necesidad de orar por la unidad, siguiendo el deseo del Señor: “Padre, que todos sean uno, como tú en mí y yo en ti… para que el mundo crea que tú me has enviado.” (Jn 17,21)

En una época como la que vivimos, en la que somos conscientes de la necesidad de evangelizar para despertar la fe en nuestro mundo, es más necesario que nunca que los que nos llamamos cristianos hagamos visible los signos del amor y la unidad, para que puedan ser reconocidos por aquellos que nos contemplan desde fuera.

Y es que la desunión es una consecuencia del pecado. Por eso, el camino para reconstruir la unidad ha de comenzar por nuestra propia conversión, reconociendo la división interna en la que tantas veces vivimos, la debilidad de nuestra fe, expuesta a la mundanidad que nos invita a adorar tantos falsos dioses o incluso a convertirnos nosotros en dioses y señores de nosotros mismos.

En un segundo momento hemos de pedir el don de la unidad entre las familias, entre los grupos y comunidades de fe, entre las parroquias, etc., sabiendo reconocer la obra que el Espíritu Santo realiza en cada uno de ellos desde la diversidad de ministerios y carismas. El Espíritu “sopla donde quiere y cuando quiere”, nosotros, en cambio, tenemos la tentación de decirle al Espíritu dónde y cómo tiene que soplar.

El siguiente paso será orar para que el Señor siga abriendo caminos de unidad entre todos los cristianos, reconociendo y valorando también la riqueza existente en otras Iglesias y comunidades cristianas. Pero esta unidad tan deseada no puede nunca significar caer en un relativismo en el que todo valga, ni tampoco querer imponer nuestra forma de ser cristianos a los demás sino más bien poner los dones y carismas recibidos al servicio de todos.

Por eso, el verdadero ecumenismo ha de comenzar por el deseo de ser cada día más fieles a la vocación y al carisma recibido. Si los católicos escucháramos y acogiéramos cada día con docilidad la Palabra de Dios, cuidáramos la liturgia para que expresara verdaderamente el paso del Señor por nuestras vidas, y nos amáramos de verdad, con obras y sin sentimentalimos baratos, estaríamos, sin duda, haciendo el mejor ecumenismo.

Nadie puede poseer en plenitud la verdad, porque la Verdad es Dios mismo. Él nos la ha manifestado en su Hijo Jesucristo que ha dado la vida en la cruz por nosotros. El cristiano ha de estar al servicio de la Verdad, es decir, al servicio del amor y de la misericordia de Dios, manifestado en Cristo Jesús para nuestra salvación. Cada vez que miramos a Cristo crucificado descubrimos que es Él quien nos invita a hacer el verdadero ecumenismo, pues nos dice: “Amaos, como yo os he amado.” (Jn 13,34).

Por Santiago Moranchel

(Delegación de Enseñanza)

 

En este artículo (clicar el link de la parte inferior), Santiago Moranchel aborda la segunda parte de 'Estadísticas de la clase de religión', ofreciendo datos y estadíticas sobre la situación actual de la asignatura en la educación. Lee el artículo completo en este enlace:

 

ESTADÍSTICAS DE LA CLASE DE RELIGIÓN (II)

Miguel Ángel Ortega

(Delegación de Patrimonio)

 

En este artículo, desde la Delegación de Patrimonio se analiza la incidencia de Pastrana en la celebración, a lo largo de este año 2015, del Año Teresiano. Pincha en la imagen del rosetón o en el link de la parte inferior para acceder al artículo completo y poder descargarlo.

 

Pastrana y su Año Santo Teresiano 2015

 

 

 

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